Capítulo Catorce
YeonJun lo dejó frente a su casa, pero, antes de bajar, decidieron charlar en un parque, ya que temía que su hermano llegara a su casa para dejarle a su hijo y lo vieran con los ojos hinchados.
— Tranquilo, TaeHyun… Todo estará bien, confía en ti.
— Gracias por traerme a casa y escuchar mis problemas.
— De nada, Tae. Aquí estoy yo, tu amigo, cuando tengas cualquier tipo de problemas o estés mal, estaré siempre para ti — se acercó para abrazarlo.
— Gracias — le miró, intentando sonreír, y luego bajó del carro, yéndose directo a su casa.
TaeHyun entró a su casa, agarró su celular y llamó a HyeongJun: quería saber cómo estaba su hijo. Luego, le empezó a contar lo que pasó en el restaurante mientras las lágrimas le salían y, de la nada, alguien agarró su teléfono y lo tiró. TaeHyun se asustó instantáneamente, y mucho más al ver de quién se trataba.
— BeomGyu... ¿qué te pasa? — retrocedió, mientras veía cómo se acercaba a él, con su mano hecha un puño y los ojos oscuros por el enojo. El olor a alcohol inundaba en la casa.
— ¿DESDE CUÁNDO ME ENGAÑAS? — le gritó.
— Amor… ¿De qué hablas?
— ¿Amor? ¿Amor? ¡¿CÓMO TE ATREVES A LLAMARME ASÍ, MALDITO REGALADO?! — le dio un golpe fuerte en el rostro, que hizo que TaeHyun cayera contra el enorme mueble de madera.
— ¡Mierda...! ¡BeomGyu, ¿qué te ocurre?!
— ¡ESTOY CANSADO DE TI! ¡ERES UN PUTO INFIEL! — lo agarró del cabello, levantándolo con fuerza del suelo.
— BeomGyu, hablemos… No sé de qué hablas, cálmate… Te lo ruego — trataba de aflojar su agarre con sus manos, y más lágrimas empezaron a caer por sus mejillas.
— ¿Ahora te vas a hacer al que no sabe nada? — lo tiró con fuerza hacia la mitad del salón, mientras que su nariz empezó a sangrar.
TaeHyun sabía que debía huir, que era su oportunidad, aunque le doliera en el alma tener que huir de su propio esposo, a quien tanto amaba… Así que, como pudo, se colocó de pie y corrió hacia la puerta de entrada y, justo antes de lograr abrir la puerta y huir de aquel infierno, BeomGyu lo agarró del cabello, deteniéndolo con mucha fuerza, girándolo y colocándose frente a él.
— ¿A dónde crees que vas, prostituto?
Un golpe, dos, tres y todos caían en su rostro y brazos. Lo único que aún lo mantenía con vida era la clara imagen de su hijo. Kai era lo único que lo mantenía vivo para seguir luchando. TaeHyun estaba aterrorizado por la oscura mirada de BeomGyu, e intentaba levantar los brazos y proteger su ensangrentada cara de los puños de BeomGyu, pero el aire le estaba faltando, y la sangre ya se había hecho presente en toda su ropa.
La debilidad estaba empezando a apoderarse de él y sus brazos bajaron lentamente, renunciando poco a poco, rindiéndose ante él y dejando que los golpes aterrizaran contra su rostro de manera brutal, dejando que chocaran con sus mejillas llenas de lágrimas y sangre, con la nariz ya rota y su cabeza mareada.
Poco a poco, empezó a dejar de luchar por protegerse. TaeHyun dejó de suplicar, y simplemente dejó que llegará el momento de renunciar y dejarse llevar al más allá.
Cuando BeomGyu salió de ese maldito restaurante a toda velocidad, comenzó a manejar por las calles de la ciudad, sin saber qué hacer. Se sentía tan confundido y enojado. Ese hombre no era él, lo tenía claro, pero, en ese preciso momento, era esa bestia tan despreciable. Era parte de él y no podía negarlo, aquella bestia viva, que vivía en su interior, se apoderaba de sus más oscuros y fuertes sentimientos.
Quería tanto que todo fuera como antes, pero no podía controlar sus sentimientos. Quería que esa bestia se fuera, que lo dejara en paz, quería que esa bestia lo dejara vivir en paz con su familia. Además, cada vez se odiaba más a sí mismo, por lo que hacía y decía. BeomGyu se odiaba por hacer sufrir a la persona que más amaba y que más lo ha amado en el mundo.
Un día antes de todo ese desastre había ido al hospital, él necesitaba saber qué diablos le pasaba. La psiquiatra de aquel hospital era su amiga, así que pidió una cita con ella y, después de hablar por varios minutos, fue al laboratorio a hacerse los exámenes que le pidió la psiquiatra, algo en su interior no estaba bien y eso lo sabía.
Después de esa noche, había ido al hospital para ver qué decían esos benditos exámenes; media hora después, salió del hospital hecho pedazos. BeomGyu no entendía y se preguntaba: "¿por qué yo?".
BeomGyu no quería tener aquella enfermedad.
Agarró el papel en sus manos y lo leyó de nuevo "Trastorno Bipolar Tipo III". Un trastorno del estado de ánimo extraño, en el que el paciente presenta episodios característicos por un sentimiento, ya sea alegría, enojo etc… estos son precedidos por un estado de depresión. Estas simples palabras definían el infierno que estaba viviendo con su familia, y eso explicaba el porqué de sus reacciones violentas, pero no justificaba su engaño con su asistente; su enfermedad no tenía nada que ver con eso, pero tampoco entendía el porqué lo había hecho. Por imbécil, sí, eso era claro, pero ¿por qué?
Fue a un bar a desahogar sus malditas penas y se tomó más de tres botellas de whisky. Era obvio que con alcohol no solucionaría nada, pero, en esos momentos, lo necesitaba: BeomGyu quería sacar toda la rabia que tenía dentro. Estaba tan ebrio, que no se dio cuenta de quién se sentó a su lado.
— Hola, BeomGyu — ese hombre lo abrazó por el cuello.
— JeongIn…
— ¿Por qué estás aquí? ¿Te peleaste con el santo de tu marido?
— ¡Cállate, tú no sabes nada!
— Conmigo podrías olvidar todos tus problemas, Gyu — le sonrió, empezándole a dar besos por todo su cuello.
— No estoy de humor para esto, JeongIn.
— Eso no te molesta cuando estamos en tu oficina — sonrió.
BeomGyu se levantó y se fue de ese lugar. Él no quería estar cerca de él, porque solo le causaría más problemas de los que ya tenía. Estaba asustado y lo que le pasaba no era normal; por eso, apenas salió del bar, manejó directo al lugar, donde la psiquiatra le recomendó internarse, y así podría aprender a controlar su enfermedad.
Al llegar, se encontró con una enorme casa de tipo antiguo, con muchas personas vestidas de trajes blancos y azules… Muchos de los pacientes se veían en un estado crítico.
Uno de ellos le hablaba al aire, que estaba en un extremo del patio; otro se balanceaba en una esquina, mientras una enfermera intentaba hablarle; una mujer caminaba con la mirada en el suelo, mientras abrazaba a una pequeña libreta de color azul; otro estaba subido en una butaca y le hablaba a los demás con la expresión de un político.
BeomGyu estaba muy asustado y ya no sabía qué hacer. No lo soportó más y arrancó el auto, haciendo rechinar las llantas de su coche en el pavimento.
"Yo no estoy loco… Yo no estoy loco..." repetía en su mente.
Como pudo, manejó hasta su casa y, cuando llegó, un auto blanco ya estaba estacionado. Después, vio bajar a YeonJun, que abrió la puerta del copiloto, y vio a TaeHyun bajar de ahí. Después de unos segundos, los vio a ambos abrazarse.
BeomGyu ya estaba hecho furia y empezó a dejar que la ira se apoderara de él. Luego, YeonJun se fue y BeomGyu estacionó su carro frente a la casa y salió del auto, azotando su puerta con fuerza.
Sin más, entró a la casa y buscó a TaeHyun con desesperación, quien hablaba por teléfono muy atento. Su enojo y la borrachera no lo dejaron notar que su esposo lloraba y que estaba completamente pálido. BeomGyu, más que enojado, le arrancó el teléfono de sus manos y lo tiró lo más lejos posible. TaeHyun reaccionó asustado y se alejó.
BeomGyu empezó a luchar con el mismo, pero estaba perdiendo la batalla y, por un momento, creyó haberla ganado al lograr detener los golpes, pero todo su mundo débil se cayó. Cuando en un parpadeo, miró a TaeHyun tirado en el suelo y casi sin aliento, sabía lo que había hecho.
BeomGyu no había ganado la batalla contra la enfermedad y ya era demasiado tarde, TaeHyun no movía ni un músculo. TaeHyun estaba tan quieto que BeomGyu se empezó a asustar.
Comenzó a llorar, mientras veía a su esposo, que estaba lleno de golpes hechos por él. Con lágrimas, decidió llevarlo a su habitación, lo recostó en la cama y empezó a curarlo. Le echó cremas para las cicatrices y vendas para tapar algunos moretones y heridas, y se dedicó a esperar que se recuperara, dejándolo dormido en la cama.
TaeHyun tenía que recuperarse o BeomGyu se culparía toda la vida si le pasaba algo terrible.
BeomGyu tenía fe de que, al día siguiente, TaeHyun se despertaría.
daily remember: ¡mi intención no es romantizar la violencia con este fic! ¿okey? okey
¡Gracias por leer! <3
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