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Capítulo 3: Mensaje Preciso.

[Hogsmeade]

El pueblo de Hogsmeade estaba más solitario qué nunca, pocas personas vivían ahí ahora debido a los disturbios y problemas que ocasionaban los aurores interrumpiendo la paz de los vecinos.

Una de las viviendas más alejadas llamaba la atención por su particular apariencia, la máxima seguridad en su puerta y las ventanas cubiertas por cortinas negras era algo no muy común en aquel lugar.

Una mujer rubia se encontraba dentro de aquella vivienda, la luz de la lámpara cercana a la mesa en la que se encontraba sentada era lo único que reflejaba el pergamino qué sostenía en sus manos, la chica se levantó de su asiento y tomó la lámpara para después dirigirse a la única habitación en el lugar.

—A veces me aburro de esto… — susurró la rubia luego de sentarse en la cama. Luego de unos segundos se levantó, caminó hasta un closet cercano y tomó ropa algo abrigada, luego de cambiarse salió de aquella casa observando a todos lados para asegurarse de que nadie la estaba siguiendo.

Mientras la mujer se alejaba, un par de hombres se encontraban a las afueras de la vivienda.

—Salió del lugar, voy a entrar, encárgate de vigilar. — dijo uno de ellos, el otro solo asintió con su cabeza.

El sujeto se dirigió hasta la entrada, abrió el pequeño portón y luego abrió la puerta para entrar al lugar, al hacerlo cerró con mucho cuidado.

«Residencia Potter - Stockman» se alcanzaba a leer en una placa vieja pegada a la puerta principal.

[Reino de MbóiPorã]

La sala real estaba repleta de personas, muchos guardias custodiaban la entrada principal del lugar.

—¡Que pase el rey! — exclamó una voz masculina.

La puerta del lugar se abrió, un joven de tez oscura y cabello negro entró al lugar saludando a los demás presentes en la sala.

—Rey Potter, bienvenido. — dijo una de las guardias recibiendo al muchacho.

Timothée se sentó sobre la última silla que había vacía, dio frente a todos y comenzó a hablar.

—Es un gusto recibirlo en nuestro pueblo, rey Alastair… estoy seguro que nos vamos a entender bien con los términos que acordamos con la princesa Anemea hace un par de días.

—Me alegra que la princesa haya tomado la iniciativa, señor Potter. Me agrada la idea de formar una nueva alianza junto a MbóiPorã en caso de que algo se salga de control como lo que sucedió en Gorheim, por eso estoy aquí. — contestó aquel hombre pelirrojo de cabello y barba larga.

Uno de los guardias de MbóiPorã se acercó con una pluma y un pergamino, lo colocó sobre la mesa frente a ambos reyes y luego se apartó.

Tim fue el primero en tomar la pluma y con seguridad colocó su firma sobre aquel pergamino, luego dejó la pluma al lado nuevamente.

Los miembros en la sala aplaudieron ante aquella acción, luego, el rey Alastair también plasmó su firma sobre aquel pergamino, más aplausos se hicieron presentes al hacerlo.

—Están invitados a la celebración de nuestra alianza esta noche en el reino de Aquamaris, todos los pueblerinos también podrán pasar. — dijo Alastair mientras se ponía de pie.

Tim también se levantó, extendió su mano para estrechar la del rey Alastair.

—El pueblo será informado de la celebración, muchas gracias por el apoyo de todos ustedes. — contestó el muchacho con una sonrisa.

Tras aquel apretón, el rey Alastair y sus hombres salieron de la sala real de MbóiPorã.

—Majestad, comienza a oscurecer. — dijo uno de los guardias.

—Enseguida estaré listo, informaré con Aramis. Price informa al pueblo de la celebración en el reino de Aquamaris, que tomen las precauciones necesarias y usen la nueva ruta hacia allá.

—Sí, majestad… ¿Dónde irá? — preguntó el hombre al ver a Timothée alejarse.

—Iré a ver a la princesa Ayla, tiene mi traje. — contestó el muchacho.

[Madrid, España]

Un joven castaño se encontraba sobre la cama con un libro en sus manos, había pasado la madrugada entera leyendo aquellos párrafos hasta que se percató que el sol estaba por salir.

—Carajo… creo que es hora de un café. — dijo mientras cerraba el libro y lo colocaba sobre la mesa de noche más cercana.

Se puso de pie y se dirigió a la cocina qué había en aquella pequeña cabaña, sacó su varita y con un par de movimientos hizo que el café comenzara a prepararse. Mientras esperaba, tomó unas cartas sobre la mesa, se sentó frente a una de las ventanas y comenzó a leerlas.

«Querido Matthew:

El trabajo se ha puesto intenso desde que te marchaste, mantengo mi promesa de enviarte cartas todas las semanas aunque mi tiempo sea limitado, todo el departamento te extraña.

No hay novedades en el lugar, todo sigue siendo exactamente igual a cuando te fuiste, la dictadura está peor que nunca… creo que es lo único que ha cambiado.

Espera mi carta la próxima semana, espero que haya una buena noticia que darte…

Atentamente.

Liz.»

El castaño terminó de leer aquella carta y con cuidado la puso sobre la mesa, cuando iba a leer la segunda fue interrumpido por el sonido de un ave a las afueras del lugar.

—Otra vez estos malditos buitres… — susurró para sí mismo mientras se levantaba y se dirigía a la puerta.

El muchacho salió de la cabaña con varita en mano decidido a espantar a aquellas aves nuevamente.

Las mismas volaban alrededor del techo de aquella cabaña, el castaño lanzó un pequeño encantamiento que las apartó rápidamente, cuando decidió volver a entrar a aquella cabaña escuchó un pequeño gruñido cerca.

—¿Qué fue eso? — preguntó en su cabeza.

Dio media vuelta y se dirigió hasta el lugar de donde venía aquel sonido siempre en guardia con su varita en mano.

—Solo falta que me enfrente a un maldito oso…

Tras soltar aquella frase una figura enorme salió detrás de uno de los árboles cercanos, soltó un aullido qué lanzó al castaño al suelo pero antes de atacarlo lo visualizó con atención, se trataba de un lobo negro enorme pero con un aura blanca a su alrededor. La criatura se acercó tranquilamente hacia el castaño y una vez estando lo suficientemente cerca soltó un mensaje.

“Toda la ayuda posible nos será útil en el enfrentamiento contra Jeremy Spooner y Amanda Waters, son peligrosos y nosotros no podremos hacerlo solos, por eso les envío este mensaje… los necesitamos.”

Tras soltar aquellas palabras aquel lobo desapareció del lugar.

—¿Thargot? — preguntó en voz alta el castaño aún en el suelo.

[Puerto Formosa, Argentina, 23:00 PM]

—La misión es clara, varios botes intentan pasar personas, mercancía y armas desde Formosa hasta Paraguay, según el último informe de la policía de la zona han estado pasando un nuevo producto que puede tratarse de la tecnología que nos robaron la última vez. — escuchó decir Timothée en su oído mientras observaba varios botes con personas navegando en aquel río enorme.

—Entendido, yo me haré cargo.

—Intenta tomar una muestra del producto nuevo, si confirmamos que es de aquí podemos hundirlos. Con la ley, obvio, no literal… — dijo Ayla.

—Ya entendí, me comunicaré cuando esté listo. — dijo Tim cortando la comunicación y preparándose.

Un sujeto amenazaba a varias mujeres con un arma obligándoles a subir a aquellos botes.

—Muévanse, no tenemos toda la noche, la que haga un mínimo ruido será lanzada al río sin salvavidas. — dijo el sujeto para luego reír de forma maliciosa.

Las mujeres caminaban hacia el bote con cuidado, otro hombre les ayudaba a subir al transporte desde arriba, la mayoría ya estaba a bordo. Una de las chicas se frenó antes de subir al bote pues vio un movimiento extraño en el río.

—¿Qué estás esperando? No saldrá una sirena del agua, muévete. — dijo el hombre a su lado.

La mujer trató de ignorar aquello que había visto y seguir su camino pero nuevamente dirigió su mirada hacia el río y vio como una extraña figura asomaba su cabeza.

—¿¡Qué diablos es eso!? — exclamó con algo de miedo.

Rápidamente recibió un golpe de aquel sujeto pues su grito llamaría la atención de las personas de aquel pueblo cercano.

—¡Silencio, maldita sea! — exclamó con enojo aquel hombre quien intentó golpear a la chica nuevamente, sin embargo algo salió del agua con rapidez y cayó justo al lado de aquel sujeto.

Una figura de negro desarmó a aquel hombre con rapidez y luego comenzó a golpearlo hasta dejarlo inconsciente, las mujeres en el bote comenzaron a gritar alertando a todos en el lugar. Tras acabar con aquel hombre, la figura de negro dio un gran salto dirigiéndose al otro sujeto que estaba en el bote, rápidamente lo dejó inconsciente y al terminar solo dio unas palabras.

—Lárguense de aquí, ahora. — soltó a las mujeres en el lugar las cuales salieron con rapidez sin dudarlo.

Timothée bajo el manto de La Mantra Oscura siguió su camino buscando aquellos botes qué contenían la mercancía robada de MbóiPorã, tras unos minutos de búsqueda logró dar con uno de ellos. Fácilmente derrotó a los hombres que habían en el transporte y comenzó a inspeccionar.

—Creo que encontré algo. — dijo en voz alta abriendo comunicación con Ayla.

—¿Qué es? — preguntó la muchacha.

—No sé… parecen inhibidores de frecuencia, como los que le robaste a Voight en el último viaje a Estados Unidos. — contestó Timothée recordando aquel hecho de su hermana.

—Para empezar, no los robé, solo los tomé prestados. Esos inhibidores qué sostienes son marca personal de Ayla Potter, tienes que traerlos de vuelta. — dijo la muchacha.

—Tenlo por seguro que estarán de vuelta pero te los devolveré cuando tu devuelvas los de Voight.

—¡No es un juego Timothée! — exclamó algo enojada la muchacha.

—Buenas noches, vete a dormir. — contestó Tim para después cortar la comunicación.

El muchacho guardó con cuidado aquellos dispositivos y luego aprovechó para apreciar la vista del lugar, aquel río era extremadamente maravilloso y tranquilo, relajante incluso para la situación en la que se encontraba.

El muchacho salió de aquel bote y caminó hasta la orilla preparado para marcharse pero el movimiento qué se hizo en el agua llamó su atención, rápidamente se giró y vio como una ballena rodeada por un aura blanca salía levemente a la superficie.

“Toda la ayuda posible nos será útil en el enfrentamiento contra Jeremy Spooner y Amanda Waters, son peligrosos y nosotros no podremos hacerlo solos, por eso les envío este mensaje… los necesitamos.”

Tras soltar aquel mensaje, el patronus desapareció.

—¿Qué diablos? — se preguntó el muchacho.

Se quedó algunos segundos analizando hasta que sus pensamientos fueron interrumpidos por una lechuza qué se posó sobre su hombro, llevaba consigo un pergamino bastante elegante, se encargó de dejarlo sobre las manos del hombre y luego huyó volando nuevamente.

Timothée abrió aquel pergamino sin pensarlo dos veces, leyó lo que contenía y luego lo cerró.

—Dos mensajes en una misma noche, uno tras otro… Esto no es algo bueno. — dijo para sí mismo.

Rápidamente salió de aquel lugar con destino a MbóiPorã.

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