Capítulo 7: Lo Inesperado.
[Despacho de la directora, Hogwarts]
—Entonces… ¿Ese tipo era el Ministro? — preguntó Agnes mientras se servía un poco de té en su taza.
—En efecto, el famoso dictador Jeremy Spooner. — contestó Bella a su hija.
—¿Crees que vino a buscarte por ser una ex Patenger? — preguntó Agatha a la pelirroja.
—Sí, es obvio pero… vino con una excusa, unos estudiantes fueron atacados en un partido de Quidditch por unos magos oscuros qué lograron entrar a los terrenos de la escuela, estoy casi segura que él los envió.
—¿Tan malo es? — preguntó Agnes.
—No tienes una idea, hija. Con su forma de gobierno y las cosas que han sacado a la luz algunas personas es notable su corrupción y que está en busca de más poder.
—Imagino que vino a advertir o amenazar, escuché algo sobre el departamento de educación mágica. — dijo la pelinegra mientras tomaba asiento.
—Desde hace algunos años Spooner ha intentado de todo para quitarme del puesto de directora, por suerte para mí he tenido a mi alrededor muchas personas que me han ayudado a defenderme y bueno, no ha logrado su cometido. La plática en esta oficina con él fue relativamente corta, dijo que si no me apartaba del puesto tomará medidas y cerrará el colegio, por eso creo que el ataque de los magos oscuros es una fachada, idea suya.
Agnes y Agatha guardaron silencio por algunos segundos hasta que la peliazul decidió hablar.
—¿Y qué piensas hacer, mamá?
—Bueno, creo que me escuchaste muy claro cuando le dije que puede enviar a quien quiera, no será tan sencillo para él querer hacerme a un lado. — contestó Bella con una pequeña sonrisa.
—¡Esa es mi madre! — exclamó Agnes con orgullo mientras sonreía.
[Hogsmeade]
Timothée caminaba tranquilamente por las calles de aquel pueblo, pasó frente a la que era su casa cuando era apenas un niño, sonrió al verla y luego siguió su camino hasta el final de aquella calle, el muchacho se acercó a la entrada de una casa en particular, sus cortinas negras impedían la visualización hacia el interior de la vivienda, Tim decidió tocar la puerta pero no recibió respuesta alguna.
Tras unos segundos de espera decidió entrar, tomó la manilla y la giró, abrió la puerta con lentitud y luego entró a aquel lugar, todo estaba oscuro y casi que vacío.
—¿Hola? ¿Hay alguien aquí? — preguntó el hombre en voz alta tras cerrar la puerta.
Sin respuesta de nuevo, el muchacho decidió inspeccionar aquel lugar, caminó hasta la única habitación del lugar y ahí se encontró con algunos pergaminos y fotos sobre una mesa.
—¡Te dije que alguien que no es ella entró al lugar! Ve a echar un vistazo. — dijo alguien a las afueras de aquella casa, Tim rápidamente buscó un lugar dónde esconderse.
—Carajo. ¿Por qué siempre tengo que venir yo a hacer tu trabajo?
—Cierra la boca y hazlo, muévete.
Los hombres discutían mientras uno de ellos entraba al lugar por la puerta principal, rápidamente cerró y comenzó a registrar de arriba a abajo.
—Ya vi que entraste, deberías ahorrarte la paliza y salir de una vez por todas. — decía el hombre en voz alta.
La rubia que había salido de aquel lugar hace unas horas estaba de vuelta, cruzó aquel portón y rápidamente entró a su hogar.
—Mierda… — susurró para sí mismo el otro sujeto que vigilaba desde afuera.
La mujer se quitó el suéter rápidamente y lo colgó detrás de la puerta, al girarse para ir a su habitación vio a aquel hombre de espaldas buscando bajo su cama.
—¡Quieto maldita sea! ¿Quién eres y qué haces aquí? — soltó la mujer mientras le apuntaba con su varita al sujeto.
Él se levantó lentamente mientras se giraba para ver a la rubia a la cara, al hacerlo sonrió levemente.
—Eretria Potter, por fin… — contestó el tipo.
La rubia estaba por atacar al intruso hasta que fue interrumpida por el sonido de una ventana rompiéndose, el compañero de aquel tipo entró y rápidamente atacó con un encantamiento a Eretria sacándole la varita de sus manos.
—¡Ve por ella, ahora! — exclamó el hombre.
Su compañero corrió hacia la rubia para intentar tomarla pero la chica comenzó a volcar los pocos muebles que habían para cerrar el paso. Rápidamente corrió hasta donde estaba su varita, con agilidad la tomó y atacó al hombre que la perseguía con un encantamiento qué lo lanzó al suelo.
—Eres un maldito inútil. — soltó el otro sujeto mientras se defendía de los ataques de la rubia.
Eretria intentó darle pelea al hombre pero fue desarmada nuevamente pues aquel tipo era bastante hábil.
—Vas a venir con nosotros, quieras o no. — dijo el hombre mientras sometía a la rubia contra la pared con la varita en su cabeza. —Así que voy a decirte algo, niña malcriada… — antes de terminar su frase, el hombre sintió como alguien tomó su hombro, rápidamente giró su cabeza hacia la derecha para ver de quien se trataba.
—No, yo voy a decirte algo, idiota. No te metas con un Potter. — soltó Tim para después arrebatarle la varita con rapidez y agilidad al sujeto, con un movimiento lo lanzó al suelo y una vez en él le lanzó un golpe en su cara tan fuerte que lo dejó inconsciente.
Un silencio se hizo en el lugar, el muchacho se giró para observar a su prima mientras ella solo apreciaba lo que el chico había hecho.
—¿Dónde…? ¿Cómo es qué…?
—Prometo contarte todo si tu me cuentas quienes son estos sujetos. — dijo Tim.
—Bueno créeme cuando te digo que yo desearía saber quienes son… — contestó la rubia mientras tomaba su varita del suelo. —Esto es un desastre, con lo que me costó tenerlo ordenado.
Tim comenzó a reír y luego dijo unas palabras.
—¿Ordenado? Que esté oscuro no significa que todo esté bien acomodado.
—Cállate, Timothée… — contestó Eretria mientras se dirigía a aquella habitación.
La chica comenzó a buscar en su escritorio las fotografías y pergaminos que mantenía escondidos, al encontrarlos los tomó con fuerza y los desapareció con un encantamiento.
—Parecen archivos importantes. — dijo Tim acercándose al lugar.
—Lo son… He estado investigando algunas cosas y esto es muy importante, creí que habían entrado aquí a robarlo.
—Este no parece un lugar seguro para vivir, Eretria. ¿En qué estás metida? — preguntó el muchacho.
La rubia guardó silencio, tomó un par de cosas más de aquel escritorio y luego salió de aquel lugar.
—¿Vas a quedarte ahí con dos hombres inconscientes o vendrás conmigo? — preguntó la rubia a su primo desde las afueras de la casa.
Tim enseguida salió del lugar.
[Londres, Inglaterra]
Isaac, Arya, Jason y Giah habían llegado al lugar que Ruth había buscado para ellos, el grupo se instaló de forma rápida luego de inspeccionar todo lo que contenía aquel sitio.
—Es grande, cómodo y está cerca del Ministerio… eso último me preocupa un poco. — dijo Arya mientras se sentaba en uno de los sofás cercanos.
—A mí no tanto, el último lugar en el que buscarían sería a unos cuantos edificios cerca de su imperio. — contestó Isaac.
—¿Imperio?” — preguntó Jason uniéndose a la conversación.
—Es una forma de llamar al Ministerio de Magia… tonterías mías.
—Oigan, quedamos en que haríamos un plan para ubicar el aparato de Spooner, creo que es momento para hacerlo. — agregó Arya.
—Sí… Me encantaría poder ayudar pero no soy bueno para hacer planes con el estómago vacío. — dijo Jason mientras se ponía cómodo en una de las sillas del lugar.
—No es porque sea mi amigo y quiera seguirle el rollo pero creo que tiene razón, hace horas que no comemos nada. — dijo Isaac.
—¿Conocen el nuevo restaurante a unas calles de aquí? Hacen unos sandwiches increíbles. — añadió Giah.
—Voto por uno de esos. ¿Quién será el sacrificado en ir por ellos?
Todos guardaron silencio por unos segundos, los tres mayores de la sala miraron a Arya al mismo tiempo.
—¿Por qué no me sorprende? — susurró la pelirroja. —Bien, yo iré pero si algo me sucede espero que quede en sus conciencias, sobre todo en la tuya tío Jason.
—Sí, sí, mira yo quiero uno con extra queso por favor… — dijo el hombre de cabello largo.
—No crean que voy a pagar por todo. ¡Saquen sus billeteras o les voy a quemar las cejas! — exclamó la muchacha con autoridad.
[Ministerio de Magia, Oficina del Asesor del Ministro de Magia]
—El Ministro volverá en menos de una hora, quiero esta zona despejada a partir de ahora. — dijo un hombre sentado frente a su escritorio hablándole a otro hombre frente a él.
—Entendido, me haré cargo. — contestó el otro tipo, luego dio media vuelta y se dirigió a la salida.
Al abrir la puerta y salir se encontró de frente con una mujer de cabello castaño con algunos archivos en su mano.
—¡Lo siento señor! — dijo la mujer.
—¿Qué está haciendo aquí? Nadie está autorizado a entrar, el Ministro está por llegar.
—Solo venía a dejar estos archivos al señor Stewart, los pidió con urgencia hace unos minutos. — contestó la chica retrocediendo un poco.
El hombre observó a aquella chica de pies a cabeza, acomodó su uniforme y luego se marchó. La castaña esperó a que el tipo desapareciera de su vista y luego entró a aquella oficina, al hacerlo cerró la puerta con seguro y caminó algunos pasos.
—¿Quién es usted y qué está haciendo en mi oficina? — soltó Stewart poniéndose de pie.
—Buenas tardes señor Asesor, la directora de la AEM le envía recuerdos. — contestó aquella mujer.
Luego de sus palabras la castaña le dio un golpe a Stewart dejándolo inconsciente en el suelo, rápidamente se dirigió al archivero qué estaba cerca y comenzó a buscar algunas cosas.
—Tienes menos de cinco minutos Alie, así que muévete. — dijo en voz alta para sí misma.
Tras un par de minutos buscando, la chica cerró aquel archivero, se dirigió hasta el escritorio de Stewart y siguió buscando en él.
—Señor Asesor, le recuerdo la reunión con el Ministro Muggle en… — fueron las palabras de un auror que había entrado a la oficina. —... ¿Quién es usted y qué está buscando?
—No se preocupe, soy la asistente del señor Stewart, él acaba de salir y olvidó su carpeta de archivos así que vine por ella. — dijo Alie improvisando sobre la marcha, con cuidado tomó aquella carpeta y se dirigió a la puerta pero el auror la detuvo.
—¿Dónde está su identificación del Ministerio? — cuestionó el sujeto.
La mujer se quedó en silencio mientras el auror comenzó a inspeccionar el lugar con su mirada, tras unos segundos el hombre descubrió el cuerpo inconsciente del Asesor en el suelo.
—Mierda. ¡Hay una intrusa! — exclamó el tipo ante aquel descubrimiento.
—¡Carajo! — soltó Alie con algo de enojo.
La chica lanzó la carpeta contra la cara del auror, con un rápido movimiento le sacó la varita de su mano y con ella le lanzó un encantamiento dejándolo aturdido.
Alie se sacó aquella peluca, la dejó en el suelo y salió con rapidez de aquella oficina, caminó por algunos pasillos con normalidad hasta que un grupo de aurores pasó por aquel lugar.
—¡Hay un intruso en la oficina del Asesor, vamos! — escuchó decir a uno de ellos mientras se escondía tras una gran columna.
—Esto es un desastre… — susurró la rubia.
Salió de su escondite e intentó seguir su camino pero se encontró de frente con otro grupo de aurores.
—Es ella, atrapenla. — soltó uno de ellos.
La rubia se las arregló para deshacerse de un par de aurores y luego comenzó a correr hacia la salida del Ministerio, tres grupos de cinco aurores corrían tras ella lanzando encantamientos qué la muchacha repelía y esquivaba con facilidad.
—¡Los veré pronto del otro lado! — exclamó la muchacha para después cruzar por aquella chimenea y desaparecer al instante.
—¡Mierda! Ubiquenla rápido, quiero ver en cuál chimenea apareció. ¡Muevanse! — exclamó el jefe de aurores.
[Madrid, España]
Matthew Griffith había preparado una maleta para partir hacia Inglaterra luego de haber escuchado el mensaje que le había llegado por parte de Isaac, el hombre salió de aquella cabaña hacia el bosque, luego se escuchó un estruendo y desapareció del lugar.
Tras unos segundos el castaño apareció en el centro de Londres dentro de un callejón sin personas, con maleta en mano decidió salir de aquel callejón pero un hombre se interpuso en su camino.
—Disculpe, con su permiso…
Matt intentó pasar pero aquel sujeto sacó su varita y le apuntó.
—Está prohibido aparecer y desaparecer en esta ciudad, vendrá con nosotros al Ministerio. — dijo aquel sujeto.
Otro par de hombres aparecieron tras el castaño.
—Escuchen, claramente se dieron cuenta que soy un mago pero también soy inglés, este es mi país y tengo derecho de volver a él cuando se me antoje.
Los aurores se quedaron en silencio mientras se miraron por unos segundos, uno de ellos tomó a Matt de los brazos, otro le dio un golpe en su abdomen dejándolo sin aire.
El otro aprovechó para tomar su billetera y buscar su identificación.
—Matthew Griffith, ese apellido me es familiar.
—Es uno de ellos, es hijo de uno de ellos…
Arya caminaba por los callejones de Londres con una bolsa en su mano, usaba aquella ruta para evitar ser vista por los aurores que vigilaban la ciudad, la muchacha intentó cruzar de un callejón a otro para llegar a aquel refugio pero se frenó cuando escuchó a algunos hombres hablando.
—Lo llevaremos directamente al Ministro, esto vendrá de la mano con una buena recompensa.
—Disculpen señores pero no estoy disponible para una cita con Jeremy Spooner, ahora si me permiten debo seguir mi camino. — dijo Matt de forma tranquila, intentó dar un par de pasos pero recibió otro golpe en su abdomen.
—Escucha bien una cosa, no me interesa lo que opines, vendrás con nosotros.
—Les perdoné el primer golpe… pero ese segundo es algo que van a lamentar. — dijo el castaño.
—Sostenlo. — ordenó uno de los aurores al otro.
Nuevamente lo tomaron por los brazos, Matthew recibió tres golpes seguidos en su cara y otro más en su abdomen.
—¿Qué vas a hacer ahora? — preguntó el agresor mientras reía.
El tipo soltaría un golpe más contra el castaño pero una fuerza extraña detuvo el golpe, luego de unos segundos el sujeto salió volando por los aires.
—Cuando era niña creía que los aurores eran héroes y tenían valores, parece que me equivoqué. — dijo Arya saliendo de su escondite.
—Es Sawyer, atrapala ahora. — dijo uno de los aurores que sostenía a Matt.
El hombre intentó atacar con su varita a la pelirroja pero ella se la arrebató en un rápido movimiento de sus manos, tras hacerlo corrió hacia él y con una patada lo derribó al suelo, dos golpes bastaron para dejarlo totalmente inconsciente.
Matt observó aquella acción y aprovechó la distracción del auror que lo sostenía para atacar lanzando un cabezazo hacia atrás causando que el tipo retrocediera, tomó su varita y con un encantamiento lo dejó levitando de cabeza en el aire.
—¿En serio es todo lo que le harás? — preguntó Arya confusa.
—¿Quién eres? — preguntó el castaño.
—Ven conmigo, no estás seguro aquí. — contestó la pelirroja para después seguir el camino por los callejones.
Matthew se quedó en silencio por unos segundos y luego decidió seguir a la muchacha no sin antes tomar su maleta del suelo.
Spooner había vuelto al Ministerio, el alboroto por lo que había sucedido hace una hora aún se mantenía en el lugar.
—¿Stewart está bien? — preguntó el hombre mientras caminaba hasta su oficina.
—Sí señor, solo tiene un golpe en su cara, los sanadores están revisándolo.
—Bien, hazme un favor y envíame al jefe del departamento de Encantamientos Experimentales a mi oficina cuanto antes. — ordenó Spooner al hombre que caminaba junto a él.
—Enseguida señor Ministro. — dijo el hombre para después desviarse hacia aquel departamento.
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