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Capítulo único

Todas las noches era lo mismo.

Cerraba los ojos con fuerza para saber que estos estaban ahí, acercaba su rostro a la pequeña luz de noche junto a su cama para intensificar la luminosidad que sus ojos captaban e imaginar que percibía los colores nuevamente. Pensaba en el verde, aquel que junto la presencia del sol se volvía más brillante y llamativo, el color rojo que solía utilizar para vestirse, el azul del vestido favorito de su madre y cómo olvidar el rosado de los labios de JungKook que contrastaba perfectamente con los dientes de este. Sin embargo, ahora todo era negro o gris. Colores que lo ayudaban a recordar.

Nunca había discutido con su amigo, jamás le llevaría la contraria a la persona que le gusta... Pero al parecer, su día iba de mal en peor. Las discusiones en su casa eran cosa de todos los días y YoonGi comenzaba a acostumbrarse, por lástima, ese día le tocó ver lo que causaba esos colores tan llamativos en la piel de su madre. El sujeto que decía ser su progenitor, aquel que llegaba sólo a dormir y nunca había regalado una mísera mirada al más pequeño de los Min, ese hombre los causaba.

Hematomas.

Ya no los podía ver.

No podía ver nada.

El día que rondaba en su mente era siempre el mismo, 29 de febrero del año 2000. Fue cuando perdió lo que más quería, discutió con JungKook: su héroe, su mejor amigo, su Peter Pan, el chico que quería por novio. Salió corriendo del lugar sin mirar qué rumbo tomaba, sus lágrimas caían como una pequeña pero fuerte llovizna a través de sus mejillas. Él sólo buscaba un abrazo de Kookie, no gritarle... Sin embargo, ver a JungKook feliz hablándole de su nueva amiga le dolía. Su amigo nunca notó que los mismos ojos brillantes que utilizaba para hablar de Tzuyu eran iguales a los que el pequeño YoonGi de siete años tenía al mencionar a su amigo. Perdido en su tristeza chocó con un gran cuerpo, era un hombre con sombrero y abrigo largo, ambos de color negro.

- ¿Min YoonGi?

- ¿Q-quién es-s usted? -preguntó el infante con un leve temblor en cada palabra, ese señor era extraño, provocaba escalofríos en el débil cuerpo que tenía en frente. Lo vio revisar una foto y luego sonreír falsamente.

- Sí, eres tú. Tu padre sí que es un bastardo. Eres un bebé -dijo con rabia mientras llevaba el paño bañado en cloroformo hacia el rostro del niño.

No despertó hasta después de varias horas, estaba amarrado en una silla y el hombre había desaparecido. En su lugar se encontraba una mujer de la edad de su madre; quizá más joven, sus mejillas mostraban el recorrido de lágrimas ya secas. YoonGi vio como se acercaba lentamente con un frasquito, se parecía al jarabe que su mamá le daba en gotitas.

- Pequeño.

- Señorita... -respondió en un débil susurro.

- Lo siento mucho, precioso. Sé fuerte... No quiero que me odies, por favor, no me odies. En mi posición harías lo mismo -se excusó la mujer frente a él, probablemente en sus veinticinco años. Cerró fuertemente sus ojos con una expresión de arrepentimiento y culpa que cualquiera podría notar.

Abrió el frasco introduciendo un gotero en él, a continuación lo apretó haciendo que el ácido muriático se introduzca en el aparato. Pensó rápidamente en su hermano menor, lo imaginó en el lugar de YoonGi y se tensó. Dejó caer el gotero y colocó el recipiente en la mesa con cuidado, no quería tener quemaduras en sus manos aunque lo mereciese, era cobarde. Dirigió su vista a la pequeña gabeta con los insumos, tomó una anestesia y una jeringa. Hizo memoria e intentó recordar si había algún fármaco para los ojos.

- Poencaina -susurró triunfante y buscó desesperadamente entre los muebles, el dueño del lugar es un oftalmólogo, tenía que haber. Sus ojos se pasearon por las cajas de remedio hasta que llegó a su objetivo.

Tomó la caja y sacó la pequeña botella. Miró la hora y palideció, el hombre que le prometió una gran suma de dinero le dijo que llegaría en una hora y ya había perdido treinta minutos en buscar el analgésico. Llegó al lado del niño y le sonrió cálidamente.

- Lo siento tanto, lindo -puso el analgésico en sus pequeños ojitos llorosos. - Uno, dos, tres, cuatro... -YoonGi observaba atento a la mujer frente suyo, sus ojos inundados de lágrimas, ¿por qué lloraba la mujer? No lo sabía, ella se veía tan triste. Sin embargo, él no sabía porqué. - ... ocho, nueve, diez.

El pequeño Min cerró los ojos, era extraño, ahora tan solo sentía sus pestañitas sobre sus mejillas al pestañear. Pero no sentía sus párpados. La voz de esa joven y triste mujer lo tranquilizaba, le recordaba a su madre. Quería a su mamá.

Vio otro tipo de gotas caer sobre sus ojos mientras la chica sostenía sus ojos abiertos, no obstante, no era necesario. YoonGi no podía sentir lo que hacía aquel ácido en sus bellos ojitos café. Con cada segundo que pasaba la retina de sus ojos se dañaba más, SoungIn rezaba para que el niño perdiera la visión rápido, quería quitarle ese asqueroso químico de sus preciosos orbes café que lentamente pasaban a ser de un celeste pálido. Quizás la culpa y tristeza que estaba sintiendo ahora no valía ni un poco del dinero que recibiría para la operación de su hermano Jimin.

- N-no pued-do ver nada, s-señorit-ta -lloriqueó el infante por unos minutos, callando abruptamente. - Y-ya no v-veré a m-mamá de nuevo, ¿n-no es as-sí? -preguntó débilmente cortándolo un sollozo.

La visión de YoonGi era casi nula, sus conos se dañaron y le quedaban unos pocos bastones que le permitían visualizar siluetas en ciertos lugares de la oscura habitación.

- Lo siento, lo siento tanto... No me llames así, d-dime In -propuso con la voz temblorosa y un mar de lágrimas cayendo por sus ojos.

- Innie noona, ¿tampoco podré ver de nuevo la sonrisa de mi Peter Pan?

- Creo que no...

- Jeonggukie -sollozó fuerte. - Ya no me dirá que mis ojos son bonitos, voy a ser feo y él va a ser novio de Tzuyu -pequeñas lagrimitas rodeaban las mejillas sonrosadas de YoonGi.

- ¿No eres muy pequeño para eso, Sugarie?

- ¿Sugarie?

- Eres como una bolita de azúcar, sugar.

- ¿Suga?

- Sí... Suga -rió enternecida por el niño.

Se escucharon fuertes pisadas por la casa y un grito casi gutural.

- ¡Park SoungIn! Fuera de ahí, ese mal nacido debe estar solo. El bastardo ya viene.

Min JinSoo abrió la puerta con una fuerza brutal, esta chocó con la pared dejando la manilla incrustada en la pared. SoungIn asustada miró al padre del niño, reaccionó antes de recibir un fuerte golpe y salió corriendo con sólo una idea en su mente: recibir su paga y volver por el pequeño Suga mañana.

- Tú, maldito hijo de puta.

YoonGi sintió un golpe en su mandíbula que lo hizo sangrar, seguido de otro en sus costillas, el otro objetivo fue su pierna, después su estómago y sus pies. Bajo la desesperación de no ver nada y tener las manos atadas, reaccionó a dar patadas constantes. Cerró los ojos y deseó nunca correr de JungKook, lo único que quería era tenerlo junto a él.

Wooh, my Peter Pan. Apúrate y llévame contigo.

Recordó la vez que su amigo llegó a su casa vestido de Peter Pan, fue en su cumpleaños número seis. JungKookie había escalado hasta su ventana después de que el sol se escondiera. Sonrió con su hermosa sonrisa y le prometió estar siempre para él, aseguró que si cerraba sus bellos ojos volarían juntos donde él quiera. Luego se recostaron juntos y durmieron abrazados hasta la mañana siguiente.

Ahora cerraré mis ojos, así que apresúrate y adjunta tus alas.

El señor Min sonrió satisfecho al ver los ojos de YoonGi cerrados con fuerza, siguió dando golpes en su cuerpo. Disfrutando cada vez que la blanquecina piel se ponía roja, convirtiéndose en un hematoma. Se detuvo al percibir una sonrisa en el rostro del desgraciado producto de un condón roto, lo desamarró y lo levanto con una de sus manos agarrando firmemente el abrigo del niño.

Me volveré ligero como el aire.

Lo ahorcó por unos minutos y vio el parecido entre la afeminada cría que le había tocado y la mujer que lo complació tantas veces con su cariño y amor. Sintió asco; esa mujer era una jodida prostituta, tenía una hija con otro hombre y lo intentó amarrar a él con este pequeño bastardo.

New world, quiero ir a ese lugar.

YoonGi no podía respirar, le dolía mucho.

Quería desaparecer.

Pensó en la bella sonrisa de su madre, lo hermosa que se veía Chaerin noona antes de ir con su amigo, la sonrisa de Kookie al verlo llegar avergonzado por el pequeño gorro de lana rosado en su cabeza. SoungIn noona y sus lágrimas, sus disculpas, su sonrisa triste... Y el sonido lleno de promesas antes de marcharse. "Volveré, Suga."

El pequeño dejó de responder y Min comenzó a soltarlo de a poco. Sabía que probablemente el niño moriría en unos segundos, el parecido entre él y su madre lo estaba atormentando. Era como asesinar a la mujer que amas... No obstante, JinSoo estaba completamente cegado por la ira y los celos. Mantenía día a día a una niña que no tenía nada que ver con él, no era su sangre. Llevaba alimentándola desde los tres años y la descarada se atrevía a llamarlo papá.

Era una verdadera lástima que recién provocando un daño enorme se diera cuenta de la realidad. Vio la similitud entre su rostro y el de YoonGi, sí era su hijo. Y la mayor también era su hija; no biológica. Pero él la crió. ¿Cómo pudo ser capaz de acabar con la vida de su propio hijo? Empezó a llorar alejándose rápidamente de allí.

Se suicidó.

Ni siquiera lo pensó mucho, simplemente compró monóxido de carbono, llegó, pagó una habitación y comenzó a calentarlo para aspirar el humo. Al fin y al cabo llegaría al infierno igual, ¿no? Suicidas y asesinos van en el mismo saco. Se imaginaba que tendría un lugar reservado ahí.

Al salir el sol, SoungIn corrió en busca del pequeño Suga. Abrió la puerta de forma brusca y corrió al lugar donde se encontraba el inconsciente cuerpo del menor. Su cuerpo estaba lleno de colores matizados entre morado, verde y rojo. La ropita del niño estaba corrida y debajo de su mentón se percibía un fuerte color rojo siguiendo la silueta de unos dedos enterrados en todo el rededor de su cuello.

- Suga, por favor dime que estás vivo, cariño -susurraba desesperada SoungIn mientras sacudía al pequeño por sus hombros. Guió su diestra al cuello de YoonGi y se percató de que las marcas no era tan recientes; quizá ese hombre se había asustado y tirado al niño. Sostuvo su suave manito y tomó su pulso poniendo sus dedos en la muñeca ajena. Si habían palpitaciones, YoonGi estaría bien. Sonrió satisfecha cuando los latidos de Suga se hicieron presentes.

Lo tomó en sus brazos y rápidamente iba hacia su hogar en silencio, si el dueño de casa la veía quizá amenazaría con quitarle su dinero; corrió con YoonGi acurrucado en su pecho. Se preocupó de tapar su rostro para no levantas sospechas, cuidar los ojos del pequeño y sigilosamente ingresó a su hogar.

Al entrar entregó unos lentes negros al pequeño YoonGi ya que este le había contado sobre su molestia con el exceso de luz. Sonrió triste y dio un pequeño suspiro.

- Innie noona -dijo un pequeño niño sentado en la gran cama de Soung mientras tallaba sus ojos. - ¿Quién es él, noona? -puchereó creyendo que su hermana lo iba a reemplazar con ese niño que probablemente sí pudiera caminar.

- Jiminnie... ¿Cómo llegaste aquí?

- Mamá me trajo antes de ir al trabajo, dijo que volverías porque es tu día conmigo. E-él... Lo quieres porque puede caminar, ¿verdad SoungInnie noona?

- Claro que no Jiminnie, él está muy triste -respondió In con lágrimas en los ojos. - Él ya no puede ver con sus lindos ojitos y está herido. No sé cómo llevarlo a casa, se perdió...

Las saladas gotas comenzaron a caer por las mejillas de la chica, todo era su culpa. Por más que YoonGi fuera a despertar en unos minutos, él ya no podría ver nada; y era su culpa. Nada más que su culpa, fácilmente pudo haber llamado a la policía sin provocar daño a Suga. Quizás sus deseos egoístas iban primero que las necesidades del niño.

- Innie noona.

No, no eran egoístas... Aun así, ella sabía que Jimin podía vivir sin la prótesis para su pierna y se atrevió a dañar una hermosa personita.

- ¿Sí, mochi?

- ¿Cómo es enamorarse? Una chica de mi clase dice estar enamorada de JungKookie, pero yo creo que a él le gusta alguien más -infló sus mejillas con el ceño fruncido haciendo reír a SoungIn. - ¿Está mal gustar de otro niño?

-¿A qué viene eso, bebé? ¿Te gusta un chico?

-No, no. Sólo recordé a JungKookie porque el hyung que está en los bracitos de noona se parece mucho al hyung favorito de Kookie. O bueno... Así lo he imaginado siempre, noona. Y quizá sí me guste un niño, ¿eso es malo? -puchereó.

-No Jiminnie, no es malo. ¿Cómo es el hyung de Junggukie?

-JungKookie, noona. Sólo YoonGi hyung puede llamar Jeonggukie a Kookie, o eso dice él.

-Innie noona, ¿tampoco podré ver de nuevo la sonrisa de mi Peter Pan?

-Creo que no...

-Jeonggukie -sollozó fuerte. - Ya no me dirá que mis ojos son bonitos, voy a ser feo y él va a ser novio de Tzuyu -pequeñas lagrimitas rodeaban las mejillas sonrosadas de YoonGi.

- ¿No eres muy pequeño para eso, Sugarie?

-¿Jiminnie? -llamó la chica recibiendo un sonido afirmativo a cambio. - ¿Cómo se llama la niña que dice amar a Jeo... Digo, Kookie?

-Tzuyu.

Los ojos de SoungIn se abrieron por la sorpresa, tenía cómo llevar a Suga hasta su casa. Sólo debía hacer una pregunta más para que todo quedase claro. No quería que el pequeño sufriera más, deseaba verlo feliz: sonriendo sin miedo. Verlo contento junto a sus amigos, que esté siempre incluido en los planes de los demás niños, acompañado... Que olvide lo que le hizo a esa bolita de ternura.

-Según Kookie, ¿cómo es YoonGi?

-¿YoonGi hyung? JungKookie dice que él es genial. Siempre se emociona cuando habla de él, lo sabe todo noona: su comida favorita, su juego favorito, la música que le gusta, cuál es su película preferida... -se detuvo abruptamente para mirar al pálido chico recostado sobre su hermana. -Le gusta Peter Pan, Kookie dijo que haría cualquier cosa para ver la sonrisa de su hyung y un día se disfrazó para él. No me dio detalles -frunció sus carnosos e infantiles labios. -Pero sé que lo adora, siempre me lo recuerda. "YoonGi hyung es hermoso", "YoonGi hyung tiene su piel suavecita, Jimin". "YoonGi hyung tiene los ojos igual que mi helado favorito, son hermosos; como chocolate", "YoonGi hyung tiene sus labios muy rosaditos, Jimin. Su piel blanquita hace que parezca un heladito de frutilla con crema. Momento hyung, creo que tengo hambre" -imitó la voz de JungKook. -Sus ojitos se hacen más brillantes cuando habla de él. Quizás lo mismo ocurra cuando esté junto a YoonGi hyung. Noona, ¿crees que a Hobi hyung le brillen los ojitos cuando habla de mí como a JungKookie le pasa?

-Estoy completamente segura que a HoSeokkie le ocurre lo mismo, Jiminnie -sonrió recordando las veces que vio a HoSeok junto a su hermanito. - ¿Me acompañas a casa de JungKookie cuando YoonGi despierte?

-Claro que sí, noona.

YoonGi despertó dos horas después. SoungIn curó cada una de sus heridas con la ayuda de Jimin, echaron agua a su carita para que reaccionara y al ver que abría lentamente los ojos, dejaron que siguiera durmiendo bajo la mirada de un curioso niño -ahora los ojos de YoonGi hyung son celestes. El color favorito de JungKookie-, pensó Jimin.

La desesperación del castaño con ojos gatunos por no ver nada al despertarse fue notoria, movía sus pies rápidamente mientras tocaba su alrededor. Gracias al tacto descubrió que estaba sobre una cama, ¿había muerto ya? Quizá ese era el cielo y ese señor lo había enviado allí. Escuchó el movimiento de un objeto frente suyo. Asustado se alejó y soltó un pequeño grito sólo para saber si sus cuerdas vocales servían aún.

-¿Y-yoonGi hyung?

-¿Qu-quién eres tú? -preguntó el pálido asustado en un susurro.

-S-soy Jim-min. Hermano de SoungIn noona, YoonGi hyung... Soy amigo de JungKookie también.

-¿Jeonggukie? E-él es... ¿Está bien?

-Claro que sí hyung, con Innie noona lo llevaremos con la familia de Kookie porque no sabemos dónde vive usted.

-Gracias -susurró. - Jiminnie, no puedo ver nada.

-Eso lo hace más especial, hyung. Yo no puedo caminar -se oyó desanimado. - Espero que eso no impida que seamos amigos Yoonie hyung.

-Sólo Jeonggukie me dice así, Jiminnie. Lo siento.

-¿Sugar?

-¿Suga?

-Está bien, Suga hyung.

Cuando SoungIn entró en la habitación las manos de Jimin sostenían la diestra del contrario guíandolas por todo su rostro para que el mayor pudiera imaginar a su nuevo amigo. Ambos sonreían y hablaban de lo especiales que eran por sus perfectos defectos.

Camino a casa de JungKook descubrieron que YoonGi podía captar la luz que los objetos recibían, es decir, mientras más luz había; mejor podía reconocer siluetas. Su retina no estaba completamente dañada después de todo, SoungIn rezaba para que pudiese llegar a valerse por si mismo en algún momento.

Frente el hogar de los Jeon, Park SoungIn se sentía indefensa, cada vez más despreciable y culpable. Sin embargo, el lindo Suga merecía estar con su Peter Pan, su mamá y su familia. In sabía que los extrañaba. La señora Jeon abrió la puerta y chilló de alegría al ver al menor de los Min junto a esa agradable joven. Dejó que pasaran para que la chica le contara cómo encontró al niño y llamó a JungKook para que viniese a ver a sus amigos.

Jeon JungKook bajaba las escaleras desanimado, su peluche de conejito llamado Cooky llenaba sus pequeños bracitos. No había soltado aquel conejo rosado desde que le habían comentado la desaparición de su hyung, sin su hyung favorito se sentía muy triste. Por lo que dejar de abrazar a Cooky no era una opción, era el regalo que Yoonie hyung le había dado de cumpleaños. Se sentía como su hijo, de los dos. Levantó la vista cuando un susurro se escuchó. "Él luce muy adorable ahora hyung, está abrazando a Cooky muy fuerte y sus ojitos están llenos de lagrimitas".

Corrió a los brazos de su hyung favorito, saltó hasta quedar frente a YoonGi. Se afirmó de este rodeando su cuello con sus pequeñas manitas y sonrió después de no haberlo hecho desde el día anterior. Miró extrañado a Jimin cuando se dio cuenta que YoonGi tenía sus ojos cerrados con fuerza, como si no lo quisiera ver. Se removió incómodo en los brazos del mayor para poder bajarse, probablemente este seguía enojado con él por su discusión del día anterior. No obstante, toda conclusión en su mente se disolvió cuando se fijó en el fuerte agarre que los bracitos de su hyung hacían alrededor de su cuerpo para que no cayera.

-Yoonie hyung...

-Jeonggukie.

-Abra sus bellos ojitos sabor chocolate, hyung. ¿Ya no me quiere ver?

-Jeonggukie, y-yo ya no tengo ojos lindos para agradarte... -sollozó.

-Hyung, sus ojos son hermosos. ¿Por qué no me mira?

-Ya no puedo verte ggukie.

-Sigue enojado, ¿cierto? -YoonGi percibió la tristeza en la pregunta del menor y negó rápido con la cabeza.

-Y-yo... Ya n-no puedo ver nada, Jeonggukie -respondió abriendo lentamente sus ojos.

Say Hello.

-Hyung, sus ojitos siguen hermosos. Ahora son de mi color favorito.

Saluda a mi nuevo y diferente yo.

-Ggukie, tu color favorito es el café -frunció el ceño.

-Mi color favorito es el de los ojos de hyung.

El YoonGi de diecisiete años rió al recordar ese momento. Claramente sólo tenía las voces en su mente, podía imaginar a su lindo Jeonggukie tal y como Jimin lo había descrito ese día. Podía recordar las pequeñas manos rodeando su cuello, el aliento de Jeongguk sobre este y el sonido de su risa cuando comenzó a hacerle cosquillas.

-Yoonie hyung.

Hello.

Sonrió al escuchar la suave voz de su novio, el que siempre estuvo ahí. Dándole cariño, amor, comprensión. Llevaba soportándolo diez años, Jeon JungKook jamás fijo su vista a otra persona que no fuese su precioso Yoonie hyung. YoonGi decía que eran novios hace cinco años, ya que hace cinco años fue su primer beso; sin embargo, JungKook insistía en que lo eran hace mucho antes. Diez años como mínimo. Si ambos se amaban y lo demostraban de forma inocente, ¿por qué no cuenta?

Besa mis colorados labios rojos, este es el lugar más alto en el mundo. Un lugar más real que la realidad.

Rió leve al sentir los dedos del menor en su pelo, tirándolo suavemente hacia delante para impactar sus labios en un suave y tierno beso. Movían lentamente sus bocas, sincronizadas, tiernas. Tenían todo el tiempo del mundo para hacerlo; para disfrutarse mutuamente, para hacerse felices, para ir y recorrer juntos un nuevo mundo.

Siguieron disfrutando su cercanía, besaban, mordían, tocaban: amaban. Ellos se amaban, se tenían un sentimiento tan puro y bello que era imposible no admirarlos. Presenciar la preocupación que JungKook tenía constantemente con su mayor, ver cada día a YoonGi llevándole comida y agua a su novio en las prácticas del equipo, observar la forma en que el menor miraba a Suga, las sonrisas que lanzaba el de último grado cuando oía la inconfundible voz del pequeño. Verlos besarse, no era como lo hacían las típicas parejas. No era brusco, no era rápido, no era desesperado. Sólo quedaba ver cómo se formaba un aura cálida alrededor de la adorable pareja, a YoonGi trazando líneas en el rostro contrario para comprobar cuánto ha crecido, a JungKook susurrándole en el oído y los abrazos llenos de afecto y agradecimiento.

Para hacer que esta noche no sea la última, si es un sueño. No despertaré.

En la habitación de YoonGi sólo se podían oír los gemidos del mayor, las suaves risas, los jadeos y el golpeteo que hacía el cuerpo de JungKook en cada embestida. Los susurros cargados de amor y los chillidos que tenían solo un nombre: Jeonggukie. Cuando estaban juntos se sentían completos, vivos.

Para que este increíble viaje planeado no pueda terminar, hagámoslo juntos por siempre.

Ambos terminaron con un "Te amo" saliendo de sus labios, JungKook miraba con admiración a su novio; YoonGi lo acariciaba con ternura. Se abrazaron con fuerza y el menor comenzó a arreglarlos para ir junto a sus padres y Jimin. Plantó un suave beso sobre los labios del mayor y tomó su mano.

Keep going, keep going, going on.

-Suga, cariño.

-Innie noona -abrazó a la mujer con fuerza y cariño. - Eres la mejor, lo sabes.

Pensó en SoungIn hace diez años y se felicitó internamente por haberla perdonado cuando era un niño, si Innie noona hubiera hecho lo que hizo hace un año; la odiaría. Sin embargo, el corazón de un niño es mucho más blando. Noona le había explicado que lo hizo para que Jimin pudiese caminar por su cuenta, no obstante Jimin se negó. Dijo que quería ser especial junto con Suga hyung.

SoungIn donó el dinero ese mismo día a un hogar de menores.

Cada vez que veía a su pequeño copito de azúcar se sentía culpable y YoonGi lo sabía. Por lo que se encargaba de recordarle siempre que era una persona grandiosa, con buenas intenciones. Que sólo fue un pequeño mal momento, que lo hizo para proteger a su familia.

Nadie sabía de esto, sólo Park SoungIn y Min YoonGi. Era su secreto.

Volvió a tomar la mano de su novio y asintió haciéndole saber que ya era hora de irse, tenían un compromiso. Al igual que todos los primero de Marzo, debían ir al cementerio. Suga y Kookie iban todos los años desde que se enteraron que Min JinSoo se había suicidado después de lo que hizo. Nadie entendía a YoonGi, ni el mismo Jeonggukie. Pero igualmente lo acompañaba, si Yoonie hyung creía que era lo correcto, él lo haría para hacerlo feliz.

Tu nunca jamás, llévame a ese lugar.

Ese nuevo mundo.

¿Será tan hermoso como espero?

¿Se verá como tú?

Estaban ambos sentados frente la tumba del señor Min, tomados de las manos contaban cómo había sido su año esta vez. Qué tal estaban sus amigos, la reciente relación entre TaeHyung y NamJoon, cómo planeaban seguir unidos después de que YoonGi vaya a la universidad. Y sobre todo, a JungKook dándole las gracias a JinSoo por lo que no hizo. Le agradecía que YoonGi viviera, que siguiera junto a él.

Me he detenido frente este extraño escenario, un mundo estrecho como una foto.

Era extraño pensar en cómo Jeongguk agradecía algo como la vida ajena. ¿Por qué le agradecía y no lo culpaba? Porque el mundo tiende a culpar y no agradecer, a ver la maldad en todas partes y no la bondad, a rendirse y no volver a intentarlo. Porque el mundo es mediocre y no termina de superar las cosas, tampoco intenta vivir con ellas. No hasta que es una necesidad adaptarse. Como YoonGi.

Es como un regalo que se ve como tú, quiero llenar mi corazón. Llenarlo.

Era triste pensar en cómo JinSoo acabó con su vida, sin luchar. Sin intentar llenarse de nuevo, con la culpa en su corazón. ¿Cómo pedir perdón cuando sabes que tu no recibirías esas disculpas? ¿Cómo dejar de pensar en los "¿y si...?"? ¿Cómo llenar los vacíos que tus pensamientos dejan?

JungKook miró enternecido el pálido rostro de su pareja, llevó sus manos a las caderas ajenas y lo acercó poniéndolo a horcajadas de él. Beso con delicadeza sus mejillas, sus párpados y su mentón. Terminó por besar sus labios y sonrió por las sensaciones que obtenía cada vez que había contacto entre ellos.

Se siente como estar parado en la cima de un arcoiris mirando las estrellas, se siente como si tuviera el cielo en mis dos manos.

Tengo curiosidad, ahora mismo quiero conocerte.

Ahora estoy llenando mis ojos contigo.

Para ti, soy yo.

Este es un nuevo mundo.


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