[Nueva York, 1963]

En un tribunal de Nueva York, un chico de nueve años con cabello oscuro se encontraba sentado fuera de una sala, esperando a su padre quien se encontraba en una reunión importante. El chico miraba una revista tranquilamente donde se hablaba de un hombre enmascarado que apareció en Nueva York hace tres años al cual apodaron "Nómada".

-Escuche señor Wilson, sabemos lo que pasa pero la corte no puede asignarles tanta protección a usted y a su familia, ni siquiera la mínima.

-Usted escuchó las palabras amenazantes de ese hombre, juez. ¿Cree que no hará nada, que se quedará de brazos cruzados? No voy a permitir esto, no expondré a mi familia.

-¿Y qué pretende hacer?

-Lo que sea necesario por proteger a mi hijo.

La conversación entre todos aquellos hombres fue interrumpida por una ventana rota y una explosión al momento dejando a todos en la sala en el suelo, algunos heridos y otros totalmente muertos.

-¡Papá! - exclamó aquel pelinegro fuera de la sala quien se levantó rápidamente para abrir la puerta del lugar y observar aquella escena. -¡Papá! - volvió a gritar.

El chico escuchó un fuerte estruendo golpeando contra la pared cercana a él, observó hacia abajo mirando una granada a punto de explotar, corrió de inmediato tratando de esconderse bajo una mesa, sin embargo, la granada explotó y antes de que pudiera cubrirse la cara un poco de metralla entró a sus ojos dañando su vista.

Mucha gente se dirigió al lugar mientras esperaban la asistencia médica.

-¡Hay un niño! - exclamó alguien de afuera.

-¡Ayúdenme, por favor, no puedo ver! - exclamó el niño totalmente aterrorizado.

-La ayuda viene en camino muchacho, quédate conmigo. - dijo un hombre acercándose al niño.

-¡Andrew! - escuchó a lo lejos el chico.

Un niño de su edad se acercó a la sala, se trataba de su mejor amigo.

-¡Mike, vete de aquí! - exclamó Andrew aún en el suelo.

Franklin Mccoy entró a la sala para observar el cuerpo de su padre en el suelo y a su mejor amigo con sangre en sus ojos.