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Un ángel de acero.

Capítulo V


Era temprano, el cielo recién comenzaba a adquirir un lindo color rojizo. Emma observaba las calles casi vacías desde la ventanilla trasera de su carro, iba sola, nadie en su casa se había despertado aún, y ella tenía cosas por hacer, así que salió, dejando una nota para explicar su ausencia.

Lanzó un suspiro y su cálido aliento empañó el cristal.

—Llegamos. —anunció Marco.

—Gracias,— Emma pasó una mano por el largo de su cabello, desordenándolo un poco. — por favor quédate cerca. Si vuelves a irte...

—La maestra me llamó, yo no tuve la culpa.—le reprochó el chico.

Emma solo le lanzó una mirada de advertencia y salió sin decir nada más. Frente a ella, el hotel Port Royale se alzaba glorioso. La joven hizo una mueca de desagrado, como amaría destruir ese lugar hasta los cimientos.

Caminó sin prisa, tardándose a propósito para retrasar lo inevitable, para retrasar su llegada. Al entrar, la mujer que atendía en la recepción la interceptó.

—Buen día, señorita...

—Emma, Emma Roeknor.

Los ojos azules de la recepcionista se agrandaron.

¿Sorpresa o miedo?

Emma no supo la diferencia, más tarde entendería que no fue ninguno, sino, más bien, una mezcla de ambos.

—Señorita Emma, es un honor. ¿Gusta que llame a Lady Vera?

Conteniéndose para no poner los ojos en blanco ante el título de Vera, Emma se limitó a responder en un tono seco y cortante.

—Por favor, prometió una sorpresa y... Aquí me tiene, he venido a reclamarla.

La mujer asintió y marcó un número en el teléfono, sus dedos eran descuidados y tropezaron varias veces antes de que lograra tener algo de control sobre ellos para marcar sin errores.

"—Cecil... ¿Qué quieres?—" gruñó la voz inconfundible de Vera.

—Mi señora...—Cecil miró rápidamente a Emma, quién se había cruzado de brazos y tenía una expresión de aburrimiento impregnada en el rostro.— La señorita Emma ha venido a verla.

"—¿Qué?—" Se escuchó el sonido de sábanas y telas. " —En un momento bajo. Dile a Arnold que prepare a Penny."

Luego colgó.

Cecil dejó de lado el teléfono después de una segunda llamada, esta vez a un hombre.

Por la investigación de su equipo, Emma podía desglosar los perfiles de ambos.

Primero Vera, una idiota loca con dinero, demasiado dinero e influencia en lo más bajo del mundo, del caos.

Arnold era el segundo, una víctima y un superviviente, uno de muchos, y a la vez uno de pocos.

—¿Puede esperar unos minutos?— preguntó la recepcionista, tomando una actitud dócil que aumentaban la torpeza de sus movimientos.

Emma respondió dejándose caer en un sillón.

Durante el rato que Emma pasó sentada, el tiempo pareció burlarse de ella, yendo mucho, pero mucho más lento, incluso estuvo a punto de saltar de alegría cuando los pasos felinos de Vera resonaron por uno de los pasillos.

—Señorita Emma.—dijo Vera al quedar frente a ella.— Un gusto volver a verla tan pronto, creí que vendría más tarde.

—Más tarde me es imposible mi señora.— Emma odiaba cada palabra que le dirigía a esa mujer, pero fingir era parte del juego y ella detestaba perder. — Vine a esta hora porque es el único momento que tengo libre en todo el día.

Los ojos de Vera reflejaron algo similar a la compasión, aunque Emma dudaba que esa arpía pudiera sentir compasión o algo similar. Incluso si sintiera algo ya era mucho.

—Lamento haberla hecho esperar, por favor sígame.—se dio la vuelta y Em la siguió unos pasos más atrás.

Se sofocaba, estaba bastante segura de que el acercamiento con Vera causaba una dificultad en sus pulmones para inhalar oxígeno.

Caminaron un buen tramo antes de subir tres pisos en el elevador, Vera se detuvo frente a una puerta con el número 137 marcado en oro.

—Espero que disfrute de mi mejor chica, su don... Crear alas de acero.

Emma apretó los puños tras la espalda, agradecía que Nevor no estuviera a su lado, porque, de lo contrario, hubiera acabado con Vera en cuanto esta apareció tan despampanante como si estuviera en una pasarela.

—Gran obsequio mi señora.—Emma se tragó su odio y su bilis. —Espero que así sea.

Vera hizo un ademán con la mano antes de entregarle un folleto.

—Mi menú de chicas, cuando quiera, —le guiñó un ojo.—puede reservar. Las dejo solas ahora, estaré esperándola en la recepción.

Em sonrió falsamente y metió aquel folleto en uno de los bolsillos de su chaqueta. Giró la perilla de la puerta y entró dejando a Vera con una sonrisa de victoria en sus labios.

Verde y Azul predominaban en el interior del cuarto, además de oro, mucho oro. Emma arrugó la nariz. Pasó la mirada por cada cosa que adornaba su entorno y se detuvo al ver una figura femenina sentada de espaldas en la cama.

Era rubia, su cabello largo se desparramaba sobre la colcha y servía para cubrir gran parte de su desnudez, piel, demasiada piel expuesta, Emma hizo otra mueca al notar esto último.

—¿Cómo te llamas?—preguntó mientras se dejaba caer en un banco.

La rubia se estremeció y su voz sonó débil al responder en murmullo, o algo mucho más pequeño todavía, más diminuto.

—Penny.

Emma cerró los ojos.

—Vístete.

—¡¿Qué?!

—Que te vistas, no puedo hablar contigo si estás así. Creo que te resulta incómodo y además... No hay motivo para que te quedes desnuda frente a mí.—contestó Emma con los ojos aún cerrados.

Penny por fin volteó a verla, dudando entre si seguir hablando o retenerse.

—¿No va a...?

—¿Violarte?—terminó Em.— No. Estoy muy en contra de las redes de tratantes de blancas y además no hago nada que no quiero que me hagan. Estoy aquí para hablar contigo, solo eso.

Penny lo pensó unos segundos.

—¿La señora Vera la mandó a probarme? Ya sabe que no voy a volver a intentar escapar, de verdad no es necesario que finjas que solo quieres charlar. Ya pasé por esto antes.

Emma abrió los ojos y se topó con los azules de ella.

—Nadie me mandó a probarte Penny, lamento que hayas pasado por tanto que te haga dudar, pero realmente quiero hablar contigo y que te vistas... Por favor.

—Eres buena fingiendo. — Penny bajó la cabeza, entreteniéndose en trazar los patrones de flores en las sábanas.

Manteniendo la calma, Emma negó repetidamente con la cabeza, a la par que hablaba.

—No estoy fingiendo, de verdad quiero hablar contigo. — Emma lo intentó de nuevo.

—No me mientas.— Penny se encogió.— Te vi, compraste a Idunn, a Ruby y a Lilian.

Sin argumentos para debatirle su desconfianza, Emma cedió.

—Están bien, las compré, no con malas intenciones claro, la idea siempre fue la de sacarlas de aquí. —dijo Emma con el tono más tranquilo que pudo.

—Mataste a un chico. No confío en ti.

Emma suspiró.

—¿Si te muestro que ellas están bien vas a vestirte? No te pido que confíes en mí, solo vístete y escucha.

No le dio tiempo a Penny de responder, Emma sacó su teléfono y marcó.

"—¿Buenoooo...?"

La voz somnolienta de Tania indicó que la llamada la acababa de despertar, y Emma se sorprendió de que no le respondiera gritando por haber interrumpido su magnífico sueño o algo parecido.

—Nev. ¿Puedes hacerme un favor?

"—Mmm. ¿Para qué soy buena?"

—¿Las chicas están despiertas?

Penny observaba muy atenta a Emma, nunca nadie había querido ganarse tanto su confianza.

"—Yo qué sé.—" Tania soltó un bostezo. "—Me acabo de levantar, o más bien, me acabas de levantar."

Emma se mordió el interior de su mejilla, ya tenía suficiente dificultad tratando con Penny, no quería agregar más a su lista con Tania.

—¿Puedes ir a ver?

"—Ya."

El sonido de una puerta abriéndose y luego cerrándose le informó a Em que su amiga si le había hecho caso y terminó yendo a ver si las tres estaban despiertas.

Pasó un minuto, luego dos, luego...

"—Buenos días.—" dijo Tania, volvió al teléfono casi al instante. "—Sí, sí están despiertas, y se están acabando el cereal. Vas a tener que comprar más."

—Pásamelas.

"—¡¿Qué?! ¿Para qué las quieres? Es más, ¿dónde carajos estás?"

—Te digo luego, ahora necesito que me las pases.

"—Bueno, bueno. ¿Solo para esto me despertaste?"

—¿Te apuras?

"—Ya voy."

Otro pequeño intervalo de silencio envolvió la estancia hasta que la voz dudosa de Ruby se escuchó.

"—¿Hola?"

Penny alzó la vista con rapidez y algo se iluminó en sus ojos.

—Hola, Ruby... ¿Puedes decirle a Penny que soy una buena persona y no les he hecho absolutamente nada?— pidió Emma, sobando con demasiada presión un punto en su cienes.

Al otro lado del teléfono Ruby bufó.

"—¿Penny?"

Emma le acercó el aparato a la chica quién lo tomó con manos temblorosas.

—¿Sí?

"—Estamos bien, Emma... Bueno, ella no es una buena persona, no del todo. Mata gente y es una asesina, pero...—" Ruby tragó saliva."—Nos salvó, nos está ayudando y piensa acabar con los cárteles, puedes confiar en ella, pero ten cuidado, sigue siendo letal."

—Ruby. — Las lágrimas escurrían en el rostro de Penny como ríos.

"—Dime"

—¿De verdad están bien?

"—Por ahora sí, o eso parece."

—Creí que... — Penny no terminó, su voz ahogada con lágrimas saladas se cortó, impidiendo que dijera algo más que sollozos y gemidos lastimeros.

"—Tranquila, No está tan mal, ojalá estuvieras también aquí, no hay golpes, o eso, tú sabes. Penny, te extrañamos, pero creo que debería colgar."

— Ruby...

"— Hey, hey, oye, escucha. Si Emma necesita hablar contigo no te resistas, puede ayudarnos, de verdad que puede hacerlo. Y si te hace algo hazla picadillo, confío en que puedes."

Penny abrió la boca para decir algo más pero la voz de Tania no la dejó.

"— Eso era todo, ¿no?"

Emma tomó con cuidado el celular de las manos de Penny.

—Sí, es todo. Gracias.

"—Nada de gracias, me debes una pizza.—"

La llamada terminó ahí. Emma guardó el aparato y le sonrió a Penny.

—Ahora, ¿puedes cambiarte?— volvió a pedir con suavidad.

Penny lo hizo, el vestido que se puso era largo y negro, tenía pequeños detalles de acero en las mangas y la espalda.

Lo odiaba.

Vera no, Vera lo amaba, y, aunque Penny lloró, la obligó a vestirlo tantas veces en el pasado, no creía que en ese momento se lo estuviera poniendo por voluntad propia.

Una vez que estuvo cubierta se subió de nuevo a la cama y se abrazó las rodillas, esperando que Emma dijera o hiciera algo.

—¿Puedes mostrarme tu don?

Penny se estremeció, más, en su espalda, el acero comenzó a crecer.

Si esa chica de ojos verdes había ayudado a Ruby, a Lilian y a Idunn... Si esa joven no era mala, quizá y solo quizá, podría ayudarla igual a ella, a todas.

Terminó de invocar sus alas y las desplegó.

—Un ángel de acero.— Emma se acercó y observó el metal.—Son alas de cuervo.

—¿Qué?—Penny parpadeó.

—Que tus alas son alas de cuervo hechas de metal. Nada mal, si desarrollas tu don por completo puedes llegar a transformarte completamente.

Penny se encogió de hombros y soltó un pequeño grito cuando sintió las manos frías de Emma sobre sus alas.

—Vaya, tienen nervios.— Em pasó rápido el dedo, marcando una línea roja en la piel.—No tienen filo, si se afilan pueden ser un arma, tú arma.

—Lady Vera me lo prohíbe.

-Era de esperarse, no quiere que las uses en su contra. Por eso sus "chicas" son dotadas con poderes simples, Vera no es estúpida, sabe que una con poderes fuertes podría darle problemas.— Emma se apartó. —Por eso subastó a Idunn y a Ruby, porque sus dones pueden crecer, y ella no quiere lidiar con eso. Si las mataba no ganaba dinero y era un sacrificio en vano, pero, si las vendía ya no serían su problema y no le importaría que su otro "dueño" acabara muerto por culpa de los dones de ellas.

Penny observó a la joven que tenía en frente, era como Ruby, determinada, fuerte y... Amable. Algo en el interior de Penny se ablandó.

—Tú debes ser la favorita de Vera. ¿Por qué?

—¿Cómo sabes eso?— El tono de Penny era muy suave y temeroso, aunque la intensidad era mayor a la del inicio.

Emma comenzó a caminar de un lado a otro.

—Lo supuse, ella no me daría cualquier chica sino una especial.

—Yo tampoco entiendo porque soy más especial.— Penny se tronó, uno a uno, todos los dedos de las manos. —Tengo hermanas más lindas, con dones más increíbles y aún así...

—¡Mierda!— Exclamó Emma cuando sonó su alarma. —Bueno Penny se me acabó el tiempo, pero antes de irme quiero hacerte una pregunta.

Penny asintió, insegura.

—¿Cuántas veces al día te obligan a.... a prostituirte?

No encontró su voz enseguida, a Penny le costó llegar a ella, fue difícil, y al final pudo responder y cada palabra le dolía en el pecho más que la anterior.

—A todas nos tocan veinticinco veces.— Penny se abrazó a sí misma al decir aquello, hablar de lo que le hacían se volvía pesado, como un bloque que la aplastaba y la hería a la vez.

Los ojos de Emma comenzaron a adquirir un color oscuro, pero se contuvo.

—Hablaré con Vera. Le diré que te quiero para mí, nadie va a tocarte, dejaré órdenes estrictas al respecto. Espero que me hagan caso, y si es así podré detener tu tortura durante el tiempo que tardemos en idear un plan para sacarlas de aquí.

—¿Por qué hace esto?— Penny se levantó de la cama y se acercó a Emma.—¿Por qué le interesa ayudarnos?

—Porque no me gustaría sufrir lo mismo y porque...- Los recuerdos de Emma se desparramaron en su mente, el rostro de Tania flotó entre todos ellos y las palabras que hacía años le había dicho igual. —Porque una amiga estuvo a punto de pasar por lo mismo en una ocasión, y la verdad, prefiero ser un monstruo asesino que un monstruo violador. Ella tiene traumas por cosas horribles, pierde el control y es una buena persona, no lo merecía. Ustedes tampoco lo merecen y así como a ella, yo quiero liberarlas también a ustedes.

Emma le regaló una última sonrisa y salió por la puerta, dejando a Penny con las manos en el corazón y los ojos chorreando lágrimas.

***

—¿Me está diciendo que pagará por estar exclusivamente con Penny?

Emma dejó entre ver un deje de malicia al curvear sus labios en una media sonrisa.

—Esa criatura es una delicia.—dijo con un falso tono de alegría.—La quiero solo para mí, no me importa el precio.

Vera jugueteó con su anillo.

—Penny recolecta diez mil soles diarios, si la quiere solo para usted tendrá que pagar su cuota por ella.— comentó, pensando en lo mucho que podría hacer si aquella líder encontraba una debilidad en su querida Penny.

Emma se encogió de hombros.

—Adelante, cada día recibirá esa cantidad, aunque no venga a verla tendrá el dinero porque ya decidí que será solo mía.—soltó Emma sin más.

—Es un trato entonces.

Vera le extendió la mano y Emma se la estrechó. Más tarde iría al baño a lavarse con todos los desinfectantes que encontrara en el camino

—Nos estaremos viendo mi señora.— Emma soltó a Vera, disimuladamente limpió su palma con la tela de su pantalón, y, haciendo una reverencia, dio media vuelta y se fue.

Arnold se acercó a Vera.

—No creí que cayera tan rápido en las redes de Penny.

Vera se relamió los labios y observó su mano.

—Ya la tenemos, mientras siga queriendo estar con Penny podremos forjar una alianza. Dos cárteles sumamente poderosos unidos, y cuando ya no me sirva...— Vera gimió, complacida por las fantasías retorcidas que se dibujaban en su mente.— Su energía es muy apetitosa.

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