Capítulo 1: Rueda de prensa
〔𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈: 𝐑𝐔𝐄𝐃𝐀 𝐃𝐄 𝐏𝐑𝐄𝐍𝐒𝐀〕
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⦗TRIGGER WARNING: Consumo de drogas y violencia explícita.⦘
—¡¿Qué quieres hacer qué?! —cuestionó Erwin exaltado al escuchar mi propuesta.
Erwin Smith era el jefe de redacción. Su función en la editorial era asignar, escoger y descartar los temas para los periodistas. Y como no podía hacer la entrevista a Kirschtein sin su autorización, me tocó ir hasta la oficina del rubio con la esperanza de no tuviese problema alguno en que yo me encargara de aquel reportaje. Sin embargo, su actitud fue todo lo contrario a lo que yo esperaba.
—¿Por qué me gritas? Estoy a menos de un metro de distancia, así que considero que podemos hablar como gente civilizada —espeté algo irritada.
—Solo dime que se trata de una broma, por favor —junto las palmas de su mano en señal de súplica.
—Soy periodista, no comediante —aclaré con arrogancia antes de seguir hablando—. Además, no entiendo porque todos tienen a ese niño bonito en un pedestal cuando está más que claro que es un criminal y como nadie se ha tomado la molesta para desenmascararlo, entonces lo haré yo —me encogí de hombros.
—No, no, no —el rubio negó repetidas veces con la cabeza—. Creo que no estás entendiendo la magnitud de todo esto, Juliette. Si él se llega a enterar de que vas con esas intenciones posiblemente amanezcas descuartizada en una fosa.
—Sé que tratas de cuidarme, pero créeme que tus palabras no me harán cambiar de opinión.
—¿Piensas arriesgar tu vida por un ascenso?
—Es mejor que estar como una idiota en mi oficina redactando columnas sobre el nuevo vehículo que se compró Kylie Jenner. Me he quemado las pestañas para llegar hasta aquí y no voy a permitir que nada ni nadie se interfiera en mi camino —me coloqué de pie, tomé mi abrigo y caminé hasta la puerta—. Quiero ese reportaje y no voy a dejar de insistir hasta que lo obtenga.
Después de aquella breve conversación con Erwin, me devolví a mi oficina y comencé a trabajar en las columnas que tenía pendientes por redactar. Fue un poco difícil para mí tratar de mantener la concentración cuando tenía la mente inundada con el asunto del ascenso.
Supongo que cualquier otro periodista desearía tomar el camino fácil para llegar a la cima, pero yo no era uno de esos. Durante toda mi infancia, tuve a mis padres presionándome con la finalidad de que sacara buenas notas o de lo contrario no sería nadie en la vida, aquel comentario generó mucha angustia en mí y por esa razón comencé a esforzarme al máximo con tal de obtener su aprobación. Sin embargo, nada cambió porque cuando me gradué de la universidad ni siquiera se tomaron la molestia de ir al acto y desde ese momento decidí cortar cualquier tipo de comunicación con mis progenitores.
Aquella necesidad de obtener aprobación por parte de mis superiores era una de las principales razones por las que me exigía mucho a mí misma.
[...]
—¿Para almorzar quiere sushi o ensalada César? —la tenue voz de Armin me saca de mis pensamientos.
Pensé durante un par de segundos, sin desviar la vista de la pantalla ya que necesitaba entregar aquel reportaje antes de las tres de la tarde.
—Sushi —contesté sin voltear a verlo— y pídete algo para ti también.
Armin salió sigilosamente de mi oficina y volvió cincuenta minutos después con el almuerzo de los dos. Él optó por almorzar en el comedor junto a los demás, pero yo estaba tan estresada que preferí quedarme en mi lugar de trabajo para comer mientras terminaba de redactar y corregir aquella columna.
Tan pronto como terminé, se lo mandé al editor para que ordenara y prepara el material antes de que enviarlo a los encargados de imprimirlo. Cómo tenía tiempo libre y la curiosidad me estaba carcomiendo, aproveché para informarme un poco más acerca de la empresa de Kirschtein, a pesar de que aún no tenía la aprobación de Erwin para llevar a cabo mi investigación.
«Kirschtein Enterprise es una empresa de logística y representante aduanera fundada por Jean Kirschtein en el año 2020. Se distingue por su gran experiencia en todos los sectores industriales, ofreciendo un servicio seguro, rápido y eficaz siendo la mejor opción del mercado hasta ahora.»
Por más que busqué, no encontré alguna reseña negativa contra Kirschtein Enterprises. Todos parecían estar encantados con sus módicos precios y eficacia, pero tanta perfección a mi no me convencía porque sabía que aquello no era más que una cortina de humo para ocultar aquellos actos ilícitos que lo habían llevado hasta la cima.
Me quedé leyendo otros reportajes relacionados con Jean hasta que el teléfono de mi oficina comenzó a sonar y sin tantos rodeos, contesté.
—Juliette Blanchett, ¿en qué puedo ayudarle?
—Entrevistarás a Kirschtein, pero bajo mis condiciones, ¿quedó claro? —anunció Erwin.
—Necesito saber cuales son las condiciones antes de aceptar, ¿no crees?
Al cabo de unos segundos escuché un suspiro al otro lado de la línea.
—No puedo hablar aquí. Si no tienes un compromiso después del trabajo, podríamos reunirnos en el Starbucks que se encuentra dos cuadras de aquí, ¿te parece?
—Te veré allí —aseguré resignada antes de colgar.
Al culminar mi jornada laboral, dejé a Armin en la parada del autobús para luego reunirme con Erwin en el Starbucks. Una vez allí, cada quién pidió su bebida y tomamos asiento en una de las pocas mesas disponibles que había en la terraza del establecimiento.
Erwin me explicó que Jean era un hombre tan poderoso que tenía la capacidad de hundir a cualquier medio de comunicación que atentara contra su empresa o imagen personal. Y claro, cómo no podía dar aquel comunicado tan hostil e imperativo, sus abogados se encargaron de informar a través de una rueda de prensa que cualquier intento de difamación hacia el señor Kirschtein se vería involucrado en asuntos legales.
Inmediatamente Nile reunió a todos los superiores de la editorial y como buen lamesuelas, prohibió cualquier noticia que tuviese la finalidad de manchar el nombre de Jean. Así que, desde ese día, Seattle Times comenzó a publicar reportajes alabando cualquier acción que realizaba el castaño solo para quedar bien con él.
Por esa razón, no podía aprobar mi petición. Sin embargo, reconoció que era muy buena periodista y que comprendía a la perfección mis intenciones, así que tomó la arriesgada decisión de encubrirme con el objetivo de que yo pudiera llevar a cabo mi exhaustiva investigación sin ser descubierta. Él sabía a la perfección que, si el resto del personal se enteraba de la existencia de aquel reportaje, nos acusarían a los dos, por lo tanto, tendría que ingeniárselas para evadir los filtros con el propósito de incluir mi artículo sin que nadie se diera cuenta.
Sin embargo, no todo era color de rosa ya que Erwin y yo corríamos con el riesgo de ser arrestados después de publicar aquella noticia. Y sinceramente, yo no tenía miedo a las consecuencias, ya que, al fin y al cabo, estaría exponiendo al señor Kirschtein con hechos comprobables que destruirían por completo la reputación tan impecable que traía.
—Kirschtein convocó a varios medios de comunicación para que se presentaran en la rueda de prensa que se llevará a cabo el día de mañana en el Centro Empresarial —informó el rubio—. Buscaré la forma de darte un pase y allí tú te las arreglarás para conseguir una entrevista con él.
—Tomaré mis previsiones —aseguré con una arrogante sonrisa para luego darle un sorbo a mi café.
|***|
Al oeste de Seattle se encontraba un club nocturno que se caracterizaba por ser un sitio de mala muerte. Ese era el establecimiento al que recurría Jean Kirschtein cuando deseaba desestresarse un poco del trabajo sin necesidad de tener que mantener la apariencia que solía utilizar ante los medios de comunicación.
Cada vez que Jean hacia una visita al local, era ubicado en el área VIP junto a sus guardaespaldas y amigos por órdenes del dueño, quién priorizaba a toda costa la comodidad del castaño ya que éste era su mejor cliente.
[...]
Pasado un rato, Kirschtein demostró a través de sus acciones que ya se encontraba bajo los efectos de la cocaína. Todos estaban acostumbrados a ver a Jean en ese estado, por lo que, no se les hizo para nada extraño verlo tan acelerado y agresivo al perder una partida de póquer.
En lo que Connie barajeaba las cartas, se alcanzó a escuchar un alboroto a las afueras de la sala VIP. Jean completamente molesto e irritado por el ruido, lanzó las cartas en la mesa y se levantó de golpe provocando que algunas bebidas se derramaran sobre las cartas.
Kirschtein colocó una mano en la empuñadura de su arma y luego, abrió la puerta encontrándose con un hombre de mediana edad lo cual lo desconcertó bastante.
—¿Puedo ayudarlo en algo? —pregunta el castaño, enarcando una ceja.
—Mi hijo... Estoy buscando a mi hijo y me dijeron que aquí podría encontrarlo.
—Dudo mucho que su hijo sea uno de estos caballeros, así que le pediré de la forma más cordial que se retire —ordenó Kirschtein gentilmente para luego darse media vuelta con intención de volver a la mesa dónde se encontraba jugando junto a sus amigos.
—¿No es usted Jean Kirschtein? —inquiere el hombre, provocando que todos en la sala se alerten. Dos guardaespaldas se aproximaron al señor para inmovilizarlo y segundos después se acercó otro más para asegurarse de que el desconocido no trajera un arma oculta entre su ropa.
—¿Quién te envió? —interrogó Jean desconcertado.
—¡No me envió nadie! Solo estoy aquí para buscar a Owen; mi hijo. Tiene más de tres meses desaparecido y se que usted debe saber algo al respecto porque él se la pasaba mucho por aquí.
—¡Oh! Ya sé de quién estás hablando —Jean chasqueó sus dedos al recordar el rostro del muchacho que le había sido mencionado anteriormente. Se giró y comenzó a caminar lentamente hacia donde se encontraba el hombre inmovilizado—. Sí, Owen trabajó para mí durante dos o tres años más o menos. Luego de eso, tuvo la maravillosa idea de robarme diez kilos de cocaína para venderlos por su propia cuenta, así que le pedí a mis hombres que lo buscaran y lo trajeran hasta acá para hablar de números porque él me debía dinero.
Maurice —el padre de Owen—, abrió los ojos con asombro al escuchar aquella acusación ya que jamás imaginó que su hijo estaría involucrado en ese tipo de negocios. Cuando Jean estuvo a escasos centímetros del hombre, le hizo una seña a sus guardaespaldas para que lo soltaran inmediatamente ya que el castaño sabía a la perfección lo que haría con él.
—¿Y sabe que fue lo que pasó? —Maurice negó completamente asustado y Jean al ver esta reacción, esbozó una fúnebre sonrisa mientras posicionaba el cañón de su arma por debajo del maxilar inferior del hombre— Le coloqué el arma justo aquí y le disparé así —apretó el gatillo provocando que los sesos de aquel individuo se esparcieran por todo el lugar.
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Buenas tardes gente linda, espero que todos se encuentren bien y hayan tomado agüita. Les agradezco de todo corazón por estar aquí leyendo el fic, espero que sea de su agrado y lo amen tanto como yo.
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Les mando un fuerte abrazo, no olviden que los amo. Nos leemos en el próximo capítulo c:
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