Vigésima primera Flor
Sabía que su llegada no sería grata y no lo recibirían con sonrisas y una fiesta de por medio. Sin embargo, en su mente no estaba presente que la tensión llegaría al extremo de hacerle sentir náuseas en el lugar que alguna vez fue su hogar.
La señora Shin servía con rostro serio las tazas de café mientras ellos esperaban en la sala y el señor Shin... Leía en su habitación, o eso suponía HoSeok al escuchar sonidos en la planta alta de la casa.
—A decir verdad, me sorprende aún el verte aquí. —Comentó dejando las tres tazas en la mesa del centro. HoSeok asintió esperando a que continuara. —No llamaste... Y tampoco mencionaste a un acompañante.
—Fue algo improvisado. —Respondió tomando dos de las tazas ofreciendo una a HyungWon. —Tampoco estaba en mis planes.
—Mucho gusto de conocerte. —Se dirigió al menor.
—Soy Chae HyungWon, amigo de HoSeok. —Se presentó haciendo una ligera reverencia con la cabeza que fue seguida por la mujer mayor.
—Deben estar cansados después del viaje. Limpiaré tu habitación y la de HeonSuk, para que puedan quedarse ahí.
—Gracias. No causaremos molestias.
—El desayuno lo sirvo a las nueve. —Siguió sin dar importancia a lo dicho anteriormente por HoSeok el cual volvió a asentir sabiendo que estaba siendo ignorado de manera descarada.
—¿En qué momento podemos usar el baño?
—En cualquier momento. Esta es tu casa... O alguna vez lo fue. Tengan buena noche.
La mujer mayor comenzó a subir las escaleras con tranquilidad y no fue hasta que esta desapareció de la vista de ambos jóvenes, que pudieron volver a respirar con tranquilidad.
—Lamento que se comportara de esa forma. —Se disculpó el enfermero con malestar. —No están muy felices de verme.
—No debes disculparte HoSeok–ah... ¿Siempre fue así?
—Se puede decir que sí. Pero sin mi hermano, la casa se siente muerta.
—¿No vive aquí?
—Se ha casado, hace un tiempo comenzó a vivir en otro distrito.
—Ella parecía querer hablar. —Dijo con cierta incomodidad. —Parecía que se estaba mordiendo la lengua.
—Lo sé. Pero lo mejor es que tratemos todo a solas y los tres. Me disculpo por meterte en este asunto.
—Te dije que no debes preocuparte, yo fui el que quiso venir. Más bien yo debería disculparme, te presione hasta que accediste.
HoSeok sonrió para tranquilizar al menor aconsejando subir para descansar, cosa que Chae aceptó sin renegar.
Después de ayudarlo a acostarse en la antigua habitación de su hermano, se dirigió a la propia a la cual no se molestó en observar dejándose caer en la cama como peso muerto.
No llevaba ni siquiera un día ahí y se sentía mentalmente exhausto.
HyungWon no se equivocaba. Conocía a su madre y pudo notar que en cuanto lo vio quería gritarle en la calle y lo único que la detuvo fue notar la presencia de HyungWon en el auto.
También antes de entrar a la casa se dio cuenta de la silueta ligeramente robusta detrás de las cortinas en la habitación de sus padres. No se sorprendía de que su progenitor no quisiera verle.
Él tampoco se sentía preparado para hacerles frente y de nuevo, se sintió como el chico de preparatoria asfixiado por aquellas reglas que lo dejaban a merced de sus padres como un muñeco.
————————
Para la mañana siguiente, las cosas no mejoraron ni un poco; sus padres apenas y le dirigieron la mirada en el desayuno y a HyungWon lo trataban con cortesía sin hablar más de lo necesario cosa que agradeció internamente. Sin preguntarle cosas de más.
Durante la tarde igual trató de sacar el tema a flote, pero no lo consiguió, haciéndolo enfadar y decidir a caminar junto con su joven paciente por las calles dando un pequeño aviso que no fue respondido.
En la calle comenzaron a andar sin un rumbo especifico, HyungWon siguiendo por primera vez al callado HoSeok quien seguía tratando de entender que se le pasaba por alto y solo conseguía llegar a que sus propios padres aún tenían rencor hacía él por no seguir sus órdenes, por elegir una carrera "contra el estándar" al que ellos están acostumbrados y abandonar a su familia en tan solo una noche.
—HoSeok–ah. —Llamó el Chae menor sacándolo de su mente mientras miraba hacia la derecha. —¿Qué es ese lugar?
Siguiendo la mirada del menor, observó la especie de capsula de cristal a unos cuantos metros de ellos y eso lo llevó a preguntarse cuanto tiempo estuvo caminando.
—Es el invernadero del lugar. De aquí las florerías toman lo que necesitan y un pequeño espacio lo usan para siembra de vegetales. Mi antigua escuela no queda muy lejos de aquí.
—Ya veo.
—¿Quieres entrar el lunes?
—¿Podemos?
HoSeok asintió con dulzura al escuchar a su paciente como si fuera un niño, parecía ser la primera vez que lo hacía desde que llegaron. —El acceso no está prohibido, pero mañana es domingo y muchos visitarán el cementerio por lo cual estará cerrado.
—¿Tus padres lo visitarán?
—Es probable.
—¿Y tú?
—No hay alguien a quien quiera honrar, a decir verdad. Así que probablemente debamos quedarnos todo el día de mañana en casa. Así podremos continuar con las terapias que perdimos ayer y hoy.
—No hay problema por mi parte.
—Bien, Regresemos entonces.
El mayor comenzó a avanzar de manera lenta, escuchando las llantas de la silla seguirlo casi al mismo ritmo y por un momento creyó escuchar la voz de HyungWon. Sin embargo, al voltear, Este seguía mirando el gran invernadero de reojo.
Si bien no se sentía del todo cómodo en su casa, estaba feliz de poder mínimo cumplir un capricho del menor y así, dejar tan solo algo bueno de aquel viaje que lo hacía sentir con pocas energías y ganas como jamás en su vida lo sintió.
Al llegar, la residencia se encontraba sola, por lo que HoSeok optó por cenar junto a HyungWon y después enviar al menor a la cama para evitar la incomodidad de los ojos de sus padres sobre ellos cuando lo ayudaba como fue el caso de la mañana.
Para cuando el chico ya estaba en la habitación y él terminó de lavar los trastes usados, fue cuando escuchó la puerta ser abierta y a sus padres conversando tranquilamente.
—Utilicé la cocina. —Dijo al salir de esta interrumpiendo la charla. —Traté de dejar todo como estaba.
—Está bien. ¿Dónde está Chae–Sshi?
—Se fue a dormir hace un rato, mañana por la mañana debe tomar sus terapias.
—No mencionaste que fuera tu paciente... ¿Está bien que un paciente del hospital venga?
—Él no es paciente del hospital. —Contestó mirando a ambos mayores sentarse en el sofá. —Soy su enfermero personal.
—No es muy diferente a una sirvienta o mayordomo. —Susurró el señor Shin provocando que el ceño de HoSeok se frunciera y sus manos se volvieran puños. La señora Shin suspiró fuertemente mirando con reproche a su marido.
—No digas esas cosas. Ya le dijiste lo mismo tiempo atrás ¿Para que seguir?
—¿Me lo vas a negar? ¿Qué sucedió con el trabajo del hospital?
HoSeok se mordió el labio inferior.
No le importaba decirle a sus amigos y compañeros sobre la situación... Pero decirlo frente a su padre, se sentía como una derrota, porque sabía que había una gran probabilidad de verle hacer ese gesto que tanto le molestaba de te lo dije.
—Fui despedido.
—Me hago la idea del por qué.
—Para ya. —Volvió a pedir la única mujer del lugar con voz gruesa. El señor Shin resopló levantándose del sillón para dirigirse a la cocina, cerrando la puerta de paso dejando así, a madre e hijo solos. —¿Hace cuánto fuiste despedido?
—Casi un año. Un colega me ayudó a conseguir mi trabajo en la casa de los Chae.
—¿Entonces eres amigo de tu paciente? ¿Eso es profesional?
—Lo es, porque me importa la salud y emociones de mi paciente, no veo el problema de entablar una relación con ellos.
—Supongo que sí estás en este trabajo es porque no has conseguido ser restablecido en otro hospital. —Comentó cambiando el tema de nueva cuenta. —¿O me equivoco?
—Cuando el tratamiento de HyungWon termine me iré a otro hospital, pero no puedo dejarlo a la mitad en estos momentos...
—Habrías conseguido un puesto inmediato siendo médico.
—¿Enserio vamos a hablar de mi trabajo?
—Es por lo que te marchaste, no veo de qué más podemos hablar.
—¿Por qué aún tienen rencor hacia mí? —Cuestionó sintiéndose derrotado e indefenso al ver a su madre de esa forma.
La casa, aquellas personas... Todo se sentía desconocido haciéndolo odiar estar presente en aquellos momentos.
Sentía que no era querido, que solo había desprecio hacía su ser por las personas que le dieron la vida... Estaba por explotar con todas esas emociones burbujeando en su interior.
—¿Por qué no solo me dices que me vaya? Prefiero eso a la hipócrita hospitalidad que estamos recibiendo.
—No te expreses de esa manera HoSeok... No se trata de eso.
—¿Entonces? Dímelo...
La señora Shin miró al suelo durante unos momentos, inhalando y exhalando una y otra vez con lentitud retomando su posición inicial.
—Lamento si te hice sentir incómodo... Pero, así como no es fácil para ti, tampoco lo es para nosotros... Admito que no tuve que comenzar esa plática de aquella forma.
—¿Tanto me odia que no puede ni verme?
—No te odia. —Aclaró sabiendo que se refería al señor Shin. —No podemos odiar a nuestro hijo. Pero... No podemos hacer como si nada ha pasado, creo que en eso estamos de acuerdo.
—Sí.
—Él aún tiene muchas cosas que pensar. El hijo que desde niño mostraba un futuro prometedor, su niño preferido se fue sin despedirse... Se siente traicionado.
—¿Es por eso? ¿O porque no pudo controlar toda mi vida a su antojo?
—Tómalo como quieras, pero jamás hizo nada para dañarte. Tal vez tengas razón y su orgullo al no verte pidiendo su ayuda sea lo que realmente le molesta. Pero es algo que solo él sabe, y algo que él debe afrontar.
—¿Y tú? ¿Qué piensas?
—Creo que nunca fui una mala madre en el tiempo que dependiste de mí. —Se sinceró mirando hacia la nada. —Traté de darte todo lo que era necesario y te crie con buenos valores. Chocamos en el punto en el que estabas por convertirte en adulto y no puedo felicitarte por tus acciones, pero tampoco las recrimino. Solo tú sabes lo que has tenido que pasar para llegar a dónde estás, ya no nos necesitas como cuando eras un niño. Sabes lo que quieres y lo que debes hacer. No puedo regresar a ser y tratarte como antes lo hacía, tú has cambiado y nosotros lo hicimos, ya soy más vieja, ya no puedo verte como un pequeño.... Lo que quiero decir es que no te odio, tampoco te desprecio.
—Agradezco que me lo digas.
—Solo tengo una petición que hacer, tal vez es un poco tarde, pero no pierdo nada haciéndolo.
—¿Cuál? —Cuestionó ligeramente sorprendido. La señora Shin lo miró a la cara.
—Que te esfuerces y seas el mejor. Dejaste muchas cosas atrás y decidiste tus prioridades. Haz que valgan la pena.
—Estoy haciéndolo. —Respondió con una sonrisa apenas visible tratando de ocultar las lágrimas que amenazaban con comenzar a fluir. —Desde hace siete años estoy haciéndolo.
—Bien, si no tienes más que decir, me voy. Mañana iré al cementerio. Pasa buena noche.
Quedando solo en la sala, HoSeok dejó sus sentimientos salir. Su madre alivió una parte de aquella presión con la que estuvo viviendo por tanto tiempo y daba gracias por ello.
Sabiendo que no recuperaría la relación con sus padres en ese entonces ni en el futuro, regresó a su habitación con una sonrisa saboreando cada una de las palabras dichas por la mujer que le dio la vida, librándolo de esa tortura en la cual él mismo se había metido.
Su familia desde tiempo atrás se había transformado en amigos y compañeros.
Su familia tenía ahora forma de risas, salidas a bailar, a comer, al mercado, a la heladería...
Junto con tardes de charlas en la casa Chae entre libros, sonrisas y unos ojos perezosos que hacían acelerar su corazón cada que los veía.
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