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chapter 39

La marcha nupcial seguía sonando mientras Karina caminaba con paso firme hacia el altar, la iglesia estaba sola, excepto por el novio que la esperaba al pie del altar.

Cuando Karina llego a su lado, ella volteó y vio a Winter dándole esa sonrisa que tanto le gustaba. Estiró su mano para poder tocarla mientras se alzaba de puntillas para besarla, al separarse, vio que a quien tenía en frente era a Suho, su prometido.

— Juntos para siempre, Karina — dijo él.

— ¡No! ¿En dónde está, Winter?

— Eso no importa, me elegiste a mí y estaremos juntos para siempre.

— ¡No! ¡No! ¡No!... ¡Winter!

Karina despertó completamente agitada, en su antigua habitación en casa de sus padres, todo había sido un sueño. El mismo sueño que la atormentaba desde la última vez que vio a Winter la noche de su despedida de soltera, y del cual siempre despertaba en medio de gritos y lágrimas.

— ¿Karina? ¿Estás bien? — dijo su madre al abrir la puerta de la habitación y entró — Me
pareció escucharte gritar.

— Estoy bien, no es nada, solo fue una pesadilla.

— ¿Segura que solo fue eso?

— Sí, mamá, no te preocupes.

— Más te vale que arruines este día, Karina.

Su madre la sacó de la cama y la llevó al comedor para reunirse con sus hermanos y su
padre.

Finalmente había llegado, esa noche la pesadilla se volvería realidad al cumplir con su destino y casarse con Sohu. Era lo que debía hacer y no había marcha atrás, esa decisión le había costado perder a la mujer que siempre había amado, tantos años amándola y al final era ella misma quien la perdió

— Karina, come algo más, apenas y has probado bocado — ordenó su padre,

— Gracias, pero no creo que mi estómago resista la comida hoy

— ¡Come!

— Déjala, padre — intervino Niki.

Karina tomó un par de fresas ante la insistencia de su padre, pero solo logro darle una mordida cuando se levantó rápidamente y salió corriendo al baño, prácticamente terminó vomitando lo poco que había desayunado.

— ¿Estás bien, Karina? — preguntó Niki preocupado del otro lado de la puerta.

— Sí, no es nada, ya sabía que mi estómago no iba a resistir ante la tensión de la boda —
respondió mientras buscaba su cepillo de dientes.

Tan mal estaba por la boda que, desde hace varios días, no podía comer nada sin que terminara vomitando.

— ¿Quieres que llame a un doctor para que llegue antes y vea cómo estás?

— No, no es necesario... descuida, estaré bien, solo quiero bañarme para relajarme un poco.

— De acuerdo, si te vuelves a sentir mal, avísame.

Tras cepillarse los dientes, Karina llenó la bañera y se sumergió en el agua con tal de calmarse, aunque fuese un poco, por más que quisiera, no podía dar marcha atrás, eso la estaba destrozando por dentro.

"No te das cuenta de que tu destino estaba acabando contigo, con tu esencia...Está desapareciendo tu luz, no quiero que te destruyan de esa forma, Karina."

La voz de Winter resonaba en su cabeza, tenía razón, toda esa situación estaba acabando con ella. ¿Pero qué podía hacer? Estaba atrapada por su destino y no podía escapar de él por más que quisiera.

Yo estoy dispuesta a ir contra todos por ti. ¿Y sabes por qué? Porque te amo y haré lo que sea necesario para liberarte de ese destino que lo único que está haciendo es destruirte.

No lo soportaba más, quería estar con Winter, que la liberara de ese destino que tanto pesaba sobre sus hombros, pero lo único que ella había hecho fue romperle el corazón una vez más a la mujer que amaba.

Karina salió del agua, se envolvió en una toalla y regresó a su habitación, allí encontró en una repisa una fotografía de ella con Winter con sus uniformes de la preparatoria, era inevitable no recordar todos los días que había pasado su lado, la necesitaba tanto a su lado, y cuando ella fue a buscarla, lo único que hizo fue alejarla de su vida y esta vez para siempre.

El timbre su casa, sonó, no quería más presión, pero de un momento a otro, la pelinegra subía a su habitación acompañado de Pierre, un estilista de la familia que comenzó a arreglarla, todos sus hermanos corrían de un lado a otro checando que todo estuviera en orden, mientras el estilista daba órdenes y peinaba a Karina como a una verdadera princesa.

Una novia feliz mostraría una sonrisa de oreja a oreja en el reflejo del espejo, pero esta novia no, Karina estaba ida, no prestaba atención en nada, era un títere que obedecía la voluntad de los demás, se veía hermosa, pero su alegría era apagada por un deber que todos confiaban que se cumpliría.

— Bueno, ya terminé — dijo Pierre muy alegre.

— Gracias — fue lo único que dijo Karina.

— ¿Estás bien, Karina? — dijo Niki con preocupación.

— No Niki, siento que le estoy dando fin a mi vida — dijo Karina sin quitar la mirada perdida del espejo y sus ojos se cristalizaron.

— Karina, por favor, piensa bien las cosas, aún eystas a tiempo.

— No, ya es demasiado tarde.

— No, Karina aún no das el sí, estás a tiempo de detener esta locura, por favor, no te rindas, lucha por quien amas.

— Ya no hay nada porque luchar, dejé ir a Winter para siempre, aunque la ame

— Por esa razón no debes continuar con esto. Karina, ya no estamos en el siglo XV para hacer este tipo de cosas, entiendo que por las empresas debas casarte.

Karina siguió llorando con más fuerza, sabía muy bien que lo que Niki había dicho era cierto.

— Yo no sé qué hacer, Kyungsoo y los demás esperan un "Si" el día de hoy.

— Esto no se trata de Kyungsoo, ni de los demás, Karina, se trata de tu felicidad, nosotros no importamos, somos lo bastantes grandecitos como para saber lo que nos conviene o no — dijo Niki comprensivo.

— ¿Y porque siento que todo esto es por ustedes?

— Karina...

Niki abrazo a Karina mientras que la pelinegra derramaba todas esas lágrimas contenidas y que no podía sacar del dolor tan grande que sentía.

En su hotel, Winter miraba la televisión como si eso lo fuese a sacar de una realidad que negaba y que se daba cuenta que no podía hacer nada al respecto, intentó recuperar a Karina y no sirvió de nada.

Winter, por favor, no te quedes aquí sentado viendo todo perdido — dijo Jennie a través del teléfono.

— No puedo hacer nada, Jen, ya todo está dicho.

No, Winter, no todo está perdido, Karina aún no dice el sí.

— Le pregunte anoche en su despedida de soltera si realmente quería casarse y dijo que
sí.

Karina te ama, lo dice en su diario, tú lo leíste.

— Y aún así se casa hoy, creo que eso lo dice todo — dijo Winter ya resignada.

Estaba atardeciendo cuando a la iglesia empezaron a llegar los primeros invitados, familiares, amigos de Karina, todos decían que esa sería la boda del año, ya que muchos estaban esperando el final de un hermoso cuento de hadas que el día de hoy daría, el final que todos esperaban.

Karina observaba su reflejo en el espejo, y allí estaba, usando ese precioso vestido, digna de una princesa. Su cabello peinado, con algunos rizos en la parte de adelante, el maquillaje sencillo, si parecía una princesa de un cuento de hadas, pero no se sentía como tal.

La puerta se abrió y entró Niki.

— Ya llegó la limosina.

— Bien, vamos.

Karina caminó hacia la puerta tratando de mostrar su mejor cara, pero antes de salir Niki lo detuvo.

— Escúchame, te he hablado de esto, pero eres demasiado terca, así que, voy a dejar mi auto cerca de la limosina, frente la iglesia, estará abierto y las llaves las encontraras en la guantera.

— ¿Por qué me dices eso, Niki?

— Porque tengo esperanza de que entres en razón y vayas tras Winter como en una película romántica.

— Voy a empezar a creer que te está haciendo daño ver tantas películas.

— Tal vez, pero tú más que nadie merece un "felices para siempre" — dijo Niki tomando las manos de su hermana — No te quiero ver en un matrimonio sin amor, eres mi hermana menor y lo único que quiero es que seas feliz.

— Niki...

— Por favor, Karina, si te arrepientes y decides ir a buscar tu felicidad al lado de Winter, sabes que yo no te detendré y no dejaré que alguien lo haga, sabes que lo único que quiero es que seas feliz sin importar lo que piensen los demás — dijo Jennie con una sonrisa, Karina sonrió un poco ante eso y lo abrazó.

Ambos salieron de la casa y se dirigieron a la gran limosina blanca, decorada con flores blancas y entre ellas rojas. Karina subió a la limosina, mirando por la ventana y pensando
en lo que le había dicho su hermano, no podía hacer mucho en ese momento, pese a que se sentía destrozada en vez de ser la novia más feliz del mundo, se estaba muriendo por dentro y cada minuto que pasaba lo sentía eterno.

Desde pequeña, Karina había imaginado que tendría una boda digna de un cuento de hadas, se enamoraría de una apuesto príncipe o princesa, que la amaría y vivirían felices por siempre.

Cuando la limosina llego a la iglesia, Karina bajó mientras su madre le ayudaba a que no se arrugara su vestido, se encaminaron a la entrada de la iglesia, en donde los esperaban los
demás.

Karina tomó su lugar y todos los invitados se pusieron de pie cuando comenzó a sonar la marcha nupcial, la pelinegra sintió que no podía respirar en el momento en que vio la iglesia llena, tantas personas esperando ver su boda y ella quería salir corriendo de allí, trató de poner su mejor sonrisa, pero cada paso que daba, lo sentía más pesado, como si llevara plomo en los zapatos, observo a todos los que la miraban, todos sonreían a su alrededor.

— Estás muy hermosa, mi amor — musito Sohu estando al lado de su prometida.

No respondió a las palabras de su prometido y simplemente se esforzó más que nunca a mantener su sonrisa con tal de no estallar en lágrimas.

El sacerdote comenzó a hablar dando la bienvenida, pero Karina no escuchaba nada, tenía la mirada perdida, lo único que miraba en ese momento era como los labios del padre se movían, pero no emitían ninguna palabra para ella, había momentos en que el sacerdote hacía reír a las personas, pero Karina seguía sin escuchar, la pelinegra lloraba por dentro.

Karina quería correr, no creía soportar por mucho tiempo esa interpretación de la novia perfecta ante su familia, sus amigos y todas las personas que se encontraban en la iglesia, porque esa boda, eso era, una representación de la felicidad "perfecta", la pelinegra ya no estaba tan segura de que podría ser feliz, no lejos de Winter.

El sacerdote continuaba oficiando la ceremonia mientras Karina trataba de alejar sus pensamientos de Winter y en lo que le había dicho la noche de su despedida de soltera, en todo lo que le había dicho Niki, ya no era momento de dudas, estaba haciendo lo que tenía que hacer al casarse con Sohu.

Karina volteó y observó a todas las personas que observaban la ceremonia, todos sonreían
de felicidad ignorando por completo la agonía que sentía.

— Kim Junmyeon, ¿Aceptas a Yoo Jimin como tú legitima esposa? ¿Para amarla y respetarla, en la salud y enfermedad, en la alegría y la tristeza, hasta que la muerte los separe?

— Sí, acepto — respondió con una enorme sonrisa.

Pero su cuento de hadas se estaba volviendo una pesadilla para Karina, no era Winter quien
la aceptaba como su esposa, como en sus innumerables sueños, era Sohu, esa era la realidad y dolía demasiado, quería a Winter a su lado, en el altar, tal y como lo había visto en sus sueños.

— Yoo Jimin , ¿Aceptas a Kim Junmyeon, como tú legitimo esposo? ¿Para amarlo y respetarlo, en la salud y enfermedad, en la alegría y la tristeza, hasta que la muerte los separe?

Suho la miraba impaciente esperando su respuesta, era fácil, solo tenía que decir "Sí, acepto", pero no podía responder, las palabras estaban atoradas en su garganta, solo podía pensar en Winter.

¡Oh, como extrañaba a la pelinegra! Lo que más quería en ese momento era volver a estar entre sus brazos, pedirle que la perdonara por estar cometiendo el más grande error de su vida y luchar junto a ella por su amor.

Los murmullos llenaron el lugar ya que todos se preguntaban porque la novia no respondía, Niki solo suplicaba mentalmente que su hermana se diera cuenta del grave error que estaba a punto de cometer ya que sabía muy bien que Karina no sería feliz al lado de Sohu, al ver a Karina así, estaba dispuesto a sacar a la novia de esa iglesia con tal de que no siguiera sufriendo y llevarla con Winter, con tal de que fueran felices.

— ¿Karina? — susurró Sohu al ver a Karina perdida en sus pensamientos, tratando de que
no lo consumieran los nervios al notar que no respondía.

— ¿Eh? — Fue lo único que logro decir, sentía que ya ni siquiera podía respirar por el estado en que se encontraba.

— El sacerdote te ha hecho una pregunta — musitó él dando un suspiro y volteo a ver al sacerdote — Creo que sería mejor que le repitiera la pregunta.

— Claro, hijo. Yoo Jimin, ¿Aceptas a Kim Junmyeon, como tú legitimo esposo? ¿Para amarlo y respetarlo, en la salud y enfermedad, en la alegría y la tristeza, hasta que la muerte los separe?

Karina vislumbro su matrimonio con Sohu, era perfecto, demasiado perfecto, pero ella no anhelaba perfección sino amor y eso solo lo tendría al lado de Winter, sabía que al lado de la pelinegra tendría muchos días felices, pero también habría días difíciles ya que muchos se opondrían a esa relación por ser bisexual, pero eso no le importaba ya que estaría con la mujer que verdaderamente amaba, era a Winter a quien amaba, quería volver a tener la misma felicidad que tuvo cuando estuvo en Corea, pero ya no ocultaría su amor ante el mundo, estaba harta de ocultar lo que sentía y menos si Winter le correspondía, ya no podía seguir con esa farsa, amaba a Winter y no quería perderla, no otra vez.

— No...no, no, perdóname, Sohu, no voy a casarme contigo.

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