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No quiero perderte

—¿Estan seguros de esto?—dije en la línea telefónica a Rixon, quien se tomaba enserio esta broma. La peor de todas—. No es verdad esa idea, ¿Sí?

—¿Mmm? ¿Me despertaste temprano para eso?—se tardó un poco de tiempo en seguir hablando. Hubo unos segundos silenciosos entre nuestra llamada—. Son las cuatro de la mañana—bostezo de su parte, probablemente se talló los ojos con una de sus patas blancas.

—Pues no estaría llamando por eso si fuera por su idea absurda. Pudieron darme otra cosa, un juego o algo parecido.

—Ay, vamos, no es tan malo. La intención cuenta, ¿No? Además, si lo hubiéramos dado a alguien más estaría más que contento. ¿Por qué tú no?

Esa objeción me hizo pensar, había tenido la respuesta hace mucho tiempo en mis debates internos. Casi siempre era yo quien tenía la razón del porqué no quería, y siempre, siempre era por cosa moral. No tengo la autoestima como para permitirme ese tipo de cosas, era yo tranquilo nadamás. Y siendo sincero creo que a Rixon o Sterling no le había importado hacer eso sin esas reglas.

—¿Y bien?

—¿Ya lo has hecho tú?—dije con un sonrojo algo pequeño en mis mejillas, sosteniendo con las dos patas el teléfono.

Pude sentir una sonrisa tétrica del otro lado, una muy grande viniendo de él aunque ya estaba acostumbrado a que Rixon haga cosas parecidas, aún me preguntaba por qué eramos amigos.

—Mmm, déjame pensar...

Fue lo único que bastaba para entender que sí, sí se atrevía. Ahora la pregunta era con dónde, cómo, con quién. Y si esas preguntas eran respondidas, no quería pensar en un Absol disfrutando un momento así, era muy desviado de mi parte. Y mucho menos, imaginarme que enserio hablaba de eso como si lo hubiera hecho.

—¿Pero no pasará nada? ¿No habrá consecuencias? ¿Me veran igual? Es esa cosa que no quiero hacerlo, ¿Qué dirá Sterling o los demás?

Escuché risas del teléfono, algunas eran incrédulas.

—Mira, Evan, hace tiempo que "experimentamos" algo igual. No podíamos pensar que tú eras el único que seguía así. Después de todo, ya habíamos salido de eso. Y para agregar, es un pase libre del cual no es tan barato de conseguir. Eso permite algunas cosas, ¿Sabes?.

Me tomé un tiempo para pensar, di un suspiro agotado mientras estaba en la cama sentado con el teléfono pegado a la oreja. Aún no lo podía asimilar del todo. Voltee mi cabeza para ver el regalo que me habían dado, un pase dorado hecho de un plástico fino con estampado del nombre de un famoso sitio lujurioso, se hace llamar Paradox Lust, al lado teniendo una silueta de una Pokémon con buen toque agarrando su cadera, mirando hacia abajo. Con el reflejo de la luz reflejando el color característico.

Siendo realmente tentador, pensé en el apodo. Paradox Lust sonaba a lujuria paradójica, pero probablemente era solo mi imaginación que era parecido a que si estaba bien o no. No quería perder mi virginidad de esta manera, siempre pensé en hacerlo con alguien a quien quiera y pasaré el resto de mi vida con aquella Pokémon. Pero al fin podría disfrutar de aquel tabú que todos mencionan, algo que se siente bien y tendré de recuerdo.

¿Está bien o mal? Esa era la duda de siempre, la que torturaba mi cabeza. Nunca hubiera ido a un lugar así en mi vida por propia cuenta, por ser mis pensamientos quienes regían mi cabeza. Pero de la nada, un día que supuestamente iba a ser especial resultó en esto. Lo que más me provoca fue que tengo esto, y puedo usarlo, canjearlo a mi antojo.

—¿Sigues ahí? Si te interesa puedo recomendar algunas personas ahí. Tengo algunos contactos...

—¿¡Ya no eres virgen!?—dije con un sonrojo aún mayor al sacar la pregunta de la nada. Estaba nervioso por la respuesta y dudoso por haber preguntado. Sostenía el móvil con las dos patas esperando una respuesta, un fuego interior se hio presente. Siendo sincero, a este punto tenía noción de cuál era.

Unos segundos de silencio, y por ahí escuché un suspiro grande, hondo, pesado.

—¿Quieres dejar de serlo?—obtuve eso en respuesta—no te diría nada si no lo eres. Al fin y al cabo, ya tienes dieciocho años.

—Dime si o no, tengo curiosidad.

—Creo que tienes curiosidad por otra cosa, por saber cómo se sintió.

—¡No! Quiero decir—me culpé por no decidir si mis pensamientos eran más fuertes o el criterio de ellos—. Ay, esto es tan difícil. No puedo creer que no seas virgen.

—Tampoco es la gran cosa.

—¿Cómo que no lo es? Es tu primera vez, tu virginidad, con quién lo hiciste. ¿No te sentiste mal? Perdiste algo que solo tenías una vez en tu vida. Parece que no te importa realmente. Es algo preciado, se supone que lo tenías que cuidar.

—Lo siento, Evan—Sentía un poco de pena en su tono, pero del todo estaba la ironía—. No lo pensé bien, tienes razón. Eran ¡Sus caderas! Me atraparon sus movimientos y su tono, su linda cara y cómo se movía—unos llantos que no dudaba eran fingidos—. ¡Y sus gemidos tan dulces que decían mi nombre!

—¡Cállate!

Hasta ahora esas palabras solo hacían que le bajara el volumen al celular, el ardor en mi cara era demasiado y sentía un pequeño cosquilleo en mi entrepierna. Tapé esa parte con la almohada que usé para dormir y me dije a mi mismo que no pasara nada tonto por eso. Pero, mientras más lo pienso que niego, la imagen de Rixon con alguien similar a él en un acto lascivo, solo hacía que me sienta incómodo, aunque era de alguna forma... Tentador.

La almohada que tenía en mi entrepierna dejaba salir un bulto, y en aquella zona la fricción de la almohada...

—¿Evan? ¿Puedo dormir? Está siendo tarde y tengo cosas que hacer—un silencio nuevamente. Escuchaba algunas hojas pasar como un libro, pero más grande—. Mmm, dejame ver mi calendario—pensante—. Nop, nada, no tengo nada que hacer mañana... Ni en toda la semana, mes, año... No haré una chorrada en mi vida. Tienes suerte, eh. Estaré contigo un rato más. Deja que arregle mi pelaje.

Escuché un pequeño tarareo en la línea. Alguna distorsión de audio. Por mi parte, me veía con algo de dificultad y oscuridad en el espejo de mi cuarto. No me veía para nada bien para la ocasión: tímido, pequeño, vulnerable, pero lo más importante es que era alguien fácil de estimular con solo palabras.

No quise salir de la comodidad de mi cama, pero la ocasión me obligaba a pensar de forma apresurada y precipitada. Quitando las sabanas de mí me puse de pie, con el celular en la cama mientras tenía el altavoz por si acaso. Dando vueltas y vueltas en el tapete que estaba pisando mientras tenía la cabeza baja.

Dejando huella, me di cuenta de algo: que sin darme cuenta de todas las pisadas que estaba dando y todas las preocupaciones que surgían por el tema, mi miembro estaba presente.

—¿Y entonces, Evan? ¿Ya lo decidiste?

—Dame un momento.

—¿Significa que puedo do...?

Sin poder terminar su frase le había colgado. Me subí nuevamente en la cama y busqué entre los contactos de mi celular a cierto Pokémon, que no podía creer que esto se estaba poniendo serio o que él haya sido un autor en esta supuesta "broma", aunque se lo estaban tomando muy enserio.

—Veamos, veamos.

Entre los contactos que había (en realidad eran muy pocos) pude distinguir a uno. Es a quien estaba buscando, le llamé esperando que responda, pero no tenía fé cuando dieron las tres de la mañana hace rato. Puse otra vez el celular en mi oreja, escuchando el tono de la llamada. Pasaron uno, dos, cinco minutos. Nada. No tenía respuesta por su parte, lo intenté una vez más, si no contestaba lo dejaba libre, pero en la mañana me debía una explicación.

Último interno antes de dejarlo ir. Sonó un poco débil la llamada.

—Ugh, ¿No tienes suficiente con llamar a las cuatro de la mañana una vez?

Dijo Sterling, supuestamente creo que desde el primer todo ya estaba despierto.

—¿Qué quieres? ¿Invadir Polonia?

Dijo él, no lo despierten tan temprano o comentará cosas así. Ignorando el comentario procedí a seguir con la conversación.

—Oye, ¿Ya... Esto, tuviste tu...? Ya sabes, eso.

¿Se suponía que iba a ir a un prostíbulo y ni siquiera podía tener la seguridad de decir virginidad o primera vez? Este es el peor regalo que me han dado.

—¿Que qué?

Me di cuenta que este punto es ridículo, ¿Por qué lo estaría llamando? ¿Solo para preguntar ese tipo de cosas? ¿Qué pasa conmigo?

—¿Que si ya tuve... Qué?—bostezo—. ¿Ya viste la hora? ¿Qué haces despierto?, y lo más importante ¿qué haces llamándome?

—Pues es su culpa por haberme dado ese ridículo regalo. Pueden quedarse eso y usarlo porque yo no sé si quiera ir.

—Espera, espera, espera—otra vez un silencio de ese tipo—. No me digas que me llamaste solo por eso. Conociéndote, ahg—pude notar un poco de "no digas que has hecho eso"—. ¿A quién le llamaste ahora? ¿Rixon? Sabes que él es el peor en darte consejos, ¿Qué te dijo?

—Bueno, el casi hace esos sonidos, mmm, pervertidos—tuve serios problemas en decir esas palabras.

—¿Qué clase de sonidos pervertidos? ¿El tipo ha hecho gemidos? Aún no lo puedo procesar, ¿qué hizo que hiciera eso?

—Pues solo le pregunté si ha hecho su primera vez—un calor en mis mejillas. Mi parte baja estaba bastante presente en escuchar toda la conversación—. Dice que ya lo has hecho.

Bostezos por parte de él. Se le escuchaba bastante normal a pesar de que lo estaba culpando de no virgen.

—¿Hacerlo? Digamos que estuve a punto de hacerlo pero nunca ha llegado a nada.

—No, Sterling. No tú también.

—La tipa tenía sida. Ahg, de solo recordarlo. No lo hice porque no estaba desesperado a hacerlo. Se me estaba insinuando mucho, creeme que la necesidad era mucha en el momento. Pero no pasa nada llegar a tu casa y encerrarte en el baño.

Di un par de carcajadas nerviosas. ¿Sida?

—¿Cómo sabías que tenía eso?.

—Estaba en una fiesta, y pues ya sabes el ambiente que está ahí—no lo sabía—. Creo que era muy dejada y así, pero no es la primera vez que alguien se aprovecha de ella. Creo que ha tenido muchas victimas. Puedo decir que estaba borracha, drogada o algo así, pero se veía que tenía mucha experiencia.

—¿Experiencia?

—Ajá, en hacerlo y pues hacer que alguien caiga. Por suerte no llevaba condones. Suena irónico, ¿no? Llevar condones para un momento esperado es bueno, pero como era ella y no tenía pues es suerte ya que tiene sida.

—¿Lo hubieras hecho de todas formas?

—Tss, Evan, no digas tonterías.

—Pero sin saber que tenía sida.

—Nah, era bien dejada por no decir puta. No quiero que me diga "te amo" si lo hace con varias personas.

Analicé toda la situación. Al final tenía que decidir cómo hacerlo y con quién ya que era algo delicado. A pesar de todo era algo que tenía que cuidar, y cuidarme. ¿Mmm? ¿Ya lo hizo entonces?

—Llevabas condones, ¿no?

—Sí, pero no tenía ganas en ese momento, estaba cansado.

—Oye, si llevabas condones significa que lo hiciste, ¿no?

Creía que se echaba hacia atrás de su cama acostándose o poniéndose cómodo. Había soltado un "ah" de cansancio o algo de que lo había descubierto.

—¿S-sí lo has hecho?

—Evan, te cuento algo. Eres un adulto, tienes 18 años y debes sentirte responsable de tus acciones ya verdaderamente. Creeme que hay jóvenes menores a nosotros que ya lo ha hecho y sienten que eso ha sido un triunfo.

—¿Pero de qué edad puede ser más joven que 18?

—Cuando iba en la secundaria, había una compañera que era dejada, le encantaba el sexo. También escuchaba rumores de que el inteligente del salón hacía cosas con alguien mientras era de noche en la escuela, creo en la hora de la salida cuando nadie estaba.

—No, se me hace difícil que el inteligente pueda hacer ese tipo de cosas. No puede arruinar su imagen porque si lo hace se acaba todo para él.

—También escuché que no lo hacían directamente, sino que lo hacían con toques o cosas que no incluyeran una relación sexual. ¿Sabes a qué me refiero?

No tenía ni remota idea a lo que se refiere, ¿Qué puede ser eso que tanto dice? ¿Se puede tener una relación sexual sin tener una relación sexual? Estoy tan confundido, eso solo hacía dudas rondar por mi cabeza.

—No entiendo algo, ¿Hacían eso pero no lo hacían?

—No sé si sea el indicado para decirte. Además, no quiero ser yo quien te diga cosas que puedas malinterpretar.

—Dime, no voy a decirle a nadie y tampoco lo voy a hacer.

—Ajá, lo dice quien tiene un pase al prestigioso burdel a Paradox Lust.

Agarré las sábanas y las puse encima mío, me puse panza abajo en la cama teniendo el celular con el volumen un poco alto. Pero el tema que estábamos tocando me hacía pensar otras cosas y desviarme de lo principal. Mi miembro estaba siendo tocado por la colcha, que era suave, blanda, mi cuerpo era caliente, podía ponerme en la temperatura indicada. Solo un poco, no me podía hacer daño, ¿O no?

Moví un poco mis caderas con cuidado, procurando no lastimar mi miembro delicado. No pude evitar dejar salir un gemido suave para que no escuché Sterling, esto por alguna razón se sentía bien. Apliqué un poco de presión al mover, sintiéndose bastante bien, y eso que solo era una simple capa que cubre a colcha.

Después de un rato, con sudor por el pequeño esfuerzo y manchando la parte de abajo con líquido preseminal (que no importaba si manchaba mi propio cuerpo realmente, solo yo podía saber esto), aumenté la velocidad. Tenía un sonrojo ahora sí por el momento y no daba descansos para sentirlo todo. Los gemidos se volvían cada más fuertes inconscientemente, mordí la almohada para ahogar mis gemidos.

La sensación se sentía mejor, cada vez sentía ese líquido queriendo salir de mí siendo mayor. Mordí con más fuerza la almohada, alcanzando ese punto de placer. Llegando hasta un punto el cual tuve que usar mis patas, sintiéndome otra vez ese joven Flareon que hacía cosas lascivas con sí mismo.

Lentamente y con fricción en mis patas, bajando y subiendo la piel de ahí. Me acosté de vientre viendo hacia arriba ahora, ya no mordía nada y dejaba que los gemidos que no quería que se escuchen salgan. Me ahogaba en el placer, aumentando la velocidad cada vez más.

Ya en el último momento, en el punto de climax en el cual pensaba en alguien en poses provocativas, alguien parecida a mí que estaba tocando a sí misma su zona íntima sentada, gimiendo y pidiendo más mientras su cara se derretía en placer.

—No puedo más, ah~ voy a...~

—¿Qué no puedes puedes más?

Di un grito de terror al escuchar esa voz con quién estaba hablando hace unos instantes. Me sobresalté y el placer que estaba acumulando se fue inmediatamente. El celular todavía estaba en llamada y enviando todo lo que escuchaba: placer, gemidos, mis fantasías, que yo acepte este placer en mí.

—Ahg, ¡carajo! Ahg, mis oidos, maldición. Ahg.

—¡¿QUÉ TANTO ESCUCHASTE?!

—¡AAAHHGGG! ¡CALLATE! ¡ESTOY USANDO AUDÍFONOS ESCUCHANDO MÚSICA!

—¿¡Audífonos!? ¿¡Escuchando música!?

—Sí, baja el volumen.

Me apené un poco, pero me daba más pena que escuche todo lo anterior de mí.

—¿No escuchaste nada más?

—Pensé que te habías dormido porque no contestabas. ¿Qué estabas diciendo?

—¡NADA! Digo, n-nada.

—¡Au! ¿Por qué gritas? ¿Qué hiciste?

Ya había perdido incluso la erección por todo este rollo repentino.

— Olvídalo, ya iba a colgar.

—¿Pero por qué gri...?

Entonces en ese momento, di por terminada la conversación colgando, mientras me quedé pensando por esa tontería que acaba de pasar. Después de un rato ya con los ojos casi cerrados y cansado por pensar tanto en la situación vergonzosa me quedé dormido. Dormía junto a ese pase dorado ya avanzada la noche, iba a tener suerte, recordando la palabras de Sterling.

Para terminar la noche, soñé en una Flareon, buscándome, pidiendo que la haga suya...

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