Capítulo 16 - FINAL: Un Sabor Amargo...
Amy se encontraba sentada sobre una mesa en una de las cafeterías más visitadas de la ciudad, la mesera le servía un café mientras la chica parecía escribir algo en una libreta que tenía sobre la mesa.
—Muchas gracias. — dijo la rubia a la muchacha que servía su café una vez había terminado.
La chica siguió escribiendo por algunos minutos hasta que se percató de que alguien se acercó a su mesa.
—Buenas noches… — susurró una voz masculina.
—Hola, gracias por venir, temía que dijeras que no. — contestó la rubia invitando a aquel hombre a sentarse.
—Bueno, lo pensé antes de entrar. — contestó el pelinegro con una media sonrisa.
Ambos se quedaron en silencio por unos segundos pero luego Amy habló.
—Escucha Andrew, lo que pasó el otro día… solo quería pedirte una disculpa, creo que me pasé un poco de la raya.
—No, no tienes que hacer esto. — contestó el pelinegro.
—Sí, sí tengo, esto es culpa de ambos por no saber cómo manejar estas situaciones… solo quiero que entiendas que me preocupo por ti, lo que pueda llegar a pasarte.
—Yo también me preocupo por lo que les pase a ti y a McCoy, Amy. Por eso hago lo que hago, hay gente peligrosa qué busca perfiles de personas como ustedes para extorsionarlos, usarlos a su beneficio y luego matarlos pero no pasará mientras yo esté.
Ambos guardaron silencio luego de aquellas palabras del pelinegro.
—Entonces, respecto a Mónica Evans… dijiste que no hay nada. — rompió Amy el silencio.
Andrew solo sonrió ante aquella pregunta.
—Tardaste mucho para hacer esa pregunta. — dijo el ciego aún sonriendo.
—Tú también quisieras saber si pasa algo entre la chica con la que intentas algo y su ex, principalmente después de descubrir que pelean juntos contra el crimen. — dijo Amy medio sonriendo.
—Ella y yo, solo es trabajo, no hay nada más, lo prometo. — contestó Andrew.
Amy asintió con su cabeza ante aquella respuesta.
—¿Crees que lo arruinamos? — preguntó después.
—Tal vez pudimos haberlo manejado mejor… Sé que McCoy y tú intentan hacer algo bueno por mí pero no necesito que lo hagan. Las dos mitades de mi vida son mías y no dejaré de ser quien soy porque esta ciudad me necesita. — dijo el pelinegro muy sereno y calmado. —Sé que eso complica lo nuestro pero si ninguno de nosotros dos puede aceptarlo entonces, lo mejor sería no intentarlo de nuevo. — añadió.
Amy se quedó en silencio algunos segundos mientras asentía con su cabeza.
—Sí, sí tal vez tengas razón, pensaba decirlo pero veo que te me adelantaste. — comentó la rubia mientras reía.
Andrew también sonrió, lentamente tomó la mano de la chica y volvió a retomar la palabra.
—Cuídate mucho, Amy, tal vez me vuelvas a ver pronto… principalmente porque no creo que yo pueda hacerlo. — dijo el pelinegro.
Amy soltó una risa tras el comentario del muchacho.
—Tú también debes cuidarte, Andrew, gracias…
Ambos sonrieron, tras unos segundos el invidente se levantó de aquella mesa y se marchó del lugar.
Lucía se encontraba en la correccional de Nueva York había ido a visitar a su amiga para saber sobre el estado de su caso.
—No, no digas lo que sé que vas a decir. — Fue lo primero que soltó la castaña a su amiga.
—Deberías haber vuelto hace mucho de donde viniste, te puse en peligro… — contestó la rubia.
Lucía hizo una mueca y luego habló.
—¿Sabes? Parte de que estás acá es por culpa de no escuchar lo que te dicen. No me voy a ir sin ti, Malfoy… creo que hay una forma de sacarte de aquí sin problema. — dijo lo último casi susurrando.
—¿De qué estás hablando? — preguntó Bella quien a pesar de su situación se interesó en aquella platica.
—Es muy complicado que ese ciego pueda sacarte de aquí de forma legal, como mínimo podrá bajar tu condena y pedir algunas condiciones así que toda la tarde pasé planeando… Esto es lo que vamos a hacer. — contestó la castaña.
Andrew había llegado a su departamento, al entrar se dirigió directamente al refrigerador por una cerveza, tranquilamente comenzó a tomarla hasta que unos segundos después notó algo extraño, mucho silencio.
—¿Mónica? — preguntó en voz alta mientras dejaba la cerveza sobre la mesa, rápidamente la buscó por todas partes hasta que entró a su habitación, notó que la pelinegra se había quedado dormida sobre su cama.
Andrew sonrió levemente mientras apreciaba aquella acción.
—Sé que estás despierta. — dijo a la chica.
La pelinegra no pudo evitar sonreir, abrió sus ojos lentamente mientras estiraba sus piernas.
—Lo lamento, solo me recosté un segundo y me quedé profundamente dormida. — dijo la chica con algo de pena.
—¿Y el señor…?
—Se marchó. — interrumpió la pelinegra. —Dijo que se sentía agradecido con nosotros por haberlo salvado y ahora terminará su misión…
Andrew se acercó a la cama, se sentó sobre una orilla al lado de la chica y habló.
—El caso de Bella será complicado pero creo que puedo sacarla con su historial limpio, solo debo visitar a alguien esta noche. — dijo el hombre.
—¿Quién te debe un favor? — preguntó Mónica.
—Digamos que alguien de los tuyos, Franklin Voight.
La sonrisa en la cara de la pelinegra se borró de inmediato.
—No sabía que tenías el privilegio de conocer a Voight.
—¿Recuerdas a Ryan Payton? El ex militar qué hizo mierda a los guerreros de La Disidencia, bueno él trabaja con Voight y fue quien me envió la nueva máscara después de que rompiera la otra de un disparo. — dijo Andrew.
—Osea que a cambio de que no te mató de un disparo en la cabeza le dirás al tal Payton qué te ayude a sacar a una desconocida de la prisión… has tenido mejores planes, Andrew.
—No es una desconocida y no, ese no es el plan. Payton pagó su “deuda” con la máscara, es el turno de Voight, él estaba ahí ese día y me pidió no interferir, bueno yo cumplí mi palabra.
—¿Quieres qué vaya contigo? Me encantaría ver la cara de Voight cuando me vea — dijo Mónica volviendo a su sonrisa.
—No podría perderme eso, prepárate entonces. — dijo el pelinegro con una sonrisa.
Andrew se levantó rápidamente, se dirigía al closet donde guardaba su traje pero antes de llegar se frenó fuera de la puerta de su habitación pues escuchó un ruido extraño cerca de la entrada principal. No escuchó nada inusual por lo que siguió su camino hacia aquel closet, de repente escuchó otro sonido y un ardor en el costado de su cuerpo, una flecha le había atravesado por completo su hombro.
Uno de aquellos guerreros de La Disidencia apareció tras él y comenzó a atacar con su katana, rápidamente el pelinegro se defendió evitando que el sujeto lo tocara con aquella filosa arma, Mónica se dio cuenta de lo que sucedía y apareció por la espalda del guerrero para intentar atacarlo, sin embargo la chica cayó al suelo gracias a una patada de aquel sujeto, quedó inconsciente al golpearse su cabeza contra el suelo.
El pelinegro siguió defendiéndose, tras unos minutos de intensa pelea el invidente logró sacarle la katana al hombre y lo golpeó en su cara varias veces, lo lanzó al suelo y lo tomó de la camiseta, lo golpeó contra la mesa y de nuevo lo envió al suelo.
—¿Dónde está Bushida? — preguntó Andrew con tono serio. —¡Vamos, contesta o te lanzo de este edificio ahora! — exclamó con furia.
Dio un par de golpes en la cara al guerrero pero no sirvieron de nada, el hombre empujó a Andrew para sacárselo de encima y rápidamente corrió hacia donde estaba Mónica.
—¿Qué intentas hacer? — susurró el pelinegro, le costaba hablar y no podía ponerse de pie, lo último que logró escuchar antes de desmayarse por completo fue el vidrio de la ventana de su habitación rompiéndose, la presencia de Mónica y de aquel guerrero ya no estaban en la habitación.
Aquel guerrero había llevado el cuerpo inconsciente de Mónica hasta el lugar donde Bushida se escondía, el tipo dejó a la pelinegra a los pies del japonés.
—Hiciste un excelente trabajo, hay que moverse rápido para ejecutar el plan. — dijo Bushida con una sonrisa.
Habían pasado un par de horas, Andrew despertó de golpe en medio de la madrugada aún en el suelo de su departamento, había un desastre por los últimos sucesos, el invidente se sentó sobre el suelo, aún sentía la flecha dentro de su hombro pero ya no sentía debilidad, como si el veneno dentro de aquel objeto hubiera sido neutralizado.
—¡Andrew Prince! Sé que estás ahí, debes abrirme ahora… — dijo una voz del otro lado de la puerta principal.
—Mierda… — susurró el pelinegro. —¿Eres tú, McCoy? Puedes pasar. — contestó.
Se puso rápidamente de pie mientras McCoy entraba al departamento.
—Wow, esto es un desastre. ¿Con quién estuviste esta noche? — preguntó el hombre mientras se tambaleaba por el lugar.
—¿Qué haces aquí tan tarde y ebrio? — preguntó Andrew intentando ocultar aquella herida.
—Yo solo… oh mierda. ¿Qué te pasó? — preguntó el rubio al notar la flecha en el hombro de su amigo.
—Me atacaron aquí hace un rato, este hijo de perra… — contestó Andrew mientras se sentaba en el sofá. —Llegaste en el momento oportuno, me ayudarás a sacarme esto del hombro.
—¿Estás loco? — preguntó el otro hombre.
—Sí, vamos, entre más tardemos será peor, hay que hacerlo rápido. — dijo Andrew.
Bella se encontraba en su celda, no había podido dormir las últimas horas pensando en el plan que tenía Lucía para sacarla de ahí, pensaba en si debía seguir los consejos de Andrew o simplemente huir de aquel lugar aunque no tenía a donde ir.
—Espera… — susurró para sí misma levantándose de la cama.
En su mente repasó las palabras que Yaroslav le había dicho.
—“En algún lugar de La Unión Soviética.”
Se quedó mirando la pared cercana, las palabras retumbaban en su cabeza.
—Creo que al final de todo, si tengo a dónde ir. — pensó en su cabeza mientras sonreía y se recostaba de nuevo sobre la cama.
Nómada había vuelto a las calles de madrugada, aquel enmascarado se encontraba sobre un techo tratando de localizar a Mónica o a Franklin Voight, aún sentía algo de dolor en su hombro pero no le importaba, se concentró lo suficiente para poder escuchar con atención.
—Unidad ocho, acá central, hay disparos cerca del restaurante chino en Queens
—Unidad ocho a central, se trata de una sesión de entrenamiento, el capitán informó.
Andrew se quedó pensativo, sin dudarlo mucho se dirigió hasta aquel lugar corriendo por los techos de forma acrobática, llegó en cuestión de minutos hasta aquel lugar donde localizó a Payton y a Voight.
—Escucha, podrías hacer esa mierda con tu varita para ayudarme a arrastrar los cuerpos. ¿No crees? — dijo Payton al mago mientras el otro reía.
—Yo me encargo, déjalo ahí. Limpia la zona, no queremos que encuentren pruebas como la última vez. — dijo Voight.
—¿Ahora es cuando toman el té o cuánto más debo esperar? — preguntó Andrew desde las alturas.
Payton apuntó rápidamente con su arma hacia donde venía la voz pero la bajó al ver de quien se trataba.
—Miren quién está aquí. — dijo Voight.
Andrew bajó de aquel edificio hasta llegar donde estaban aquel par de hombres.
—¿Qué te trae por acá, cuernos? — preguntó Payton.
—Necesito un favor, Voight y siento que me lo debes luego de no interferir en lo que sea que estén haciendo acá.
—Soy todo oídos, dime en qué puedo ayudarte.
—Hay una chica, Bella Malfoy, se hizo un nombre hace no mucho en esta ciudad, la chica enmascarada qué atacó a un tipo en la estación de policía.
—Yo estoy loco pero ella, sencillamente, está desquiciada. — dijo Payton uniéndose a la conversación.
—Sí, escuché que fue arrestada… ¿Serás su abogado? — preguntó Voight, el enmascarado asintió con su cabeza. —Ah quieres que interfiera en el caso, bueno conozco a un par de jueces qué pueden ayudarte.
—¿Ahora compras jueces, cuernos? Vaya, esta ciudad cambia a la gente.
—Es más complicado que eso, necesito a esa mujer fuera de las celdas, el tipo al que atacó ayer fue el sujeto qué creó la máquina de mutación qué encontramos bajo el edificio Blake aquella noche y Bella, bueno ella es la mejor amiga que Loly pudo tener.
—¿Qué hay del asesinato? La encontraron junto a un cuerpo. — dijo Voight.
—Ella no lo asesinó, hay un tipo en la ciudad qué está detrás de todos los desastres qué están pasando con las mafias, su nombre es Hiroto Bushida, uno de los miembros más antiguos de La Disidencia y está tratando de que la organización vuelva a estar activa.
—Hijo de perra… — susurró Payton.
—Bushida quiere a Bella como su arma para la nueva revolución, creo que secuestró a Mónica hace unas horas. — agregó el enmascarado.
—¿Mónica Evans? ¿Está trabajando contigo? — preguntó Voight algo alterado.
—Sí, veníamos a hablar contigo justamente para ver esa reacción cuando supieras que está del lado bueno de nuevo pero nos atacaron antes de eso.
—¿Y cuál es tú plan? Sueltas a la chica y la llevas a un lugar seguro pero seguirán detrás de ella, tarde o temprano se hará un lío más grande. — dijo Payton sentándose en el suelo.
—Bueno ahora solo quiero encontrar a Mónica y liberar a Malfoy, luego de que eso suceda podré pensar en algo para quitar a Bushida de las calles.
—Hay que matarlo, es sencillo.
—Tranquilízate Payton… ¿Cuándo será el primer juicio? — preguntó Voight.
—En unas horas, la cita es a las ocho de la mañana. — contestó Andrew.
—Haré un par de llamadas entonces. Ryan, intenta localizar a ese tal Bushida y el paradero de Mónica.
—Gracias chicos, se los compensaré. — dijo el hombre de traje rojo.
—Andrew, sé que no te gusta la forma en que Ryan trabaja pero quizá tenga razón, por lo que oigo ese Bushida es alguien peligroso, tal vez la única forma sea…
—Lo sé, todas las noches lo he pensado, pero no es mi estilo… — contestó Andrew, después de sus palabras se marchó de aquel lugar con rapidez.
[Tribunal Supremo, Nueva York]
Las cosas estaban preparadas para el primer juicio de Bella Malfoy, Andrew había llegado temprano junto a Amy y McCoy para asegurarse de que todo marchara bien.
—¿Estás preparado, señor Prince? — preguntó McCoy con sarcasmo.
—Sí, creo que sí. — contestó el pelinegro algo serio.
—Lo lograrás, te estaremos apoyando desde el banquillo. — dijo Amy.
El trío caminó hasta la puerta, un guardia los frenó y habló.
—¿Usted es Andrew Prince? — preguntó.
—Sí. ¿Sucede algo? — cuestionó el pelinegro.
—La señorita Malfoy envió a decirle que Lucía Binns será su representante legal, también dijo que no puede entrar a esta sala, lo lamento. — dijo el hombre.
—¿De qué está hablando? — soltó McCoy.
—No pueden cambiar al abogado a última hora, esto está mal. — dijo Amy.
Andrew intentó concentrarse para encontrar el pulso de Lucía, la chica se encontraba dentro de la sala en aquella silla del escritorio de defensa.
—Olvidenlo, esperaremos afuera. — dijo el hombre para después dar media vuelta y marcharse.
Los tres se sentaron en una banqueta cercana, el juicio había comenzado, el único que podía escuchar todo desde afuera era Andrew.
—Concéntrate en las cosas importantes y comentalas. — dijo McCoy a su amigo.
Payton se encontraba en la cima de un edificio, había intentado localizar el paradero de Bushida toda la madrugada pero le era complicado, se encontraba en Brooklyn cerca de la bodega donde Andrew se encontró con el japonés la última vez.
—No hay rastros de nada… no hay personas cerca, cero actividad. — dijo el pelinegro por un Walkie Talkie.
—Sube cinco cuadras al norte, hay actividad en un edificio cercano en la cuarenta y cinco, avenida L. —escuchó decir el hombre del otro lado de aquel aparato.
Se trasladó con rapidez, apuntó con un francotirador hacia aquella dirección en una bodega algo más nueva que la anterior.
—Alguien está preparándose para algo mayor, colocan vidrios más gruesos a los ventanales. — dijo Payton.
—Creo que ahí está nuestro hombre.
Rápidamente tomó el mapa y marcó la ubicación de aquel lugar en el mismo.
Todo parecía marchar normal en aquel tribunal, después de unos cuarenta minutos el hombre de lentes oscuros se había relajado un poco.
—Es buena haciendo su trabajo, podrías contratarla para tu estudio — dijo Andrew a McCoy refiriéndose a Lucía.
Ambos comenzaron a reír.
—Aún sigue en pie la oferta para poner nuestro propio estudio… Abogados Wilson y McCoy a su servicio. — dijo el rubio con un tono burlón.
—¿Qué tal “McCoy & Prince”? Suena mejor… — contestó el pelinegro con una sonrisa.
—Así será entonces.
La situación fuera del tribunal era alegre, un ambiente de paz y tranquilidad, sin embargo no duró mucho pues Andrew escuchó algo anormal en aquella sala, un fuerte estruendo se escuchó después de que sonaran varios golpes en el suelo.
Los guardias entraron para observar de qué se trataba y detrás de ellos entraron aquellos tres muchachos.
—Mierda, los noquearon a todos como si fueran… muñecos de trapo.
Andrew intentó localizar el pulso de Lucía y Bella pero ambas ya no estaban.
McCoy ayudó a que la jueza recuperara la consciencia y se pusiera de pie.
—Señor McCoy… ¿Estamos en uno de sus casos? — preguntó la mujer muy confusa.
De repente todos en la sala comenzaron a despertar.
—¿Qué hacemos aquí?
—¿Qué sucedió?
Aquellas preguntas se hacían presentes en el lugar mientras Andrew aún intentaba localizar a aquellas mujeres.
—Escaparon maldita sea. — dijo Amy.
—Usaron algo para confundir a las personas, no saben qué hacen aquí. — susurró Andrew.
—Algún encantamiento o poción pudo haber sido. — contestó la rubia.
—Bien, ya me cansé de ser el tipo amable. — soltó el pelinegro mientras salía de la sala.
—¿Qué piensas hacer ahora? — preguntó Amy siguiendo a Andrew.
—Está es una de esas situaciones donde debemos "liberar al diablo”. — contestó el pelinegro mientras seguía su camino.
Amy entendió a qué se refería pues la última vez que escuchó esa frase fue hace algunos años cuando James Sawyer detuvo a Liam Blake en su propio edificio.
Mónica se encontraba inconsciente, atada a una silla, lentamente comenzó a despertar, observó todo a su alrededor pues parecía estar en un lugar desconocido.
—¿Ya te olvidaste de aquí? — preguntó Bushida acercándose al lugar.
—¿Secuestrarme era tu maravilloso plan? — preguntó también la pelinegra.
—Eres la llave qué nos abrirá camino ante la presencia de Nómada. — contestó Bushida con una sonrisa.
—Te pasará por encima cuando te encuentre y a cualquiera que se ponga en su camino.
—No, si la qué se interfiere en su camino seas tú.
La pelinegra sintió un escalofrío en su cuerpo al escuchar aquella respuesta.
—Ya no funciona lo que sea que hicieron conmigo, solo yo puedo hacerlo.
Bushida se quedó en silencio por unos segundos y luego exclamó llamando a sus empleados, un par se acercaron.
—Comiencen ahora la busqueda del justiciero. — dijo el japonés.
Aquel par de sujetos asintieron con su cabeza y salieron del lugar.
Payton continuaba vigilando aquel lugar, había pasado toda la mañana y tarde vigilando el edificio, no parecía haber nada extraño hasta que vio a unos hombres con armas salir del lugar.
—Al fin veo algo de movimiento. — susurró para sí mismo.
Aquellos sujetos armados se subieron a un auto, seguido de ellos salieron Bushida y dos hombres más que llevaban prisionera a Mónica.
—¿Estás viendo lo que yo veo, Voight? — preguntó Ryan por aquella radio.
—Afirmativo, ella es a quién buscamos.
—Bien, me estoy moviendo. — contestó el ex militar mientras se ponía de pie, tomó aquel rifle y lo escondió rápidamente en aquel edificio.
Andrew había ido a aquel gimnasio abandonado donde siempre entrenaba, los golpes qué descargaba en aquel saco de boxeo estaban repletos de rabia y mucha fuerza, tras una larga sesión de entrenamiento limpió el sudor en su cara y se sentó sobre el ring de boxeo cercano.
—¡Baja esa arma, por favor! — escuchó exclamar el invidente a un hombre a lo largo.
Luego de aquello escuchó algunas descargas de arma pesada del otro lado de donde venían aquellos gritos.
Sirenas de policía, de bomberos y ambulancias se hicieron presentes, Nueva York era una zona de guerra y sangre gracias a los hombres de Bushida qué sembraban el terror.
Andrew salió rápidamente de aquel gimnasio, llegó a su departamento y en cuestión de segundos se colocó aquel traje y máscara para después salir por la ventana del lugar.
—¡Capitán! ¿Cuál es la situación? — preguntó un oficial acercándose a unas patrullas cercanas.
—Hay un grupo protegiendo aquel edificio, dos oficiales resultaron heridos, les dispararon.
—¿Qué posibilidad hay de acercarnos?
—Bueno si quiere que su cuerpo quede repleto de balas puede intentarlo. — contestó el capitán.
Los oficiales detrás retrocedieron al escuchar las palabras del capitán.
—Esto es un maldito desastre… — dijo Bella Malfoy al ver el desastre que sucedía en la ciudad a través de su ventana.
—Por eso nos largamos, ahora mismo. — contestó Lucía preparando su maleta. —Bushida va a destruir esta ciudad para encontrarnos y lo mejor será adelantarnos.
Un grupo de hombres habían entrado al edificio de departamentos donde aquel par de mujeres se encontraban, buscaron por todas las puertas tratando de encontrarlas a ambas.
—¿Ya estás preparada? Deberías llevar suéter si vas a ir a La Unión Soviética. — dijo Lucía a la rubia.
Bella solo asintió con su cabeza y una media sonrisa.
—Están aquí, abran fuego. — ordenó uno de los hombres fuera de la puerta del departamento, rápidamente apuntaron con sus armas hacia la puerta y paredes.
Andrew entró de imprevisto por una de las ventanas del lugar, rápidamente lanzó a Lucía y a la rubia al suelo, seguido de eso una ráfaga de balas atravesó toda la habitación.
El enmascarado protegía la cabeza de ambas mujeres en el suelo, tras unos largos minutos el fuego cesó y los hombres entraron al departamento para asegurarse de dejar su trabajo hecho.
—¿¡Qué mierda pasa!? — preguntó entre gritos una vecina del lugar.
Los hombres que entraron no tuvieron ni siquiera dos minutos para inspeccionar pues rápidamente Andrew se deshizo de ellos con sus habilidades de pelea, al terminar recogió uno de sus palos metálicos qué quedó en el suelo y se acercó a ambas mujeres en la habitación.
—Rompiste un trato. — soltó el hombre con algo de enojo hacia Bella.
—Sí, no me digas. — contestó Lucía al hombre. —¿Crees que sacarías a Bella así de sencillo? También conozco la ley muggle y no habrías podido…
—Tenía todo bajo control, Bella iba a salir libre y con el historial limpio hasta que decidiste aparecer, has sido un dolor de cabeza los últimos días, Binns. — soltó el hombre descargando aquella furia.
—La próxima vez que menciones mi apellido, juro por mis ancestros qué te irá mal. — contestó Lucía ya enojada mientras el color de su cabello cambiaba de color.
—Lu, olvídalo, tenemos que irnos ahora. — dijo Bella para después intentar correr hacia la salida pero Andrew la tomó del brazo frenandola.
—No irán a ninguna parte. — soltó el hombre.
Bella se liberó del agarre del enmascarado con un movimiento y luego lanzó un golpe en la cara del hombre pero él rápidamente lo esquivo, Lucía también haría su parte, sacó su varita y apuntó a Andrew.
—Vas a dejarnos ir, ahora. — soltó la pelirroja enojada.
Andrew no dijo nada, en un rápido movimiento tomó el brazo con el que Lucía sostenía la varita, la mujer conjuró un encantamiento qué impactó a Bella pues el enmascarado giró su cuerpo a tiempo para esquivar el hechizo, Malfoy quedó en el suelo algo aturdida mientras Lucía intentaba liberarse del agarre del hombre con la máscara, sin embargo, fue inútil y en cuestión de segundos quedó en el suelo, Andrew aprovechó para arrebatarle la varita y romperla en dos partes.
—Este juego se acabó. — soltó el enmascarado.
—Qué bueno… qué siempre traigo una de repuesto. — contestó Lucía quien sacó otra varita de su manga rápidamente, con un encantamiento apartó al hombre de la entrada principal, Bella se levantó con un movimiento rápido y atacó a los pies del enmascarado, luego le brindó una patada en su cara que lo envió al suelo.
—¡Vamos, ahora! — exclamó Lucía.
El par salió de aquel departamento, subieron las escaleras rápidamente para llegar hasta la azotea de aquel edificio.
El hombre de máscara rápidamente se levantó y fue tras ellas.
Las mujeres llegaron a la azotea, sus planes no salieron como querían pues en la cima de aquel edificio se encontraba Bushida con cientos de sus hombres esperando a Bella, Lucía y a Nómada, Andrew apareció segundos después.
—Podríamos desaparecer aquí mismo y olvidarnos de esta mierda. — susurró Lucía a Bells.
Mónica estaba en aquel lugar, Bushida la tenía sometida con una katana sobre su cuello y de rodillas en el suelo.
—Esto será sencillo, sus vidas por la de ella. — dijo el japonés.
—Suéltala, ella ya no tiene nada que ver con esto. — soltó Andrew tratando de acercarse a la pelinegra.
—No lo hagas… no te entregues, ni a ellas. Yo ya viví suficiente, Andrew. — dijo Mónica mientras miraba al hombre con una sonrisa leve.
—No, no voy a permitir que esto termine así… suelta a Mónica, deja que todas se vayan. Tu pelea es conmigo, Bushida, no con nadie más.
—Al principio no se trataba de ti pero has demostrado ser un hombre excepcional, peligroso y sobre todo, un estorbo para mi organización.
Lucía y Bella trataban de apartarse disimuladamente del lugar pero otro grupo de guerreros con katana les bloqueó la salida.
—Tienes que sacarlas de aquí, Andrew. Su plan no es solo lograr transformar a Malfoy, tomará a Lucía y a mi para su ejército de armas vivientes… — Mónica no siguió hablando pues Bushida apretó un poco la katana contra su garganta.
—Mierda, me estoy aburriendo de esto. ¿Quieres pelear, hijo de perra? ¿Entonces qué esperas? — preguntó Lucía ya desesperada, tomó con fuerza la varita qué sostenía en su mano derecha y se puso en guardia.
Andrew aprovechó el momento y con rapidez y fuerza lanzó una de sus armas metálicas a la cara de Bushida, Mónica rápidamente se liberó del agarré y se sacó aquella katana del cuello, luego retrocedió.
—¡Maten a todos! Más personas estarán dispuestas a ser la luz que guíe a La Disidencia hacia el camino del éxito. — dijo Bushida.
Los hombres del japonés sacaron sus armas pero no fueron los primeros en atacar pues Lucía se adelantó y lanzó varios encantamientos a los sujetos qué los dejó fuera de combate al instante.
Andrew corrió hacía Bushida mientras Mónica le abría paso pues el enmascarado no dejaría que el sujeto escapara.
La pelea en aquella azotea se puso intensa, Bella se defendía a puño limpio de aquellos sujetos al igual que Mónica mientras Lucía combinaba encantamientos con golpes y patadas para salir ilesa de aquella situación.
Mientras tanto, Andrew peleaba mano a mano contra Bushida, las cosas se complicaron un poco para el enmascarado pues parecía ir perdiendo el combate. El japonés lanzó al suelo al hombre con traje rojo y de una patada le sacó la máscara de su cara.
—Te veré a los ojos cuando mueras, hijo de perra. — dijo Bushida quien intentó clavar una daga en el pecho del ciego pero este se defendió rápidamente bloqueando con sus brazos la acción del japonés, sin embargo, Andrew no pudo levantarse pues Bushida contraatacó haciéndole un corte en su abdomen con aquella arma blanca.
—¡Es ahora o nunca, Bella! — exclamó Lucía tras abrirse una oportunidad pues quedaban pocos hombres de Bushida en pie.
El pelinegro en el suelo perdía mucha sangre tras aquel corte en su abdomen, intentó ponerse de pie pero el japonés lo lanzó al suelo con una patada en su cara, rápidamente Mónica se abalanzó sobre él para evitar que lo apuñalaran por completo.
—La azotea de un edificio y tú salvando a un hombre con el manto de Nómada… ¿Acaso no te trae recuerdos? — preguntó Bushida a la pelinegra.
—Esta vez no será igual. — soltó Mónica.
Ambos comenzaron una pelea más pero esta vez Bushida perdía la delantera, Mónica peleaba a su nivel, quizá era superior, bastaron una ráfaga de golpes y dos patadas para tirar al japonés al suelo.
—Aprenderás a perder ahora. — soltó la pelinegra al hombre tirado sobre el suelo.
—Sí, tú también lo harás. — dijo Bushida.
El japonés le brindó una patada a las piernas de la chica que la lanzó al suelo, tomó aquella daga de forma rápida y corrió hasta donde estaba Andrew, lo tomó por el cuello y se preparó para clavar aquel puñal en su abdomen.
—¡Lucía, la varita ahora! — exclamó Bella a su amiga después de dejar inconsciente a uno de los hombres de Bushida.
Todo iba en cámara lenta, la pelirroja le había lanzado la varita a su amiga quien la atrapó en el aire, con rapidez apuntó a Bushida y lo apartó de Andrew con un encantamiento.
Sin pensarlo mucho soltó la varita y corrió hacia el japonés quien intentaba levantarse del suelo aún con la daga en su mano, Bella le lanzó una patada en la cara que impactó con éxito pero los siguientes tres golpes fallaron, Bushida se volvió a poner de pie y ahora amenazaba la integridad física de la rubia.
—¡Ya basta! — exclamó el hombre furioso. —¡Van a morir, todos ustedes! — agregó.
—Déjala ir, Hiroto… — dijo Mónica levantándose del suelo. —¿Quieres un arma para tu organización? Tómame a mí, ya lo fui una vez… soy tú mejor opción.
—No, ni siquiera lo intentes Mónica. — dijo Andrew levantándose también del suelo pero con más dificultad.
—Deja ir a Bella Malfoy, sabes que no será la indicada para liderar a tu grupo.
—Quizá tengas razón, Mónica… pero no puedo arriesgarme. — dijo Bushida con tono serio.
—Es un intercambio justo, deja ir a mi amiga. — dijo Lucía.
—No se me olvida lo que hiciste, Lucía Binns… eres un cabo suelto aún.
—Y nos encargaremos de ella cuando estemos listos, señor Bushida… por favor. — contestó Mónica.
Bushida se quedó pensativo por algunos segundos, un pequeño grupo de sus hombres apareció tras él.
—Camina hacia mí y cuando estés cerca, la soltaré… — dijo el japonés.
Mónica tragó grueso pero sin pensarlo mucho comenzó a caminar hacia aquel hombre.
—Mónica, no lo hagas… — dijo Andrew.
Estaba a escasos metros de llegar al japonés, Mónica le dirigió una mirada de preocupación a Andrew pero también mantenía una sonrisa hacia él.
—Te amo, Andrew Prince. — soltó la chica.
Bushida empujó a Bella hacia Andrew y Lucía, tomó a Mónica del brazo rápidamente y la empujó hacia sus hombres.
—¡Llevensela, ahora! — exclamó Bushida.
Los hombres del japonés tomaron a Mónica y desaparecieron en un estruendo, Bushida se giró para intentar escapar también de aquel lugar.
—¡No! — exclamó Andrew con furia, tomó una de sus armas metálicas y la lanzó hacia el japonés pero antes de que el pelinegro la soltara aquel palo encendió una llamarada poderosa.
El arma impactó en la cara de Bushida lanzandolo al suelo medio aturdido, varios de los guerreros de La Disidencia se habían puesto de pie para atacar a Bella la cual estaba intentando reanimar a Lucía qué se encontraba en el suelo inconsciente luego de recibir un empujón por parte de la rubia.
Andrew se puso de pie, su cara expresaba la rabia que sentía en aquel momento, se deshizo de dos guerreros con katana fácilmente dejándolos en el suelo y siguió su camino hacia Bushida, sin embargo, aquellos guerreros se pusieron de pie nuevamente hasta que un disparo se escuchó en el lugar, aquellos hombres cayeron muertos en el suelo.
En el edificio del frente se encontraba Payton quien disparaba a los pocos guerreros qué intentaban atacar a Andrew o a Bella .
El hombre de traje rojo llegó hasta Bushida, lo puso de pie y comenzó a darle una lluvia de golpes y patadas, con toda la rabia y fuerza que descargaba el pelinegro lanzó un último golpe a la cara del japonés qué lo dejó totalmente inconsciente en el suelo.
La policía apuntó con uno de sus focos hacia el edificio donde venían los disparos.
—Payton, debes marcharte ahora. — escuchó decir a Voight por aquel Walkie Talkie.
—Te veo después, cuernos. — susurró Ryan para después marcharse.
—Hey, oye… ¿Estás bien? — preguntó Bella a la pelirroja qué comenzaba a despertar.
—Sí, sí… — contestó la chica.
La conversación fue interrumpida por un sonido, Andrew había caído al suelo tras aquel ataque de histeria, estaba perdiendo mucha sangre por el corte en su abdomen.
—Debemos marcharnos, vamos. — dijo Bella ayudando a levantarse a su amiga.
—Bells… no cometas el mismo error que cometiste con Yaroslav. Es un idiota, eso no lo niego, pero intentó hacer algo bueno por nosotras, no dejes que muera por tus malas decisiones. — aconsejó Lucía a su amiga.
La rubia observó el cuerpo del pelinegro en el suelo, dudó por unos segundos pero rápidamente se dirigió hasta él.
—¡Vamos! — exclamó Malfoy, tomó la mano del pelinegro y desapareció de aquel lugar.
Seguidamente, Lucía desapareció en un fuerte estruendo tras Bella.
La policía registraba el lugar de aquellos hechos, varios cuerpos de sujetos vestidos como ninja y un japonés con un fuerte golpe en su cara además de una herida de quemadura en el lado derecho de la misma.
—Él está vivo, hay que llamar a una ambulancia. — dijo el oficial a cargo.
Un amanecer más en Nueva York, la ciudad entera hablaba sobre lo sucedido la noche anterior en un edificio cerca de Hell's Kitchen.
—Dicen que estuvo aquí… — escuchó decir Amy a una voz a su lado.
McCoy se posicionó a un costado de su amiga.
—Fui a buscarlo a su departamento esta mañana, Frank… no está. ¿Sabes algo sobre él?
McCoy solo negó con su cabeza, ambos pusieron una cara de preocupación pues temían lo peor para aquel hombre.
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