Cuando tenía seis años, mi mamá invitó a su familia a mi fiesta de cumpleaños.

Yo estaba peleando con Minho, mi mejor amigo, sobre quién se pondría el disfraz de Thor. Yo decía que yo lo haría porque era mi cumpleaños, y mi piel era más blanca. En cambio, él decía que su cumpleaños había sido la semana pasada y no se lo había puesto, y él era más alto, por lo que él sería Thor y yo Iron Man.

Mi mamá me llamó y lo hizo en inglés. No quise ir hacía ella, porque si me hablaba en inglés era para regañarme.

— Chris, invita a Lixie a jugar con ustedes. No conoce a nadie aquí.

Asentí, mirando al pequeño niño que se encontraba sentado en una esquina, aferrándose a la mano de mamá. Aunque llevaba un año viviendo a su lado, nunca habíamos hablado.

— Él habla inglés. Es australiano como nosotros, pero aún no puede hablar coreano. ¿Jugarás con él, cariño?

— Sí, mami.

Lo siguiente que recuerdo es que estaba parado frente a él, sonriendo y saludándolo con la mano.

— Hola, ¿Quieres ser mi amigo?

Felix miró a su mamá, quien le susurró un: "Anda Lixie, Chan quiere jugar contigo".

Lentamente se soltó de su mano y tomó la que yo le ofrecía, siguiéndome hasta donde estaba Minho.

— Entiendo lo que dices — susurró —. No entiendo a nadie aquí.

— Es porque yo también soy de Australia, pero vine aquí cuando tenía un año. ¡Era muy pequeño!

Felix sonrió, sacando la lengua por él hoyo que había dejado un diente de leche caído —. Me llamo Lee Felix. Puedes decirme Lixie.

— Kitty.

Él me miró extrañado.

— Bueno, también puedes decirme Fel.

— Gatito — fue mi oferta final.

Y él me abrazó.

— Gracias por ser mi amigo.