El tiempo pasó demasiado lento, para Lisa fueron los 5 años más lentos de toda su vida, quien vivía en un pequeño departamento Mina, desde el momento en que la pelinegra la sacó del hospital, la cuidó y la amó, su vida era aparentemente perfecta, tenía un trabajo en una empresa como gerente, una novia hermosa que la amaba, que la apoyaba, un hogar, tenía todo, pero… ¿Por qué se sentía tan infeliz y vacío? Cuando abrió sus ojos, no sabia nada de si mismo, pero ahora sabía que su nombre era Lalisa Manoban, actualmente vivía en Gimpo, pero antes de su tragedia vivía en los Seúl con su esposa e hijo, a pesar del amor que ella siempre le tuvo, su esposa le había sido infiel, yéndose con su amante y con su hijo. Según Mina, ella había estado en todo el proceso de dolor, porque la infidelidad de su esposa la lastimó tanto que se deprimió, Mina la ayudó a recuperarse, se enamoraron y se hicieron novias, pero con el tiempo desarrolló el trastorno de Bipolaridad y sin ayuda se fue de Seúl, internándose en un hospital psiquiátrico en Suwon, pero cuando le dieron de alta, sin saber a dónde ir, la atropellaron y perdió la memoria.

Escuchar su historia de los labios de Mina solo la dejaron con un vacío grande, un vacío inexplicable, se enojaba con ella misma al no poder recordar a su ex esposa o a su hijo y aunque le pidió incontables veces a su novia que les dijera su nombre, ella se negaba diciendo “Acordarte de su nombre o ver sus caras harán que caigas nuevamente ¿Eso quieres, Lalisa?”, no, ella no quería eso, pero necesitaba respuestas.

— Bueno Lisa, debo irme al trabajo, llegando te prepararé algo delicioso.

Mina le dio un beso en la mejilla, un beso, dulce, un beso que no quería que se los diera ella, sino otra persona, pero ¿Quién? ¿A quién necesitaba tanto y no recordaba? Miró a su novia quien estaba terminando de hacer el desayuno, vestía un pantalón negro y una polera de lana color celeste y sintió como pequeños fragmentos o lagunas invadían su mente, otra vez esa silueta ¿Quién era?

— ¿Qué vas a prepararme? — preguntó por fin, luego de estar perdida unos minutos.

— Phanaeng Kai, tu comida favorita.

Phanaeng Kai…

— Amor, la cena esta lista, ven pronto o se va a enfriar.

— ¿Que preparaste, mi dulce ángel? — Lisa abrazó por la espalda a una castaña un poco mas baja que ella, vestía jeans azules y una polera celeste.

Polera celeste ¿Mina? No.

— Phanaeng Kai, tu comida favorita y lo hice tal y como te gusta.

— Mamá ven juega conmigo, estas mucho tiempo con mami — un niño corrió hacia ella

— Como digas hijo, tus deseos son ordenes —Lisa cargó al pequeño.

Casi pudo ver el rostro de aquella chica con voz dulce, de algo estaba segura y es que esos eran su esposa y su hijo, la que alguna vez fue su familia. Solo anhelaba, aunque sea recordar sus nombres, o sus rostros, algo, se sentía tan impotente de no poder recordar nada, quería y necesitaba sus recuerdos de nuevo, no era un pedido a la vida, era una exigencia.

Mi dulce ángel ¿Quién eres?

Pensó con frustración y cerró los ojos, recostándose en el sofá, tenia suerte de que ese fuera su día libre, porque solo en esos días se podía permitir dormir y soñar, imaginar a esa persona, imaginar su voz y talvez, solo tal vez recordarla

— Eres lo que más amo, Lalisa... eres mi todo.

— Dime ¿Cuánto me amas? — su acompañante se puso a pensar.

— Mi amor por ti es infinito, como los granos de arena y las estrellas del cielo ¿Y tú? ¿Cuánto me amas, Lisa?

— Si por estar contigo me tengo que ir al infierno, no me importa, le presumiría a todos los demonios que estuve en el paraíso sin ir al cielo.

Los labios de la pareja se juntaron en un beso suave, dulce, tierno, un beso que transmitía todo el amor de ese momento, su mente tan traicionera volvía al pasado cuando quería y revivía aquel recuerdo vago, no se acordaba de nada, pero sentía el beso como si fuera real, sentía que su corazón latía tan rápido como a punto de salir de su pecho y no, no era un simple sueño ¿Acaso los sueños se sienten y llenan el vacío?

— Te amo tanto, Jennie, más de lo que puedas imaginar — miró la sombra que comenzaba a hacer más clara y visible.

Jennie.

Kim Jennie.

Lisa abrió los ojos de golpe y se sentó en el sofá ¡Ahora lo recordaba! Esa chica, era su esposa, la mujer que amaba, era su Jen, su dulce ángel, la madre de su único hijo, de Jungkook ¡Claro! Ellos eran su familia, su adoración, a quienes abandonó para curar esa maldita enfermedad que lavolvía una bestia completa.

Las lagrimas de la pelinegra se hicieron presentes, los recordaba, se acordaba de todo, tenía ganas de gritar, de buscarlos, de llamarlos, de escuchar su voz otra vez, entonces pensó

¿Cuánto tiempo había pasado? Según yo... fueron tres años en el hospital y cinco años sin recordar nada ¿Ocho años?

— Debo regresar con mi familia.