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Enredos amorosos


-¡Uno!- Exclamó Nilsu sacando su penúltima carta de la baraja que poseía y alzando victoriosa la tarjeta única que le restaba.

-¡Mierda!- 

Romina se rascó la cabeza preocupada, hasta ahora era quien más cartas poseía luego de haberse pasado más de la mitad de la ronda sacando porque supuestamente "no tenía" y no quería usar sus comodines, solo que ahora iba a ser bastante difícil que consiguiera deshacerse de todo ese montón de tarjetas.

-Supongo que voy yo.- Henna serena como siempre analizó sus opciones y con una ligera sonrisa asomándose por sus labios sacó uno de sus mayores comodines bloqueando de inmediato a la siguiente jugadora. -Lo lamento Ruby pero necesitaba hacerlo.-

-Mmm...- Ruby suspiró. -En ese caso, Romina... Tu turno.-

-¡Genial!- La pelirroja saltó de la emoción de finalmente poder deshacerse de una tarjeta más. -No dejaré que Nilsu ga...-

La joven se calló ante la mirada asesina que Minerva le lanzó, era obvio que la albina no iba a permitir que alguien se entrometiera en la victoria de Nilsu y eso estaba más que claro, en ese momento Romina estaba entre la espada y la pared, así que prefirió lo que cualquiera con un poco de sentido común elegiría y eso era... Darle la victoria a Nilsu para poder seguir viviendo.

-Listo.- Dijo colocando una tarjeta del mismo tono que ya venía establecido. 

Minerva sonrió de medio lado y al igual que Romina soltó una tarjeta sin truco alguno permitiendo que Nilsu ganase.

-¡Gané!- La menor soltó su tarjeta restante y abrazó alegremente a Minerva quien tuvo un ligero sobresalto antes de acceder a que aquella niña la mimase.

-¡Bien hecho!- Henna le revolvió el cabello a Nilsu.

-Odio el uno...- Agregó Ruby.

-Yo igual.- Concordó Romina soltando su enorme baraja que se desparramó sobre la pequeña mesa de madera que adornaba el centro de la sala donde se encontraban.

-¿Otra ronda?- Henna comenzó a reagrupar todo para repartirlo nuevamente.

-Ni loca...-

-Yo sí quiero jugar.- Nilsu se desprendió de Minerva para centrarse de nuevo en el juego.

Dahana las observaba desde una distancia prudente, sentada en uno de los sillones más cercanos a la puerta junto a la señorita Dakota, aguardaba pacientemente a que Tania llegase una vez que hubiera terminado de charlar con su hermano.

-Son un grupo interesante.- Comentó Dakota en tono amable.

Aquella joven estaba por volver loca a Dahana, realmente no la detestaba pero había algo en ella que no podía soportar, ¿quizá era el hecho de que era demasiado amable? ¿O era porque había tocado a Tania?

Dahana sacudió la cabeza y sonrió, no podía molestarse con aquella linda y adorable joven solo por eso.

-Supongo que sí, lo agradable es que todas nos llevamos bien.-

-Eso es fundamental para un trabajo en conjunto.- La voz de Dakota era dulce, tanto como una canción bien entonada, pero a la vez transmitía seguridad, confianza y armonía, su voz era como sentirse en casa.

-Concuerdo.- Dahana comenzó a sacarse los guantes de seda que le cubrían las manos, sentía que si los seguía usando iban a comenzar a sudarle las palmas y eso era algo que no le agradaba demasiado.

-¡Wow! Es tan lindo.- 

-¿Qué cosa?- Dahana miró a la chica a su lado algo confundida por su repentina reacción.

Dakota tomó con cuidado la mano de Dahana logrando estremecer a esta, los dedos de la albina eran delgados y suaves, su agarre igual era delicado y amoroso pero... A la vez incómodo, no se sentía para nada como la sensación de ser sostenida por Tania.

Sin embargo lo que Dakota quería admirar no era la mano de Dahana, sino el anillo que resaltaba en su dedo medio.

-¿Dónde lo compraste?- 

-Esto...- Dahana también miró la joya y sonrió. -Fue un regalo, Tania me lo entregó.-

-En ese caso...- Dakota soló la mano de Dahana con el mismo cuidado con el que la había tomado. -¿No lo estás usando en el dedo incorrecto? Si ella te lo dio... ¿No significa que está comprometidas?-

Las mejillas de Dahana se tiñeron de rojo y de inmediato rio levemente para disimular.

-No, para nada... De hecho fue un regalo alterno, aunque es probable que en un futuro sí nos comprometamos, por ahora aún hay cosas de las que tenemos que encargarnos.-

-Comprendo, ser asesinas a de ser una profesión bastante peligrosa y ajetreada.-

-Lo es, pero se necesita para mantener la seguridad y el bienestar de miles.-

-Buen punto.- Dakota recargó la cabeza en una de sus manos. -A mi igual me encantaría tener un anillo así de bonito...-

Dahana nunca había analizado demasiado aquel aspecto de su joya, realmente sabía que era lindo, pero en sí lo había aceptado porque Tania se lo había dado, es más si ella le hubiese regalado un simple aro de madera en vez de aquella elaborada pieza de oro igual lo hubiera aceptado encantada, porque lo más esencial era quien se lo daba no el objeto, aunque este también poseía un valor especial.

-Quizá Iktan le regale  uno en su momento.- Comentó Dahana intentando que aquello no fuera por mal camino.

-Supongo...- Esta vez fueron las mejillas de Dakota las que se sonrojaron. -Usualmente es bastante cariñoso y detallista, pero en sí aceptaría cualquier cosa que quiera darme, no necesariamente un anillo.-

-Al parecer es un gran compañero y pareja.- Dahana observó de reojo al grupo de chicas que seguía jugando, tal parecía que Romina estaba de nuevo comiendo demasiadas tarjetas, Nilsu estaba divirtiéndose y Minerva amenazaba a todas con la mirada.

-Sí, es maravilloso... ¿Tania es igual con usted?-

Y ahí estaba de nuevo aquella extraña sensación de irritación en Dahana, no sabía exactamente porqué pero cada vez que aquella mujer mencionaba a su pareja sentía una mezcla de emociones no muy agradables. De las dos, Dahana siempre fue la más celosa, Tania era protectora pero solía esconder tan bien sus emociones que sus celos rara vez salían a la luz, Dahana en cambio...

-Supongo que ninguna de las dos somos perfectas, tenemos un modo algo peculiar de demostrar amor y afecto, además de que ambas solemos tener problemas para demostrar lo que sentimos así que podemos cometer miles de errores, sin embargo... Creo que es justamente eso lo que hace que como pareja sigamos adelante, así que sí. Tania también es maravillosa.- Dahana miraba un punto en la nada  mientras recordaba algunos momentos de su relación que hasta la fecha mantenía con Tania. Sin duda todo era como una montaña rusa, caídas y subidas.

-¿Cómo fue que comenzaron a salir?- 

Dakota preguntó claramente interesada, en esos momentos parecía una niña pidiéndole a su abuela una historia para antes de dormir, sus ojos color nieve desprendían brillos de emoción y euforia, era obvio que aquella joven que lideraba una de las mejores compañías de seguridad era una fan irremediable del romance.

-Bueno pues...- Dahana rememoró en sus mente lo sucedido años atrás y nuevamente sintió un leve calor, esta vez en el pecho. Siempre se preguntó porque cuando se trataba de Tania sentía un fuego tranquilo floreciendo en su cuerpo y no mariposas alocadas revoloteando en su estómago, no sería hasta después de un tiempo que caería en cuenta de que sus mariposas habían sido destruidas por las llamas que Tania había implantado en su corazón desde que se conocieron. Esas llamas que solo ardían por ella. 

-¿Pues?- Insistió Dakota esperanzada. 

-Todo comenzó de una forma bastante peculiar de hecho.- Dahana sonrió al recordar a su yo del pasado, brutalmente enamorada y sin saber exactamente que lo estaba. -Desde que nos conocimos hubo algo, al inicio no nos tolerábamos demasiado pero poco a poco simplemente las cosas se fueron dando y cuando menos me lo esperaba ya estaba a su lado la mayor parte del tiempo. Con el pasar de los días el cariño nació y la amistad cambió, después de unos meses todos ya sabían que ambas nos amábamos, había muestras de ello a diario, besos de buenos días o de despedida, o solo porque queríamos. Sin embargo no sabría decirte como exactamente comenzamos a salir, ella nunca me hizo la típica pregunta de: "¿Quieres ser mi novia?". Y yo no esperaba que lo hiciera, por algo tampoco intenté ser quien lo preguntara, eso es algo demasiado común y nuestro amor no necesitaba de esa pregunta para ser real, de hecho solo supimos que ambas sentíamos los mismo y comenzamos a demostrarlo, era simple... Yo sabía que le era fiel y ella igual. Nunca hizo falta esa pregunta para confirmarlo, incluso Tania nunca se ha referido a mi como SU novia, simplemente para todos somos pareja, no nos pertenecemos pero decidimos estar juntas.-

-Vaya...- Dakota meció con suavidad sus pies. -Es algo asombroso como van creando su propia versión del amor.-

Dahana asintió feliz, realmente sabía que lo que compartía con aquella joven era único y justo por tal motivo lo disfrutaba como si fuera la última vez que tuviera oportunidad de hacerlo.

-Realmente no se si envidiarte o admirarte.- Dijo sinceramente Dakota perdiendo la mirada en un punto en la puerta de entrada que permanecía cerrada. -Admiro lo que has logrado, todo, eres una persona bastante maravillosa pero...- El suspiro que soltó fue tan profundo que incluso Dahana notó su desánimo. -Por alguna razón que no entiendo envidio lo que tienes con ella... Iktan es genial, maravilloso, pero con todo lo que me dijiste no pude evitar comprarlo con su hermana y... Debo de admitir que yo también quisiera una Tania en mi vida.-

-Comprendo.- Dahana se acomodó su mechón blanco detrás de la oreja. 

-Creo que no podremos congeniar totalmente.- Agregó Dakota con pena. -Realmente lamento que todo esto haya pasado yo... Creo que no debería haberte dicho eso.-

-Descuida, descuida.- Dahana entrelazó sus manos. -Está bien, después de todo somos humanos, no podemos permitirnos amar a todos como lo haría un dios.-

-Supongo que tienes razón...- Dakota se interrumpió cuando la perilla de la puerta giró y entraron las dos personas a las que habían estado esperando.

-Hasta que llegan.-Minerva bajó su baraja de cartas y les hizo señas al resto para que la imitase.

-Lamento esto.- Iktan se rascó la cabeza apenado. -Sé que fue una actitud muy poco laboral pero... Necesitaba hablar un momento a solas con mi hermana.-

-No hay problema.- Henna dejó la jarra de café que les habían llevado sobre la mesa. 

-Didy...- Tania se acercó a Dahana y sin dudar se sentó a su lado. -¿Estás bien?-

Dahana asintió confundida.

-¿Porqué no lo estaría?-

-Nada, es solo que...- Tania buscó la mano de su pareja y una vez que la entrelazó con la suya besó suavemente el dorso. -Estoy algo alterada y te necesitaba.-

-¿Sucedió algo?-

Iktan miró a la chica y asintió, luego igual que Tania tomó asiento junto a su respectiva pareja y volvió a hablar.

-Comenzaremos con el motivo por el cual las hice venir, el motivo que resulta ser... Lady C.-

Dahana sintió como Tania se tensaba, era obvio que aún recordaba lo sucedido hacía años y era de suponer que eso la preocupaba demasiado, sobre todo porque aquella mujer parecía tener un interés especial con la familia Suredal.

Y si había algo que se metiera con los Suredal naturalmente Dahana estaba involucrada y Tania no permitía que su pareja fuese lastimada, no de nuevo.

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