one;
| 2 0 1 1 |
El sol se ponía en el ocaso, dándole un sentido misterioso a la poblada ciudad de Munich. La cual comenzaba a colmarse de luces provenientes de los llamativos carteles de las tiendas y los parques públicos.
Annabeth mantenía un rápido caminar entre la muchedumbre. Al igual todos ellos, también trataba de llegar a su hogar luego de una extensa jornada de estudio en la biblioteca de la ciudad. Ajustó su bolso en su hombro derecho pata evitar que cayera a la acera que se extendía bajo sus pies. Sus ojos divabagan de un lados hacia el otro, tratando de concentrarse en un objetivo, pero le era imposible.
Con tan solo diez años de edad, Annabeth se había convertido en un icono heroico para los vecinos de su barrio recidencial. En los escasos momentos en los cuales sus padres la dejaban abandonar la habitación, se dedicaba a cuidar las mascotas del doctor Williams, las petunias de la señora Lee, rescatar a los animales que quedaban en la cima del viejo roble de la esquina y a diseñar artefactos que mejoraran la calidad de vida del resto.
Un grito de auxilio resonó en su cavidad auditiva. Sus ojos se movilizaron hacia el lugar de procedencia, donde se encontró con una mujer que exclamaba, señalando las espaldas de un gigantesco sujeto. Había raptado a un pequeño niño. La muchacha no tardó momento alguno antes de comenzar a correr tras el secuestrador, esquivando a los civiles que se interponían en su camino.
De un espléndido impulso, despegó las suelas de sus zapatos del cemento, dejando atrás a un grupo de bicicletas que se había interpuesto. Sin perder de vista la presencia de aquel hombre corpulento que se llevaba al pequeño, colocó uno de sus pies sobre un carrito de dulces, elevándose nuevamente. Colocó el peso de su cuerpo sobre su pierna derecha, cayendo en el cartel de un local. Tomó el impulso necesario para comenzar su persecución sobre los bajos tejados de aquella zona.
Luego de dos cuadras de persecución, abalanzó su cuerpo hacia adelante para poder hacer una voltereta y caer justo delante del secuestrador.
—Bájalo, ahora —ordenó.
Annabeth se percató del pin en forma de pulpo que colgaba de la jacketa oscura. HYDRA, una organización secreta nazi. Robert, su padre, solía mencionado regularmente en las reuniones familiares: significaba peligro.
Varias carcajadas escandalosas salieron de los labios del agente:
—Niña, será mejor que te apartes de mi camino y regreses a tu hogar.
—¡Alto! —exclamó una voz masculina robótica detrás de ellos.
Percató la existencia de un soldado metálico que apuntaba a aquel hombre que mantenía cautivo al pequeño niño. ¡Y lo apuntaba con su brazo! Annabeth quedó sumamente asombrada con aquel invento, necesitaba algo semejante en su colección. No tardó segundo alguno en demostrar sus navajas ante la probabilidad de que el secuestrador los atacase.
De un rápido movimiento, le depositó una certera patada al grandulón en el abdomen. Por instinto, el agente se vio obligado a soltar al pequeño, el cual salió disparado en dirección a su madre.
—¡Niña insolente! —vociferó, furioso.
Antes de que pudiera acortar la distancia que los separaba, una figura esbelta apareció entre ambos. Georgie Hozier disparó contra el hombre tres veces: dos rebotaron en el chaleco y una se introdujo en un hueco de la prenda, pegando en el diafragma.
—Annabeth Marie Hözier —masculló Georgie.
Una sensación de terror inundó el cuerpo de la nombrada, quien retrocedió unos metros al apreciar el enfado que demostraba su madre.
Detrás de ella, aparecieron tres figuras más. El soldado de metal, su padre y el doctor Theon Williams.
...
—Espera, ¿una niña de diez años logró almacenar la energía de un agujero de gusano intrauniversal en una tableta móvil?
Annabeth se encogió de hombros, tomando entre sus manos las tabletas transparentes de su estuche. Le entregó una de ellas a Anthony Stark y se colocó a tres metros del millonario.
—Las moléculas se transfieren a través de cuatro dimensiones. La cuarta dimensión está compactada a escala subatómica, a lo cual el objeto debe sufrir una serie de transformaciones que fragmentan su composición original —dejó caer un bolígrafo por la pantalla. Instantáneamente un grupo de partículas salió por la tableta que sostenía Anthony—. Pero si le agregamos dos dimensiones paralelas más, obtendremos un agujero blanco que permite que el objeto se desplace sin inconvenientes hasta el otro extremo —volvió a repetir su accionar. En aquella ocasión el bolígrafo cayó intacto al suelo.
Robert dejó escapar un risita ante la mueca de asombro que poseía Tony en su rostro.
—¿Y el envejecimiento de un extremo acelerado y el estacionario?
—¿Quiere ser el primero en probarlo, señor Stark? —inquirió, demostrando una sonrisa burlona en sus labios. El sujeto mantuvo su semblante serio, Annabeth comprendió que le resultaba interesante la explicación— ¿En verdad? ¿Usted no sabe nada acerca de la gema del tiempo y la del espacio y sus respectivas influencias sobre el universo?
—Annie, cariño, ningún humano, aparte de nosotros, sabía de la existencia de las gemas restantes —respondió su padre, tomando asiento en una de las butacas de comando del jet.
—Oops..
Una sonrisa de inocencia apareció en sus labios. Mientras sus mejillas se tornaban de un color carmesí. «Bravo, Annabeth, has metido la pata de nuevo»
—Continua.
—Las gemas del infinito son seis en total: poder, realidad, tiempo, alma, espacio y mente. Los puentes interdimensionales que permiten desplazarse hacia diferentes puntos del universo son influenciados por la gema del tiempo, creando una curva cerrada de tiempo, lo que permite que el objeto viaje a velocidades cada vez mayores sin interferir en el espacio-tiempo —explicó, apoyando sus manos sobre la mesada—. En pocas palabras, se crea un hueco temporal.
—¿Dónde aprendiste toda la explicación que me has dado?
—Internet.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro