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Drogas.


Un olor pútrido despertó a Penny, al inicio todo estaba oscuro y borroso pero poco a poco su visión se fue adaptando. Cuando consiguió ver maso menos bien descubrió que el cadáver de Kova seguía allí y era lo que desprendía ese olor tan desagradable.

En ese momento sintió como su estómago se revolvía ante la horrible visión de su compañera muerta.

-Ya, ya...- Slava le acarició la espalada. -Solo no mires.-

Era más fácil decirlo que hacerlo, Penny sentía como si necesitara ver esa horrible escena. El cuerpo estaba repleto de gusanos, insectos y ratas... un líquido negro salía de los orificios hechos por estos animales y algunos pedazos de piel estaban regados en el suelo.

-Kova...-

-Penny.- Slava le tomó la barbilla y la obligó a desviar la mirada del cadáver en descomposición. -No fue tu culpa, ya no te tortures... No mires, solo te hace mal.-

El sonido de pasos le ahorró a Penny el tener que contestar. Dylan apareció junto a su hermano y como siempre, con movimientos bruscos y sin avisar sacaron a rastras a las jóvenes y le prendieron fuego al cuerpo de Kova.

Las llevaron por pasillos de mármol hasta un salón enorme y vacío.

-Buenos días.- Arnold entró, llevaba una bata color naranja, su cabello del mismo color estaba revuelto y su mirada era ansiosa, observaba a todos lados con miedo, Penny nunca lo había visto tan nervioso.

-Buen día Arnold.- Rosa intentó ponerse de pie pero Dylan la tiró jalándola del cabello, la pequeña lanzó un chillido.

-Quietas.- Vera apareció, su bata eran tiras que apenas y le cubría lo que una mujer debe cubrirse. -Hoy voy a darles un regalo.- Con un ligero movimiento de su mentón le ordenó a Daniel agarrar  por detrás a Arnold y lo hacerlo caer junto a todas las chicas.

Penny soltó un grito, ¿qué estaba planeando Vera? ¿Por qué Arnold también estaba en el suelo?

-Hoy...- Vera se remangó las tiras que le cubrían los brazos. -Voy a suministrarles personalmente su droga y a algunas de ustedes voy a aumentarles la ración, así que, empecemos.-

Daniel salió unos minutos y cuando volvió a entrar llevaba un carrito con botellas, jeringas y vendas... Penny se estremeció.

-Primero...- Vera se colocó unos guantes y tomó un bote del carrito. -Elettra, tú vas primero corazón.-

Los dos hermanos agarraron a la pequeña y la acercaron a Vera, Elettra se revolvía e intentaba soltarse pero sus captores la sostenían firme y no soltaban su agarre.  Vera le abrió la boca a la niña y de forma brusca le metió de golpe todas las pastillas que contenía el bote, Elettra tosió y comenzó a ahogarse, Vera le roció un vaso de agua y la niña a duras penas pudo pasar la droga.

Este mismo procedimiento lo realizó con todas las menores de trece años, luego la cosa se empeoró para el resto.

-Rusalka.- Llamó Vera preparando el siguiente frasco de droga, los ojos negros sin pupila de la chica se pusieron vidriosos y su cuerpo comenzó a temblar cuando Daniel la sostuvo, tenía miedo y Penny la comprendía.

-Abre la boca.- Ordenó Vera sin emoción alguna, Rusalka no obedeció y Vera le acarició con suavidad una mejilla. -Abre la boca.-

Esta vez Rusalka lo hizo y Vera le apretó la mandíbula antes de soltar las pastillas, la joven se atragantó al igual que el resto, y como ellas se recompuso cuando Vera le roció el agua. 

-Inmovilicen su brazo derecho.- Rusalka estaba aún tosiendo y no opuso resistencia alguna cuando Dylan tomó su brazo y lo estiró impidiéndole moverlo. -Eso es.- Un brillo sínico bailó en los ojos de Vera, la mujer tenía una jeringa llena de un líquido color azul el cual inyectó sin cuidado alguno en una de las venas de la menor.

-Duele...- Rusalka comenzó a llorar. -Duele...-

-Lo sé, lo sé.- La voz de Vera se había suavizado. -Tranquila, ya pasará.-

Los hermanos volvieron a tirar a Rusalka una vez que Vera terminó con ella y la siguiente en pasar fue Ivory, quién tenía la mirada perdida y estaba tan pálida que parecía una estatua de mármol. 

De nuevo Penny fue testigo de como una a una sus hermanas eran sometidas a ese proceso brutal, finalmente solo quedaron Arnold y ella. Vera les sonrío y luego les hizo señas a Dylan y a Daniel para que le llevaran a Arnold, el pobre chico temblaba como una hoja al viento y sus manos se abrían y cerraban apresuradamente.

Vera le hizo lo mismo que a las demás, incluso pareció divertirse al ver como el chico se atragantaba con la droga y luego soltó una risita al momento que le inyectó la sustancia azulada en la sangre.

Arnold se mordió el labio para no gritar cuando Vera lo inyectó y debió morderse demasiado fuerte porque la sangre comenzó a escurrirle de la boca manchando su bata al nivel del cuello.

-¿Te duele querido Arnold?- Vera besó el cuello del joven. -Por tu rostro supongo que sí, mmm eres divino cuando sufres, quizá deba hacerlo más seguido.- La mujer tomó un bisturí que Penny no había visto y con una precisión certera le hizo un corte en el hombro izquierdo a Arnold para luego rociarle otro líquido, esta vez de un color ámbar.

Esta vez el dolor debió de ser demasiado ya que Arnold soltó bajos gemidos a la par que Vera continuaba haciéndole cortes por todo el cuerpo. Cuando estuvo satisfecha la mujer vendó a Arnold y antes de que los hermanos se lo llevaran le dio un beso travieso.

-Ahora, para el gran final... ¡PENNY!-

La rubia se abrazó el cuerpo e intentó poner resistencia pero no sirvió de nada, la arrastraron hasta Vera.

-Abre esa linda boquita querida Raven- Penny comenzó a llorar y negó con la cabeza, Vera solo sonrió. -Quieras o no la vas a abrir.- Tardó unos segundos pero al final lo consiguió, Vera obligó a Penny a abrir la boca y luego le vertió de jalón todas las pastillas. Un sabor amargo inundó su paladar y su garganta, Penny comenzó a toser y varias píldoras salieron de su boca para caer en el suelo. Vera destapó un segundo frasco y volvió a verter el contenido en la boca de Penny, luego se la cerró para que esta vez no pudiera soltar ninguna pastilla.

Penny comenzaba a ahogarse, su garganta se cerraba y debido a que no podía abrir la boca para escupir las cápsulas sus ojos parecían querer salir de las órbitas debido a la tos. Pasaron unos instantes que parecieron eternos antes de que Vera se apiadara y le echara un baso de agua, Penny tardó en recomponerse, aún tenía el gusto amargo y la tos persistía a tal grado que llegó a escupir sangre sobre el blanco suelo del lugar.

-Oh, te ves terrible.- Vera le alzó la cabeza tomándola por los cabellos. -Aún no te mueras... Quiero seguir jugando.-

La soltó y tomó una jeringa, Penny volvió a toser pero Vera la ignoró por completo, le dio unos suaves golpes al cristal de la jeringa antes de clavarla en el brazo de la chica.

Penny aulló de dolor, el líquido ardió como si fuera fuego al momento de entrar en contacto con su sangre, ella sentía que eso que Vera le había inyectado iba a quemarla por dentro. Volvió a toser y más sangre tiñó el suelo, Vera hizo un ademán y los hombres la sujetaron con más fuerza, la mujer tomó de nuevo el bisturí que había usado con Arnold y comenzó a hacer cortes rectos sobre la suave piel de Penny.

Los cortes ardían, y el dolor aumentaba cuando Vera rociaba el líquido ámbar sobre ellos.

Después de que Vera la vendara, Penny creyó que todo había acabado pero no fue así, la arpía le inyectó más jeringas, todas con líquidos de diferentes colores. Al ver los tonos de la droga Penny recordó un arcoíris, eran bonitos... Pero causaban mucho mal, cada droga ardía más que la anterior, dolía más y le traía alucinaciones peores.

ROJO... Vera se había convertido en un pulpo.

VERDE... Dylan y Daniel eran estatuas de miel, sí, de miel.

ROSA... El mundo cambiaba de colores y había puntitos luminosos por doquier.

AMARILLO... El rostro de Emma flotaba en forma de globos

NARANJA... Habían tumbas por todas partes, parecían crecer como flores.

MORADO... Vera tenía un traje muy anticuado y estaba cubierta de sangre.

NEGRO... El cadáver de Kova, de Ruby, Nilsu, Idunn y Lilian caminaban acercándose a ella, susurraban cosas que Penny no entendía.

AZUL MARINO... Había voces en el aire, voces que hablaban, que susurraban, que cantaban, que callaban... Había voces y cada vez eran más.

DORADO... La sangre escurría del techo, manchaba el suelo y comenzaba a hundirla.

PLATEADO... Una joven con un bate caminaba entre la sangre y la muerte, como una diosa, sus ojos eran de fuego y su mirada era tan penetrante que daba miedo. Desplegaba un aura de poder, un búho salió de la oscuridad y se posó sobre el hombro de aquella extraña. Penny dejó de sentir y casi estuvo aliviada cuando la desconocida preparó su bate y le rompió la cabeza.

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