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chapter 2

Abrió la puerta con un suspiro, estaba dispuesta a hablar con Lisa, no podía dejar que la situación las separe más de lo que ya estaban, ella era la mujer que amaba, con ella había formado una familia, debía arreglar las cosas con ella.

Al entrar, la encontró de espaldas sentada en el lado de su cama, sus codos estaban apoyados en sus rodillas y sus manos sostenían su cabeza, Jennie se preocupó al verla así, veía el estrés en su rostro y la tensión en su espalda.

Cuando cerró la puerta, el sonido la sobresalto, pero no volteó, sólo se enderezó y se empezó a quitar los zapatos.

¿Qué es lo que pasaba con ella?

— Lisa —  Le habló con dulzura, pero no le respondió — Amor ¿Qué te ocurre? — Preguntó acercándose a ella.

— Nada.

— Amor no me mientas, sea lo que sea cuéntame, aquí estoy para ayudarte —Acarició su espalda.

La menor no se dió cuenta que la rabia en su interior crecía, y no sabía si su rabia era su persona o con ella misma y lo peor de todo, no sabía que Lisa no podía diferenciar la ira que tenía con ella misma, que tenía con los demás, no sabía que era un enojo sin control.

— Ya te dije que no me ocurre nada, no seas paranoica, Jennie.

— Cariño me duele verte así, estresada, preocupada — Empezó a acariciar su mano y vió que eso la molestó.

Sin más, sin decir nada, sin alguna expresión en el rostro, se levantó dejándola sentado en la cama, confundida, "¿Acaso mis caricias la molestan?" pensó.

— Entiende Jennie no me pasa nada que te interese, estoy demasiado cansada y tú con tus reclamos no me ayudas para nada.

Me levanté, ignorando mi tristeza, y caminé hacia ella, estaba frente a su armario el cual esta al lado del enorme espejo que adornaba la pared. No podía dejarla así, necesitaba hablar con ella, necesitaba respuestas.

— Amor... — La llamó y no contesto — Lisa... — Insistió con la voz quebrada, pero ella siguió sacando su ropa de dormir — Lalisa mírame por favor — Dijo cogiendo con su cara con sus manos, ella resistió y cuando la miró, esquivó su mirada.

"Algo me oculta"

Pensó en su interior, aún más segura que antes, pero la pregunta era ¿Qué? Volvió a intentar girar su cabeza hacia ella, pero Lisa se zafaba y no le importaba si Jennie necesitaba hablar con ella, sí necesitaba que la mirara, sí necesitaba que arreglaran las cosas.

— Ya no más Jennie — Advirtió Lisa.

— ¿Por qué no me mirás Lisa? —Preguntó seria y nostálgica al mismo tiempo — Dímelo.

La voz de la menor la amenazaba con quebrarse, Lisa jamás se había comportado de aquella manera, ella era cariñosa, tierna y romántica.

— Hablemos, cómo cuando éramos jóvenes — Suplicó porque sabía que algo había ocurrido y no le quería decir.

— ¡No empieces jennie! — Dijo tratando de irse, pero la detuvo un poco más seria — Suéltame ahora.

— ¿Qué me ocultas Lalisa Manoban? —Habló con seriedad — ¡Dímelo! — Insistió, pero con mucho miedo y tristeza en su interior.

— Suéltame — Volvió a advertir, pero Jennie por el contrario le seguía insistiendo.

— ¡Responde! — El enojo empezaba a hacerse presente en la menor.

— Ya te lo dije Jennie, ahora suéltame que no lo repetiré.

— ¡No! — Dijo más fuerte agarrando sus manos.

— ¡que me sueltes! — Gritó y la acorralo en la pared cerca del enorme espejo, le apretó el cuello con fuerza, tan fuerte era su agarre que ella no podía respirar — ¡dije que no me pasa nada! ¿no lo entiendes? — Gritó otra vez y la tiró al otro lado de pared, dónde el espejo que colgaba, le cayó y se rompió en mil pedazos.

Lisa se quedó en shock al ver como había provocado eso, Jennie no aguantó más y se puso a llorar, no sólo por el dolor físico.

“¿Cómo me había hecho ese daño de esa manera?”

fue el pensamiento que dominó su mente, ella pensaba que era la persona a la que tanto amaba, el corazón de Lisa se encogió al ver la sangre en la espalda, de su esposa, lágrimas de arrepentimiento comenzaron a salir por sus ojos mientras lo miraba retorcerse en el piso.

Jennie se levantó y puso su mirada en Lisa, su mirada inocente ahora mostraba dolor, terror, desilusión, tristeza, pero sobre todo miedo. Si, le tenía miedo a su esposa, al amor de su vida, no sé explicaba lo que había pasado, ni siquiera podía creerlo. Lisa se acercó a su esposa, con arrepentimiento, dispuesta a ayudarla, pero con temor retrocedió, Lisa al ver aquella acción se sintió como una basura, como una completa idiota, un monstruo, se sintió peor al ver como su esposa se arrastró por el suelo y rápidamente entre al baño, estando ahí dejó caer todas sus lágrimas, no sabía cuál era el peor dolor, si de las cortadas en sus brazos, hombro y espalda o el de su corazón, tal vez aquel ultimo.

Subió con suavidad su camiseta color crema, el cual ahora era color de vino tinto por la sangre qué la manchaba. Giró con delicadeza su cuerpo y cabeza, para poder ver su hombro ensangrentado en el espejo, el dolor era casi insoportable, las lágrimas bajaban como cascadas, estiró su mano y con suavidad saqué un pedazo de vidrio qué se encontraba en la parte trasera de su hombro, un chillido de dolor salió por sus labios al sentir el vidrio rozar con la herida en un intento por salir, cuando finalmente salió soltó un suspiro y secó sus lágrimas, pero era en vano, aquellas no paraban de salir.

Con su brazo derecho, empezó a sacar los vidrios de su brazo, la sangre corría sin prar y miró el espejo, encontrándose con Lisa que la observaba por el pequeño espacio que quedaba en la puerta, los ojos de Lisa estaban inundados de lágrimas y dolor, sus ojos mostraban demasiadas cosas, pero la principal era principal tristeza y arrepentimiento, Jennie se giró y se dispuso a cerrar la puerta.

— No por favor — Dijo Lisa poniendo su pie para impedirlo — Déjame ayudarte — Rogó con mirada suplicante.

La miró por un momento, con el ceño fruncido, sorteando la posibilidad. Finalmente, solo se alejó de la puerta y lo dejó pasar, hizo su cuello a un lado y le dio la espalda. Con lentitud Lisa se acercó a su cuello, examinó las cortadas en su espalda y la sangre que bajaba de ellas, aquella imagen la destruyó por dentro.

— ¿Preparada? — Le preguntó con suavidad, y solo asintió mirando el suelo.

Lisa agarró un pedazo de vidrio, lo jaló lentamente y Jennie agarró con fuerza el lavamanos ahogando un grito, el dolor era demasiado. Así fue con casi todos los 5 fragmentos de vidrio que se habían enterrado en su espalda y terminó de sacar todas las piezas de vidrio, pero esa no era lo peor, Lisa agarró la botella de alcohol que estaba allí, humedeció un pedazo de algodón, pero dudo en hacerlo.

— Sólo hazlo ¿Sí? — Dijo llorando y temblando, sus brazos y piernas temblaban con dolor y miedo.

Finalmente, Lisa pasó el algodón por las heridas, soltó un grito desgarrador al sentir el ardiente contacto del alcohol con su piel abierta, Lisa dejó caer un par de lágrimas al ver como sufría. Cuando por fin terminó, agarró unas vendas del botiquín y cubrió las numerosas heridas, Jennie respiraba con dificultad, su cuerpo aún temblaba y las lágrimas seguían saliendo, Lisa la ayudo a salir del baño, le quito la camiseta y ayudándola a colocarse el pijama, su esposa evitaba verla, aún se encontraba destruida por dentro. Con delicadeza, Lisa la recostó en la cama y la acomodó con las sábanas, la mayor la miraba con suplica, con sus ojos negros le pedían perdón.

Finalmente, las 2 se durmieron, pero el corazón de Jennie estaba lleno de dolor, de tristeza y de sufrimiento.

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