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Capítulo único.

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ObiDei
❝N e w  Y e a r❞
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«Advertencia: Este One-Shot contiene escenas +18, leer bajo su propia responsabilidad.»

La nieve caía desde las oscuras nubes que volaban sobre la fría cuidad de Amegakure, la temperatura se encontraba helada pero aquello no impedía que miles de personas recorrieran aquellas calles tan resbalosas en esa noche. La ciudad se sentía agitada con tan solo observarla desde alguno de sus rascacielos, la alegría podía leerse cada expresión de sus habitantes debido a que ese día en específico, se celebraba el tan ansiado fin de año. Y ciertas personas en específico hacían todo lo que estuviera a su alcance para que en estas fechas sus ventas suban en exceso.

¿De quienes hablamos? Pues de la empresa más conocida mundialmente y la cuál tenía su lugar principal en esta hermosa cuidad. La empresa de Akatsuki siempre ha sido la más conocida y millonaria que a pisado aquel lugar, con muy buenos números en cada venta que hacían, pero lo que más caracterizaba a esta era el desempeño de sus empleados y sus horarios arduos de trabajo, como por ejemplo en aquel día festivo dónde la mayoría de sus empleados se encontraban laborando desde la mañana de aquel día, con la esperanza de terminar su trabajo a tiempo para poder volver a casa con sus familias.

Salvó claro esta, el dueño de aquella corporación tan famosa. Uchiha Obito, fundador y actual dueño de Akatsuki Corporation junto a sus socios, Konan, Yahiko y Nagato, quienes estuvieron ayudándole desde el inicio con la creación de aquella empresa. Durante años los cuatro lucharon para lograr obtener todo lo que tienen ahora, gracias a jamás renunciar a sus tan ansiados sueños. El azabache se encontraba en su Oficina, aún terminando una gran pila de papeleo que aún se encontraba sobre su escritorio, las horas le parecían cada vez más eternas con el pasar de los segundos y lo único que deseaba aquel instante era tener paz, que ese día terminaste lo antes posible. No era como si odiase su trabajo ni nada por el estilo, simplemente no veía el interés a la fecha en específico.

Bueno, ¿A quien quería engañar?

Realmente se encontraba en el trabajo haciendo horas extra por la simple razón de que no deseaba estar en su apartamento en esos momentos y el viaje hacia la cuidad de Konoha para la reunión familiar entre los Uchihas no era una opción, su hermano Fugaku no era más que un estirado al igual que su hijo menor y su esposa era de muy pocas palabras —Aunque aceptaba que si era dulce, eso no se podía negar—, su padre Uchiha Madara solo se embriagaria con tan solo un trago y después tendría que cuidarlo, su otro hermano Shisui seguramente no estaría en casa y sus tios Indra e Izuna seguramente estarían con sus parejas en cualquier lugar de la gran mansión de su padre.

Siendo sincero, entendía por completo el hecho de que su adorado sobrino y empleado Itachi no quisiese ir a pasar las fiestas con ellos, puesto que él tenía muchos amigos en Ame, ya sea de la empresa u otros lugares que haya visitado, contando a su pareja el abogado Hoshigaki. Obito sabía que podría pasar el fin de año con su mejor amigo Hidan, quien trabajaba de vigilante en la empresa pero rápidamente descarto esa idea sabiendo que el albino posiblemente pasaría su noche de fin de año junto a Kakuzu de contabilidad.

Un suspiro pesado escapa de sus labios al mismo tiempo que gira su silla hasta el gran ventanal atrás suyo, casi al instante su mirada se fijó en las oscuras nubes que volaban sobre la cuidad y en las fuertes luces que adornaban cada edificio. Cuando bajo su mirada un poco observó la gran cantidad de personas que se encontraban caminando por las frías calles, mirándose nada más como pequeños puntos negros en movimiento debido a la altura en la que estaba su oficina.

—Siempre he dicho que la cuidad de Amegakure es hermosa de noche.— El azabache gira su rostro despacio hacia la puerta de su oficina, notando la figura de una joven de cabello morado parada justo en la entrada.— Con esas hermosas luces brillando desde cada edificio y haciendo que este lugar tan nublado brille en su más grande expresión, ¿No lo crees así?— Obito asiente, al mismo tiempo que retiene un suspiro en sus adentros.— Tu y tus pocas palabras Tobi, al menos acepta que está cuidad es realmente romántica.

—Konan, si está ciudad fuese tan «romántica» como dices, yo no seguiría soltero con treinta años.— Suelta sin más, haciendo comillas con sus dedos.

—No es culpa de la cuidad que seas un asco en el amor.

La mujer ríe en silencio al mismo tiempo que dió unos cuantos pasos hasta acercarse al Uchiha, el tenue sonido de sus tacones chocando contra el suelo era lo único que el azabache podía escuchar, después de voltearse nuevamente para observar a través del gran ventanal, perdiéndose en los recuerdos que abarcaban su mente. Recordando de forma vaga como hace unos cuantos años años atrás, un joven Obito de dieciséis años dejo su lugar de nacimiento para irse a la gran ciudad de Amegakure a cumplir sus sueños, dejando atrás no solo a su familia sino también a sus amigos y a su antigüo gran amor de la niñez.

Y el Uchiha podía recordar con claridad el como a pesar de la gran locura que cometió, sin tener a dónde llegar y sin ningún tipo de esperanza de lograr lo que más deseaba, se encontró con personas que le dieron su apoyo, que le dieron comida e incluso le ayudaron a hacer ese gran sueño realidad. A estas alturas, en las que veía hacia el pasado no podía evitar pensar que tan distinta hubiese sido su vida si no se hubiera encontrado con esos tres jóvenes que tanto le apoyaron a lo largo de esa gran travesía, quienes se convirtieron en algo mucho más que sus amigos y socios, llegando hasta el punto de llamarlos...

Familia.

Ante esa palabra que cruzo su mente no pudo evitar voltear su mirada hacia la pelimorada, quien se encontraba sentada sobre su escritorio mirando a través de aquel gran ventanal, admirando junto a él la hermosa vista frente a ambos, pero antes de siquiera poder decir algo al respecto, un recuerdo llego a su mente haciéndole fruncir su ceño con notoriedad.

—Konan.— Le llama con lentitud, entrecerrando sus orbes y ella tan solo le mira.— ¿Cómo entraste? Le dije claramente a Zetsu que no quería visitas en estos momentos.

—Ah eso, él no se encuentra afuera. Está coqueteando con Sasori en el comedor, ya sabes el diseñador gráfico.— Suelta sin más, reteniendo una pequeña risa.

Ante el nuevo dato revelado sobre su molesto y chismoso secretario, el Uchiha no pudo evitar sujetar su cien mientras su pierda derecha se movía con rapidez, en aquel tick nervioso que caracterizaba al azabache. Obito no entendía como era posible que aún no haya despedido a aquel joven de cabellera verde, si no era más que un holgazán que encontraba más interesantes los chismes de aquella empresa que hacer su trabajo.

—Voy a matarlo.

—Eso seria homicidio, Uchiha.— La obviedad en el tono de la mujer, solo provocó que el azabache suspirara con pesar.

—Oh pues, muchas gracias capitana obvio. No lo habría notado de no ser por tí.

Le dice con sarcasmo y una sonrisa amarga adornando su rostro, pero ella amplió su propia sonrisa con un pequeño deje de burla.

—¡No te preocupes!— Exclama con falsa inocencia.— Que para eso están los amigos.— Guiña su ojo izquierdo, para después soltar una leve carcajada.

Después de una pequeña guerra de insultos entre ambos, la conversación tomo un rumbo distinto, de ambos recordando ese pasado de cuando la fémina encontró al Uchiha vagando por las calles a una temprana edad, dónde le ofreció su mano junto a sus amigos y este con un gran entusiasmo se presentó gritando: «¡Hola! ¡Mi nombre es Obito y voy a ser el dueño de una gran empresa!»

En aquel instante solo rio ante ello y se presentó con normalidad, pero con el pasar de los años su visión fue cambiando y el chico de cabello azabache madurando junto a ellos. Y aunque cada día veían ese sueño cada vez más lejano, lleno de dificultades una tras otra, dónde lo único que deseaba era renunciar y rendirse. Hasta que un día, pudieron abrir su propio negocio el cual fue creciendo con el pasar de los años hasta convertirse en la gran empresa que hoy en día era y Konan no podría sentirse más que feliz ante ello.

Pero... También había algo que la inquietaba.

Desde que la empresa había tomado más importancia, las visitas del azabache hacia Konoha empezaron a hacerse cada vez menos frecuentes hasta llegar a cero, siendo la última visita la que hizo que regresará con su sobrino hasta la cuidad y por más que la mujer intento que este se sincerara ante ese tema, pero él siempre lograba evadirlo de alguna forma. Algo que le aliviaba por completo era el saber que el Uchiha no era un asocial, de hecho tenía muchos amigos en Ame, aunque su estatus amoroso... No era el mejor.

Fue entonces cuando una loca idea cruzo su mente, una que posiblemente haría que el Uchiha se negara rotundamente pero valía la pena intentarlo. Ante todos Obito siempre fue el hombre más hetero que existía, pero el instinto de Konan le decía a gritos que este escondía algo referente a ello, aunque nunca le había preguntado al respecto. Igualmente, esperaba al menos una respuesta positiva del azabache.

—Oye, Tobi...

Ante el repentino cambio de su tono a uno más dulce y casi suplicante, hizo que el Uchiha le mirase con sospecha y un tanto interrogante. Nada bien salía de ese tono meloso de Konan, aquello siempre significaba una cosa y solo una; Problemas.

—Oh no, si vas a empezar con tus tonterías sal de mi oficina.— Amenaza afilando sus orbes.

Konan sonríe de forma ladina.

☾♡☽

Maldición, maldición y más maldición, repetía una y otra vez el azabache en su mente, odiandose en aquel instante por haber caído en la trampa de Konan, preguntandose internamente el porqué había aceptado tal estupidez. Ahora se encontraba sentado en la barra de un bar, estando rodeado de sus amigos más cercanos, quienes eran; Nagato, Yahiko, Konan, Hidan, Kakuzu, Itachi, Kisame, Zetsu y Sasori, todos estos en su propio mundo. Los dos primeros hablaban en una mesa alejados junto a Kakuzu, el Hoshigaki e Itachi comían algo en una mesa más cerca —Aunque podía notar fácilmente que su sobrino estaba diciendo cosas subidas de tono, gracias al gran sonrojo del hombre.—, por último Konan y Hidan bailaban en el centro junto a algunas otras personas pasadas de tragos.

¿Cómo siquiera había llegado a eso?

Literalmente estaba en su oficina cómodo y ahora se encontraba en un maldito bar sentando en una esquina junto a la barra, complemente solo. Un largo y cansado suspiro escapa de sus labios, se sentía aburrido en aquel lugar que se alejaba por completo de su zona de confort. Su mirada se pasó por todo el lugar, notando las distintas decoraciones leves de navidad esparcidas por todo el lugar y unas cuántas luces led por todo el techo de lugar, cambiando de rojo a ver y viceversa. Joder, realmente quería salir de ese lugar aunque algo aceptaba por completo, el Whisky en aquel bar era muy bueno.

—Es muy lindo, ¿No?

Una voz masculina interrumpió sus pensamientos, llamando su atención casi por completo y haciendo que el azabache voltease hacia su costado, notando así una cabellera rubia realmente larga. Junto a él atrás de la barra se encontraba un joven sosteniendo una copa con su mano izquierda, mientras con la derecha la limpiaba con un pequeño pañuelo. Su tez era clara, pero no tanto como la del Uchiha, su largo cabello rubio le daba un aire femenino al igual que las delicadas facciones de su rostro y tenía unos hermosos orbes azulados como el cielo mismo.

El azabache podría decir con firmeza que aquel jovencito de linda sonrisa, le había cautivado casi en su totalidad con tan solo verle por primera vez. Había llamado su atención por completo al instante que sus miradas chocaron, juraba que podía sentir su respiración un poco apresurada y un tanto pesada, cuando sintió una pequeña punzada en su pulmón por la falta de oxígeno que este recibia, fue cuando noto que había estado reteniendo el aliento. El joven frente a él aún le miraba expectante, esperando por la tardía respuesta del mayor, quien carraspeó un poco antes de voltearse hacia el menor y colocando el peso de su mejilla sobre su mano, mientras con la otra restante movía de un lado a otro el líquido de su bebida que aún se hallaba en su vaso de vidrio.

—Así es.— Asiente complacido y el rubio amplió su hermosa sonrisa, anonadado un poco al Uchiha.— La decoración queda con el lugar.

El menor rie levemente y deja la copa que sostenía aun lado, al mismo tiempo que colocaba sus brazos sobre la barra en forma de soporte.

—Es bueno saber que a usted le agrade, parece ser alguien de buenos gustos.— Obito sonríe complacido por el halago.

—Me alegra saber que alguien aprecie mi opinión.

Da un pequeño trago a su Whisky, haciendo que su vaso este vacío por completo pero casi al instante el menor extendiende su mano, pidiendo aquel objeto cristalino haciendo que el azabache le mire confuso pero aún así entregándoselo en la mano. El rubio se inclina un poco para después incorporarse y sacar debajo de la barra una botella del mismo licor que el azabache se encontraba ingiriendo, para después simplemente llenar de nuevo su vaso y entregarselo nuevamente.

—Esto va por la casa, ¿Señor...?— Entrecierra un poco sus ojos, haciéndole una pregunta silenciosa al Uchiha, quien ríe de forma leve y extendiende su mano.

—Obito.

El rubio asiente y toma la mano que le era extendida, sujetandola con seguridad al mismo tiempo que le daba un ligero apretón.

—Un gustó, soy Deidara.

Ambos mantuvieron sus manos unidad durante unos cuentos segundos, mirándose directamente a los ojos dónde un extraño brillo aparecía en ambos par de orbes, uno que ninguno de los dos sabía descifrar, en aquel instante tan solo eran azul y onix chocando entre si, haciendo que todo lo que estaba a su alrededor desapareciese por completo dejándolos solo a ambos en aquel lugar. Una mirada cómplice con algo que no podían entender y realmente, tampoco deseaba hacerlo. Con lentitud empezaron a separar sus manos, pero el contacto visual se mantuvo con un sentir lleno de complicidad.

Los minutos empezaron a pasar con rapidez mientras ambos mantenían una amena conversación, una donde tan solo hablaban de las locuras que ambos han hecho a lo largo de sus vidas, sobre quién soportaba más el licor o simplemente hacían bromas entre si, llegando hasta el punto dónde el Uchiha reto al menor a ingerir alcohol, diciendo que él lo pagaría después. Las risas entre ambos eran discretas, disfrutando juntos de la compañía de su contrario.

El Uchiha no prestaba atención a lo que sus amigos hacían, al igual que estos parecían estar más que ebrios para observar lo que él azabache hacia, excepto de alguien en específico, que le observaba de vez en cuando. La peli morada lanzaba unas pequeñas sonrisas en su dirección, admirando por primera vez lo cómodo que su amigo se encontraba en esos momentos, notando la creciente química que había entre ambos hombres.

—¡No puede ser!— Dice en un tono un poco elevado el menor, pero aún así manteniendose en susurros.— ¿Realmente hiciste eso? ¡Estás loco!

—Creeme que lo sé.— Ríe.— Era de noche, específicamente las nueve y un cuarto pm. Hice mi maleta y tome el dinero que había ahorrado durante meses.— Contaba el mayor con emoción, recordando la gran adrenalina que sintió aquel día que cambio su vida por completo.— Salte desde mi ventana hasta la rama del árbol que estaba justo enfrente, ¡Te juro que casi caigo! Pero por suerte logré atraparla antes de irme de boca al suelo.— Da un trago a su Whisky, siendo imitado por el rubio.— Aún sigo preguntándome cómo carajos pude hacer eso, pero bueno. Me fui corriendo hasta la estación de trenes más cercana, compre un boleto y lo aborde hasta aquí.

—Insisto, estás loco. ¿Cómo se te ocurrió hacer eso teniendo tan solo dieciséis años?

Inquiere aún asombrado el menor, aguantando las pequeñas carcajadas que deseaban escapar se sus labios. Aceptaba que aquella noche de trabajo, la estaba pasando se maravilla, puesto que jamás había llegado alguien al bar con el que congeniara tan bien.

—No lo se, pero no me arrepiento en lo absoluto.

—Te admiro, yo jamás hubiese podido hacerlo.— El rubio cruza sus brazos y asiente ante sus propias palabras.— Supongo que tú familia se preocupo mucho.

La risa del mayor se fue deteniendo de a poco, hasta que simplemente quedó una pequeña sonrisa amarga en su rostro ante los vagos recuerdos de esas fechas. Ante el cambio repentino el rubio se arrepintió de lo que había dicho, preocupado de haber tocado un tema delicado para el azabache.

—No realmente, en esos momentos mi hermano ya no vivía en casa por tener a su segundo hijo. Mis tíos hacia tiempo que se habían independizado y mi hermano menor estaba muy concentrado en sus estudios.— Confiesa después de un suspiro pesado, al mismo tiempo que su mirada se había oscurecido un poco.— Y bueno, mi padre estaba en un viaje de negocios, por lo que nadie noto mi ausencia sino hasta casi un mes después.

—Oh vaya... Lamento haber preguntado.

El menor se disculpa apenado por ello, la vergüenza se notaba en su tono de voz y el azabache tan solo nego, colocando inconscientemente su mano sobre la del rubio, quien no le molestó aquella acción y sujeto su mano por segunda vez en la noche. Exceptuando que está vez, ya no era nada con respecto a la cordialidad, aquel toque se sentía más... Íntimo.

—Descuida, simplemente podemos cambiar de tema.

Ahora era el turno de Deidara el negar, al mismo tiempo que se incorporaba y llamaba a una mujer pelirroja que estaba atendiendo a unos hombres en aquel instante, pidiéndole que le cubriera unos minutos, la cuál asintió. El rubio rodeo la barra que le separaba del mayor, tomando su mano nuevamente y jalandole, el azabache solo le miro confuso.

—Dejame compensarlo.

—No creo que sea necesario, tranquilo.

—Por favor.

El Uchiha quiso negarse, puesto que estaba agusto hablando en la barra con el menor, pero cuando noto ese pequeño tono de súplica en su voz y aquella mirada con un brillo coqueto en sus orbes no pudo evitar sonreír de lado. Obito lanzo una mirada rápida hacia sus amigos, notando que ahora Itachi se encontraba bailando con la pelimorada y el albino, al igual que el pelirrojo, mientras los demás estaban sentados bebiendo y teniendo lo que parecía ser una conversación —Discusión.— en un tono bajo.

Después de cerciorarse que sus compañeros de aquella noche estuviesen lo suficientemente distraídos, para así no notar su ausencia se retira Junto al menor, dejándose guiar por este. A lo lejos, la pelimorada obsevaba de reojo, al mismo tiempo que cierto albino.

—Obito va a tener sexo, lo presiento.— Suelta el albino sin más, siendo secundado por la mujer.

—Ten fé, que ese hombre es muy estirado.— El peliverde ríe para si mismo.

—¿Cómo sabes eso?— Inquiere su acompañante pelirojo, mirándole intrigado.

—Soy su secretario, he visto mujeres entrar y salir de su oficina frustradas por no haber podido seducirlo.— Confiesa entre risas.

—Pues esa rubia, parece que lo atrapó.

Mientras ellos seguían con su conversación interesados en los resultados de aquella situación, Konan sonreía para sus adentros, recordando exactamente cuando estuvo en aquel bar con anterioridad y supo que esa «Rubia» era Realmente un hombre. Vaya, quien diría que si tenía razón con respecto a las preferencias del Uchiha, la fémina no pudo evitar sonreír complacida.

Por su parte, el Uchiha y el rubio habían llegado hasta su destino, deteniéndose justo enfrente de una puerta que decía en un pequeño letrero justo en el centro; «Solo personal autorizado» y el azabache al notar aquello solo trago en seco, preguntandose si realmente aquello estaba bien. El rubio tomo el pomo y abrió la puerta despacio, para después sujetar la mano del mayor nuevamente y jalarle una vez más hasta llevarlo al interior de ese lugar, para posteriormente cerrar la puerta atrás suyo y colocarle el cerrojo.

Obito noto el como ambos se encontraban dentro de un pequeño baño para una sola persona, con un lavamanos y un pequeño espacio junto a este para colocar cosas, el inodoro tenía su propia puerta de separación y pudo entender por lo limpio que este se mostraba —Tambien por el letrero de la puerta—, que era un baño única y solamente para el personal de aquel bar. El Uchiha se volteo con la intención de preguntarle el porqué lo había traído justo a aquel lugar, pero inesperadamente el rubio coloco sus brazos alrededor de su cuello y el mayor tan solo sonrió al comprender la situación, por lo que coloco ambas manos en su cintura, apegándole a su cuerpo y uniendo sus pelvis.

El rubio termino de acortar la distancia de sus rostros al colocarse de puntillas y unir sus labios, al instante de hacerlo pudo sentir la suavidad de aquella piel del Uchiha, casi sonriendo por ello. Con cuidado el mayor subió su mano izquierda hasta la mejilla del rubio, aún sin soltar su cintura, sujetandola con firmeza y correspondió gustoso. Aquel beso empezó con lentitud, una donde ambos saboreaban casi por completo el paladar de su contrario, disfrutando de aquel choque tan repentino que había surgido entre ambos debido al menor.

Sus respiraciones se habían detenido, al mismo tiempo que todo a su alrededor desapareció casi por completo, dejándolos tan solo a ellos juntos en un ambiente borroso ante sus sentidos. El Uchiha muerde con delicadeza su labio inferior, pidiendo el permiso para hacer una pequeña intromisión la cuál fue concedida cuando el rubio separo sus labios para darle mejor acceso. Sus lenguas danzaban en un compás lento, al leve ritmo de un baile íntimo que ambos amantes marcaron entre si, disfrutando cada uno de la cavidad de su contrario.

Obito empezó a empujarle con cuidado hacia atrás, dónde el menor tan solo se dejo guiar hasta que su espalda chocó contra la blanquecina puerta de madera y ante ellos ambos apegaron sus cuerpos aún más, deseando que aquel roce jamás terminase. Las traviesas e inquietas manos del mayor no se hicieron esperar, puesto que estás empezaron a introducirse bajo su camisa, acariciando con cuidado la fina piel de porcelana del más bajo, sientiendo como está empezaba a erizarse bajo su tacto. Ante aquella acción la respiración del rubio empezó a volverse un poco más errática, por lo que con un poco de agresividad fue elevando la intensidad entre el choque de sus labios.

Cómo las manos del azabache aún se encontraban abajo en su cintura, le apego más hacia su cuerpo, sintiendo el como el miembro del menor empezo a endurecerse y sin poder evitarlo, aquella sensación solo provocó que el suyo propio imitase esa acción. Casi inconsciente de lo que hacía al estar tan distraído besando al menor, sintiéndose perdido en lo adictivos que eran esos pequeños, suaves y rosas labios, que no noto cuando empezó a frotarse contra este, dejándose llevar por el calor del momento.

Un suspiro escapa de los labios del Kamiruzu.

Cosa que hace que un repentino calor recorriese el cuerpo del azabache, alejando sus pelvis unos cuantos centímetros para que una de sus manos baje con delicadeza hasta la entrepierna del rubio y desabroche su cinturón junto al botón de su pantalón. Al lograr su cometido lleva su mano hasta la cintura del menor, acariciando con cuidado mientras ambas manos suyas bajaban hasta la retaguardia de su acompañante, introduciéndose dentro de aquella tela que le cubría hasta tocar esa zona tan suave que era su trasero, dónde sujeto con firmeza y le apego nuevamente, iniciando una vez más con el roce tan delicioso entre sus intimidades.

Los movimientos de sus caderas eran sensuales, robándole unos cuantos suspiros al menor, quien sujetaba los hombros del más alto para mejor soporte mientras dejaba que su espalda reposase sobre la puerta. Obito gruñía en un tono bajo ante cada mínimo movimiento que hacía, para después separarse un poco del rostro del menor y conectar sus miradas. Ambos par de orbes se encontraban oscurecidos debido a la lujuria, perdidos en el mar de sensaciones tan excitantes que les envolcian. Unos cuantos segundos después, el mayor acerca su rostro hasta el cuello de su acompañante, dando leves lamidas contra esa piel tan sensible y arrancándole uno que otro gemido ahogado al rubio cuando dejaba una que otra mordida.

Uno de sus dedos se encontraba inquieto y la tentación fue mucho más grande de lo que el mayor quería aceptar, así que dejándose jugar a la suerte introdució uno de sus dedos dentro de la estrecha y húmeda entrada del rubio, haciéndole gemir. Ante la intromisión en su entrada el rubio aumento la velocidades entre el roce de sus pelvis e incluso llevo una de sus manos hasta ahí para liberar la gran extensión de carne perteneciente al azabache, para después sacar la suya de su propio pantalón, haciéndoles rozar de una forma mucho más íntima.

El calor de ambos miembros era sofocante, mientras las venas sobresalientes de ambos palpitaban con fuerza, las puntas de aquellos falos derramaban líquido preseminal, humedeciendose mutuamente ante el choque de estos. Los jadeos de ambos empezaron a llenar el lugar a pesar de que ambos intentaban retenerlos en vano, una ligera capa de sudor resbalaban de sus frentes y el Uchiha se encontraba disfrutando del pequeño sabor a sal de su cuello, dónde ya habían unas cuántas marcas rosas y una que otra mordida.

...Ah... Más... Por favor.

Ante aquella petición con ese tono de voz tan tembloroso y pausado del menor, el Uchiha no pudo negarse, por lo que introdució dos dedos más en aquellas resbalosa entrada. El rubio en respuesta gimió más fuerte, mientras separaba más sus piernas y bajaba su propio pantalón hasta hacerlo caer al suelo, dónde cómo pudo lo retiro de sus talones hasta quedar desnudo de la cintura hacia abajo. Deidara luchaba por mantener su cordura en aquel instante, sientiendo sus piernas desfallecer ante cada «embestida» de los dedos del mayor, sintiendo como su entrada se sentía cada vez más húmeda al igual que su miembro.

Obito sentía su miembro doler de tan excitado que se encontraba en aquel instante, metiendo y sacando sus dedos con rapidez del menor, casi enloqueciendo por sus hermosos gemidos y jadeos mientras gruñidos bajos escapaban de su propia garganta. De reojo observó el lavamanos a unos cuantos centímetros de distancia, por lo que con pasos lentos y calmados se aproximo hasta él sin separarse en lo absoluto del menor. Al ya estar frente a este saca sus dedos del menor y le voltea, haciendo que ambos queden mirando hacia el frente, notando sus reflejos en aquel gran espejo.

El rubio se apoyo contra el lavamanos con sus codos, mientras miraba la expresión de lujuria que emanaba el mayor, quien en silencio pedía su permiso para el siguiente paso y este solo asintió ante ello. Obito saco algo de su bolsillo y después bajo sus propios pantalones, los cuales resbalaron a través de sus piernas hasta quedar en sus rodillas, luego tomo su propio falo sujetandolo con su mano hasta dejarlo en el medio del trasero del rubio, dónde lo movió de arriba hacia abajo humedeciendolo con su entrada a lo largo. Con su mano restante se llevó el pequeño objeto hasta su boca hasta abrir su envoltura, para después tirar está al suelo.

El azabache acomodo el preservativo lleno de lubricante en su miembro erecto y al hacerlo llevo sus manos hasta el trasero del rubio, separando ambas nalgas para Observar mejor su entrada y así posicionar su propia extensión. Cuando la punta de esta estaba en su lugar, el mayor fue introduciéndose de a poco, al mismo tiempo que se deleitaba por la hermosa expresión llena de excitación del menor en el espejo. Deidara mantenía sus orbes entrecerrados y sus labios ligeramente, dejando escapar unos cuantos jadeos desesperados.

Las paredes del menor apretaban la extensión del mayor haciéndole gruñir y suspirar, su mente se empezaba a nublar mientras el rubio se sentía desfallecer. Cuando Obito se introdució por completó se quedó quieto en su lugar, esperando pacientemente a que el rubio se acostumbrase al tamaño de su miembro y unos cuantos jadeos salían de sus labios. Con su mano empezó a juguetear con el largo cabello del menor, enredandolo entre sus dedos y jalandolo de vez en cuando. Maldición, si a Obito le hubieran dicho horas antes que pasaría su noche de fin de año follandose a alguien en el baño de un bar, en vez de estar en su oficina u en casa viendo tv...

Realmente se hubiera reído en la cara de esa persona.

Después de unos cuantos minutos, el rubio empezó a moverse de atrás hacia adelante, indicándole al mayor que por fin podía moverse, pero este se encontraba hipnotizado en el sexy movimiento del menor, quien subía y bajaba su trasero sobre su extensión de forma circular, provocando que este se endureciera aún más. El Uchiha sujeto el cabello del rubio en una coleta improvisada, para después girarla un poco sobre su mano y enredarla en esta, después de ello este sujeto con su mano restante la cadera del menor e inicio un vaivén fuerte entre ambos, saliendo y entrando con rudeza del menor.

Los fuertes gemidos de Deidara inundaron por completo aquel baño casi al instante, los cuales eran deseosos y al mismo tiempo suplicante, sintiendo unas fuertes corrientes eléctricas recorrer su cuerpo de pies a cabeza, su piel empezó a erizarse cada vez más ante cada embestida, moviendo su cuerpo con la misma rapidez demandada. El rubio no daba credito en lo absoluto a qué pudiese estar siendo penetrado por alguien tan guapo como lo era el azabache, quien al principio desde lejos noto como alguien reservado y muy poco hablador, en fin, un hetero. Pero después de intercambiar unas cuántas palabras con él, noto cuan equivocado estaba y no se arrepentía en lo absoluto de haberse acercado.

Ninguno de los dos antes había tenido la dicha de follar frente a un espejo, pero maldición, ¡Eso era la gloria!

Los gemidos de ambos se mezclaban, en un sonido melodioso a oidos de cada uno, mientras el choque de sus cuerpos generaban un ruido obsceno que abarcaba cada parte de la habitación. Sus cuerpos temblaban ante la fuerte lujuria que les recorría, al mismo tiempo que la tenue capa de sudor se hacía cada vez más espesa sobre sus pieles, haciéndoles sentir cada vez más resbalosos. El perfume tan masculino del mayor enloquecía a Deidara, al llenar sus fosas nasales de aquel aroma tan embriagante. La pelvis del mayor chocaba contra el suave trasero del rubio, mientras los pensamientos coherentes escapaban de la mente del mayor, quien solo podía gritar en sus adentros un; «¡Bendita sea, Konan!» por haberlo sacado de su oficina aquella noche.

—..Ah..O..bi..to.

Gemía el menor con desespero, buscando con su mano alguna cosa que pudiese apretar en aquel instante, sentía sus piernas fallar y podría jurar que su miembro explotaría en cualquier instante. El mayor suela el cabello del rubio y sale de él, quien le da un pequeño gemido de queja para después voltearlo. Obito tomo sus muslos y lo alzó sobre el lavamanos, levantando sus piernas hasta que sus rodillas chocaron contra su pecho y con rapidez se introdujo con rudeza en su entrada.

El rubio no pudo evitar gemir con fuerza ante ello, y una pequeña gota de semen salió de su miembro, el cual el azabache sujeto con su mano restante y empezó a masajearlo de arriba hacia abajo con desespero, al igual que empezó a embestirle con brusquedad y de forma más profunda debido al cambio de posición. Deidara genia desesperado ante las nuevas corrientes de placer tan deliciosas que recorrían su cuerpo ante esa experiencia, Obito se inclino levemente hasta que sus labios estuvieron a la altura del oído del menor, el cual lamió con delicadeza aquella zona donde solo unos cuantos suspiros y jadeos.

—Deidara...— Susurra con una voz ronca que le hizo erizar, provocando que el miembro del menor se endureciera más entre sus dedos.— Vamos a venirnos juntos, cariño.

Muerde el lóbulo de su oreja unos pocos segundos antes de alejarse un poco y lanzarse a devorar aquellos jugosos labios de color rosa. Obito aceleró el movimiento de su mano sobre el miembro del menor, quien apretó con fuerza el hombro de este y su otra mano arañaba el pecho del mayor. Las bruscas y profundas embestidas contra su entrada llegaron hasta un punto en el que su próstata fue rozada, haciéndole arquear su espalda hacia arriba y soltó un fuerte gemido, mientras el mayor aprovecho eso para lanzarse hacia el cuello del menor.

—¡Ahí! ¡Justo ahí! ¡Ah!

Gritaba del placer el rubio, disfrutando de los rápidos movimientos del mayor contra su húmeda entrada, ya no le importaba en lo absoluto si alguien los oía —Aunque eso fuese casi imposible debido a la fuerte música del esterior.—, el azabache no se quedaba atrás, sus jadeos y gruñidos se habían tornado en unos escandalosos gemidos roncos contra la piel del menor. Los movimientos de ambos se tornaron cada vez más desesperados, ansiando el tan esperado climax que explotaría en ambos en cualquier instante.

El rubio se abraza contra el Uchiha, al mismo tiempo que hunde su rostro contra su cuello y el azabache no desaprovecho la oportunidad, por lo que alzó una vez más al menor y sostuvo su trasero con sus manos haciendole saltar sobre su cuerpo, rozando sus pechos entre si. Podía sentir el como el rubio succionaba y mordía su cuello, al igual que sus uñas arañaban si espalda, pero aún así no le importaba nada de eso en aquel instante.

El roce del miembro del menor contra su abdomen le excitaba al sentir la humedad de este contra su camisa, aquel baño era testigo de un sinfín de gemidos y sonidos obscenos, al igual de la unión de dos cuerpos llenos de desespero. Dónde esos dos amantes nocturnos probaban el límite de sus corduras, jugando sin reglas el juego de la pasión que ambos desbordaban en aquel instante, sintiendo la tentación que era la piel de su contrarió, aquellas que se unian en un lugar tan indecente y al mismo tiempo tan...

Excitante.

Sin aviso alguno, el cuerpo del menor se puso rígido y unos cuantos espasmos se esparcieron por todo su cuerpo, al mismo tiempo que de la punta de su miembro una gran cantidad de semen escapaba chorreante hasta manchar la camisa blanquecina del mayor, quien siguió moviendose con rapidez dentro del menor, abrazándose a su cuerpo y así alargando el climax de este lo más que pudiese. Pero después de unos cuantos segundos, le fue inevitable el no sucumbir ante su propio orgasmo debido a la fuerte presión de las paredes ir internas del rubio.

El azabache recuesta al menor sobre el lavamanos una vez más, al mismo tiempo que salió de él soltando un leve gemido ahogado. Ambos respiraban de forma agitada, mezclando sus erráticos alientos al tener sus rostros realmente cerca. En un último movimiento el azabache le roba un pequeño beso cargado de pasión, recordándole al menor el fuerte ardor que era la lujuria que entre ambos había surgido aquella noche.

—Deberíamos repetirlo alguna vez.

Suelta el agitado menor con picardía, al mismo tiempo que el mayor sonrió con complicidad pero un recuerdo invade su mente de un momento a otro, haciendo que su mente se enfriará y este desviara su mirada hacia el reloj que se hallaba en su muñeca, notando la hora en aquel instante... Eran pasadas las dos y media de la madrugada, oh maldición.

—Me encantaría pero...— El Uchiha quiso explicarse pero el menor nego.

—Pero debes irte, ¿Cierto?— Obito asiente.

—Mis amigos deben estar esperándome.

—Entiendo.

Ríe el rubio con picardía, al mismo tiempo que se bajaba del lavamanos e iba hasta la entrada a tomar su propias prendas. Por su parte el Uchiha ya había acomodado su pantalón y después tomo una pequeña porción de papel higiénico, para poder pasarlo sobre su camisa y limpiar los restos de semen de esta. Al terminar con su labor de «limpieza» voltea hacia el menor, quien ya se encontraba vestido y se aproxima hacia él, pero antes de que siquiera pudiese mencionar algo al respecto el rubio coloco un pequeño papel en el bolsillo de su pantalón.

Después de ello, el rubio se coloca de puntillas y besa los labios del mayor, en un beso demandante y ansioso para después separarse de él, guiñarle un ojo y salir de aquel baño. Obito se sintió anonadado ante ello pero casi al instante de reaccionar saco lo que había en su bolsillo, notando que en esa pequeña hoja de papel se encontraba el número del rubio y la dirección de su casa.

Nuevamente repetía; ¡Bendita sea, Konan!

Guardo con cuidado el papel en su billetera y después de asegurarse de estar completamente presentable salió del baño, caminando por los pasillos de aquel bar notando a una que otra persona besandose con descaro por esos e incluso manoseandose, hasta que llegó hasta la barra y busco a sus amigos encontrandolos así en la misma mesa donde estaban antes. Obito se aproximo hasta ellos fingiendo Inocencia, hasta que llegó frente a ellos y se sentó sin más.

—¡Al fin apareces, idiota!— Reclama el albino con enojó fingido.

—Te perdiste la cuenta regresiva para el fin de año.— Regaña Konan en un suspiro.

—Lo siento, estaba buscando el baño.— Se excusa.

—¿Por casi tres horas?— Inquiere Sasori enarcando una ceja, obito duda frío.

—En fin, brindemos por este nuevo año chicos.

—Yahiko tiene razón.— Asiente Nagato ante las palabras de su amigo.

—¡Si!— Exclama emocionado el peliverde.— Que luego Tobi nos cuente cómo le fue con esa rubia.

Obito se atragantó con su propio trago, para después dirigir su mirada llena de pánico hacia su compañero, los demás ante su reacción rieron en conjunto.

—Oh vamos tío, no creerás que no lo notamos ¿Cierto?— Ante el silencio del mayor, Itachi suspira.— ¿Cómo harás para esconder esos chupetones en tu cuello? Debiste decirle a esa mujer que tuviese discreción.

El azabache se lleva una mano a la nuca, rascándosela con nerviosismo y una sonrisa incomoda invadia su rostro. Genial, en aquel instante le habían puesto entre la espada y la pared, sin tener más remedio que revelar aquel secreto que había jurado llevarse a la tumba, un suspiro agotador escapa de sus labios.

Es hombre.— Confiesa avergonzado.— Soy gay.

Todos a excepción de la mujer junto a ellos abrieron sus orbes de par en par, separando sus labios al mismo tiempo que formaban una gran «O» perfecta.

—¿¡Qué?!

—¡Lo sabía!— Grita Konan emocionada.— Espera... Maldición, estoy rodeada de puros homosexuales come pollas.

Suelta resignada en medio de un gran suspiro, al instante de decir eso Nagato y Yahiko la miraron ofendidos, si las miradas matarán la fémina ya estaría muchos metros bajo tierra en aquel instante. Los demás no le prestaron atención a ese apodo debido a que estaban acostumbrados a que la mujer les dijese así, por su parte, Obito miro en dirección hacia la barra donde observó al rubio atendiendo a unas cuántas personas, pero Deidara choco su mirada con él y le guiño uno de sus hermosos orbes azulados, robándole el aliento al gran Uchiha Obito, quien solo sonrió en su lugar mientras sujetaba su bolsillo con ese pequeño papel.

Bueno, ese había sido un muy interesante fin e inicio de año nuevo.

Continuara.
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¡Hola!

Esto es lo último que publicaré en este año, agradezco a todos y cada uno de mis lectores por apoyarme en cada locura que pasa por mi cabeza xdd, en fin ¡Feliz año nuevo! (Se que aún faltan unas cuántas horas pero prefiero adelantarlo jaksjs)

Pdt: Se acerca mi cumpleaños /Panic

¿Que les pareció?

¿Les gusto esta extraña idea? Espero que si.

¿Cual fue tu parte favorita?

Escrito:27/12/21
Publicado: 31/12/21

6807 Palabras.

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