02
Es nuestro castigo, fingir
que somos amigos y cuando
no haya testigos, mí vida
entera te daré.
— Morat (Cuando nadie ve)
✧✧✧✧
Las personas en el instituto son realmente molestas, no solo por el hecho de molestarlo a cada maldito minuto, sino por estar tan al pendiente del pelinegro. Sabe que Johnny es ese chico popular que recibe las miradas de aquellos que se encuentren a su paso, pero en verdad no soportaba que cada estúpida chica y uno que otro chico se acerque a intentar algo con el mismo.
Johnny es suyo y la impotencia de no poder ir hacia el cuando una mosca le rodea, le hace querer terminar todo.
Pero no, porque no cambia la reconciliación que le brinda el pelinegro cuando él se molesta por el trato amable que les brinda a sus pretendientes. Definitivamente los orgasmos eran una buena recompensa.
Y es que con una persona como Johnny es imposible no caer, no ceder a esas caricias que le brinda a su cuerpo sería un pecado, así que solo lo acepta.
El pelinegro le da amor, aunque no quiere aceptarlo, Johnny está fascinado con ese cuerpo que se amolda con el suyo.
Y aunque sea solo cuando están solos pueden amarse, está bien por ahora. Está bien fingir ser solo amigos ante los demás y unir sus almas en secreto.
— Ah~ Mgh~ — Mark trataba de no soltar gemidos a volumen alto dentro del pequeño espacio, Johnny movía sus caderas hacia arriba de manera que el rubio pudiera sentir como su punto dulce era deliciosamente abusado de forma continua — N-no puedo m-ah!
— Vamos bebé, córrete para mí — susurró el pelinegro sobre su oreja, para después morder ligeramente el lóbulo de ésta y escuchar el gemido ahogado que soltó su novio al llegar al tan exquisito orgasmo. Las paredes internas se amoldaron a su grueso falo haciendo que llegara de igual forma dentro del rubio — J-joder.
Sus respiraciones estaban totalmente agitadas, Johnny besa el hombro sudado mientras sentía a su novio empezar a respirar con normalidad, los espasmos en el cuerpo del rubio después del orgasmo hacían sonreír al pelinegro. Para Johnny estar así con Mark era fantástico, poder tener y marcar cada espacio de su piel lo hacía sentir afortunado.
— Eres hermoso — dijo Johnny después de salir del interior de su novio, jamás se cansaría de decirlo, Mark se veía hermoso después del sexo, con esas mejillas sonrojadas, labios hinchados, sudado, cabello desordenado y completamente desnudo. Hermoso — Y eres mío.
— Estoy sucio, J-john — un tierno puchero apareció en los labios contrarios, el rubio podría verse inocente aún después de haber gemido el nombre del pelinegro, Johnny sonrió enternecido por la acción y ayudó al menor a limpiarse para que pudiera empezar a vestirse.
Después de que el rubio estuviera arreglado, Johnny procedió a hacer lo mismo, pues el pequeño espacio del cubículo no dejaba que ambos se movieran con facilidad. Mark esperaba afuera del baño al pelinegro, nunca pensó que llegaría a saltarse una clase para poder estar con su novio, pero ahí estaba, sonriendo mientras mordía su labio inferior al recordar lo que en aquel baño había pasado.
— Vamos — el menor quiso tomar la mano del mayor cuando éste salió arreglado del baño, pero éste rechazó el toque, llevando su mano detrás de su nuca al notar a un par de chicos pasar por el pasillo.
— No podemos, ya lo sabes.
— Perdón.
— Está bien, solo recuerda que si llegan a enterarse, esto se acaba. No quieres eso ¿Verdad, bebé?
— N-no — negó, sintiéndose asustado por imaginar perder al pelinegro — No volveré a hacerlo.
— Te veo luego, ¿De acuerdo? Sabes a donde ir.
— Lo sé, Johnny...
— Hm...
— ¿Puedes darme un beso? — pidió con la cabeza baja, esto de volver a la realidad dolía. Johnny lo hacía volar lo más alto que podía y luego lo dejaba caer a esto, ésta estúpida realidad en la que no pueden amarse, ésta en donde Johnny es un cobarde.
— No.
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