Capítulo Cuarenta y Uno
— ¡Hwang HyunJin! ¡Te juro que si no me llevas al hospital voy a tener a nuestro hijo aquí en la cocina! — gritó JeongIn, adolorido por las contracciones.
— ¡Ya voy! — HyunJin apareció por la puerta de la cocina con la pañalera en manos.
"¿Cómo sucedió esto?"
Meses antes, un día después del regreso de BeomGyu, después de que HyunJin se enterara del embarazo de JeongIn por boca propia de su mejor amigo, a quien creyó muerto por ocho largos años, él emprendió un viaje a Gimpo.
Tenía que encontrar a JeongIn, tenía que hablar con él, pedirle explicaciones, pedirle perdón e intentar estar con él y su bebé.
Al llegar a la ciudad y no saber dónde vivía, fue al único lugar donde sabía que podría aparecer: con la hermana de su novia. HyunJin no quería volverle a ver la cara a esa mujer, pero, de ser necesario, lo haría sin dudarlo. Entró al enorme edificio, sin pedirle a la secretaria que lo anunciaran.
— Cuñadito... ¿Y este milagro?
— Tal vez te suene rara la pregunta, pero ¿dónde está tu asistente?
— ¿JeongIn...? Él renunció.
— ¿Qué?
— Lo que oíste, HyunJin, se fue hace dos días.
— ¿Sabes dónde vive? — la pelirroja se rio.
— ¿Crees que me interesa la vida de mis empleados? No.
HyunJin ya iba a salir de ese lugar que lo asfixiaba tanto, sobre todo por la persona que era la dueña de ese tormentoso edificio.
— Pero es muy probable que tu amante se haya ido de la ciudad.
— ¿Qué mierda dices?
— Nunca pensé que tu amante fuera mi insignificante asistente. Dios… fui tan ciega, pero tu teatrito se acabó. Me repugnas tanto.
— Piensa lo que quieras, ChaeYeon, tu opinión me la paso por mi arco del triunfo.
— Un sucio y asqueroso homosexual se iba a casar con mi hermana… Aunque no te preocupes, ya convencí a mis padres de que manden a ChaeRyeong a Suiza y estoy cancelando todos los preparativos.
— Hija de... — HyunJin tiró las cosas del escritorio de la pelirroja. — Sí, soy homosexual, ¿y? Que me gusten los hombres no le hace daño a nadie, yo soy libre de amar a quien yo quiera.
— Eso no quita que seas una sucia mancha en nuestra sociedad.
— Gracias por cancelar la boda, ChaeYeon, porque no hubiera podido soportarte nunca.
— ¡Largo de aquí!
— ¿Envidia, Chae? Porque, al menos, yo sí tengo a alguien que me ama. En cambio, tú eres una pobre amargada, que, por tus pensamientos tan cerrados, nunca conocerá qué es el amor.
Sin decir más, salió de la oficina y le preguntó a la secretaria algún dato sobre JeongIn y ella fue tan amable al darle la dirección. Tomó el papel y salió corriendo a buscarlo. Cada vez faltaba menos para encontrar respuestas a sus preguntas.
— Buenas tardes, me informaron que aquí vive Yang JeongIn. ¿Cuál es su número de departamento?
— El señor Yang se mudó ayer.
— ¿Qué...? ¿Sabe dónde?
— No, discúlpeme.
HyunJin agarró su cabello con frustración. Quería llorar, pero no se iba a dar por vencido. Se quedó en Gimpo dos días más, buscando cualquier rastro de JeongIn, pero era como si la tierra se lo hubiera tragado. Él no hallaba ni una sola pista del castaño.
Volvió a Seúl con sus esperanzas casi rotas, pero intentó no verse débil al ver a BeomGyu bebiendo como un loco. HyunJin sabía el motivo de sus acciones, probablemente ya sabía la verdad sobre TaeHyun y su nueva familia.
Los amigos se pusieron a beber por los siguientes cuatro días, ninguno sabía cuándo parar, pero sí sabían lo que debían hacer.
Una semana después, BeomGyu asumió su puesto como presidente y HyunJin su puesto como vicepresidente. Al pelinegro aún le quedaban muchas cosas pendientes: presentarse ante sus padres, invalidar el acta de defunción y prácticamente recuperar su vida; mientras que el rubio buscaría hasta debajo de las piedras al padre de su hijo.
Frustrado.
Esa era la palabra que mejor definía a HyunJin. Él había pasado los últimos seis meses buscando a JeongIn en casi todas las ciudades de Corea, pero el castaño simplemente no aparecía. HyunJin quería saber cómo estaba su hijo, cómo estaba de salud, pero sabía que se lo merecía al haberlo ofendido.
Caminaba por una tienda de bebés en Australia, cuando chocó con alguien, haciendo caer sus bolsas.
— Lo siento, no lo vi...
— No se preocupe, fue mi culpa.
Esa voz. HyunJin reconocía esa voz. Era esa voz que lo tenía enamorado.
— ¿Innie? — el castaño abrió los ojos al escuchar su nombre y más al darse cuenta quién lo llamaba.
— Hyun-HyunJin… Hola...
— ¿Dónde has estado? Te he estado buscando por muchos lugares y...
— No entiendo por qué — suspiró. — Debo irme, solo vine a hacer algunas compras. El tren saldrá en unos minutos y yo ya debo irme.
— Quédate, por favor… Tenemos que hablar.
— Yo creo que no, permiso.
JeongIn intentó moverse, pero HyunJin se lo impidió, tomándolo del brazo.
— El bebé que llevas en tu vientre es mío, así que creo que debemos hablar.
— No, HyunJin, es mi bebé, solo mío.
— Perdóname, por favor, por todo lo que pasó ese día...
— ¡Basta! No, no quiero hablar contigo. No puedo… no puedo.
La voz del castaño se entrecortaba y sus manos se apretaban en dos pequeños puños. Quería irse, quería alejarse del hombre que amaba, del padre de su hijo. Él.aún estaba dolido por lo que le había dicho en aquella ocasión y no quería ser un juguete más. Claro que él era el padre también… pero ¿y si le quitaba a su único hijo?
JeongIn pensaba en todas las posibilidades, cuando sus brazos abrazaron su frágil cuerpo, chocando con la pancita abultada que presentaba.
— Por favor, perdóname, Innie, nada de lo que te dije era cierto… Yo te amo, te amo demasiado, así que no me alejes de ti y tampoco me alejes de nuestro bebé.
— D-dijiste q-
— Te mentí al decirte que no te amaba o al hacerte creer que eres un juego, pero no, no lo eres.
El amor hacía a las personas débiles y JeongIn no fue la excepción, porque sus labios se estamparon con los de HyunJin. Había deseado tanto estar entre sus brazos, besarlo y volver a escuchar esas palabras tan simples que para él lo eran todo.
HyunJin no lo dejó regresar a la ciudad donde se estaba quedando. Por el contrario, mandó a traer todas las cosas del castaño a su departamento, el cual no era pequeño, era amplio, perfecto para una familia de tres.
Es así como, meses después, a la vida de Hwang HyunJin y Yang JeongIn llegó el pequeño HeeSeung, el niño que unió aún más a sus padres. Ellos se sentían completos y no podían pedir nada más.
A pesar de todo, estaban felices con su pequeña familia.
¡Gracias por leer! <3
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