𝟎𝟓.
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C A P Í T U L O C U A T R O:
Miedo.
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—Maestro, debes desaparecer. —dijo una voz a espaldas de todos y una luz apareció, perteneciente a un balón.
—¿Qué pasa? —cuestionó, notando como era absorbido. Harper se giró a la vez que todos y vieron a Beta sonreír.
—¡Déjale! —gritó la chica, y Beta rió, observándola.
—No eres para tanto. —murmuró observándola— El presidente te había puesto por los cielos... y no eres más que escoria. Quizás debería absorberte también... —finalizó divertida y la apuntó a ella también con el mismo balón.
David, que parecía que había evitado ser absorbido y estaba manteniendo el balón a raya, se puso en medio para que le absorbiera a él y no a Harper.
—¡David! —gritó la chica, viendo como el maestro desaparecía de su vista y miró a Beta enfurecida.
—Este es vuestro fin. —soltó la capitana de Protocolo Omega con las enseñanzas del maestro en una mano y desapareció.
Harper se acercó a donde estaba David había desaparecido y recogió una piedra que había aparecido después de que David fuera absorbido.
—Esto es el efecto Chrono Stone... La fuerza de la voluntad de David Evans chocó con el poder que quería capturarle y hacer que desapareciera de la historia... Y la energía producida ha hecho que la existencia de David Evans se convierta en una contradicción con el flujo del tiempo. —dijo Wonderbot llegando al lado de Harper junto a Fey.
—¿Contradicción del tiempo?
—Como su presencia ya no era consistente con el flujo temporal, David ha acabado comprimido en una joya que se llama Chrono Stone.
—¿Una persona es una piedra? —murmuró Arion en shock, observando la joya que tenía Harper en las manos.
—¡Eh, cuidado! A los ancianos hay que tratarles con cuidado. —gritó la piedra haciendo que Harper la soltara del susto.
La piedra se mantuvo en el aire por sí misma mientras la voz de David resonaba por todos lados.
—Puede que tan solo la fuerza mental del maestro permita esto... —soltó Wonderbot, tan sorprendido como todos.
—Pero no podemos dejarle así. —soltó Arion.
—Debemos derrotar a Protocolo Omega primero. —continuó hablando Harper.
—Debe contarnos lo que escribió en el libro... —pidió Riccardo a David.
—Os lo puedo contar, pero no es más que el sueño definitivo que tuve sobre el fútbol. Os advierto que os será imposible reunir a los jugadores que forman este equipo definitivo. ¿Seguís queriendo conocerlo? —todos los presentes asintieron eufóricos a la pregunta, pues aunque David lo encontrará imposible, algo podrían hacer, ¿no?
[...]
—Pues lo que ha dicho es como otro código para mí. —admitió Wonderbot, haciendo una mueca.
—No me imagino que clase de jugadores deben ser... —murmuró Fey, pensando.
—Encontraremos a once jugadores con estas condiciones, ya veréis. —dijo Riccardo, convenciéndose con sus palabras y convenciendo a todos.
—Debe de haber alguna pista para empezar a buscarlos, ¿no? —cuestionó Harper, estando de acuerdo con Riccardo, a David.
—Mhmm... Yo diría que si hay alguien que cumpla del todo con el poder número uno sería... Oda. ¡Oh sí! Nobunaga Oda sería perfecto.
—¿El de la época feudal? ¡Pero si ese no era jugador de fútbol! —gritó Jade enfadada, ¿cómo iban a conseguir el equipo definitivo de fútbol si sus integrantes no jugaban al fútbol?
—Sí, pero era un gran estratega... Sus tácticas son famosas por su valor y astucia. —admitió Riccardo, entendiendo el por qué David lo había elegido para el poder número uno.
—¿Le sacaremos de la época feudal y le meteremos en un equipo de fútbol? Dudo mucho que...
—Ya os lo había dicho, ¿no? Que era imposible, no es más que un sueño mío.
—Pero sí se puede, con las pistolas miximax. Iremos a su época para conocerle y luego tomar el poder que necesitamos. —interrumpió Fey la conversación de Jade y David, explicando su idea.
—¡Claro! Si vamos a las épocas de las personas que correspondan con los poderes, nos haremos con estos y nos fusionaremos con ellos. Así nosotros, con el miximax, formaremos el equipo definitivo. —continuó Harper la explicación, asintiendo con la cabeza dando a entender que era un gran plan. Simeon, lograremos vencer a El Dorado..., pensó la chica. Pues estaban cada vez más cerca de ser lo suficientemente fuertes como para poder detenerlos.
—Pues vosotros debéis viajar al pasado para conseguir la fuerza de Oda y reunir poco a poco al equipo definitivo. Yo me quedaré aquí, en el presente, y buscaré si hay otro método para salvar a Mark. —comentó Jude, a lo que todos asintieron, subiéndose al autobús para ir al presente.
—Debemos encontrar un artefacto que nos lleve a su tiempo. —dijo Fey, pensando en que podría ser.
—Cuando lleguemos al presente iremos a mi casa a investigar si hay algún objeto de Oda por la zona. —propuso Riccardo y todos murmuraron un sí a unísono.
[...]
—Nobunaga Oda nació en... —mientras Arion leía la biografía de Nobunaga Oda junto a Fey y Wonderbot desde el autobús, Harper y el resto se encontraban en casa de Riccardo.
Harper había dejado de escuchar hacia ya un buen rato a Arion, pues con que alguno le prestase atención sobraba, y ella estaba ocupada pensando y recordando todo lo que había vivido en esa casa.
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La primera vez que visité esta casa fue de lejos, para dejar los resultados del partido. En aquel momento estaba ciega, me daba igual lo que tuviera que hacer para acabar con aquel fútbol.
Poco a poco, los del Raimon lograron abrirme los ojos y me demostraron lo fantástico que era en realidad. Me mostraron que valía la pena luchar por él.
Cuando entré por primera vez fue cuando escape de casa, y solamente confiaba en Riccardo como para pedirle que me dejase quedarme.
Se lo agradeceré siempre, pues aquel gesto hizo que me integrara más en el equipo. Posiblemente, si nunca hubiese estado viviendo aquí con él, nunca habría cambiado de parecer y seguiría siendo la misma chica que antaño.
La misma chica... Aquella a la que le daba igual todo y todos, y solo se preocupaba por sí misma. Aquella que hacia lo que tuviera que hacer con tal de salirse con la suya.
Aquella que no sentía nada por nadie, que estaba fría como el hielo. Aquella que estaba muerta en vida.
Miré a cada uno de los chicos que había en la habitación hasta que mis ojos se posicionaron sobre uno. Riccardo. Su pelo ondulado le caía levemente sobre la cara y tapaba sus mejillas. Su nariz sobresalía y era lo único que se podía apreciar desde aquel ángulo, pero aún así era preciosa.
Estaba concentrado en leer los artículos sobre Oda, y buscando por su portátil objetos que le hubiesen pertenecido.
Y mientras él trabajaba tanto para lograr nuestro objetivo, yo solo podía pensar en darle las gracias.
Porque así era, él era la causa de que yo estuviera allí, con ellos. Por él había vuelto a ser yo, yo misma. No esa que había intentado ser para complacer al Sector V. No esa que había intentado ser para sobrevivir en este mundo cruel. Sino yo.
Solo yo.
Gracias Riccardo, gracias por abrirme los ojos. Por enseñarme a querer, por enseñarme a amar. Y por amarme de vuelta.
Ahora te arrepientes de romper con él sin habértelo follado, eh. Si es que eres estupida, Harper.
Cállate.
Me sacudí la cabeza y me concentré en lo que estábamos haciendo, pues era necesario conseguir cada uno de los 'poderes' esos cuanto antes.
No por Simeon solamente, sino por sus compañeros y los míos. Y por todos los amantes del fútbol.
No podía dejar que gente tan frívola como los de El Dorado se saliesen con la suya. Gente que había marginado y odiado a niños por ser especiales. Por ser diferentes.
Gente que quiere hacer desaparecer el fútbol.
Gente que no merece tener todo lo que tiene, pues no sabe apreciar nada.
No dejaría que se saliesen con la suya.
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—¿Harper?¡Harper! —gritó en susurros Víctor pasándole la mano por la cara a la chica, que llevaba un buen rato con la mirada fija en el peliceniza. Como buen amigo, intentó despertarla de su trance antes de que Riccardo o alguno de los demás se diese cuenta.
—¿Qué... —cuestionó la chica mirando a Víctor y entonces se puso roja— Y-yo... Yo no...
—Da igual, sé que aún le quieres. Pero déjale un poco. —susurro Víctor— Que parece mentira que fuiste tú quien rompió con él. —dijo divertido el chico.
—No rompí con él... Necesitaba espacio para entenderme a mí misma. —murmuró la chica de vuelta, defendiéndose.
—Ya, ya, claro. Tenías miedo. Miedica. —Víctor se recostó, aún divertido por las caras de la chica, y rió.
—¿De qué tanto habláis y reís? Podríais ayudar. —gruñó Di Rigo.
—De nada, de nada. / Víctor, que es tonto. —dijeron Víctor y Harper a la vez, uno divertido y otra rodando los ojos y cruzada de brazos.
—¡Tenemos unas espadas que le pertenecieron a Nobunaga Oda! Salid que os recogemos.—gritó Arion por el teléfono y todos dejaron la conversación para más tarde, levantándose corriendo y saliendo afuera para viajar al pasado.
[...]
—Si vamos a la aldea vestidos así... Armaremos un escándalo. —murmuró Víctor, deteniendo a todos aquellos que habían empezado a andar hacia allí.
—Es cierto... Tal y como estamos ahora llamaríamos mucho la atención. Pero compre esto y... —Wonderbot sacó un artilugio y apretó un botón. Al instante, las ropas de todos cambiaron y al mirarse llevaban puesto algo más apropiado para aquella época.
—¡Es precioso! —dijo Skie y todos asintieron.
—Vayamos a echar un ojo. —propuso Fey.
—¡Mirad! —gritó Rosie corriendo por l calle— Parece que estemos en una película.
—Sí. Pero es tan real. —dijo Jade tocando todo lo que encontraba— No tiene nada que envidiar al decorado de la serie de los 12 Samurais Ninjas.
—¿Te gusta ese tipo de cosas, Jade? —cuestionó
—Es una loca de las series de samurais. —rió Ryoma, pasándole un brazo a Jade por los hombros. La chica gruñó cruzada de brazos y decidió ignorarlo.
—Deberíamos separarnos y reunir toda la información que podamos, a ver si descubrimos algo sobre el paradero de Nobunaga. —propuso Fey.
Poco a poco se fueron alejando los unos de los otros. Fey y Wonderbot se quedaron por la zona, Arion y JP se fueron por la derecha, Rosie y Skie por la izquierda, seguidas de Jade y Ryoma —aunque estos últimos se detuvieron en un bar, pues les ofrecieron comida—. Harper decidió irse con Víctor pues no quería quedarse a solas con Riccardo, y este último se fue solo.
—No tengo miedo—dijo Harper rompiendo el silencio.
—¿Eh? —preguntó el chico sin entender lo que su amiga decía.
—Que no soy una cobarde. —al soltar eso, Víctor entendió de lo que hablaba y rió.
—¿Cómo que no? Si has preferido venirte conmigo a irte con él.
—No es verdad, simplemente...
—Simplemente tenía miedo de que le des igual. —soltó Víctor de una— Tienes miedo de que hayas cometido el mayor fallo de tu vida y no puedas arreglarlo.
—No es ver...
—Sí lo es, Harper. Admítelo. —la interrumpió el chico— Estamos en confianzas, y creo que ya sé como piensas incluso mejor que tú.
—Que no, es mentira. —la chica hizo oídos sordos, aunque en el fondo hasta ella misma sabía que lo que Víctor dijo era totalmente cierto. Tenía miedo.
Siempre lo había tenido.
Primero tuvo miedo de que al olvidarla, Riccardo la abandonase para siempre. Luego tuvo miedo de que él mismo se diese cuenta de que podría tener mucho más si se lo proponía. Y ahora tenia miedo de no poder retroceder, de no poder arreglarlo.
Vivía con miedo, y eso era lo que más temía.
[...]
—¡Perdóname! —dijo una voz, y Riccardo apartó la vista del papel que llevaba en la mano para mirar a la chica que había manchado su camiseta.
—Oh... No hay problema. No te preocupes.
—Que torpe he sido... Por favor, entre dentro y le secaremos las ropas. —murmuró la chica arrepentida.
—Ahora mismo tengo un poco de prisa. —admitió el joven, pero al ver cómo la chica no pensaba cambiar de parecer y pensaba seguir insistiéndole, desistió y aceptó la oferta de la joven.
—¿Es amigo tuyo, Katsu? —la chica, que ahora Riccardo sabía que se llamaba Katsu, asintió hacia su madre y le dio unas ropas secas y tendió las suyas al sol.
—Deberás aguantar un rato llevando eso.. Pero no te preocupes, está limpia.
—No, si esa no es la cuestión... —dijo el chico mirando lo que llevaba puesto. Katsu condujo a Riccardo hasta la sombra de un árbol para espesar que su ropa de secase y empezó a contarle un poco de su vida.
A la chica le había encandilado Riccardo al instante, pues él era un chico que llamaba bastante la atención.
—¿Tu no eres de por aquí, verdad? Es que tienes un pecado bastante peculiar y...
—Oh, lo cierto es que provengo de un lugar muy diferente a este.
—¿Sí? ¿Y cómo es ese lugar?
—Bueno, lo cierto es que no tiene unas vistas tan hermosas como estas, pero aún así tiene algo que es muy importante, muy importante, para mí. —murmuró el joven, mirando hacia el horizonte. A la joven se le rompió el corazón al escuchar lo ultimo.
—¿Te refieres a la chica que te gusta? —murmuró una voz apagada y triste, pues el chico le había gustado de verdad.
—¿Qué? No... No me refería a eso. —contestó el chico, pues era cierto. Él se refería al fútbol, pues la chica que le gustaba no estaba en aquel lugar, estaba con él. Y siempre lo estaría. Así que no podía decir que Inazuma tuviese a la chica, porque la chica no pertenecía a un solo sitio y a una sola persona.
Ella era libre, y era lo que más le gustaba de ella.
como habla dicho, aquí está el 2º cap de hoy :)
Espero que los hayáis disfrutado <3.
Besis de fresi, Maven.
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