Capítulo 6: El Gran Plan.
[Universo 282, 1979]
Varias personas se encontraban sentadas sobre una mesa con papeles importantes sobre ella, un hombre y una mujer que parecían ser los líderes de aquel grupo eran los únicos que estaban de pie frente a los demás.
—Tenemos todo listo, hemos ubicado el mundo correcto pero… hay un problema. — dijo uno de los hombres en la mesa.
—¿Qué problema, señor Collins? — preguntó el sujeto de pie.
—Solo hay cuatro de ellos, señor, el quinto no aparece o nunca existió. — contestó aquel hombre.
—Hemos llegado demasiado lejos para retrasar el plan solo por ese detalle, es el único mundo donde los cuatro reinos están intactos, debemos tomarlos. — dijo aquella mujer de pie.
—La señorita Waters tiene razón, vamos a ejecutarlo. Cada quien sabe su misión y sus posiciones, aprovechen sus habilidades.
—Señor Spooner, sé que ya usted ha logrado echar un vistazo hacia ese mundo. ¿El aparato no es muy inestable para transportarnos a todos? — preguntó otro hombre que estaba sentado.
—Hemos pensado por años en esos detalles, Mahoney, por eso lo capturamos a él. — contestó aquel hombre mientras hacía un ademán con su mano.
La puerta se abrió, dos hombres sujetaban a otro y lo obligaban a caminar hacia el frente. El hombre estaba totalmente golpeado y herido.
—Este señor fue el responsable de tan magnífica creación, entre otras que nos serán totalmente útiles. — dijo Spooner con una sonrisa.
—Vas a fracasar, impostor. — dijo aquel pelinegro.
—Lo que vayas a decir ahorratelo, nada va a detenernos de gobernar los cuatro reinos. — dijo Waters encarando a aquel hombre. —Lástima, si fueras un hombre inteligente vendrías con nosotros, Arthur…
—No traicionaría a mi familia trabajando para dos maniáticos como ustedes, créanme, pensarán que todo está bajo control, incluso sentirán que su plan está saliendo bien. Pero cuando menos lo esperen alguien descubrirá de dónde vienen y se darán cuenta de quienes son realmente, dos impostores bajo identidades qué no les pertenecen. — soltó el hombre con enojo.
Un conjuro por parte de Spooner fue suficiente para silenciar para siempre a aquel hombre quien cayó al suelo muerto por completo.
—Comenzaba a irritarme su voz… —soltó el hombre. — ¡Señores! Lo qué tengo aquí es una especie de traslador, modificado lógicamente. Nos permitirá viajar al universo que nosotros queramos, es sencillo de usar. — agregó mientras sacaba un pequeño aparato de su bolsillo.
—Prepárense, partiremos en unas horas. Por cuestiones de seguridad solo Jeremy y yo usaremos este dispositivo así que a la hora de partir tendrán que estar cerca nuestro.
Los hombres sentados alrededor de aquella mesa se pusieron de pie, hicieron una especie de saludo militar hacia la pareja y luego salieron del lugar.
—Señorita Waters… — se escuchó susurrar a una voz masculina.
La imagen de aquel recuerdo comenzaba a distorsionarse, Amanda levantó su cabeza qué mantenía sumergida en aquel pensadero volviendo a la realidad.
—Lamento interrumpir su descanso, el equipo peinó toda la zona donde hubo aquel altercado, no encontraron nada.
—Señor Rogers, por favor, la próxima vez debería tocar la puerta. — contestó Waters algo molesta.
—Lo lamento, señora. El equipo de aurores sigue en Inglaterra, si necesita que gire una orden este sería el momento para indicarme.
—Envialos de vuelta a acá, los voy a necesitar.
—Entendido. Una última cosa, me indican que tiene una visita importante.
—¿Visita importante? No recuerdo haber agendado visitas. — dijo la mujer mientras se sentaba en su silla. —Que pase. — agregó.
Aquel hombre salió de la oficina de la pelinegra, segundos después entró una mujer al lugar, Waters se puso alerta al verla.
—No es un placer para mí venir hasta aquí pero las circunstancias no me dan otra opción. — dijo aquella mujer.
—Me sorprende que tengas el valor de venir hasta acá, Strigoi. ¿Qué quieres? — preguntó Amanda.
—A mí no me sorprende la mierda que están causando tú y Spooner. ¿Cerrar las fronteras de Inglaterra y Letonia? Y la Confederación Internacional no hace nada… si, no me sorprende.
—Cuida tu tono, no debo recordarte dónde estás y el cargo que poseo. Al igual que los demás, tú también estás bajo la mira, sabemos que aún tienes contacto con tus tíos, sus hijos… en especial con la menor de los Sawyer Wood.
—¿Ahora qué estás pretendiendo? Puedes hacer las acusaciones qué quieras, Waters, no tienes pruebas de lo que sea que insinúas. — dijo la pelirroja, luego de eso se acercó hacia el escritorio. —Escucha una cosa, no importa que mierda macabra y extraña estén planeando, van a fracasar. Me he enfrentado a cosas peores que ustedes dos y mi equipo de trabajo se encargará de hacer que ustedes caigan.
Waters se puso de pie rápidamente para encarar a la pelirroja.
—¿Me estás amenazando, Strigoi? Es una mala idea. — soltó de forma seria y seca.
—Tómalo como quieras, el día que estés detrás de las rejas de Azkaban te vas a acordar de mí y de este día… me encargaré de que eso pase. — contestó Ruth con el mismo tono. —Que tenga un buen día, “gobernadora”. — dijo después con una sonrisa falsa, dio media vuelta y se dirigió a la puerta.
Waters aún tenía su mirada clavada en la pelirroja, temblaba levemente por la rabia que sentía en su interior, luego de algunos segundos dejó que aquel sentimiento se apoderara de su cuerpo, un poco de su flujo mágico se liberó causando qué el escritorio frente a ella saliera expulsado hacia Ruth.
La pelirroja reaccionó de forma rápida y logró esquivarlo, el escritorio cruzó hasta la recepción de aquel lugar dejando la puerta destrozada.
—Hija de puta… — susurró Ruth mientras se levantaba del suelo. —...espero que quede claro, tú comenzaste. — agregó.
Sin pensarlo dos veces la pelirroja se abalanzó sobre Waters impactando una patada en su rostro, lanzó un par de golpes qué lograron impactar a la pelinegra dejándola algo aturdida.
—¿Es todo lo qué tienes? — soltó Waters con una sonrisa.
Ruth intentó lanzar un golpe pero la pelinegra lo bloqueó fácilmente, contraatacó con dos golpes al rostro de la pelirroja qué impactó con éxito y luego la empujó contra el librero qué tenía cerca. Ruth cayó al suelo con algo de dolor, Waters intentó impactar una patada pero su rival la esquivó con agilidad, rápidamente Ruth se levantó y lanzó un golpe a al abdomen de Amanda, luego la empujó con fuerza causando qué la pelinegra rebotara contra la pared, al estar ahí recibió un golpe en su rostro por parte de la pelirroja.
—¡Hay un ataque a la Gobernadora, necesito un equipo en su oficina! — exclamó uno de los aurores en el departamento.
Rápidamente un grupo de aurores subió hasta la oficina de la pelinegra con bastante rapidez.
—¡Alto, alto, suelta esa varita! — exclamó uno de ellos apuntando a la pelirroja.
Ambas mujeres tenían una mano sosteniendo el cuello de la otra, Ruth amenazaba con la integridad de la pelinegra sosteniendo su varita contra su mandíbula mientras la otra tenía un flujo de magia saliendo de la mano que sostenía el cuello de la pelirroja.
—Dile a tus hombres que no se entrometan. — dijo Ruth.
Amanda guardó silencio por unos segundos y luego apartó la mano del cuello de su rival, seguidamente Ruth hizo lo mismo y guardó su varita.
—Arrestenla. — ordenó el auror a uno de sus hombres, el mismo se acercó e intentó tomar a la pelirroja del brazo pero la misma se liberó del agarre con un rápido movimiento, tomó la cabeza del auror y la empujó contra la pared.
—Vuelve a tocarme y prometo que te haré perder un brazo.
—La Confederación Internacional de Magos sabrá de tu visita, señorita Strigoi. — dijo Amanda mientras observaba la acción de la pelirroja.
Ruth se quedó en silencio, algunos segundos después soltó al auror y dijo unas palabras.
—Sí, de mi parte diles que se vayan al carajo.
Luego de sus palabras, salió de aquella oficina sin más.
—Señora Waters…
—Déjenla, muy pronto pagará por los daños causados. — dijo Amanda mientras observaba a la pelirroja marcharse del lugar.
[Londres, Inglaterra]
—Y llegamos a nuestro destino. — dijo una rubia saliendo de un callejón de las calles de Londres.
Detrás de ella se encontraban Isaac, Giah, Arya y Jason.
—Muchas gracias por traernos hasta acá, Alie… — dijo Isaac mientras miraba hacia todos lados con la guardia alta.
—Isaac, ¿recuerdas aquel edificio? — preguntó Jason mientras señalaba un edificio cercano. —Es el que derribamos contra los magos oscuros de Whitney.
—Vaya, se ve más bonito ahora. — contestó el castaño.
Arya miró a ambos con expresión confusa y luego habló.
—Ustedes son tan raros juntos…
Giah, Jason e Isaac rieron ante aquel comentario.
—Bueno, Ruth dice que los contactará en cuanto tenga algo de información, deben ir a este lugar. — dijo Alie mientras sacaba un pergamino con un pequeño mapa en él. —Está bien protegido contra muggles y magos, tiene algunos encantamientos, usen los callejones para llegar ahí, que nadie los vea preferiblemente.
—¿A dónde irás tú? — preguntó Arya a la rubia.
—A hacer cosas de la AEM… ya saben, secretas y eso. — contestó la chica. —Los veré luego, cuídense. —agregó para después dar media vuelta y marcharse.
Se había escuchado un estruendo a las afueras de la entrada principal de Hogwarts, Agnes Nuttley había aparecido en aquel lugar gracias a un traslador que Tom le había brindado, la muchacha entró al lugar y se dirigía hasta el despacho de la directora donde esperaba encontrar a su madre.
—Este lugar ha cambiado demasiado desde que me fui… — pensó en voz alta mientras admiraba el campo de Quidditch a la lejanía.
Siguió su camino hasta llegar al segundo piso, de largo apreció aquella gárgola qué daba entrada al despacho, dio un par de pasos pero antes de llegar alguien la tomó del brazo y tiró de él.
—¡Hey! — exclamó la peliazul con enojo.
—Shh, no hagas ruido. — dijo otra mujer.
—¿Agatha? — preguntó Agnes al ver a aquella pelinegra.
—Me alegro de verte, Ag… pero ahora es un mal momento así que deberíamos guardar silencio por unos segundos.
La pelinegra fue interrumpida por un ruido peculiar, aquella gárgola había girado para abrir paso a las escaleras qué escondía detrás, dos personas bajaban por ellas.
—Espero que considere los temas conversados esta tarde, directora Nuttley, si quiere que todo salga bien…
—Señor Ministro, no tendremos esta conversación de nuevo, ya le dí mi respuesta y si quiere que el departamento de educación mágica intervenga no tengo problemas con eso. — soltó la pelirroja de una forma amable.
—Qué tenga una tarde agradable. — dijo Spooner de forma seca y con semblante serio, luego se giró para buscar la salida y marcharse.
Bella se quedó de pie observando al Ministro marcharse, una vez que se fue se giró hacia aquella columna donde se encondia Agatha.
—Ya puedes salir, cariño. — dijo la pelirroja.
—Qué sorpresa para ti, tía Bella. — dijo la pelinegra saliendo de su escondite, detrás de ella salió Agnes pues su prima la había tomado de la mano para que la acompañase.
—¿Agnes? — preguntó Bella al ver aquella figura con cabello azulado.
—Hola, señora directora, alias mamá. — dijo Agnes para después correr a darle un abrazo a su madre.
—Cariño, ¿Cómo has estado? — preguntó la pelirroja mientras abrazaba a la chica.
—Todo es… complicado, pero supongo que voy bien, sabes que así siempre ha sido mi vida. — contestó la chica entre sonrisas.
—Creo que deberíamos ir al despacho, hay cosas que debemos hablar. — dijo Bella para después dar media vuelta y subir aquellas escaleras, Agnes y Agatha iban detrás de ella.
[Centro de Londres, Inglaterra]
Aquellos Ingstad que habían escapado de las garras de Waters se encontraban escondidos en una pequeña bodega de su propiedad, los más jóvenes del grupo se encontraban comiendo y descansando mientras algunos adultos hacían guardias para vigilar el lugar y evitar ser atrapados por los aurores nuevamente.
—¡Está aquí, ya llegó! — exclamó uno de los hombres.
—Déjenlo pasar, rápido. — ordenó Lewis Ingstad.
Abrieron una de las puertas grandes, un hombre entró a aquella bodega dirigiéndose hacia Lewis.
—Joven Potter… gracias por su intervención. — dijo el hombre mientras le daba la mano a aquel joven.
—No tiene que agradecerme, señor Lewis, solo ayudé a mi gente, es lo que hacemos. — contestó Timothée. —¿Todos están bien? — preguntó después.
—Sí, esa bruja no pudo hacernos nada… por ahora. — contestó el hombre.
—Ni lo hará, los llevaré lejos de Inglaterra hasta que este asunto se solucione, empaquen sus cosas. — contestó Tim.
Lewis sonrió levemente y luego se dirigió a los demás para darles la noticia.
Tim se dirigió a las afueras de aquella bodega donde aquel pequeño grupo de sus guardias lo esperaban.
—Majestad… ¿Está listo? — preguntó uno de ellos.
—¿Pueden ayudarlos a llevar sus cosas? Hay que llevarlos al refugio cercano al reino.
—Sí, majestad.
Aquellos hombres se dirigieron a la bodega para ayudar a los Ingstad con sus cosas.
—Partiremos en diez minutos, señor. — dijo Price acercándose a Timothée.
—Price, te encargo llevarlos con bien hasta Sudamérica, por favor. — contestó Tim.
—¿Qué hay de usted, majestad?
—Yo… tengo una cosas que resolver aquí. — contestó el más joven mientras apreciaba la ciudad de Londres.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro