chapter 42
Está de más decir que Lisa canceló su viaje a Londres, para quedarse al lado de la mujer que amaba, de su amada Jennie, regresaron juntas al departamento que tenía la mayor, no se separaron, estuvieron sentados en el sofá, simplemente haciéndose compañía, disfrutando la compañía que se hacían.
Jin fue a recoger a sus sobrinos, al no tener más noticas de Jennie, dedujo que estaba con Lisa y no quería arruinar ese momento, aunque claro, omitió le toda esa información a su amada esposa. Por la noche, una vez que Jennie había hablado con su mejor amigo sobre que cuidara a sus hijos al menos hasta el día siguiente, se fue junto con Lisa a la cabaña en medio del bosque, donde habían pasado su primera línea de miel. La menor estaba poniéndole sabanas a la cama, el día había sido largo y quería descansar, dormir al lado del amor de su vida, pero se dio cuenta que todo era muy silencioso, así que decisión salir a buscar a la pelinegra ¿Acaso la había abandonado? No, claro que no, Lisa se encontraba sentada en una banca que se encontraba afuera de la cabaña, observando las estrellas, tratando de asimilar la idea de que la mujer que tanto amaba estaba a su lado, pensando que pronto tal vez todo seria como antes, ya el futuro no importaba, mientras tuviera a Jennie en el presente.
— Aún no crees que esto esté pasando ¿Verdad? — dijo Jennie mientras se sentaba al lado de Lisa.
Lisa volteo a verla y sonrió.
— Pensé que estarías preparándote para dormir, Jen.
— En eso estaba, pero como vi que estabas aquí solo y vine a hacerte compañía, además aún no has contestado mi pregunta.
— Esta es la primera vez en tanto tiempo que me siento tranquila y feliz, completa.
— ¿Me prometes que nunca me vas a dejar, Lis?
— Te juro que nunca te voy a volver a ocultar nada y que jamás te voy a volver a lastimar.
— Mi hermosa Lalisa, solo mía.
— ¿Me dirás que hizo cambiar de opinión y buscarme?
— Tal vez después… — dijo Jennie sonrojándose y suspiró profundamente mientras levantaba su vista para ver el cielo — Se pueden ver muchas estrellas desde aquí ¿Recuerdas la primera vez que salimos a contar estrellas?
— Por supuesto, nunca he podido olvidar aquella noche.
Esa noche mientras pasaba enfrente de la casa de Jennie, pudo ver a la menor observando las estrellas desde el balcón de su habitación, como si estuviera pidiéndoles un deseo, la pelinegra se quedó viéndola ahí en silencio, hasta que, como si supiera que estaba siendo observada, Jennie volteó hacia la calle y la vio totalmente sorprendida.
— ¿Lisa?
— Oh… ¡Hola, Jen! — dijo ella levantando su mano saludándola.
— ¿Qué haces aquí?
— No podía dormir, salí a caminar un rato… y terminé aquí.
— ¿Saliste a caminar a la media noche?
— Me gusta salir a caminar a esta hora, pero no se supone que tú deberías estar dormida a esta hora, mañana tenemos escuela y tú eres una buena chica.
— Ser siempre el buen chico a veces me quita el sueño.
— ¿Por qué no vienes conmigo a caminar un rato? Quizás eso te ayude a conciliar el sueño.
— No sé… Si Namjoon se despierta y se da cuenta que no estoy, se preocupara y pensara
que me pasó algo malo y hará un grande escándalo.
— Pero vas a estar conmigo, Jen, a mi lado no te va a pasar nada malo.
— Está bien, pero solo un rato, dame dos minutos para cambiarme y bajo.
— De acuerdo, aquí te espero.
Jennie entró a su habitación para cambiarse para después lentamente salir de su casa usando unos jeans, suéter negro y tenis del mismo color, reuniéndose con Lisa quien la estaba esperando en la puerta de su casa. Ambas empezaron su caminata por las desiertas calles cercanas a la casa de Jennie, llegando hasta un hermoso parque, en donde siguieron caminando hasta que llegaron al pequeño lago que había al centro de este, en donde se sentaron a las orillas del mismo, recordando entre risas, cada uno de los momentos que habían vivido juntas desde el día que se conocieron hasta ese momento, eran mejores amigas, pero no parecían eso.
— Vamos a divertirnos, ¿De acuerdo?
— De acuerdo — dijo la menor con una pequeña sonrisa.
Lisa se acostó en el césped y se puso a observar el cielo.
— Nunca me había fijado en que se ven demasiadas estrellas desde aquí — Jennie levantó su vista al cielo.
— Si, es verdad… ¿Cómo cuantas estrellas crees que haya?
— Demasiadas sin duda alguna, deberíamos de contarlas para saber con exactitud cuántas son.
— Bueno, la que termine primero de contarlas deberá de recibir como premio un helado.
— Me parece bien, pero te aviso que quiero que mi helado sea enorme — Jennie se río mientras se acostaba al lado de Lisa.
— No, yo quiero que mi helado sea enorme.
Las dos comenzaron a contar cada una de las estrellas que había en el cielo, pero antes de que pudieran cuantas eran, el sueño comenzó a vencerlas hasta que finalmente se quedaron dormidas.
Lisa fue la primero en despertar al sentir los primeros rayos del sol sobre su rostro, al ver a Jennie a su lado, una enorme sonrisa se dibujó en su rostro al verla dormir tranquilamente, disfrutando de ese momento que la vida le regalaba junto a la chica que tanto quería pero que sabía muy bien que ella no tenía los mismos sentimientos. A pesar de que esa era su triste realidad, Lisa no quería pensar en eso, en ese momento Jennie estaba con ella, solamente con ella.
Se quedó observando atentamente cada uno de los rasgos de la menor, memorizándolos para no olvidarlos nunca: su cabello, su rostro, su nariz, sus ojos, sus labios…esos labios que tanto ansiaba probar y que no dudo en hacerlo en aquel momento, así que lentamente junto sus labios con los de Jennie, un beso con el que Lisa finalmente cumplía su más grande fantasía.
Pero aquella fantasía se volvió más grande cuando aquel beso robado comenzó a ser
correspondido, Jennie en ese momento parecía necesitar más que nunca ese beso y Lisa simplemente se dejó llevar por el momento, pero la realidad y el miedo llegaron a ella de golpe ante la posibilidad de que aquel beso pudiera afectar su relación con Jennie, así que terminó el beso y se acostó al lado de la menor fingiendo que estaba dormida, mientras aún tenía los ojos cerrados.
Segundos después, Jennie comenzó a abrir lentamente los ojos, teniendo la sensación
de que la habían besado en un sueño... o quizás no había sido un sueño. Realmente confundida llevo una de sus manos a sus labios, notando que Lisa estaba acostada a su lado con los ojos cerrados, fue entonces que recordó lo que había pasado la noche anterior y en donde estaba, así que comenzó a mover a Lisa para despertarla.
— Lisa… ¡Lisa, despierta!
Lisa fingió abrir los ojos dando un largo bostezo.
— Hola, Jen ¿Qué pasa?
— Nos quedamos dormidqs aquí, ya es de día.
— Si, es verdad. Te acompaño a tu casa, espero que tu familia aún no haya despertado.
— Ni ellos, ni Nam, si no estoy en graves problemas.
Ambas se levantaron y caminaron a toda prisa hasta la casa de Jennie, en donde al llegar ahí, Jennie abrió la puerta sigilosamente para evitar que alguien se diera cuenta de que no había pasado la noche ahí.
— Creo que lo logramos, no se escucha ruido alguno.
— Si, eso parece… — dijo entrando a la casa, se recargo en la puerta —. Gracias, Lisa, me divertí mucho anoche.
—Me alegra saber eso, cuando quieras podemos repetirlo.
— Me encantaría, mientras no nos quedemos dormidas a la intemperie.
— Si eso llegara a pasar llevare una cobija para cubrirnos del frío.
— Me parece bien, Lilo.
Lisa y Jennie estaban sonriendo como un par de adolescentes enamoradas al recordar ese momento, la primera vez en que Jennie dejó de ser una chica buena, escapándose de su casa con su mejor amiga, de la que estaba enamorada.
— Es increíble que hayan pasado más de ocho años desde entonces, y ahora nuevamente
estamos sentadas observando estrellas como antes.
— Si… — Jennie se puso de pie rápidamente —. Lisa, ya es tarde y tengo frio, creo que debemos ir a dormir.
— Si, y no tenemos aquí una cobija para dormir a la intemperie como antes, tal vez otro día podamos contar estrellas como antes.
— Vamos, mi amor
Lisa la miró con una pequeña sonrisa y se levantó, tomando de la cintura a Jennie, dejando un casto beso sobre sus labios, siendo correspondido al instante, ambas sonrieron sinceramente, al estar una frente a la otra, temblando ante la idea que después de tantos años, volverían a dormir juntas, dándose un calor mutuo.
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