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chapter 26

Mina entró a su oficina en la empresa donde trabajaba como asistente de una famosa editora de libros, Lee Minho, ese lugar que había sido su sustento esos 5 años, ahora era su infierno personal, porque su jefe era el hermano de Minatozaki Sana, prometida de la mujer a la que amaba, a la que siempre amó, pero se cegó por un capricho, sosteniendo una mentira creyendo amar a quien nunca la amó.

— Mina, necesito que por favor me reserves una mesa, hoy tengo una cena muy importante con unos escritores.

— Como diga señor Lee, de cas-

Fue interrumpida por la voz de alguien más, con tan solo sentir su presencia bajó la mirada, no podía mirarlo a la cara.

— Buenos días Minho ¿Por qué me hiciste viajar desde con urgencia?

— ¿Y me lo preguntas? Estamos a dos semanas de tu matrimonio con mi hermana, mis fuentes dicen que te vieron con alguien entrando a un hotel de esta ciudad.

— Por favor Minho, no soy una niña, puedo llevar a mis amigas a donde yo quiera, no tengo un departamento.

— No soy estúpido, Roseanne, no te vas a burlar de mi hermana, con alguna zorra, porque si lo haces juro destruirte.

— S-señor Min- — Mina intentó hablar al sentirse mareada.

— ¡A mi no me amenaces Minho!

— ¡Te exijo que respondas como la mujer que eres!

— ¿Pued-

— Si sigues jodiendo mi paciencia, voy a cancelar este maldito matrimonio Minho y tú vas a ser el culpable del corazón roto de tu hermana.

Mina iba a hablar otra vez, pero sus piernas le fallaron y cayó al suelo, la mirada de horror de Rosé no se hizo esperar, quien se acercó rápidamente a la pelinegra y la cargó, sintiendo la mirada furiosa y confundida de su futuro cuñado, estuvo a punto de salir, pero su irritable voz perturbó sus oídos.

— ¿A dónde vas, Roseanne? — gritó el castaño.

— Tu asistente se acaba de desmayar ¿No piensas ayudarla?

— Ella puede esperar un rato, no se va a morir, nuestra conversación es más importante.

— Vete a la mierda, si no piensas hacer nada por ayudar a quien lo necesita, yo lo haré.

Rosé salió de la editorial con Mina en brazos, le pidió al portero que detuviera un taxi, el hombre al ver a la castaña, inconsciente y en brazos de la empresaria, obedeció. La mayor, subió a Mina al taxi, le indicó al taxista una dirección, que no era el hospital, sino su departamento, con ayuda del portero, subieron a la pelinegra hasta la habitación que Rosé había pedido y recostó a Mina en la cama de dos plazas que había en la habitación. Ella sabía de sobra lo delicada y enfermiza que era Mina, sus desmayos ya era algo habitual y solo recostándola, en cuestión de minutos recobraba la conciencia, pero ella ya no quería seguir escuchando a Minho, tomó de excusa el desmayo de la pelinegra, para irse y estar a sola con ella.

Tal y como el pensó, Mina comenzó a abrir sus ojos, viendo que no estaba en el trabajo y tampoco en su departamento, pero la decoración del lugar la conocía muy bien, tan bien que sus ganas de desmayarse otra vez se hicieron presentes.

— Al fin despertaste, Mina.

— ¿Qué hago aquí? ¿Por qué me trajiste? Minho va a matarme.

— ¿Desayunaste?

— Si ¿Por q-

— ¿Dormiste bien?

— Si ¿A qu-

— ¿Esa bruja te ha dejado más trabajo del que debería?

— Si, un poc-

— La llamaré para que te tomes el día.

— ¡Deja de interrumpirme! — la pelinegra le tiró una almohada a la cara y la mayor se rió subiéndose encima de ella.

— Perdón, Mina — besó sus labios con ternura.

— Tu boda está cerca, esto debe acabar…

— No quiero hablar de eso, Mina, por favor.

—¿La amas?

— La quiero mucho, Sana es una chica dulce, comprensiva, tierna.

— ¿Me amas a mí?

El silencio reino en aquella habitación y Mina bajó la mirada, sabía lo que eso significaba, no quería ilusionarse con ella, entendía que solo era algo pasajero, porque su gran amor iba a casarse con una chica, dulce, comprensiva y pura, sin un pasado oscuro como ella, sin haber sido amante de mujeres comprometidas. Seis meses antes, Mina estaba segura de amar a Lalisa, pero un día su insoportable jefe la había llevado a una reunión familiar, no cualquier reunión, sino el anuncio del matrimonio de Rosé con Sana. Cuando sus miradas se conectaron, una pequeña chispa creció en su interior y mientras ella terminaba los informes que Minho le había pedido, Rosé aprovechó para saludarla, metiéndose a la pequeña oficina donde estaba la pelinegra.

Hablaron unos minutos, intercambiaron números y desde ese momento, no pudieron apartarse una de la otra, comenzaron a salir cuando la mayor venía de Seúl unos días a “relajarse”, cuando realmente aprovechaba para estar cerca de la pelinegra, aunque era obvio que Mina no le dijo de su relación y menos que con quien tenía esa relación era Lalisa Manoban, la mujer al que todos daban por muerta, si tan solo ella se hubiera enterado, la hubiera odiado, de por vida.

Seis meses siendo el amante de Park Roseanne, seis meses conociendo que era el verdadero amor, o al menos eso era lo que creía, porque ahora el silencio de Rosé la estaba matando. Delicadamente la apartó y se sentó en la cama, con la rubia imitando su acción

— Responde Rosie…

— Mina, una vez que me case ¿Serías mi amante?

— ¿Disculpa?

— Tienes experiencia manteniendo una relación secreta con una mujer casada.

Mina tomó valor, alzando su mano e impactando la mano de esta en la mejilla de la rubia, volteando su cara.

— ¿De qué te ofendes? Es la verdad, ere-

— No, ya no mantendría una relación con una mujer casada ¡Nunca más!

— ¿Pero si con una mujer que se va a casar?

Los ojos de Mina se cristalizaron, escuchar aquellas palabras frías y llenas de veneno, de aquella mujer dulce que en el pasado mencionaba a cada instante cuanto la amaba, en el presente la estaba lastimando, no solo por la crueldad de lo que decía, sino por estar enamorada, de los pies a la cabeza.

— Así como te estás sintiendo, me sentí yo, cuando te encontré con Lisa, con mi mejor amiga.

— Rosé y-

— Te dije que algún día el karma llegaría a ti.

— ¡¿Es una venganza por lo que pasó?! — Mina no dejaba de llorar — ¡¿Me enamoraste solo para destruirme?!

La mirada fría de Rosé y su silencio lo confirmaron.

— Que imbécil que soy…

— Deja de hacer drama y abre tus piernas para mí, Mina.

Otra cachetada aún más fuerte que la primera se dejó escuchar en la habitación seguido de golpes en el pecho del rubio.

— No soy tu puta ¡No lo soy! ¡No soy tu puto juguete! ¡Soy la mujer que te ama! — el llanto desesperado de Mina hicieron que Rosé reaccionara al ver de lo que estaba pasando.

— Mina lo siento.

— ¡¿Lo sientes?! ¡Yo lamento haberme enamorado de ti! Pero no te preocupes, no me volverás a ver en tu puta vida, se muy feliz en tu matrimonio.

— Espera Mina, yo… — intentó tomar su brazo, pero ella rápidamente se alejó.

— ¡No me toques!

— ¡Joder! Yo te amo, te amo tanto como tú me amas, no sé qué me pasó.

Mina se rio con ironía y negó con su cabeza.

— Yo sé que eres el amor de mi vida, pero también sé que la vida se acaba.

— No digas tonterías, Mina, por favor, perdóname.

— Me dijiste muchas veces que mis errores y mi pasado no afectaría lo que teníamos, que gran mentirosa…

La pelinegra caminó hacia la puerta de la habitación lista para retirarse, pero se detuvo, las palabras de Rosé habían abierto una herida en su frágil corazón, sabtia que esas disculpas eran solo para tenerla en su cama, pero no lo permitiría, así que sin voltear pronunció unas últimas palabras.

— Quería amarte y te ame, quería tenerte y te tuve, quería besarte y te besé, pero lo que nunca logré fue que me amarás así tal y como yo te amé.

Dicho esto, salió corriendo de la habitación, entrando al ascensor junto a otras dos personas, su pobre corazón estaba lastimado y herido ¿Acaso ese era su karma? Claro que sí, no merecía perdón de nadie, era una basura de persona y se odiaba tanto, se sentía tan sucia, tan repugnante. Salió del hotel y buscó un taxi, subiéndose presurosa, no le importaba si la despedían de su trabajo o si… en realidad no le importaba nada, puso sus manos en su vientre, repitiendo “Todo va a estar bien, tú y yo estaremos bien”.

Llegó a su departamento, no queriéndose encontrar con Lisa, quería acabar con eso también, decirle la verdad, dejarla libre, quería estar sola, pero justo en ese momento no tenía las fuerzas para enfrentarla, quería abrazar su almohada y llorar. Su sorpresa fue grande al entrar su departamento y ver un par de maletas en la puerta.

— ¿Qué significa esto?

— Me voy Mina, me voy con mi familia.

— Recordaste todo ¿No es así?

— Si, absolutamente todo, a mi esposa, a mi hijo, la familia que prácticamente me arrebataste.

— Pedir perdón no arreglara nada, aún así, lo siento tanto… me obsesione contigo y-

— No me interesa escucharte, me alejaste de mi familia, eres un ser despreciable.

— Sé que soy despreciable y me odio tanto como tú me odias en estos momentos, pero no te vayas aún.

Mina mentiría si dijera que eso la estaba destruyendo, porque la verdad se sentía un poco aliviada, con una enorme carga de culpabilidad, pero aliviada de que la verdad se sepa. Si quería empezar de nuevo con su bebé, debía arreglar todo el dañó que hizo. La pelinegra subió a su habitación y bajó minutos después, entregándole un sobre.

— Este es tu historial clínico, desde que ingresaste al hospital de Suwon, y de tu perdida de memoria, está la receta de tus medicamentos… en general, todo lo importante que tiene que ver con tu salud.

— Gracias, supongo.

— Lalisa… sé muy feliz, recupera a tu familia, recupera todo de lo que te arrebate.

Las lagrimas se hicieron presentes, pero Lisa no sintió pena, no la odiaba, pero estaba muy enojada, porque por un capricho la había separado de lo que más amaba, algún día iba a perdonarla, pero ese día estaba muy lejos. Mina vio a Lisa salir del departamento con sus maletas y sonrió tristemente, estaba sola otra vez, no tenía compañía, solo uno que crecía dentro de ella, pero en general estaba sola… su mente solo pensaba en su bebé de 3 semanas y en la madre de su hijo, que pronto se casaría con una mujer preciosa, que la haría feliz y le daría muchos hijos.

Sonrió inconscientemente, Rosé amaba a los niños y siempre le mencionó sus deseos de ser madre, pero sabía que, si ella se enteraba de su embarazo, la botaría y lorechazaría, negaría a su bebé, después de todo ¿Quién quisiera tener un hijo con un ser repugnante con Miyoui Mina? Estaba segura de algo, quería limpiar su nombre, empezando de cero, para que hijo no tuviera que avergonzarse ni de ella, ni de su pasado, esta vez haría las cosas bien.

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