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En la salud y en la enfermedad...


No sabía en que momento se había quedado dormida, pero a juzgar por la oscuridad del ambiente podía decir que aún era de madrugada, aunque un poco de luz se filtraba a través de las cortinas en señal de que el alba estaba próxima.

Dahana miró de reojo el pequeño reloj de mesa que estaba a su lado y comprobó que faltaban menos de veinte minutos para que dieran las cinco de la mañana, no había dormido ni siquiera cuatro horas y estaba segura de que para ese punto conciliar nuevamente el sueño le sería una misión imposible.

Suspirando se removió en el sofá percatándose de que una sábana la cubría del frío matutino, seguramente Charlotte había ido a verla y al encontrarla dormida decidió dejarla y colocarle una frazada cálida. Dahana sonrió, aquella chica era sin duda un amor de persona.

Un pequeño gruñido la sacó de sus pensamientos. Tania estaba dormida, tal parecía que aún no tenía intención alguna de despertar, aunque por su expresión y el sudor que bajaba de su frente Dahana podía intuir que estaba teniendo una  pesadilla.

-Tania...- Dahana habló en un tono no tan alto, consiente de que, si alzaba la voz las chicas que descansaban en las habitaciones vecinas la escucharían y podrían alarmarse. -Amor...- Con cuidado sacudió con suavidad el cuerpo de Tania. -Hey, hey... Tan...-

Las palabras de Dahana se ahogaron en su garganta cuando la chica que estaba recostada la miró, y no con ojos vacíos y rojos, sino con unos ojos lilas, que por un segundo reflejaron confusión, luego de un pestañeo tranquilidad y posteriormente amor.

Dahana creyó estar alucinando pero su fantasía fue real por unos segundos, unos que no duraron lo suficiente.

-Da...- 

 Tania intentó decir su nombre pero tan rápido como la había reconocido la olvidó, de nuevo. Camelia había vuelto a jugar con su mente, con la de ambas, unos segundos de lucidez para torturar a Tania e ilusionar a Dahana, unos segundos que bastaron para que ambas se rompieran un poco más.

-¡Tania!- A Dahana ya no le importó guardar silencio, lo había visto, por un instante que fue muy breve, aquellos ojos... Aquella chica, por un sencillo y preciado momento volvió a ser ella misma. -Tania...-

La mirada de su pareja volvía a ser distante, un lienzo nuevamente en blanco que no tenía intenciones de llenarse. El color lila se corrompió lentamente llenándose de rojo sangre, Dahana notó como la esperanza que por un momento floreció en su pecho nuevamente se extinguía al ser testigo de como su mayor tesoro se perdía sin que ella pudiera hacer nada para evitarlo.

-Cuando el mal...- Dahana comenzó a cantar aquella extraña canción que Tania le había enseñado cuando estaban en una de sus tantas pijamadas anormales nocturnas. -Venga a atormentar...- Con delicadeza acarició las mejillas de su pareja mientras juntaba su frente con la de ella. -No temerás, no vacilarás, tu gran poder, es de temer... Esfuérzate, contigo lucharé. Sosteniendo tu mano, manteniéndome a tu lado... Hasta el final... Venzas o pierdas, me da igual... Si caes te sostendré, si tropiezas te levantaré, cuando llores allí estaré, te consolaré. Iremos hasta el fin del mundo, vamos, perdamos el rumbo, no importa nada si tú eres quien me acompaña... No necesito a nadie más, al final de cuentas, tú eres mi hogar...-

Cuando Dahana abrió los ojos, que había cerrado a la mitad de su canción, se percató de que nuevamente Tania había vuelto a dormir, aunque sus facciones estaban totalmente relajadas, ya no se apretaban intentando hacer frente a los horrores de su mente, nuevamente había quedado en blanco, su conciencia había sido arrebatada y solo quedaba esperar a que esa maldita mujer se la regresara.

-Creí que igual estarías dormida.-

Dahana giró topándose con la mirada penetrante y brillosa de aquellos ojos ámbar que pertenecían a Minerva.

-Lo estaba.- Dahana regresó a acurrucarse con la manta. -Lamento si te desperté.-

Minerva negó con la cabeza y se dejó caer en el sillón opuesto al de Dahana. 

-Tenía planeado venir desde hace horas, no pude dormir nada.-

-Entiendo...-

La albina se pasó una mano por el cabello finalmente desenredado aunque no lo había peinado desde el día anterior. 

-Nunca creí que diría esto pero... Estoy jodidamente preocupada.-

-Ya somos dos.- Dahana rozó los dedos de Tania.

-Soy un animal.- Minerva tenía una mirada trastornada, rara vez se le veía tan vulnerable, es más, Dahana podía contar con los dedos de una sola mano las veces que la había visto vulnerable y nunca tanto como ahora. -Se supone que no debería sentir esto...-Minerva se apretó el pecho, justo sobre el corazón. -Se supone que no debería sentir cosas humanas, no debería ser como un humano, y aún así...- Una lágrima fue el comienzo de la tormenta que llegaría después. -Aún así lo siento, y duele, y quema...-

Dahana se levantó y sin decir nada se acercó hasta donde estaba la menor para luego abrazarla como anteriormente había hecho. Minerva no era una híbrida muy amorosa pero nunca había rechazado una muestra de afecto por parte de Dahana, y no pensaba comenzar ahora.

-No puedo decirte que comprendo lo que sientes...- Comenzó Dahana de forma sincera y reconfortante. -Porque tú y yo sentimos cosas de distintas maneras, pero puedo saber más o menos lo que te atormenta, sé que es difícil, ella es...-

-Alguien muy importante para ambas.-

-Sí.- Dahana cerró los ojos. -Puede resultar confuso porque incluso yo ahora no sé que sentir, hay tanto que quiero sacar que no sé por donde empezar, tengo ira, decepción, miedo, amor, tristeza... Es como un remolino que se empeña en mezclar todo, nunca creí que fuera tan duro, pero debemos seguir, o al menos intentarlo. Te prometo que haré lo posible para que ella vuelva, para que nuevamente sonría, insulte y nos hagas bromas que luego terminen con uno o dos lugares incendiados.-

Minerva sonrió y asintió con un leve movimiento de cabeza.

-¿Es normal que sienta esto?-

-En este mundo tan loco lo normal es muy cuestionable, solo tú puedes decidir eso, pero déjame decirte esto...- Dahana se separó lo suficiente para ver a los ojos a la menor. -Es normal que las personas se sientan abrumadas, tristes o incluso molestas cuando alguien muy cercano o una amiga muy íntima sufre de algo que pone en riesgo su vida.-

-¿Desde cuando te volviste tan sabia?- Minerva comenzó a calmarse poco a poco. -Hasta lo que yo sabía no podías no darte un consejo aceptable a ti misma.-

-Quizá ya esté envejeciendo, dicen que el diablo sabe más por viejo que por diablo.-

-Pero tú eres un ángel.- Minerva arrugó la nariz. -Aunque lo de vieja no está en discusión.-

-¡Hey!- Protestó Dahana.

Minerva iba a volver a hablar cuando una alarma comenzó a sonar desde el pasillo.

-¿Pero qué...?-

-¡Dahana!- Charlotte entró a la habitación casi derribando la puerta, llevaba el cabello revuelto y su pijama tenía pequeñas manchas rojas que sin duda eran de sangre.

-¡Charlotte!- Dahana se puso de pie. -¡Estás sangrando!-

-No es mi sangre.- Charlotte estaba alterada, y su voz estaba entrecortada y agitada, como si llevara rato corriendo. -Es de R... Ella...-

-¿Qué pasó?- Insistió Dahana.

-¡Es Camelia!- 

Minerva y Dahana palidecieron de golpe.

-¿Atacó a R?- Preguntó Minerva.

Charlotte negó con la cabeza bruscamente.

-Vino por Tania, R la está conteniendo en las bodegas inferiores pero no va a poder sola por mucho tiempo, esa mujer es...-

-Vamos para allá.- Dahana se cambió lo más rápido que pudo. -Quédate aquí Lotty, si las cosas se ponen feas huye, Minerva ve a despertar a las demás.-

-No hace falta.- Henna entró seguida del resto. -Hacen mucho ruido, ya estamos aquí.-

-Genial.- Dahana acabó de arreglarse. -Ahora vamos, nos separaremos en dos grupos, Romina, Nilsu y Ruby mantengan a salvo a Iktan, Dakota, Charlotte y Tania, llamen un helicóptero y despejen el perímetro, Romina...- Dahana miró a la psíquica. -Crea un campo de fuerza alrededor de este edificio para que el daño se concentre solo aquí.-

-Bien, déjamelo a mi.- Romina sonrió de medio lado.

-Minerva, Henna, ustedes vienen conmigo, vamos a apoyar a R. Cuando el resto termine su misión vengan a los niveles inferiores a apoyarnos. ¿Entendido?-

-Entendido.- Dijeron todas a coro.

-Tengan cuidado.- Charlotte maldecía internamente por no poder ayudarlas en una situación tan complicada.

-Lo tendremos.- Dahana acarició una ultima vez uno de los mechones de cabello de su pareja y sonrió para luego endurecer su rostro. -Hoy correrá sangre.-



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