parte única
• 🎀 • 🎀 • 🎀 •
Las luces de la ciudad se reflejaban sobre el pavimento lluvioso creando preciosos y coloridos espejos en los pequeños charcos que decoraban la vereda; se podía respirar el petricor y escuchar la delicada melodía de los grillos que habitaban en el jardín de los vecinos. En una noche parecida YunHo se habría detenido a comprar un par de bebidas calientes y un postre para poder compartir con su novio mientras veían el último episodio de la serie que estuvieran siguiendo, aprovechando cada momento a su lado para mimarlo y llenarlo de besos que siempre lograban tomarlo por sorpresa dejando sus mejillas de un suave color rosa.
Sin embargo, esa noche YunHo bajó del auto con un cosquilleo que le recorría todo el cuerpo, que iba desde las rodillas hasta la punta de sus dedos; una traviesa sensación de calor se avivaba con cada paso que daba hasta la puerta de su hogar y que contrastaba con el frío y la fresca llovizna del ambiente. Lo recibió un aroma dulzón y una vieja canción de los ochentas provenientes de la cocina.
Por un momento creyó que debía tratarse de alguna broma por parte de YeoSang, pero al verlo vestido de esa manera, siendo poco consciente de lo sensual que se veía en ese momento, supo que aquello se trataba más bien de uno de sus juegos. Y a YunHo no le gustaba perder.
Se acercó lentamente hasta su pareja, escuchándolo cantar en voz baja la letra de aquella canción; YeoSang supo que se trataba de YunHo desde el momento en que percibió el aroma de su colonia. En ese momento YunHo decidió seguirle el juego por lo que puso sus manos en la cintura del menor y se recargó sobre su hombro.
—¿Qué estás cocinando? Huele muy bien —susurró, acariciándole el cuello con la punta de la nariz y disfrutando el aroma floral del perfume favorito de su novio.
—Son rosas de manzana. Es una receta de WooYoung, las hizo el día que fuimos a almorzar con él y San. Quise intentarla para ti.
—Apuesto que están deliciosas. —YunHo tiró suavemente del suéter rosado mostrando la tersa y lechosa piel de YeoSang, dejando pequeños besos sobre su hombro mientras sus manos, traviesas y discretas, se colaban por debajo de la ropa de su novio para permitirse tocar y disfrutar más de la calidez de su cuerpo, haciendo que el rubio soltara melodiosos suspiros—. Me muero por probarlas.
YeoSang se encontró sintiendo los besos húmedos de YunHo subiendo por su cuello. Cuando se dio cuenta que las manos del mayor habían encontrado algo por debajo del suéter no pudo evitar sonreír divertido. YunHo se tomó su tiempo para sentir la tela de las mallas en la cintura de YeoSang, disfrutando de los suaves sonidos que nacían de los labios de su novio y que se volvían más excitantes a medida que exploraba su cuerpo.
—Ahh, Yunnie... —gimió YeoSang al sentir las manos ligeramente frías del mayor acariciando su pecho. Su voz era tan dulce como el aroma del postre que se había esforzado tanto en preparar. Los besos de YunHo habían trazado un camino que terminaba en la mandíbula de su novio mientras sus dedos se paseaban libremente por sus pezones—. Mmh... YunHo...
YunHo giró a YeoSang tomándolo por las caderas, encontrándose con su rostro sonrojado y aquellos preciosos ojos que tanto le gustaban. No dudó un segundo en unir sus labios en un beso que se volvía cada vez más húmedo y necesitado a medida que el mayor se encargaba de seguir repartiendo caricias por el cuerpo del rubio y le arrancaba suaves gemidos.
Deslizó sus manos sobre los muslos de su pareja y lo subió a la isla de la cocina, encontrando cierto placer en cómo la textura de las mallas de red se encontraba con lo terso de su cálida piel. YeoSang jugaba con el cabello de YunHo, abriéndose paso lentamente hasta que sus dedos encontraron el nudo de su corbata, el cual se encargó de deshacer cuidadosamente mientras el pelinegro seguía ocupado con su labor de dejarle marcas por todo el cuello y sus clavículas, tirando y acariciando sus pezones erectos.
—Déjame quitarte esto —dijo YunHo con voz grave, provocando que una corriente eléctrica recorriera el cuerpo de YeoSang. YunHo tomó la parte inferior del suéter y lo dejó sobre la superficie de la isla. Se tomó un segundo para ver el precioso conjunto que vestía su chico, encantado con la manera en la que el borde de la falda plisada abrazaba su delicada cintura y en cómo su color combinaba hermosamente con el que adornaba sus mejillas—. No deberías enviarme ese tipo de cosas mientras estoy en el trabajo.
—Creí que te gustaría —dijo YeoSang con aparente inocencia.
—Nunca dije que no me gustara, cachorrito —dijo sobre sus labios—. Pero ya sabes lo que pasa cuando lo haces, ¿no es así?
El pelinegro deslizó su mano hasta la parte interna de los muslos de YeoSang, trazando pequeños círculos que se acercaban lentamente hasta su intimidad para después alejarse de la misma manera en algo que comenzaba a volverse una tortuosa danza para el menor. De los labios de YeoSang brotaban suaves gemidos y suspiros producto del toque de su novio.
YunHo, al no recibir una respuesta, levantó el top hasta dejar al descubierto los pezones erectos de YeoSang y se llevó uno a la boca mientras se estimulaba el otro con su mano libre; la cálida lengua de su pareja contrastaba deliciosamente con la temperatura de su toque. Eso, y la mirada cargada de una lascivia que aumentaba a cada segundo, estaba llevando al rubio lentamente hasta su límite. Y a YunHo eso le encantaba porque sabía que YeoSang era tan juguetón como sensible.
—Mmh, YunHo... —gimoteó YeoSang.
—No me has respondido —dijo él, mirándolo a los ojos—. Respóndeme. ¿Sabes lo que pasa cuando haces ese tipo de cosas, sí o no?
La boca del pelinegro se concentró en el otro pezón; sus dedos trazaron un camino hasta la intimidad de YeoSang, tocándolo sobre la delgada y fina tela que cubría su miembro erecto y que comenzaba a mostrar las primeras gotas de líquido preseminal.
—Sí o no, YeoSang.
—S-sí...
—¿Sí, qué? —YunHo lo tomó del mentón, dejándole ver sus ojos brillantes y lujuriosos, acompañado de esos labios que lograban volverlo loco cada vez que los probaba.
—Sí... Papi...
Una sonrisa ladina adornó los labios de YunHo antes de besar ferozmente a YeoSang. Pronto sus lenguas se encontraron en una bella y provocativa danza que se detenía de manera ocasional cuando el rubio aprovechaba para morder el belfo inferior de YunHo y viceversa. YunHo lamió lenta y gustosamente la barbilla y el cuello de su novio mientras que YeoSang se permitía disfrutar de la ola de placer que invadía cada parte de su cuerpo. YeoSang deslizó sus manos hasta los hombros del mayor y las coló por debajo de la tela del elegante saco de color negro hasta que logró quitárselo; adoraba la manera en que la tela de la camisa marcaba los músculos de su cuerpo y cómo se sentían bajo la yema de sus dedos.
YunHo agarró a YeoSang por las caderas y lo atrajo hasta que estuvo pegado a él. Las manos de YunHo se pasearon libremente por la espalda del rubio en medio de una nueva sesión de besos que estaba acompañada del suave movimiento de caderas de YeoSang, quien sólo buscaba sentir más de la dureza del miembro de su novio. YeoSang soltó un gemido de sorpresa cuando las manos de YunHo se posaron sobre sus glúteos y los amasó a su antojo.
YeoSang recorrió el cuerpo de YunHo hasta que llegó al borde del pantalón donde desabrochó el cinturón con una destreza que a esas alturas de su relación ya se sentía natural. Sonrió en medio del beso cuando una de sus manos se encontró dentro de la prenda, contorneando su prominente erección con la punta de los dedos; YunHo suspiraba y gemía por lo bajo dejándose complacer por las manos de YeoSang.
—Alguien está ansioso —dijo YunHo con voz grave, acariciando la comisura de los labios de YeoSang para después tomarlo suavemente por la muñeca—. Pero no has sido un buen niño y lo sabes, ¿no es así?
—Pero, Papi...
—Date la vuelta.
YeoSang se bajó de la encimera, sintiendo el frío del piso en sus pies descalzos. Hizo lo que se pidió y se recargó sobre el mármol, alzando sus caderas para dejar su trasero a disposición del pelinegro. YunHo adoraba los movimientos de YeoSang porque eran delicados y elegantes, cargados de una sensualidad connatural que contrastaba con esa preciosa carita de ángel.
YunHo se desabrochó los primeros botones de la camisa y se recogió las mangas. YeoSang lo miró sobre el hombro, como un cachorrito curioso, y sintió cómo el cosquilleo en su miembro se incrementaba. Se permitió disfrutar del suave toque de YunHo en sus caderas y del recorrido de sus manos deslizándose hasta su bonito trasero mientras su miembro palpitaba. Dios, estaba ansioso y YunHo se estaba aprovechando de eso. Sus movimientos eran lentos y certeros, sabía cómo y dónde tocar a YeoSang cuando jugaban alguno de sus juegos. Levantó la falda lo suficiente para dejar al descubierto las delicadas bragas que lo hacían ver condenadamente apetecible; la tela era blanca y fina, como las que usaría una inocente colegiala. YunHo acarició el trasero de su novio y después...
—Mgh, Papi...
El color rojizo se extendió por la piel lechosa de YeoSang y fue intensificándose con cada azote. En la cocina sólo se escuchaba el sonido de la mano de YunHo chocando contra el trasero de YeoSang, haciendo pausas ocasionales donde el pelinegro lo acariciaba o lo besaba. La piel de YeoSang ardía y se sentía deslizarse hacia un lugar que lo estaba embriagando de dolor y placer.
—Dime porqué no debes hacer este tipo de cosas, cachorrito —dijo YunHo mientras acariciaba la piel marcada del menor—. Contéstame —demandó antes de dejar caer su mano.
Fue entonces que comenzó a ejercer un poco de presión en la entrada del rubio rozando la parte inferior de su miembro en el proceso. Se aseguró de hacerlo lo suficiente para que YeoSang moviera sus caderas hacia atrás buscando su toque cuando se alejaba.
—Papi, por favor —gimoteó YeoSang, su voz cargada de una mezcla de necesidad y aparente inocencia.
YunHo chasqueó la lengua y se alejó de YeoSang, quien lo miró confundido. El chico no se resistió cuando YunHo le ató las muñecas por la espalda con la corbata.
—Voltéate —ordenó YunHo.
YeoSang obedeció, tal y como un buen chico lo haría. Porque YeoSang era el buen chico de Papi. YunHo lo acorraló contra la isla, lo tomó por el mentón y con las pupilas dilatadas le preguntó una vez más:
—¿Qué pasa cuando haces este tipo de cosas, YeoSang?
—Papi no puede concentrarse en su trabajo.
—¿Y crees que eso está bien, cachorrito? —dijo él. Su mano repasó el borde de las bragas y delineó la punta del miembro de YeoSang.
—N-no, no está... bien —dijo entre suspiros mientras YunHo trazaba pequeños círculos sobre su intimidad, sonriendo divertido cuando YeoSang comenzó a gemir más fuerte—. YunHo... Papi...
—¿Vas a ser un buen chico, YeoSanggie? —dijo con sorna al ver cómo su novio se deshacía lentamente ante su toque— ¿Vas a ser un buen chico para Papi?
—S-sí, voy a ser un... un buen chico para... Ahh, para Papi...
Pronto YeoSang se encontró hecho un pequeño y adorable desastre de gemidos. YunHo lo tomó por la nuca y lo besó, mordiendo y chupando cuando YeoSang los abría para soltar incoherencias que se quedaban en el aire o se cortaban por los eróticos sonidos que emitía. Tenía las mejillas sonrojadas y los ojos cerrados de una manera en la que sus pestañas tocaban ligeramente su piel rosada y húmeda por las traviesas lágrimas que se escapaban de sus ojos producto de la creciente excitación y del cúmulo de sensaciones que experimentaba su cuerpo. Se encontró pensando en que iba a correrse sin que YunHo lo tocara directamente, pero el pelinegro no estaba de acuerdo con eso. YunHo quería divertirse un poco más con su novio y eso iba a hacer. Retiró su mano de la intimidad de YeoSang, el rubio lo miró confundido y con las pestañas adornadas por pequeñas lágrimas que le recordaban a los pétalos de rosa cubiertos de rocío.
—Ponte de rodillas —ordenó.
YeoSang lo hizo, mirando directamente los ojos de su pareja. YunHo liberó su prominente erección y la pasó delicadamente por los labios rojizos e hinchados del rubio, encontrando adorable lo impaciente que estaba en esos momentos. YunHo le hizo un gesto con la cabeza y YeoSang comenzó a chupar lentamente hasta el glande logrando que YunHo soltara breves gemidos desde su garganta.
—No vas a hacer lo que te plazca, cachorrito —susurró YunHo acariciando las mejillas de YeoSang—. No esta noche.
Tomó la parte inferior de su miembro y poco a poco lo deslizó dentro de la cálida y húmeda boca de su novio sabiendo que eso le gustaba. YeoSang disfrutaba de su sabor y de lo bien que se sentía. No pasó mucho tiempo hasta que YeoSang marcó un ritmo que pronto los hizo disfrutar a ambos, llenándose por completo para después sacarlo y divertirse un poco paseando su cálida lengua por las venas y trazando círculos en el glande antes de chuparlo por completo en un vaivén que a YunHo le encantaba.
El pelinegro echó la cabeza para atrás, recargándose sobre la encimera y deleitándose con la vista de su novio engullendo deliciosamente su pene, volviéndolo loco con cada chupada y con cada mirada que le dirigía mientras que YeoSang se moría por usar sus manos para poder jugar mejor con la polla de su novio, a la vez que también se moría de ser llenado por él. Su propio miembro se encontraba palpitante y demandaba atención desde el interior de las húmedas bragas. YunHo sonrió con sorna al percatarse de la situación en la que se encontraba su novio. Llevó una de sus manos a la sedosa cabellera de YeoSang haciendo que su miembro saliera por completo de su boca. El rubio lo miró con un erótico brillo en los ojos mientras besaba su pene y se acariciaba contra él como un gatito.
—¿Ya aprendiste la lección, YeoSanggie? ¿O tendré que castigarte más?
—Ya aprendí la lección, Papi. Seré un buen chico de ahora en adelante. —YunHo pudo sentir las vibraciones de su voz mientras se llevaba nuevamente la mitad del miembro a la boca sin romper el contacto visual.
Una risa grave escapó de los labios de YunHo. Lo tomó por la cabellera y deslizó su miembro hasta el fondo de la garganta de YeoSang, sacándolo y volviéndolo a meter una y otra vez. Ahora él marcaba el ritmo. YeoSang tenía la mirada borrosa, sintiendo un cosquilleo en la parte inferior de su cuerpo que se volvía cada vez más intenso. Iba a correrse mientras YunHo le follaba la boca.
—Carajo, Sanggie. —YunHo lanzó un grito ronco cuando sentía que estaba por llegar a su orgasmo y los gemidos amortiguados de YeoSang le indicaban que él también estaba a punto de hacerlo.
La erótica melodía se vio interrumpida por el tono de llamada del teléfono de YunHo. El pelinegro acarició la barbilla de YeoSang con su pulgar antes de retirar el miembro de su boca y permitiéndole recuperar la respiración. Su adorable cachorrito se encontró haciendo un mohín, estaba molesto, ambos lo estaban, sobre todo cuando el mayor alcanzó a leer el nombre en la pantalla del teléfono.
—Más te vale que sea de vida o muerte, Song.
—De hecho, lo es —dijo el platinado al otro lado de la línea. YunHo suspiró un poco molesto—. Estoy en la joyería y ya tengo dos finalistas.
—Eso es genial, MinGi... —sus palabras se volvieron un suave suspiro al sentir la lengua de YeoSang sobre su miembro, delineándolo lentamente de arriba a abajo—. ¿Y para qué me llamaste?
—Porque no puedo escoger entre un anillo de oro blanco o uno de oro pulido.
YunHo miró a su novio, una traviesa sonrisa decoraba sus labios mientras chupaba libremente su pene antes de meterlo lentamente en su boca. Se mordió el labio y echó la cabeza hacia atrás.
—¿Cuál de los dos es más bonito?
Miró una vez más a YeoSang quien sólo soltó una pequeña risa cuyas vibraciones resonaron deliciosamente en el sensible miembro del pelinegro. YunHo enredó sus largos dedos en la cabellera del menor y comenzó a mover sus caderas una vez más, deslizándose lento y profundo en la boca de YeoSang para después moverse más rápido. YeoSang ahuecó sus mejillas y una vez más dejó que YunHo lo follara a su gusto.
—Creo que el de oro pulido es más bonito, pero a JongHo le gusta más el oro blanco. Esto es difícil, ¿Cómo supiste cuál...?
A YunHo poco le importó que su mejor amigo estuviera al otro lado de la línea y dejó escapar un gemido ronco, acompañado de una maldición que resonó por lo bajo y que MinGi alcanzó a escuchar.
—Ya te regreso la llamada, ve más anillos mientras tanto —dijo con la respiración agitada cortando la llamada y la voz de su amigo para llevar ambas manos a la cabeza de YeoSang. El chico estaba ido, tenía la mirada borrosa, las mejillas sonrojadas y los labios empapados por una mezcla de saliva y líquido preseminal—. Dios, YeoSang. Sí, te encanta. Te encanta tener la polla de Papi en tu boca, ¿no? Mírate, mira lo desesperado y necesitado que estás.
YunHo seguía empujando su miembro en la boca del rubio. Después de tanto tiempo juntos sabían que a YeoSang le excitaba la ilusión de YunHo tomándolo por la fuerza y usando su cuerpo a su total antojo. Por eso mandó ese mensaje, por eso mandó esa fotografía. Y eso estuvo bien para ambos. La cocina se llenó de gemidos hasta que ambos alcanzaron su liberación y sus cuerpos se encontraban temblando por el orgasmo. Las bragas de YeoSang estaban empapadas por su corrida, pero poco le importó pues se encontraba tragándose hasta la última gota del orgasmo de YunHo, recorriendo la comisura de sus labios para tomar lo que faltara. YunHo aún tenía las pupilas dilatadas cuando lo tomó por el mentón y lo ayudó a ponerse de pie, YeoSang lo hizo con un movimiento grácil tan propio de él.
Las manos de YunHo acariciaron las mejillas marcadas por lágrimas de su novio, su pulgar se paseó por el belfo inferior de YeoSang. YunHo lo miró con tal adoración que YeoSang sintió su corazón latir con fuerza mientras se unían en un beso lento y cargado de cariño. YunHo le plantó un beso en la punta de la nariz cuando se separaron y rápidamente buscó un pañuelo para limpiar apropiadamente el rostro de su pareja.
—Déjame ayudarte con eso —dijo YunHo con voz suave, abrazando el cuerpo de su novio mientras sus manos se encargaban de deshacer el nudo de la corbata—. Te portaste muy bien, YeoSanggie. Pero aún no he terminado contigo —canturreó en su oído, dejando un cálido beso en su cuello haciéndolo suspirar.
YunHo tomó las manos de YeoSang y se encargó de repartir pequeños besos en sus muñecas lastimadas, adornadas con un color rosáceo. YeoSang sonrió, encantado con esa muestra de cariño y sintiéndose nuevamente excitado por las palabras de YunHo. El chico enredó sus manos en el cuello de su novio, besándolo con el mismo cariño de antes y con las piernas aún resintiendo su reciente orgasmo. YunHo lo tomó por la cintura, descendiendo lentamente hasta que tomó su trasero y lo azotó suavemente, haciendo que YeoSang soltara un gemido de sorpresa en medio del beso.
—Ve a la habitación y ponte en cuatro sobre la cama —ordenó YunHo con voz grave enviando una descarga eléctrica al cuerpo del rubio—. No tienes permitido tocarte hasta que yo llegue, ¿entendido?
—Sí, Papi.
—Buen chico —dijo él con una sonrisa, besando su mejilla.
YeoSang le sonrió. YunHo se perdió momentáneamente en el contoneo de sus caderas y en su elegante manera de andar. Se acomodó el pantalón y tomó su teléfono para marcar el número de MinGi, cruzándose de brazos mientras descansaba sobre la encimera de la cocina. MinGi le respondió después del tercer tono.
—¿Ya escogiste un anillo? —le preguntó.
—Estaban cogiendo —dijo él con voz neutra.
—Sí, pero no cambies el tema, ¿ya escogiste uno?
—Todavía no. Ahora también estoy considerando uno que está incrustado de diamantes más pequeños —MinGi suspiró cansado—. ¿Cómo supiste cuál era el indicado para YeoSang?
YunHo miró por unos segundos las lámparas que colgaban sobre la isla de la cocina, tratando de recordar lo que pasaba por su cabeza aquella tarde de primavera.
—Supongo que nunca dejé de pensar en él, en lo que le gusta y en lo que lo haría más feliz. Cómo esperaba que se sintiera cada vez que lo viera... ¿Eso te sirve de algo?
MinGi soltó una suave risa seguida de un suspiro que el pelinegro reconocía como el mismo que el platinado solía soltar de manera inconsciente cuando comenzó su enamoramiento por el castaño y le hablaba sobre él.
—Ya sé cuál escoger. Gracias, YunHo.
—No hay de qué.
—Los dejo para que puedan seguir cogiendo. Te llamo después.
YunHo dejó el teléfono sobre la encimera, agradeciendo que MinGi no le haya hecho la misma pregunta que tanto él como SeongHwa llevaban haciéndole desde hacía varias semanas.
⊱🎀⊰
—Ahh, Yunnie... —gimió YeoSang, arrugando las sábanas bajo sus manos.
—Levanta las caderas —ordenó YunHo.
YeoSang yacía boca abajo, con la mejilla sobre las sábanas y con las mallas y la ropa interior rotas, YunHo encima de él, empujando su lengua contra su entrada resbaladiza y masturbando el miembro de su chico. La tela de la falda enmarcaba preciosamente su trasero mientras que su top y el elegante atuendo de YunHo yacían sobre la alfombra de la habitación tenuemente pintada con la luz cálida de las lámparas y se encontraba inundada con el perfume de las flores de lavanda. Los pequeños gemidos inocentes de YeoSang fueron directamente a la polla dura de YunHo mientras el rubio se mostraba ansioso y se derretía con cada toque hasta que el pelinegro comenzó a acomodarse encima de él una vez se aseguró de dejarlo propiamente preparado. Una tímida sonrisa adornó los labios de YeoSang cuando sintió el miembro de YunHo posicionarse contra su entrada y lo empujaba lentamente.
YunHo sintió el cuerpo de YeoSang temblar debajo de él. No importaba cuántas veces lo hubieran hecho hasta ahora, el interior del chico siempre lo recibía cálido y estrecho. YunHo siguió adelante, una pulgada a la vez, cubriendo el cuerpo de su novio mientras repartía besos por su nuca, su mandíbula y sus adorables mejillas. Mientras se deleitaba con los sonidos de YeoSang, YunHo flexionó las caderas para terminar de hundirse en él, sintiendo cómo su miembro era deliciosamente recibido por el apretado interior. YeoSang emitió un agudo gemido y se aferró con fuerza a las sábanas.
—Siempre estás tan apretado, cariño —dijo en voz baja, besando su mejilla.
YeoSang lo miró con los labios entreabiertos y la mirada perdida en un golpe de placer, viéndose tan perfectamente erótico y sensual sin perder esa chispa de inocencia. YunHo capturó sus labios en un beso necesitado, reclamándolo como suyo mientras lo penetraba y empujaba su cuerpo hacia atrás hasta que estuvo pegado a él. YeoSang no pudo evitar el siseo que nació de sus labios por los remanentes del ardor en sus glúteos producto de su juego previo.
YunHo embistió a YeoSang con fuerza, en la habitación sólo se escuchaban los jadeos entrecortados de YeoSang y los gruñidos de YunHo acompañados de sus pieles golpeando juntas. Los dedos de YunHo se quedaban marcados en la tersa piel de YeoSang mientras se metía en su cuerpo con la intención de llenarlo.
—Ahh, YunHo. Más. Más por favor —suplicó YeoSang lo suficientemente excitado como para sentir vergüenza. Porque sería mentira si dijera que no esperaba este resultado después de su pequeña travesura con la fotografía.
—¿Te gusta tenerme dentro de ti, amor? ¿Esto era lo que querías cuando mandaste ese mensaje? —preguntó YunHo.
—Sí, Yunnie.
YunHo envolvió un brazo por la cintura de YeoSang para levantarlo un poco. El rubio llevó una de sus manos al cuello de YunHo y lo miró sobre el hombro mordiéndose el labio inferior, viéndose eróticamente inocente. YunHo lo besó con cuidado pues no quería lastimar más su boca que se encontraba ya lastimada por lo de antes, permitió que YeoSang controlara el beso aún cuando decidió profundizarlo por un momento.
—Dime cuánto necesitabas mi polla en tu pequeño agujero, Sanggie.
—M-mucho, Yunnie. Oh, Dios... Te necesitaba demasiado.
Las embestidas de YunHo se volvieron más lentas hasta que se encontró penetrándolo lenta y profundamente, sus dedos acariciando la comisura de los labios hinchados de YeoSang que aprovechó para chuparlos con avidez al ritmo de las embestidas. Los gemidos de YeoSang se hicieron más fuertes. YunHo lo recostó una vez más dejando caer su mano sobre el trasero de YeoSang e inclinándose para dejar besos fugaces sobre su espalda.
YunHo se liberó del cuerpo de YeoSang. Levantó la cabeza con los labios entreabiertos y la mirada nublada.
—Ven aquí, bebé —dijo YunHo, recargando su espalda contra la cabecera de la cama.
YeoSang gateó hacia él y YunHo lo tomó con cuidado por la cintura para acomodarlo sobre su regazo. YeoSang, con sus mejillas cubiertas de un adorable sonrojo, se acomodó sobre el miembro de YunHo provocando que se hundiera de nuevo en el calor apretado de su cuerpo. YunHo soltó un ronco gemido y colocó sus manos en las caderas de su novio empujándose dentro y fuera de él varias veces.
—Ahh... Sí, YunHo —susurró YeoSang entre suaves gemidos mientras se apoyaba sobre los hombros del pelinegro. YunHo comenzó a mover sus caderas un poco más rápido haciéndolo gemir más alto—. Más fuerte, por favor —suplicó YeoSang con la mirada borrosa.
—¿Lo quieres duro? ¿Quieres que te llene más profundo, bebé?
YeoSang comenzó a moverse hasta empatar el ritmo de YunHo, llevando su cabeza hacia atrás cada que el miembro de su novio tocaba ese delicioso punto que lo hacía ver estrellas.
—Por favor, Yunnie. Te necesito. Más fuerte.
YunHo soltó una risa profunda y sostuvo a YeoSang en su lugar deteniendo sus movimientos, tomándose su tiempo para delinear su cintura con la yema de sus dedos. YunHo flexionó las caderas y se empujó más profundo dentro de YeoSang en un solo movimiento que por poco le arrebata el aire de los pulmones y que al final dejó una sonrisa satisfecha pintada en sus preciosos labios. El sonido de las pieles golpeando y de sus jadeos era simplemente erótico. Había pasado un tiempo desde la última vez que YunHo lo había follado de esta manera y le encantaba sentirlo; le encantaba sentir sus manos por todo su cuerpo y cómo se llenaba de él con cada movimiento.
YeoSang movió sus caderas en círculos sobre el regazo de YunHo en un ritmo que lo hizo gruñir de placer. Lo miró, tan precioso y encantador. Se veía hermoso de esa manera, con la cabeza ligeramente hacia atrás, los labios rosáceos entreabiertos invitándolo a probarlos hasta el cansancio, los músculos cubiertos de una brillante capa de sudor tensándose mientras montaba a YunHo con fuerza.
—Yunnie... —suplicó YeoSang, acariciando el cabello del pelinegro.
YunHo no pudo resistirse más y aceptó la invitación de los labios de su chico, dominando el beso casi al instante. Se encargó de morderlo, chuparlo, de comenzar un danzón con la lengua del menor mientras amortiguaban los sonidos de placer. YunHo se empujó dentro y fuera varias veces hasta tomar el cuerpo de YeoSang por la espalda baja y recostarlo sobre la cama, atrayéndolo a él. Dirigió su diestra alrededor del miembro goteante y palpitante de su novio.
—¿Quieres venirte, no es así, Sanggie? —gruñó contra sus labios.
—Por favor. Se siente tan bien —jadeó YeoSang. El cabello se le pegaba a la frente y su cuerpo estaba lleno de marcas de un color rojizo que contrastaba con su piel lechosa de una manera casi poética, como los rosales en invierno—. Quiero correrme, YunHo.
YeoSang gimió, moviéndose contra la pelvis de YunHo, forzando su pene más profundo. El placer se disparaba entre ambos cada que YeoSang se movía contra él. Era enloquecedor, era adictivo. YunHo no pudo soportarlo más y tomó las caderas de YeoSang, entrando y saliendo de su estrecho y cálido interior. YeoSang tomó a YunHo por los bíceps, dejándole los brazos marcados mientras soltaba palabras a medio terminar; YunHo lo follaba duro y rápido, buscando la liberación de ambos.
—Yunnie, mi amor —gimió YeoSang.
YunHo se acercó al rostro sonrojado de su novio, besando sus mejillas y la preciosa marca que adornaba su piel y que era su favorita. Las manos de YeoSang se sujetaron a la espalda del mayor. Entonces se corrió, su cuerpo se envolvió por completo alrededor de YunHo, permitiéndole sentir cada espasmo. YunHo soltó un gemido ronco cuando su orgasmo llegó mientras continuaba moviéndose dentro y fuera del cuerpo de YeoSang, llenándolo de su orgasmo.
Se sostuvo con los brazos para no derribarse sobre el cuerpo sensible de su novio, ambos soltaban jadeos y estaban cubiertos de sudor. YeoSang desprendía un aroma que era única y exclusivamente para YunHo.
—Joder —dijo YeoSang, cansado.
—¿Estás bien, bebé?
YeoSang asintió ligeramente, sintiendo que sus ojitos se cerraban. YunHo rió y comenzó a repartir besos por todo su rostro, haciéndolo sonreír. Un leve jadeó nació de sus labios cuando YunHo salió de su interior. Tenía los muslos adornados con tiras del semen del pelinegro y se sentía satisfecho al encontrarse lleno de él.
—No te duermas, Sanggie —pidió YunHo con voz suave, acariciándolo con el dorso de la mano—. Ya vuelvo, no te vayas a dormir.
—De acuerdo, Yunnie.
YunHo se puso unos pantalones de algodón que había dejado sobre el sillón de la recámara esa misma mañana antes de irse a trabajar. Fue al baño, tomó una caja de toallitas húmedas y aprovechó para abrir el agua de la ducha, después regresó a la recámara y se sentó al lado de su novio. YunHo lo limpió con cuidado, dejando besitos en su rostro cada cuánto. YeoSang se sentía la persona más afortunada del mundo cuando YunHo lo miraba de esa manera, sus ojos rebosantes de amor y de cariño, lo miraba como si fuera lo más precioso del mundo y en cierta forma así era. YeoSang era lo que YunHo más quería, era su mundo, su adorable maltés, su pequeño ángel.
—Te amo tanto, Yunnie —dijo con voz suave y ojitos perezosos.
YunHo se inclinó para besar la punta de su nariz.
—Y yo te amo tanto, no tienes idea de cuánto.
Poco después se encontraban bajo el agua tibia de la ducha, riendo con los peinados graciosos que se hacían con el champú y simplemente disfrutando de su compañía, de las caricias inocentes que se escondían detrás de la espuma y de los pequeños besos que se iban con el agua. YunHo ayudó a su novio a ponerse su pijama favorita, una que tenían a juego y era de color menta con figuras en color rojo, verde y amarillo, y que tenían bordado el personaje de una vieja caricatura a la altura del pecho.
Estaban en la sala de estar, con las flores de manzana recalentadas acompañadas de una taza de té de canela. YunHo secaba el cabello de YeoSang mientras veían el último episodio de un drama que habían comenzado hace apenas un par de días. Una vez terminó con su tarea, se acomodó detrás de su pareja y rodeó su cintura con sus brazos, lo abrazó para brindarle un poco de su calor. YeoSang recargó su espalda contra su pecho, preparándose inconscientemente para dormir entre los brazos de su novio.
YunHo lo miró y una sonrisa se dibujó en sus labios.
Sabía que había hecho bien en escuchar a su corazón cuando YeoSang llegó a su vida, así como sabía que había hecho una buena elección respecto al anillo de compromiso.
• 🎀 • 🎀 • 🎀 •
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro