
c u a t r o
Alcé ligeramente la cabeza cuando escuché cómo los tacones de Hyuna repiqueteaban contra el asfalto de la carretera. Había vuelto después de alejarse unos cuantos metros; casi le había perdido de vista. Se acuclilló para quedar a mi altura, y con aire preocupado, se quedó mirándome unos cuantos segundos. Después se dirigió a Taehyung.
— ¿Estás seguro de que puedes quedarte con ella?
Él asintió con toda la convicción del universo. — ¡Claro!
Nos observó sin decir nada por un buen rato. Yo desvié la mirada, intentando que no viera que mis ojos y mi rostro estaban rojos por culpa de la borrachera. Hyuna, algo dudosa, dejó de doblar las rodillas y volvió con el resto de sus amigos, no sin antes volver la cabeza para mirarnos por última vez. Ella sabía perfectamente que los dos estábamos ebrios, pero decidió dejarnos solos. Puede que confiara demasiado en Taehyung, o puede que no le conociera del todo. Aun así, terminó marchándose y dejándonos sentados en aquel bordillo frío, juntos.
Él aprovechó la coyuntura y colocó una de sus manos sobre la mía con toda la naturalidad del mundo. Suspiró mirando al cielo.
— Qué bonitas son las estrellas, ¿verdad?
Si no hubiera estado borracha hubiera fruncido el ceño y habría dicho: ''¿qué estrellas? si no se ve nada por culpa de la contaminación...'' Pero no era el caso. Sonreí, como él, y sin dejar apoyar mi cabeza en su hombro, miré hacia el cielo, oscuro y encapotado. — Sí...
Él volvió a suspirar y acarició mi mano con suavidad. — ¿Qué estudias, Hana? — me preguntó — Yo estudio bellas artes, tercer año, en la facultad que está justo al lado de tu residencia.
Estaba tan atontada por su tacto suave -y por el soju de más- que me reí y solté: — Sí, yo también.
Taehyung ahogó un grito, sorprendido, y se retiró bruscamente para que yo dejara de apoyar la cabeza contra su hombro y pudiera mirarle. Sonreía de oreja a oreja y sus ojos brillaban con ilusión... y por culpa del alcohol, como los míos. Se levantó del bordillo de golpe. — ¡Vamos a ser compañeros!
Yo le imité e intenté levantarme del suelo con el mismo ímpetu, pero pedí el equilibrio y terminé tropezándome con mis propios pies. Caí a la carretera, pero Taehyung alargó el brazo y consiguió sujetarme con la suficiente fuerza como para que yo no terminara junto a los coches. Tiró de mí para que subiera a la acera, pero también estaba borracho y terminó en la carretera conmigo, entre risas.
Su risa era de esas contagiosas, de esas que te alegraban el día, la noche y hasta la semana. Reí con él y caminamos juntos hacia algún lugar mientras él me contaba cada detalle de su vida: su familia, dónde había vivido, sus amigos... todo con una ilusión inmensa, alegre y algo sonrojado. Taehyung terminó tomando mi mano y moviéndola de atrás a delante. Aunque prometimos a Hyuna que no nos alejaríamos mucho de aquel lugar, lo hicimos. Nos desviamos hacia el lado contrario, lejos de las zonas donde se encontraban las discotecas, lejos de las zonas concurridas.
El lugar por el que caminábamos era oscuro, y para colmo a veces no éramos capaces de andar en línea recta, así que quizá por eso terminamos tropezando una vez más y cayendo por las laderas de la orilla del río. Rodé y choqué contra el césped poco mullido de la orilla, y gracias al cielo no terminé empapada o ahogándome en el río Han. Lo único que se me ocurrió fue estallar en carcajadas. No me di cuenta que mi ropa se había manchado de verdín y de barro, tampoco de que estaba rota, y tampoco de que tenía a Taehyung literalmente encima. Abrí los ojos al escuchar su voz cerca y le vi ahí, mirándome con esa sonrisa tan cuadrada. Había apoyado los antebrazos en el césped y acercaba su rostro al mío, casi a cámara lenta.
Soltó una risilla y frotó su nariz con la mía, con cariño. — Es un beso de esquimal. — me dijo.
Estaba algo mareada, así que pestañeé con fuerza. Pensaba que aquello era un sueño. Coloqué mi mano en el rostro de Taehyung, como si no quisiera que se acercara más. Él debió tomárselo como una señal para besarme. Y aquella vez fue un beso normal, en los labios.
Al principio no reaccioné, pero fue fácil seguirle el ritmo, lento, y pronto el beso pasó de ser de lo más torpe a lo más romántico. Bueno, yo quise creer que era romántico, y para ser la primera vez que besaba a un chico no estaba mal. Podía presumir de que había besado al chico más guapo de probablemente todo Corea.
Las manos de Taehyung fueron a parar a mi pelo, extendido sobre el césped, y enredó alguno de sus dedos entre mis mechones. Se movió hacia un lado, separándose de mí, y se quedó sentado a mi lado. Me quedé con las manos a medio camino entre su mandíbula y mi cuerpo. Él alzó la mano y se llevó el índice a los lados. Yo no sabía qué acababa de pasar, y todavía me costaba procesar que Taehyung me había besado. Descubrí que lo único que quería él era no interrumpir el beso con su hipo repentino.
Se rio. — Es que- — hipó — estoy algo borracho todavía... Ay, no, no. — agitó la cabeza, moviendo su flequillo. — Estoy bien. Tengo que cuidarte.
Yo sólo asentí. Era una chica de pocas palabras, y al parecer con el alcohol las pocas palabras se convertían en cero. Taehyung se reincorporó con algo de dificultad -casi perdió el equilibrio; lo recuperó enseguida- y me tendió sus manos para que yo también me levantara del suelo. Con una sonrisa, acepté y él tiró de mí. Volvimos a tropezarnos, pero conseguimos no caer al suelo. Empezamos a reírnos a carcajada limpia y no paramos de hacerlo hasta que subimos unas escaleras que nos llevaban de vuelta a las calles de Seúl.
Era de noche, no sabía dónde estábamos y quizá por eso seguí a Taehyung sin pensármelo. Ah, sí, claro, también llevaba una buena borrachera encima... Él no soltó mi mano en ningún momento, ni siquiera cuando nos cruzamos con algunos compañeros que él conocía. Nos dijeron que les acompañáramos a algún bar, pero Taehyung enseguida dijo que no, que tenía que quedarse conmigo y cuidarme.
Yo no era capaz de mediar palabra con él porque estaba completamente encandilada. Si en aquel momento me hubiera dicho que me tirara al río, lo hubiera hecho.
Taehyung rebuscó algo entre sus bolsillos cuando llegamos a una calle residencial con casas viejas, de una altura de tres o cuatro pisos. Se llevó la mano a la cabeza para golpearse en la frente.
— Que tonto soy, si no hay cerradura... — soltó antes de girar el picaporte de una valle metálica en la que, efectivamente, no había cerradura. Yo me limité a seguir a su lado sin saber dónde narices me llevaba.
Resultó ser su apartamento: vivía en un ático bastante viejo y llenísimo de lienzos, utilizados y sin utilizar. El olor a la pintura era tan fuerte que tuve hasta nauseas, pero al ver a Taehyung se me fueron todos los males. Él se quitó los zapatos enseguida y me hizo una seña acompañada de una sonrisa para que yo hiciera lo mismo. Cuando lo intenté, creyendo que era una grulla, perdí el equilibrio y caí estrepitosamente al suelo, contra uno de los lienzos. Chillé y Taehyung también hizo lo mismo, asustado por mi propio grito.
— ¡Ay!
— ¡Me has asustado!
— Perro- digo, — reí. Ni siquiera podía hablar bien. — perdón.
Taehyung vino hacia mí lo más rápido que pudo. Como ya parecía ser costumbre, también resbaló al intentar ayudarme y terminó a mi lado, contra otro de los lienzos. Ninguno de los dos tenían la pintura seca. Nos habíamos manchado, pero eso era lo de menos cuando los dos estábamos borrachos y todo nos parecía graciosísimo.
— Hana... — Taehyung no dejaba de sonreír, pero había empezado a mirarme fijamente. — Tu pintalabios... — seguramente estaba hecho un horror después de besarnos. Taehyung se inclinó hacia mí con intención de borrar los restos de maquillaje, pero en lugar de aquello sujetó mi rostro con su mano y acarició mi mejilla con su pulgar.
— ¿Qué?
Me besó otra vez después de humedecer sus labios y mirar los míos totalmente absorto. Yo correspondí casi al instante, justo al notar que él pedía paso, y dejé que marcara el ritmo de nuevo. Mis manos fueron a parar al cuello de su chaqueta de cuero, sucia y pegajosa por culpa de la pintura, y tiré de él hacia mi con toda la fuerza que mi cuerpo de borracha me permitió. Él colocó la mano que le quedaba libre en mi cadera, y poco a poco, fue subiéndola hasta meterla por debajo de mi camiseta. Aquello dejó de tener una connotación romántica para tener una completamente distinta.
Fuimos hacia el sofá del apartamento jadeando, porque ya nos faltaba el aire y un par de prendas de ropa.
******
la última vez que actualicé esto dije que hicierais algo productivo con vuestra vida como sacaros un graduado....... . . . yo ya lo tengo, espero que vosotras también
sed productivas y no decepcionéis más a los chicos bye byeeeee
(siempre me refiero a la gente que lee esto en femenino, porque doy por hecho que no me leen chicos, pero si alguno lo hace podemos decir que me refiero a vosotros y vosotras como personas, de ahí el femenino plural... me explico? bueno, da igual. hasta nunqui y como dijo una gran sabia: hasta luego Maricarmen)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro