Capítulo 7: Inesperado Reencuentro.
[Queens, Nueva York]
Un hombre se encontraba en su departamento cómodamente, en la mesa más cercana había comida rancia además de algunas sustancias ilícitas, el sujeto ingirió un poco de aquel polvo blanco que mantenía fuera de la bolsa mientras se acomodaba la bata para dormir qué llevaba.
—¿Es un mal momento para hablar tranquilamente? — preguntó una voz femenina qué estaba sentada cómodamente sobre el sofá frente al hombre.
—Tú… ¿Quién eres? — preguntó.
El tipo se giró pues a su espalda había alguien más, aquel hombre con traje rojo y cuernos en la máscara estaba detrás de él.
—Vas a quedarte muy quieto y responderás nuestras preguntas. — dijo el enmascarado.
Sin pensarlo mucho el hombre intentó tomar el arma qué mantenía siempre debajo de la mesa más cercana pero aquel tipo de traje rojo se adelantó arrebatándole el arma de su mano y dándole un par de golpes en la cara.
—Carajo, parece que no entienden lo que “estar quieto” significa. — dijo aquella mujer poniéndose de pie.
Entre ambos intimidaban a aquel hombre en el suelo el cual estaba nervioso.
—¿Qué quieren? — preguntó el agredido.
—¿Qué relación tiene con Alexei Cooper? — preguntó el hombre de la máscara.
—No lo conozco, no sé quién es. — contestó el hombre en el suelo.
Andrew se acercó para darle un par de golpes al tipo en su cara.
—Sí mientes lo sabré y la próxima te irá peor. ¿Conoces el edificio donde vives? Hay cuarenta pisos de altura… tú decides.
—Dejarías un gran desastre. — añadió Mónica con una sonrisa.
—Cooper es solo un socio… su empresa hace negocios con Industrias Wolf, es donde trabajo. — contestó el hombre aún más asustado.
—Si es solo un socio, ¿por qué estuvo en el juicio al qué fue convocado el señor Cooper? — preguntó Mónica.
Andrew escuchó el corazón del sujeto, algo ocultaba. El enmascarado tomó al hombre de su bata y lo levantó con fuerza para luego empujarlo a la ventana más cercana donde al impactar el vidrio comenzó a romperse.
—Es tu última oportunidad. — dijo el enmascarado con un tono serio.
—¡Está bien, está bien, voy a hablar pero por favor, quítame de aquí! — exclamó el hombre con temor.
Andrew lo lanzó nuevamente al suelo cerca del sofá.
—Vamos, habla.
—La empresa de Cooper es una fachada… ayudan a mover dinero y materiales a una empresa más grande, yo a veces le ayudo a hacer las transferencias mediante Industrias Wolf para que no sospechen mucho de su empresa. — contestó aquel hombre.
—¿Quién está detrás de esas transferencias? — preguntó Mónica.
—Un hombre… llamado Hiroto Bushida, es el líder de la Yakuza en Nueva York, desarrolla una operación junto con otras mafias internacionales para hacerse con el poder desde que Liam Blake y un grupo anónimo salió de las calles.
—No miente. — dijo el enmascarado en voz alta.
—Este grupo anónimo… ¿Cuál es su nombre? — cuestionó Mónica.
—Tenían muchos nombres pero el más común era “La Disidencia”, Bushida quiere retomar ese nombre y la forma en que ellos operaban… escuchen, si ellos llegan a enterarse que yo hablé, seré hombre muerto.
—¿Dónde podemos encontrar a Bushida? — preguntó Andrew.
—No lo sé, lo juro… pero pueden preguntar a Cooper, es el único de todos los socios que ha tenido contacto con Bushida.
Andrew observó a Mónica, la muchacha simplemente salió del departamento.
—Toma tus cosas y lárgate de la ciudad, si te vuelvo a ver aquí vivirás en una celda. — dijo el enmascarado para después marcharse tras su compañera.
Bella seguía su camino hacia Harlem, caminaba disimuladamente por las calles de Nueva York enfocada en su objetivo, en su mente repasaba el nombre de aquel hombre al qué debía buscar, la chica se acercó a un par de hombres en uno de los pocos locales qué aún estaban abiertos.
—Buenas noches… busco a un tal Archibald Mitchel, me dijeron que podía encontrarlo acá en Harlem pero estoy algo pérdida. ¿De casualidad saben quien es? — preguntó la mujer con voz amable.
Los tipos se miraron entre sí y luego uno de ellos contestó.
—¿Quién te dio esa información?
—Yo… es un viejo amigo de mi padre, él era oficial de policía en la estación de acá, creo que fueron compañeros. — mintió la rubia.
—Lo siento pero no podemos ayudarte, Mitchel ya no vive acá, si me disculpas debemos cerrar ahora. — contestó el otro hombre algo apurado.
Bella salió del negocio algo extrañada, aquellos sujetos cerraron la cortina metálica y apagaron las luces de inmediato al ver a la rubia fuera del lugar.
Uno de ellos salió por la puerta trasera y caminó unos cuantos metros hasta un callejón donde un hombre más corpulento se encontraba de pie vigilando una puerta.
—Preguntaron por él, debes decirles… — dijo el hombre del local.
El otro sujeto simplemente asintió con su cabeza y entró por aquella puerta donde bajó unas escaleras y llegó a una sala donde un grupo de hombres armados jugaban una sesión de poker.
—Alguien preguntó por Mitchel en el local de los hermanos Dawson. — dijo el hombre informando a sus superiores.
—Traiganlos a ambos. — ordenó el hombre de más poder en el lugar.
Aquella rubia no iba a rendirse, la muchacha siguió caminando por las calles de aquel lugar preguntando a todas las personas si conocían a aquel hombre que tanto buscaba, en su camino la mujer llegó hasta un lugar más peligroso donde al final de una calle se veía a un grupo de personas, hombres y mujeres consumiendo drogas y con armas de fuego en sus bolsillos, aquellas personas se percataron de la presencia de la mujer la cual simplemente dio la vuelta y se devolvió por donde venía.
El silbido de una de las mujeres en aquella calle la alertó, siguió su camino pero se mantenía atenta, logró salir de aquel lugar girando hacia su izquierda pero antes de poder seguir dos sujetos en un callejón la tomaron y la empujaron hasta aquel lugar.
—No debiste venir aquí. — dijo uno de ellos.
—Sal de mi camino o yo mismo te quitaré. — contestó la mujer muy seriamente.
Se acercaron al callejón unas siete personas más, hombres y mujeres rodeando por completo a la rubia.
—Ya saben que hacer, hay que imponer el viejo respeto que "La Disidencia” merece. — dijo uno de los sujetos.
La chica se puso alerta al notar como todas aquellas personas se abalanzaron sobre ella.
Andrew y Mónica se habían despedido, su primera pista sería investigada al día siguiente pues la noche ya era lo suficientemente longeva para continuar, el enmascarado se dirigía hasta su departamento por los edificios dispuesto a ir a descansar, sin embargo, antes de llegar a su edificio escuchó el radio de la policía más cercana.
—Unidad cuarenta, acá central, se reporta un tiroteo en Yorkville, al parecer los tiradores vienen de Harlem. ¿Pueden responder?
—Acá la unidad cuarenta, estamos en camino. — contestaron los oficiales.
El sonido de las sirenas retumbaron en los oídos del pelinegro el cual rápidamente acudió también al llamado de la policía.
El enmascarado se las arregló para llegar más rápido que la patrulla, se adentró en un callejón donde escuchó los latidos del corazón de varias personas, bajó hasta el nivel del suelo para inspeccionar mejor.
—Ayuda, por favor. — escuchó decir a uno de los hombres en el suelo, rápidamente identificó qué tenía una fractura en su brazo derecho.
—Por favor, busca ayuda. — dijo otro sujeto.
Andrew se quedó analizando el escenario por algunos segundos hasta que escuchó unos pasos a su espalda, alguien corría en dirección a él.
—¿¡Acaso no es suficiente!? — exclamó una voz femenina mientras daba un gran salto y estiraba su rodilla preparada para impactar a aquel hombre.
Andrew reaccionó rápidamente y en una voltereta esquivó el golpe de aquella mujer enmascarada, comenzaron a pelear entre ellos, golpes iban y venían al mismo tiempo que las sirenas de policía se acercaban, en un rápido movimiento el hombre logró lanzar al suelo a aquella luchadora.
—¿Quién eres? — le preguntó en tono serio.
La rabia había cegado a aquella chica, no había reconocido que se enfrentaba al hombre que intentó localizar hace un par de días y no encontró.
—Tú… tú puedes ayudarme. — dijo la mujer mientras se ponía de pie.
Andrew la reconoció por el latido de su corazón.
—¿Qué estás haciendo aquí? — le preguntó nuevamente.
—Son muchas preguntas, ¿no crees? — dijo la chica. —Volví para buscar respuestas sobre Loly, hay algo que no cuadra en su muerte.
—Es peligroso que estés en esta ciudad, Bells, este grupo que intentamos detener… puede que estén de regreso. — contestó el hombre.
—Ellos mencionaron algo sobre “La Disidencia”, sé que ella está viva… por favor tienes que ayudarme. — dijo Bella.
—¿Por qué te están persiguiendo estos sujetos? — preguntó Andrew.
—Fui a Harlem para conseguir información de un ex Oficial de policía, su nombre es Archibald Mitchel, vivía aquí… pero unos idiotas de un local se asustaron cuando pregunté y luego me encontré con estos sujetos.
—Hay más de diez personas aquí. ¿Te vieron usar tus poderes?
—No, yo… los derroté a mano limpia.
Las sirenas de aquella patrulla estaban casi al lado de ellos.
—Hay que irse, la policía está a un par de cuadras. — dijo el muchacho mientras daba un par de pasos.
—No me iré hasta tener una respuesta, tú me lo debes.
—Lo siento, señorita Malfoy, pero no puedo ayudarle. Si quiere quedarse y admitir que este desastre es culpa suya pues le deseo suerte. — contestó aquel enmascarado para luego huir del lugar.
El semblante serio de la rubia se hizo presente, se quedó ahí de pie por unos segundos mientras analizaba lo que pasaba hasta que decidió marcharse del lugar.
Andrew llegó a su departamento, entró por la ventana como lo hacía típicamente, se sacó su máscara y se recostó sobre su sofá, en su mente retumbaba aquella última frase que Lola Diggory le había dicho antes de sacrificarse por el grupo aquella noche.
“—Discúlpame con Bells. —” era la frase que se repetía en su mente.
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