Chocolate
Era de madrugada, todo estaba oscuro y al ambiente era frío debido a la ligera llovizna que estaba empezando a caer fuera. Las pequeñas gotitas bajaban del cielo y al caer sobre el suelo provocaban un sonido relajante y rítmico, era dulce, relajante...
Incluso de pequeña a Tania le había arrullado la lluvia, su madre nunca fue una persona muy cariñosa con ella, por lo cual los cuentos de dormir y las nanas nunca estuvieron presentes en las noches, desde chica aprendió que no habría mimos antes de irse a dormir y fue eso lo que comenzó a causarle algunas pesadillas.
Su mente siempre había sido maleable, odiaba temerse a sí misma y odiaba más no tener alguien a quien abrazar durante las noches de descontrol y miedo, sin embargo cuando llovía por alguna extraña razón se sentía a salvo. Era como si el sonido del agua chocando contra el cristal fuera una nana extraña que el cielo mandaba solo para ella.
Desde que la lluvia estuvo para ella le agarró un cariño peculiar, siempre que llovía Tania dormía sin problemas, sin miedo a que los temores que guardaba en su mente aparecieran cobrando vida de forma cruel para recalcarle lo rota que estaba. Sin embargo hoy era la excepción.
En esta ocasión ni siquiera el sonido tranquilo de la llovizna la podía hacer volver a conciliar el sueño, hacía tan solo unos minutos había estado vagando por los páramos del sueño sin embargo se despertó al sentir unos dedos cálidos, suaves, delgados y muy conocidos sobre la piel de su espalada.
Tania estaba acostumbrada a que Dahana buscase el calor de su piel para calentar sus manos, en repetidas ocasiones aquella joven había colocado sus manos tan heladas como un témpano de hielo sobre sus mejillas, o durante las noches como esta solía deslizarlas con cuidado debajo de las prendas superiores que cubrían el torso de Tania para enredarlas en su abdomen o espalda.
Aquello era bastante común, pero lo que mantenía despierta a Tania era que su pareja parecía no poder dormir ya que trazaba círculos sobre su espalda de forma perezosa mientras tarareaba la misma melodía extraña que Tania entonaba cuando confortaba a alguien o cuando estaba intentando controlar los espasmos de su cuerpo producidos por pesadillas. Esa actitud por parte de Dahana solo podía indicar dos cosas... O había tenido un mal sueño y estaba buscando mimos pero no quería despertar a Tania o dos... Tenía hambre.
Nev sonrió de medio lado cuando el estómago de Dahana produjo un gruñido, le alegraba que al menos lo que la mantenía despierta fuera hambre y no una pesadilla.
-¿Quieres algo de comer?- Preguntó Tania en un susurro, su voz sonaba un poco ronca debido a que acababa de despertarse después de unas cuantas horas de sueño.
Los dedos de Dahana dejaron de trazar sus círculos, con cuidado la joven sacó sus manos de la sudadera de Tania y se recargó sobre esta para poder verla a al cara algo sorprendida.
-¿Estabas despierta?-
-No.- Tania se giró para ver mejor a su pareja, aunque por la falta de luz no podía distinguir más que su silueta. -Me desperté hace unos minutos...-
-Lamento eso.- Dahana se dejó caer sobre el pecho de Tania y escondió la cabeza avergonzada por haber despertado a su pareja solo porque tenía hambre y eso le evitaba dormir.
-Descuida.- Tania comenzó a acariciar la cabeza y cabello de Dahana, sentía los latidos y la respiración de esta y por algún motivo que desconocía eso la tranquilizó. -¿Quieres que prepare algo?-
-Mmmm...-
Dahana se sorprendió un poco cuando Tania la apartó y se puso de pie tranquila y perezosamente, la joven armera tenía el cabello suelto hecho un verdadero desastre de enredos y nudos, sin embargo aquello no parecía importarle, siempre era así, Tania vivía despreocupada hasta que necesitaba centrarse.
-Ven aquí...- Tania una vez de pie extendió nuevamente sus brazos para recibir el cuerpo de Dahana, unos centímetros más pequeño que el suyo. -Vamos a cocinar algo para que puedas descansar.-
Los ojos de Dahana resplandecían con un brillo que solo reflejaba amor, no sabía como era posible que alguien como ella hubiese terminado con alguien tan... Tan Tania, así de cariñosa y única.
-Didy...- Insistió Tania amablemente esperando a que su pareja se acercara.
La joven castaña finalmente cedió y se dejó cargar por Tania, quien la tomó como si no pesase más que una pluma, Dahana se sentía bien, aquellos brazos, aquella chica siempre le habían transmitido seguridad y era reconfortante sentir su calor y aroma tan cerca.
Tania abrió la puerta con cuidado de no hacer ruido para no despertar al resto, lo malo de convivir con asesinas era que mantenían siempre sus sentidos en alerta y por lo tanto era muy difícil pasar por alto sin llamar al menos la atención de una de ellas.
Con pasos silenciosos caminó por los pasillos del edificio de su hermano, aún no se ubicaba perfectamente en aquel nuevo ambiente pero al menos podía encontrar lugares claves como la sala, el centro de control, los cuartos, algunas bibliotecas y por supuesto... La cocina.
Todo el transcurso hasta que finalmente llegaron a la cocina ambas se mantuvieron en silencio, Dahana iba jugando con el cabello de su pareja entretenida en desenredarlo y Tania se mantenía ocupada en ir con el mayor sigilo posible, obviamente no había nada que temer pero... Aún así ella tampoco podía permitirse bajar la guardia.
La cocina era un cuarto tan grande que Tania hubiese podido hacer allí mismo una mini piscina y aún así sobraría espacio para que entrara un auto o quizá dos, definitivamente ser rico te daba la oportunidad que crear cuartos absurdamente grandes como aquel. Las paredes resaltaban pintadas en tonos blancos con neones, en esa ciudad a Tania le sorprendería más ver una casa pintada con colores pastel que una con aquellos tonos demasiado extravagantes y llamativos.
-Didy...- Tania se acercó a una de las sillas de la enorme mesa de mármol que le recordaba a una lápida sin muerto. -Espera aquí mientras preparo algo.-
-¿Te ayudo?- Dahana se soltó de su pareja y sin mucho cuidado se dejó caer sobre la silla.
-Estrella de mi cielo estás más adormilada que yo, si me ayudas vamos a terminar creando un incendio y no creo poder pagar todos los daños.- Respondió Tania de forma divertida, si tan solo no hubiese cargado a Dahana esta estaría un poco más lúcida, pero siempre, por alguna extraña razón, cuando la cargaba como si fuera un koala bebé ella se arrullaba y terminaba pareciendo un zombie, eso si no se dormía antes.
-No tengo sueño...- Dahana bostezó contradiciendo lo que acaba de decir.
Tania alzó una ceja.
-¿De verdad?-
-Bien.- Dahana se recargó sobre la mesa. -Si tengo sueño, pero en mi defensa tengo que decir que eres muy cómoda.-
Tania negó con la cabeza, luego se inclinó para besar la de Dahana y volvió a centrarse en lo que tenía que hacer.
En aquella cocina encontró de todo, incluso había instrumentos que nunca había visto, por ejemplo descubrió una batidora con forma extraña y retorcida que estaba casi nueva, también dio con unas cucharas algo... Peculiares. Ignorando todos aquellos instrumentos extraños Tania se puso a cocinar con que conocía, no quería acabar provocando un incendio sola.
Cuando la comida estaba casi lista Nev notó algo que había pasado por alto debido a que se había concentrado solo en el instrumental que allí se encontraba. Con una ligera sonrisa en el rostro tomó el bote de vidrio que había llamado su atención, apagó el fuego que se mantenía encendido y regresó a donde Dahana la esperaba mirando fotos en su celular con actitud aburrida.
-Cierra los ojos...-
-¿Uh?- Dahana alzó la mirada y cuando vio que Tania escondía algo detrás de ella soltó un suspiro pero obedeció sin protestar.
Tania dejó el plato con el omelette sobre la mesa el cual al ser de porcelana repiqueteó cuando entró en contacto con el mármol, aquel sonido delicado pareció ser un ligero tintineo, luego sacó el bote que había mantenido oculto y lo abrió, sacó uno de los caramelos que estaban guardados y quitó la envoltura.
-Ahora abre la boca.-
Las mejillas de Dahana se tiñeron de rojo inmediatamente al escuchar la nueva petición pero igual obedeció. Tania por su parte acarició el mentón de Dahana y luego con suavidad colocó el caramelo en la entrada de su boca.
-Come, despacio, no vayas a hacer como siempre y tragártelo de golpe porque vas a ahogarte.- Agregó Tania recordando las veces anteriores que había intentado que su pareja probase aquel caramelo pero ella solía tragarlo pensando que era una pastilla o algo por el estilo.
Los labios de Dahan se cerraron lentamente apresando la esfera, luego, haciendo caso de lo que Tania le había dicho masticó tan despacio que parecía que aquello estaba ocurriendo en cámara lenta.
-No tan lento mechones.- Tania dejó el bote de lado y rio ante el exceso de concentración de Dahana al comer.
Sin embargo Dahana la ignoró y siguió comiendo lento, pasaron unos minutos hasta que finalmente la joven tragó y al abrir sus ojos estos estaban llenos de pequeñas lágrimas.
-Era chocolate...-
-Era chocolate.- Concordó Tania. -Pero no el chocolate que comes normalmente, este es chocolate dulce, sin conservadores... Y...- Tania leyó la etiqueta del producto para ver que más contenía. -Maní...-
Dahana la calló arrebatándole el frasco.
-¿Puedo comer otro?-
-No son míos...- Tania se sentó en la silla que estaba al lado de la de Dahana. -Pero tienen la etiqueta del nombre de mi hermano así que... Come todos los que quieras, mañana le repondré un frasco nuevo.-
-Es muy delicioso...- Comentó Dahana después de que había almacenado un buen número de envolturas sobre su plato ya vacío.
-No sé si te refieres al omelette o al chocolate.- Tania miraba feliz como su pareja parecía una pequeña niña con un descubrimiento novedoso.
-A ambos...- Dahana contempló como los chocolates ya habían disminuido considerablemente y de mala gana finalmente dejó de comerlos para tener una pequeña reserva para después.
Nev mostró una sonrisa ladina al notar pequeñas manchas de chocolate sobre las mejillas y labios de Dahana, hacía mucho que no la había visto ser tan descuidada a la hora de comer, sin duda eso significaba que estaba tan concentrada en la comida que había olvidado su etiqueta a la hora de comerla.
Había servilletas sobre la mesa así que eso le ahorró a Tania el tener que levantarse a buscarlas, agarró una del paquete y luego tomó el rostro de Dahana por el mentón sorprendiendo ligeramente a esta.
-¿Vas a besarme?-
Tania no pudo contener su risa.
-No...- La joven a penas si podía hablar. -Voy a limpiarte.-
-Ah...- Dahana se notó un poco desanimada ante la respuesta de Tania.
Aquel cambio no pasó desapercibido para Tania quien fingió no percatarse de nada y con la suavidad con la que se limpiaría una joya comenzó a quitar las manchitas de chocolate de las mejillas de Dahana quien no paraba de hacer muecas y gestos que la hacían ver como un pequeño conejo, en especial por su forma tan peculiar de arrugar la nariz.
-Listo.- Tania lanzó la servilleta al sesto más cercano de basura y giró para quedar frente a frente a Dahana.
-Gra...-
Dahana no pudo completar su frase ya que unos labios atraparon los suyos interrumpiéndola de la forma más cortante y dulce posible.
Al inicio se sorprendió, nunca dejaba de sorprenderse de sentir ese contacto, aunque llevaba años de poder experimentar esa sensación siempre era como si fuera la primera vez, con Tania siempre sería así, no importa si solo era un abrazo, cada vez que esos brazos la rodearan sentiría que estaba siendo mimada por primera vez en su vida.
Una vez leyó en un libro que el amor era como una droga, una vez que se prueba solo se quiere más...
Y sin duda Dahana podía confirmarlo, Tania y su amor eran la cosa más adicta que conocía, de pequeña su madre le dijo que no debía caer tan bajo como para consumir drogas pero... Nunca mencionó que esa droga vendría en forma humana.
Al inicio aquel beso fue como un fuego ardiente, tan abrazador como para consumir un alma y llevarla a la ruina, pero poco a poco la pasión fue bajando hasta convertirse en una melodía suave, lenta, rítmica y llena de amor...
Amor.
Aquello era lo que las caricias de ambas siempre transmitían, lo que intercambiaban continuamente a la espera de que no cesara nunca.
Cuando los labios de Tania abandonaron los de Dahana la chica a penas y tenía aire en los pulmones, su respiración era entrecortada pero su rostro solo reflejaba una luz abrasadora.
-¿Qué fue eso?- Dahana había rodeado el cuello de Tania evitando que esta se apartara, de hecho estaban tan cerca la una de la otra que sus alientos rozaban el rostro opuesto como un ligero velo, tan delicado que apenas y podía sentirse.
-Olvidé limpiar el chocolate de tus labios, intentaba remediarlo... Eso es todo.- Tania habló en el tono más natural del mundo, sin embargo sus mejillas rosadas delataban que había algo más que un simple "eso es todo".
-Ou...- Dahana pegó su frente con la de la chica frente a ella. -Pues creo que aún te falta.-
Tania rodeó la cintura de Dahana y suspiró.
-Estoy casi segura de que no.-
-¿No quieres asegurarte de todos modos?-
-Didy...- Advirtió Tania. -No juegues con fuego.-
En respuesta Dahana se acercó de forma peligrosa a los labios de Tania.
-Me gusta quemarme.- Dijo antes de besarla.
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