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19

Cuando estoy frente a ti, me
pongo sediento. Todo mi cuerpo
tiembla, mi respiración se
vuelve caliente.

—Taemin (Thirsty)


✧✧✧✧



—¿Por qué no me lo dijiste? —el rubio pregunta, sentado sobre los muslos del mayor.

Su habitación es iluminada sobre la pequeña lámpara de noche, Johnny se ha quedado a dormir por petición de su madre, quien permanece en el cuarto de al lado descansando del día agotador que habían vivido.

Johnny permanece sentado sobre la cama, rodeando con sus fuertes brazos la cintura de su novio. Mark juega con la cadena dorada de su cuello, su espalda siendo sostenida por el pecho contrario.

—¿Me hubieras creído? —devuelve, dejando un beso sobre su cuello.

—Lo hubiera intentado. No tenías que pasar por ello solo. 

—Esta en el pasado —Johnny susurra sobre su oído, erizando los bellos de su nuca al sentir su respiración —Ya no quiero recordar.

Mark asiente en silencio, había mucho en el pasado que valía la pena olvidar. Lo que importaba ahora era el presente, apoyar a su mamá, permanecer junto a Johnny.

—Entonces además de guapo eres rico. —menciona, con una sonrisa divertida que el mayor no pudo ver.

—¿Eres materialista, Mark Lee?

—Yo no soy quien gastó, seguramente, miles en un anillo.

—No te preocupes, cuando nos casemos recuperaré el dinero —bromea igualmente, siguiéndole el juego al rubio. Mark gira su cabeza para verlo.

—¿En verdad quieres casarte conmigo? —pregunta, perdiéndose unos momentos en sus ojos, que aún con toda la oscuridad rodeándolos, parecen brillar cual luceros en el cielo.

—Por supuesto que sí.

—¿Por tu herencia?

—No, eso es un plus —ríen, si Mark lo quisiese, podrían casarse después del plazo que su padre había acordado. El dinero no pasaría a Lee de cualquier forma ahora —Solo si nos casamos antes de mis veintidós podré tenerla, no me interesa en realidad, yo puedo esperar hasta los treinta si quieres. 

—De acuerdo, nos casaremos cuando tengas treinta.

—Estaba jugando, nos casaremos cuando tenga veinticinco.

—Veinticuatro.

—Mejor mañana.

—Basta —dice con una sonrisa, llevando una mano a la boca del mayor para callarlo —Hay que dormir, hoy ha sido...

—No quiero dormir todavía. —Johnny sonríe, tomando la mano que cubría su boca para besarla. Dulce y coqueto, Johnny Suh sabía jugar.

—Mi madre está a lado —recuerda, jadeando bajo al sentir los besos del pelinegro empezar un camino por su cuello —J-John...~

—Tendras que guardar silencio.

—¿Contigo eso es posible? —cuestiona sarcástico, en medio de una baja risa.

—Ya veremos.

Quiere probarlo una vez más, ese encanto que tiene Mark para hacerlo olvidar. El hechizo que sus labios parecen hacer al marcar su cuerpo, la piel tersa y canela que quema las yemas de sus dedos bajó su toque, su perfecta y sublime manera de seducir hasta hacerle perder la cordura, quiere probar lo que se siente hacerle el amor de nuevo.

Johnny le acaricia, susurra palabras sobre su oído, totalmente sucias y exitantes. El juego previo siempre ha sido la mejor parte para ambos, tocándose sobre la ropa un poco antes de deshacerse de ella, frotándose descaradamente el uno contra el otro en un vaivén de caderas que el menor domina sobre los fornidos y deliciosos muslos del mayor.

Ambos desnudos luego de un rato, explorando como la primera vez el pecado hecho hombre. Mark cubre su  boca intentando no hacer ruidos altos como se lo ha pedido el mayor, tira su cabeza hacia atrás en la almohada, mientras Johnny le prepara hábilmente con la lengua.

—Shh~ No queremos despertar a mami —Johnny murmura con una sonrisa lasciva al terminar su trabajo, subiendo cual depredador sobre su cuerpo, dejando castos y húmedos besos por sus muslos, ignorando su miembro a propósito, pasando por su vientre y estómago, mordiendo esos pezones rosados y erectos. Mark solo puede cubrir su boca con una mano, mientras la otra empuña la sábana con fuerza.

Un gemido ahogado es provocado al volver a tener los labios ajenos sobre los otros, el rubio muerde a modo de venganza el labio inferior de su novio, el sabor metálico de la sangre colándose en medio de su saliva. La adrenalina de saber que la madre del menor está al otro lado solo prende más a Johnny, haciéndole penetrar al dulce chico bajo él sin ningún previo aviso, escuchando por fin su sonido favorito abandonar los labios de su ángel.

—Ah, mgh~ l-lo si-siento~

—Sobre tus rodillas bebé —ordena, y luego de ser acatado, inclina su cuerpo y susurra al morder su lóbulo. —Es posible guardar silencio, solo tienes que morder la almohada, amor—.

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