Viejos recuerdos
Dahana aún recordaba aquellos momentos como si hubieran pasado apenas ayer, estaban tan frescos en su memoria y se repetían con tanta frecuencia en sus actuales días que le era imposible no saberse ya a la perfección cada uno de los detalles que acontecieron en su pasado. Además de que el haberlos vivido ella misma le hacían imposible olvidarlos, y tampoco era que quisiera hacerlo.
Ahora mismo uno de esos tantos recuerdos estaba abarcando toda su mente, aquellos recuerdos que eran un tesoro y su mayor fuerza en esos momentos tan oscuros y dolorosos.
{...}
En esa ocasión todo había comenzado con una pelea familia, como de costumbre...
Ella y Tania llevaban un año de conocerse y aunque desconocía el motivo por el cual tuvo que ir a ver a su horrible familia recordaba que allí se encontraban, ambas, nuevamente metidas en una de las tantas cenas familiares que empezaban y terminaban mal.
Para ese entonces Dahana ya cargaba con la enorme responsabilidad de ser la cabeza de aquella familia tan disfuncional y grosera que daba pena admitirlo. Las peleas se habían vuelto aún más constantes luego de eso y Dahana ya comenzaba a perder la poca y contada paciencia que tenía.
Tania en cambio parecía divertirse por aquel espectáculo de amenazas, palabras hipócritas y groserías, sin embargo eso cambió cuando todo aquel veneno verbal fue dirigido hacía Dahana, allí perdió gracia y su expresión lo dejó bastante claro.
-Deberías renunciar a tu cargo, es bastante obvio que alguien como tú no pude hacerse cargo.- Había comentado Cleopatra cubriendo su boca con un abanico, como si no quisiera respirar el mismo aire que su sobrina.
-Eres tan idiota y fea que dudo que puedas hacer crecer las extensiones de la familia, ni siquiera podrás encargarte de manejar las organizaciones que ya tenemos, es más... Ni siquiera tienes un novio, ¿cómo esperas un progreso? No eres más que una deshonra.-
Agregó bruscamente una de sus primas cuyo nombre olvidaba ya que no sabía si era Amathis o Amaris... Sinceramente a Dahana nunca le importó y no iba a comenzar a importarle en ese momento.
-La belleza no tiene absolutamente nada que ver con el empeño, la dedicación, el talento y la astucia para hacer crecer una organización o encontrar nuevos contactos, podría ser fea igual que ustedes y de igual manera haría lo mejor por esta asquerosa familia.- Soltó Dahana haciendo caso omiso a las miradas fulminantes por partes del resto de invitados sentados a su mesa, a excepción de Tania.
-Además permítanme iluminar sus tristes conocimientos al respecto...- Tania se aclaró la garganta y dejó de comer para proceder a leer algunos documentos que mantenía guardados en su celular. -Acciones incrementadas de las compañías que poseen, aumento de bienes, contactos con los líderes de estado de Alea, Amer, Odra, Tal... Contactos con los gabinetes, presidentes y diputados de los mismos países, así como alianzas con las franquicias ANN, EMORT, ECH, y las compañías URTAX, MELEX, MALORN Y FOURNE. Adquisición de tres aerolíneas, apoyo al gobierno para construcción de autopistas, escuelas, hospitales y viviendas comunitarias.- Tania hizo una pausa y miró a los integrantes de aquella familia. -Y no sigo porque se les cae la saliva de tanto rabiar.-
-Aún así es una deshonra.- Un hombre que Tania creí recordar era el quinto tío de Dahana habló con voz ronca por el enojo. -Se supone que los líderes de familia se encargan de engendrar un descendiente y tú ni novio tienes, justo como decía Amayin.-
Dahana parpadeó, así que el nombre de su prima no era ni Amathis ni Amaris, pésimo servicio con su memoria, aunque bueno, daba igual, aunque se lo hubieran dicho no iba a tomarse la molestia de recordar un nombre de una persona tan fastidiosa.
-El papel de los líderes de familia no es solo engendrar pequeños bodoques para que siga predominando los genes familiares en la sociedad, es más bien ayudar a que la familia salga adelante sin importar que.- Dahana estaba perdiendo los estribos pero aún así optó por mantenerse serena, no quería empezar otra masacre porque luego los gastos de los funerales eran un desperdicio de dinero. -Aunque comprendo que ustedes, con su poca capacidad de pensar, su conservacionismo y su mente cerrada son incapaces de ver algo más allá para una mujer que el simple hecho de que produzca bebés de a montón, tenga tantos hombres como para llenar un hotel y luzca bonita.- Concluyó con una falsa sonrisa.
-No me sorprende que salgas con eso tapando el hecho de que no puedes aceptar du papel de engendrar, a estas alturas tampoco me alteraría que fueras estéril.- Una de sus tías habló nuevamente, para luego imitar a Cleopatra con su abanico.
Tania miró de reojo a Dahana y tuvo que morderse el labio para no reír, su compañera estaba poniendo los ojos en blanco ante las palabras tan estúpidas y sin sentido que soltaba su familia.
-Aunque es entendible que pongas excusas.- La tal Amarilla volvió a hablar con voz fastidiosa y ridículamente chillona. -Si yo fuera tú igual querría ocultar el hecho de que nadie quiera salir conmigo, incluso dudo que alguien quiera besarte, que asco...-
-Lo asqueroso aquí es que alguien quiera besarte a ti.- Tania hacía muecas de repugnancia mientras hablaba. -Eso si es tener malos gustos.-
-¿Quién te crees tú para hablarme?-
-Una persona muy valiente.- Tania se recargó en la silla. -Creo que hablar con una escoria es lo más valiente que he hecho hasta ahora.-
-¡NO ME LLAMES ESCORIA!-
-No le grites a Tania.- Los ojos de Dahana emitieron un brillo asesino que intimidó a su prima la cual tuvo que hacer uso de todas sus fuerzas para seguir hablando como si no tuviera miedo.
-¡No me ordenes nada!-
-Perdóneme usted.- Dahana dejó de cortar su filete y alzó su cuchillo sin apuntar a nadie en particular. -Lo haré a mi manera, no será una orden, sino una amenaza... Vuelves a gritarle a Tania y será lo último que hagas en tu miserable vida. ¿Quedó claro?-
-¿Quién te crees para amenazar a mi hija?- Otro de sus molestos tíos habló casi gritando. -No te soporto por esto, siempre crees que eres superior, que tienes poder, eres tan orgullosa y odiosa que me alegraré el día de mueras.-
-Él único que va a morir aquí serás tú.- Tania comenzó a jugar con un pequeño bisturí que había sacado de quien sabe donde.
-Tranquila, no vale pelear con esta gente.- Dahana colocó una mano en el brazo de Tania para calmarla un poco. -Y tío, nunca me he creído superior a ustedes, simplemente sé que lo soy. Ahora, si es todo lo que vamos a discutir creo que nosotras nos retiramos.-
-Alto.- Rosemer, la menor de sus primas habló alzando una mano. Aquella dulce y enérgica jovencita era la única que Dahana quería de todo ese desastre de familia. -Quiero hacer una petición.-
Dahana asintió con un sutil ademán de cabeza.
-Dime.-
-Me gustaría solicitar su presencia en la rueda de prensa y mesa de debate sobre el programa para los derechos LGBT y el proyecto de la no violencia en escuelas.-
-Oh sí.- Dahana se rascó la cabeza. -Ajustaré mi agenda para estar allí.-
-Gracias.- Rosemer sonrió e hizo una leve inclinación a modo de respeto.
-No entiendo porque apoyas a esos raros homosexuales.- Cleopatra hizo un ademán con la mano. -Esa gente está enferma.-
-No.- Dahana estaba rogando internamente para que tuviera paciencia con aquel grupo. -Los únicos enfermos son ustedes que no aceptan a la gente. Dejen vivir a uno por favor.-
-Yo igual quiero hacer una petición.-
Otra de sus primas alzó la mano y Dahana asintió de mala gana, ya creía saber por donde iba a ir aquella petición.
-Adelante...-
-Deposítame a mi cuenta bancaria dos millones, necesito remodelar mi clóset para estar online con la nueva temporada, además quiero el nuevo modelo del celular y un carro del año.-
Aquello más que ser una petición era una orden, una orden que Dahana obviamente no iba a cumplir, Podía ser que los Suredal fueran una de las familias más adineradas del mundo pero no por eso iban a tirar sus millones a la basura por caprichos y lujos banales.
-No.- Dahana se puso de pie. -Cerramos esta cena no tan agradable.-
-¡¿Por qué no?!!- Exclamó indignada su prima.
Dahana suspiró.
-No voy a darte dos millones para tus caprichos, quieres algo trabaja por ello, si quieres dos millones puedo pagártelos a sueldo a cambio de que entres a una de nuestras empresas.-
-¡Eso es injusto!- Protestó la joven haciendo un berrinche exagerado.
-Todo lo contrario, yo no estoy para malgastar dinero en lujos innecesarios, si tú los quieres gánatelos.-
-Pero...-
-Pero nada, ya he sido clara, no voy a complacerte porque no lo mereces, ahora nos vamos. Con permiso... Que tengan una linda y no tan agradable noche.-
Y sin más Dahana comenzó a caminar hacía la salida, seguida de cerca por Tania, sin embargo cuando estaba a punto de irse escuchó nuevamente la voz de su "querida" tía Cleopatra.
-Comprendo porque nadie quiere besarte, porque de tus labios no sale más que veneno, repugnante y maldito veneno.-
Dahana mostró una sonrisa ladina y giró solo lo suficiente para ver a su tía por el rabillo del ojo.
-Es un veneno que no todos tienen el derecho de probar, no como el néctar de brota de ti, por algo dicen que cuando la carne es barata... El mercado se llena.-
Aún cuando la puerta se cerró tras ellas Dahana pudo apreciar los gritos furiosos de Cleopatra que la maldecía a todo pulmón. Suspiró, ya estaba acostumbrada, aquello no podía terminar de otra manera, siempre era igual, insultos, insultos y más insultos, aunque a veces había muertos para variar.
-Hace frío...- Comentó Dahana cuando estuvo en el exterior, lejos de aquella gente a la que tenía la mala fortuna de llamar familia. -Debimos de haber dejado el auto más cerca, maldición.-
-Ya comienza invierno.- Tania a su lado se notaba de lo más tranquila, incluso las ligeras ráfagas heladas parecían no afectarle. -No se esperaba menos, ¿quieres que te cubra con ramas?-
-Jaja... No.- Dahana siguió andando intentando mantener la temperatura de su cuerpo.
Eran ya altas horas de la noche y por ende los carros en aquel sector de la ciudad eran menos, apenas y había tráfico, los semáforos a veces no detenían a nadie y cuando pasaban a verde tampoco había quien arrancara. Todo estaba en silencio, era una linda noche de Noviembre, faltaba cada vez menos para que la navidad llegara y el gran alboroto comercial empezara.
Toda la gente estaría loca por los árboles, los regalos, el muérdago...
El muérdago.
Por alguna razón la conversación sobre besos que había tenido con su familia volvió a su cabeza como una avalancha, y por más que quería dejar de preocuparse y pensar en el tema no lo lograba.
-Te pasa algo.-
La voz de Tania se escuchó en su oído como un susurro, lo cual le provocó un ligero sobresalto.
-Nada.-
-Y me mientes.- Tania hizo una expresión dolida. -Te conozco, así que si no quieres morir habla ahora.-
-¿Prometes no burlarte?- Preguntó Dahana comenzando a sentirse patética.
-Me conoces, no prometo nada, solo dilo...- Tania sonrió divertida. -¿Qué tan difícil puede ser?-
Dahana dudó unos segundos.
-Vamos, ni que fuera lo de las parejas y los besos que tú estúpida familia estaba hablando como unos expertos a...- La joven armera se interrumpió al ver la expresión que reflejaba el rostro de su compañera, luego soltó un suspiro. Así que sí era eso...
-Mejor vamos, el auto ya debe de estar...- Dahana intentó cambiar el tema que comenzaba a hacer que el ambiente fuera incómodo.
-Dahana.- Tania detuvo a su compañera agarrándola por la muñeca.
Dahana cerró los ojos, esto no podía estar pasándole. Primero había tenido un pésimo día lleno de trabajo y sin Tania, luego había tenido que ir a una misión de donde acabó muy molesta, posteriormente aquella cena le llegó como un pelotazo a la cara y ahora... Ahora estaba segura de que Tania la consideraba patética por pensar en cosas como el amor y los besos, se sentía avergonzada. ¿Desde cuando se dejaba afectar por las conversaciones de su familia?
Lo sabía, muy en el fondo sabía exactamente la razón por la cual eso en especial se le había quedado gravado, lo sabía y estaba negándolo con todas sus fuerzas.
No es que le afectara que no la hubieran besado, le afectaba el hecho de que ella quería que lo hiciera una persona, pero tenía miedo, miedo a arruinar su amista con eso, miedo a que ella no sintiera lo mismo, miedo... Dahana Suredal tenía miedo de amar, temía a su propio corazón y sentimientos.
Pero... ¿Cómo no enamorarse cuando esa persona eran tan...Ella?
Incluso ahora que la estaba sosteniendo sin tener contacto directo Dahana sentía a su estúpido corazón latir absurdamente rápido.
No podía permitir amarla, no cuando ella podría no sentir lo mismo.
Porque así era, Dahana Suredal estaba perdidamente enamorada de Tania Nevor.
-No es nada, de verdad.-
Tania no dijo nada, solo apretó más su agarre, como si temiera soltar a la chica que insistía en admitir que estaba bien cuando no era así.
-Tania...- Dahana giró lentamente para ver el rostro de Tania, el cual se mantenía serio, pensativo.
-Tienes diez segundos para correr, huye... Si no lo haces ambas lamentaremos las consecuencias, lo más seguro es que yo más que tú. -
-¡¿Qué?!- Exclamó Dahana confundida. ¿Iba a matarla solo porque quería un beso? No eso no era, había algo más.
-Uno...- Tania se aferró aún con más fuerza a la muñeca de Dahana, sin llegar a lastimarla.
Era como si quisiera que se quedara aunque sus palabras hubieran expresado lo contrario.
-Dos... -
Dahana no se movió, confiaba plenamente en Tania, fuera lo que fuera que pensara hacerle no sería nada malo, al menos eso esperaba.
-Tres...- Tania vio que su compañera no pensaba correr y perdió contra sí misma y contra su autocontrol. -Ya basta de juegos, puedes culparme si quieres, si no te gusta tienes mi permiso de acuchillarme o que se yo...-
-¿Qué...?-
La pregunta de Dahana se vio interrumpida cuando unos labios se unieron a los suyos ahogando las palabras que estaba por decir. En cuanto sintió aquel contacto lo primero que se cruzó en su rostro fue la sorpresa, luego eso pasó a la confusión y finalmente a una desbordante alegría.
No se apartó, en cuando comprendió lo que estaba sucediendo no puso resistencia y simplemente se dejó llevar disfrutando de aquel momento. Los labios de su compañera eran suaves y aún conservaban el sabor azucarado de los postres que había comido durante la cena.
Era el primer beso de ambas y aún así no parecía serlo, aunque era la vez primera que tenían ese tipo de caricias sus labios parecían ya conocerse porque trazaron una danza vivaz y ardiente al mismo tiempo.
Dahana buscó el cuello de Tania para entrelazar sus brazos por detrás, mientras Tania tomaba con una delicadeza extrema la mejilla derecha de la castaña frente a ella.
Fue un momento mágico, uno donde solo existieron ellas.
Cuando el aire les comenzó a faltar a ambas fue cuando finalmente se separaron, solo lo suficiente, como si, una vez unidas no quisieran volver a alejarse nunca más. Dahana observó el rostro de su compañera y a pesar de la poca luz pudo notar el sonrojo que esta tenía en las mejillas, debía de suponer que ella se veía igual o aún más roja, después de todo, había esperado de todo menos un beso.
-Creí que sería apuñalada.- Comenzó Tania rompiendo el silencio que las comenzaba a envolverlas junto al frío. -Pero tal parece que mi cuerpo sigue completo, sin ningún agujero visible.-
Dahana no pudo responder, estaba demasiado anonada con ver a su compañera y con los sucesos que acababan de ocurrir. Creía que era un sueño, un sueño del cual no estaba lista para despertar.
-¿Fue real?- Preguntó luego de unos segundos intentando asimilarlo todo.
Tania se mantuvo callada un instante y luego soltó una ligera risa, que, a los oídos de Dahana fue una melodía encantada.
-Me sentiría frustrada si no.- Dijo Tania jugueteando con uno de los mechones de Dahana.
-Vuelve a hacerlo...- Los ojos de Dahana brillaban de alegría y no podía notarlo, pero Tania sí.
-¿El qué?- La joven armera sabía perfectamente a que se refería su compañera pero aún así quería escucharlo.
Dahana la tomó por la corbata para atraerla aún más cerca.
-Vuelve a besarme...-
Ante esas palabras Tania sonrió, y, aunque sabía que sería su condena volvió a acercarse lentamente a la boca de aquella chica absurdamente hermosa y una vez más... Se atrevió a unir sus labios con los de ella.
{...}
Una lágrima rodó por la mejilla izquierda de Dahana, últimamente le sorprendería más reír que llorar, ya que solía hacerlo muy a menudo.
¿Y cómo no si su luz más brillante estaba bailando entre seguir iluminando o apagarse?
Un suspiro cansado escapó de sus labios y se esfumó en la nada.
Dahana estiró su brazo para poder alcanzar la mano de su pareja, que, seguía sin dar señales de querer despertar. Era frustrante, era tenerla y a la vez no.
La extrañaba y mucho, aquellos recuerdos que azotaban su mente cada segundo eran agridulces cuando tenía una situación tan cruda frente a ella. Dahana finalmente entrelazó sus dedos con los de Tania y cerró los ojos, ya no quería llorar, pero tampoco podía evitarlo.
"Te amo..."
Incluso al borde de colapsar, Tania había recordado su amor y le había dicho aquellas palabras. Ella lo sabía, sabía que Dahana necesitaría fuerzas para afrontar un mundo sola y por eso sus palabras habían sido para darle fuerzas, para recordarle que sin importar que, ella la amaba.
-Yo también te amo...- Susurró Dahana.
Aunque a diferencia de otras veces, en esta ocasión nadie a parte de ella escucharía aquellas palabras, nadie la abrazaría, nadie...
Porque la única persona que solía hacerlo ahora estaba en un estado incapaz de hacerlo.
-Te amo...- Repitió una vez más Dahana. -Así que por favor... Vuelve.-
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