Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CHAPTER TWENTY ONE

Davinia colocó la segunda maleta sobre el piso de la habitación, esa misma tarde abandonaría la casa de Alfie y regresaría a la casa Dankworth para encarar a sus padres y a Santino. La pelirroja hizo una mueca al sentir ese nudo en el estómago, suspiró y apretó los puños. ¡No tenía porque sentir miedo! ¡Ya no! Tenía que sacar fuerzas de su flaqueza y debía confrontarlos. Ella ahora era más fuerte y segura y sabía cómo actuar en caso de que sus padres o Santino intentaran hacerle daño. Además, no iría sola, su nana y el hijo de esta la acompañarían y la seguirían como si se trataran de su sombra.

El sonido de la puerta al abrirse hizo que Davinia volviera el rostro el cual se iluminó al contemplar la imagen de Alfie que se acercaba a ella. Solomons arrugó la nariz al contemplar las maletas en el piso y al darse cuenta que ella estaba lista. El hombre suspiró, recorriendo con su mirada la silueta de Davinia quién se veía hermosa con ese vestido amarillo y flores rojas.

-Entonces es un hecho... - Murmuró Alfie con una nota de decepción en su voz- ¡Te marchas esta tarde!

-Alfie, ¡por favor! – Gimió la pelirroja – No es definitivo, ¡sólo serán unos cuántos días! – suspiró acercándose a él – Y después volveremos a estar juntos, tú yo – Sonrió Davinia – Nadie nunca podrá separarnos, Alfie – Murmuró la mujer.

El hombre le devolvió la sonrisa y la sujetó de la cintura, rodeándola con firmeza. La sonrisa de la chica se amplió mientras le echaba los brazos al cuello para besarlo con hambrienta pasión. Alfie le correspondió y la besó lentamente, desbordando el deseo que comenzaba a apoderarse de su cordura. Davinia sintió desfallecer ante tal beso y se aferró al cuerpo de su amado pues sus piernas comenzaron a temblar. Él le sujetó la nuca con fuerza para hacer el beso aún más profundo. Con la punta de la lengua le separó los labios para invadir su boca. Ella lo recibió, entrelazando su lengua con la de él, saboreándolo y embriagándose con la fragancia de su aliento. Ninguno de los dos podía resistirse, sólo podían dejarse llevar por las sensaciones que los dominaban. Alfie la abrazó con más fuerza aún y Davinia se dejó llevar, apretándose contra él.

Sin dejar de besarla, Alfie comenzó a despojarse de su chaqueta y camisa. Davinia sólo pudo reír contra los labios del hombre, pero inmediatamente después esa risa se convirtió en un gemido, cuando él concentró su atención en ella, con hábiles manos le desbotonó el vestido para quitárselo en un abrir y cerrar de ojos. Alfie le acarició lentamente la piel y dejó escapar un gruñido de satisfacción al sentir cómo la sangre le bullía en las venas y el anhelo le rebosaba por los ojos y todo su cuerpo. Ambos se deseaban, deseaban sentir sus cuerpos unidos luego de varias semanas en abstinencia. La excitación los devoraba como un fuego devastador. Alfie se inclinó sobre el pecho de la mujer, le acarició los senos antes de tomar con sus labios los pezones duros y sensibles de la mujer, succionándolos con deleite. Davinia le estrechó la cabeza contra su cuerpo con los muslos pegados a los de él, la mujer ahogó un jadeo al experimentar contra sus muslos su miembro duro, tan duro que notó una oleada de excitación primitiva que la sacudió por completo haciéndola gemir de nuevo. Davinia se arqueó contra Alfie, ansiosa de que la poseyera en ese mismo instante.

Alfie gruñó de nuevo, la tomó entre sus brazos y la llevó hasta la enorme cama que se encontraba en el centro de la habitación y ahí la dejó. Davinia suspiró al sentir cómo él la observaba con ojos hambrientos y nublados por el deseo. El cabello rojo de Davinia marcaba un maravilloso contraste con la colcha blanca de su cama. De nuevo, los ojos del hombre recorrieron el cuerpo de su mujer, de los pies a la cabeza, deteniéndose en el rostro de su amada. Ella también lo miraba con deseo y se mordía los labios para suprimir los gemidos.

Solomons se colocó sobre la pelirroja, quién arqueó la espalda, ofreciéndole su cuerpo, y levantó sus manos para acariciar la espalda desnuda del hombre. Davinia dejó escapar un suave murmullo y continuó tocándolo, deslizando las palmas de sus manos sobre el amplio pecho, deteniéndose en la cinturilla de su pantalón, desabrochándolo con premura e introduciendo su mano para tomar su erección y liberarla. Davinia jadeó y lo acarició delicadamente, admirando su miembro. Ella contuvo un jadeo y volvió a elevar las caderas en una súplica silenciosa mientras que él se inclinaba sobre el pecho de la mujer y le lamia los pezones. Davinia chilló al experimentar las descargas de placer que la lengua y los labios de Alfie le proporcionaban. Las manos de Davinia se pasearon por el cabello de Alfie y volvió a arquear la espalda; ¡necesitaba más, lo necesitaba todo!

-A-Alfie – Gimió la joven – Te necesito... Te amo – Suspiró, transmitiendo las ganas que tenía de él.

El hombre le dedicó una mirada ardiente y clavó sus ojos en los de su mujer sin decir una sola palabra.

-¡Alfie! ¡Amor mío! – gimió de nuevo Davinia mientras separaba las piernas.

Él la sujetó por las caderas y acarició la entrada de su feminidad, haciéndola tiritar. Davinia se mordió el labio y gimió con más fuerza. Solomons esbozó una sonrisa perversa y la penetró con vigor, mientras ella dejaba escapar un jadeo de placer al sentirse plena, al tiempo que una oleada de deliciosas y eróticas sensaciones le nubló los sentidos. Davinia lo abrazó con fuerza, aferrándose al fuerte cuerpo masculino y le clavó las uñas en su espalda. Alfie la besó en la boca, devorándosela, Davinia sólo le correspondió con la misma intensidad, sintiendo el golpeteo del placer cada vez que él la penetraba.

-Te amo, Davinia – Jadeó Alfie.

La voz del hombre estaba enronquecida debido al placer. Davinia intentó hablar, pero sólo pudo gemir, mientras que su deseo era semejante a un calor al rojo vivo que le inundaba hasta la última célula de su cuerpo. Enredó las piernas en la cintura del hombre y levantó la cadera antes de volver a gemir con mayor intensidad.

-Entrégate al deseo y al placer, cariño – Gruñó Alfie embistiéndola con brío - ¡Qué tu cuerpo lo sienta! Déjame escribir con mis labios la más bella poesía en tu piel – Gimió y su lengua lamió el cuello de la pelirroja.

Davinia se estremeció ante esas palabras, jadeó al intentar tomar aire pues sus gemidos eran cada vez más sonoros. Sentir los labios de Alfie deslizándose por su cuello, sus pechos y sobre sus pezones sólo avivaba las llamas, mientras nuevas oleadas de gozo aparecían. Ambos tenían los músculos en tensión al tiempo que su placer se intensificaba para dar paso a la culminación. Davinia dejó escapar otro gemido y pudo sentir cómo Alfie estaba vaciándose. Podía notar que la llenaba, que la colmaba, que se estremecía dentro de ella. Él tenía las manos apoyadas sobre el colchón, el torso levantado y la cabeza colgando de sus poderosos hombros.

Ella se aferró a él mientras se convulsionaba dentro de ella, la joven se apretó contra él. Su placer se prolongó y se prolongó hasta que, casi al borde del cansancio, ambos dejaron escapar un grito que anunciaba el orgasmo. Alfie cayó sobre ella, apoyando la cabeza en su hombro y Davinia pudo notar el calor de su respiración entrecortada sobre su piel húmeda. Ambos estaban agotados y sudorosos. La cara de Alfie estaba contra la de ella, y esbozaba una sonrisa de satisfacción; Davinia también le sonrió y lo abrazó con las pocas fuerzas que le quedaban, acariciando su espalda empapada de sudor.

♠ ♠ ♠

-Prométeme que irás pronto a visitarme – exclamó la señora Solomons mientras envolvía entre sus brazos a Davinia quién murmuraba que la visitaría la seguido - ¿Crees que pueda hacerte un par de visitas antes de irme?

-Yo vendré a visitarla todos los días – respondió Davinia besando las mejillas de la madre de Alfie – No es que sea descortés, pero mis padres son unas personas maleducadas y pedantes. – dijo la joven con una gran sonrisa – No me gustaría que la trataran mal o le hicieran alguna grosería. – murmuró Davinia y tomó a la anciana de las manos – Mis padres harán un viaje muy pronto, así que podrá conocer la casa Dankworth y pasar unos días ahí.

-Yo encantada, querida. – respondió la madre de Solomons y volvió a abrazar a Davinia – Aunque preferiría que te quedaras un tiempo más conmigo y con Alfie, al menos hasta que yo regrese a mi casa.

-Me encantaría poder hacerlo – exclamó la chica – Pero tengo asuntos muy importantes que atender. – murmuró – Vendré todos los días, como se lo prometí.

-¡Cuídate mucho, mi niña! – dijo la señora Solomons y volvió a abrazar a Davinia.

Alfie observaba a las dos mujeres de su corazón y podía notar la decepción en el rostro de su madre. Aunque insistiera, Davinia no cambiaría de opinión. Ella necesitaba ir a su casa y ajustar cuentas con sus padres. Ya le había dicho que ambos se encargarían de darle su merecido a Santino, pero por ahora tenía preparado un gran escarmiento para Evangelina y Silas Dankworth.

-Ellos van a sufrir – Había dicho Davinia cuando se encontraba entre los brazos de Alfie después de hacer el amor – Van a desear no haberme tratado como lo hicieron.

-¿Piensas torturarlos? – preguntó Alfie besando su frente.

-¡No! – exclamó Davinia mientras que en su rostro se dibujaba una sonrisa malévola – Conozco los miedos de mis padres, sé perfectamente a qué le temen y por ahí atacaré. – dijo la pelirroja besando la punta de la nariz del judío – No habrá necesidad de tortura física, lo que les esperaba es el infierno, su infierno. – Dijo y lanzó un profundo suspiro.

En el fondo, Davinia no tenía muchos deseos de abandonar la casa de Alfie, aunque su estancia ahí había sido breve, inmediatamente se sintió bienvenida, ¡ese era su hogar! Especialmente porque estaba junto a Alfie y él la hacía sentirse querida, amada, importante, feliz... ¡viva! Por primera vez en su vida sentía que pertenecía a algún sitio.

-¿Quieres que vaya contigo y esté a tu lado? – Preguntó Alfie mientras sus labios recorrían la mejilla de Davinia.

La mujer se estremeció ante ese roce que unido al contacto de su barba le hicieron cosquillas. Sonrió y tomó el rostro de Alfie entre sus manos para unir su frente con la de él. Alfie le dedicó una profunda mirada logrando que ella se ruborizara y cerrara los ojos. Davinia suspiró y negó con la cabeza.

-No es necesario, Alfie – Murmuró y lo besó en los labios – Comprendo tu preocupación y te agradezco infinitamente todo lo que haces por mí – Sonrió con calidez – Pero sabes que esto lo tengo que arreglar yo sola - Bufó - ¡Ya no puedo seguir teniendo miedo! Ellos ya no me harán daño, ¡lo sé! – Suspiró – Mi nanny y su hijo cuidará de mí, ¡te lo han prometido!

-¡Esta bien! – Suspiró resignado – Quizá esté siendo exagerado, ¡pero enviaré hombres a vigilar tu casa! Cualquier cosa, sólo tienes que salir a la calle y pedir ayuda.

-¡Gracias! – Sonrió Davinia y volvió a besarlo pero esta vez fue un beso más apasionado y profundo - ¡Te amo!

-Yo también te amo – Murmuró Alfie – Por eso voy a protegerte, no me importa a costa de qué, pero te mantendré a salvo.

La pelirroja esbozó una enorme sonrisa. ¡Lo amaba completamente! Pero lo que más le encantaba de ese hombre era su lado protector y su ternura. Davinia se arrojó a sus brazos, volvió a besarlo y prometió regresar al día siguiente a la hora del almuerzo. Tomó a su nana del brazo y ambas abandonaron la casa de Alfie para subir al auto y dirigirse a la casa Dankworth.

♠ ♠ ♠

Santino se encontraba sentado sobre un enorme sillón de espaldas a la chimenea, a su lado, Silas daba grandes caladas a su cigarrillo mientras que Evangelina colocaba la bandeja del té sobre la mesita de centro, detrás de la mujer, una sirvienta acomodaba una charola repleta de pastelillos y galletas recién horneadas. La mujer sirvió el té y ofreció una taza a Santino y otra a su marido. El gordo se inclinó y tomó de la charola un pastelillo de nuez y lo metió por completo a su boca.

-Realmente, lo que más extraño de todo esto son los pastelillos que preparaba la nanny – Murmuró Santino con la boca llena – Estos tienen un extraño y poco agradable sabor.

-¡Son un regalo! – Murmuró Evangelina – Del Señor Shelby, por supuesto.

-¡Saben realmente mal! – Murmuró Silas dejando el trozo de pastel sobre el plato – Dile a la sirvienta que se los lleve de aquí.

Evangelina asintió y tomó una campanilla. De inmediato apareció una mujer para ejecutar las órdenes de sus patrones. Los Dankworth quedaron a solas y luego de un breve silencio, Silas tomó la palabra.

-Necesito que firmes unos cheques, Santino – Exclamó el hombre - Mis acreedores no me dejan en paz, me exigen liquidar un par de cuentas que adquirí hace unos días.

-¿Nilsson no puede firmarlos? – Bufó Santino sin ocultar su molestia – Sabes que no puedo firmar nada, ¡Davinia me dejó atado de pies y manos en ese aspecto!

-¡Pero Davinia está muerta! – Gimió Evangelina – Tú eres su viudo, ¿no puedes hacer nada al respecto?

-Nilsson es el albacea – Gruñó Santino y bebió más té – Él debe firmarlos, ¡yo no tengo autoridad!

-¿Cómo? – Gritó Silas – ¡Eres su viudo! Tienes que hacer algo... ¡todas sus posesiones son tuyas ahora!

-¡Es que no sabemos si en realidad está muerta! – Dijo el hombre y se levantó de su silla para mirar atentamente el fuego de la chimenea.

-¿La mataste o no? – Preguntó Evangelina con duda.

-¡Sé que la golpeé y la dejé inconsciente! – Murmuró Coppola – Pero después no supe de mí y cuando desperté, nadie supo dar razón respecto a Davinia y sus... amigos.

-Desaparecieron como por arte de magia – Suspiró Silas.

-¡Fueron unos malagradecidos! – Chilló Evangelina y comenzó a dar pequeños sorbos a su taza de té.

-¡Ese no es el punto en realidad! – Exclamó Santino bastante molesto – Según mis investigaciones, Davinia murió, ¡me lo dijeron y es fuente confiable!

-¿Quién es esa fuente? – Preguntó Silas – Parece que le tienes buen aprecio a tu informante.

-El mismo Thomas Shelby – Dijo el gordo lleno de orgullo al nombrar a ese hombre - ¡prácticamente él salvó mi vida!

-Y entonces... - Intervino Silas - ¿Cuándo exactamente podrás firmar esos cheques? – Preguntó – Mis acreedores no me quieren dejar en paz, me han amenazado si no pago mis deudas dentro de las próximas dos semanas...

-¡No lo sé! – Gritó Santino - ¡Hasta que el maldito abogado arregle esta situación! Murmuró exasperado.

El hombre guardó silencio, escuchando los murmullos de protesta de Silas. ¡Cómo sí el pudiera solucionarles la vida! Santino dejó la taza de té sobre la mesa y caminó directamente hacia la puerta, ¡necesitaba estar solo! Debía pensar en la manera de deshacerse de ese par de parásitos, ¡para siempre! Ya había eliminado a Davinia, aunque debió haber sido más cauteloso con ello, actuó por impulso y las consecuencias de ese acto fueron catastróficas. Nilsson no le daba el poder que deseaba, ¡ese traidor bastardo! Seguramente quería quedarse con todo... ¡o quizá algo le estaba ocultando!

De pronto, los gritos de una de las sirvientas lo sacaron de sus reflexiones, ¿qué demonios estaba pasando? Esos gritos y alaridos provenían del vestíbulo. Así que decidió salir a ver qué estaba sucediendo.

-¡Está es mi maldita casa! – Gritó Davinia empujando a la mujer hasta hacerla caer al piso – Así que quítate de mi camino – Exclamó con desdén y se arregló el cabello.

Santino quedó petrificado al ver a Davinia que se acercaba peligrosamente a él. ¡Davinia Dankworth estaba viva! ¿Cómo era eso posible? ¡Shelby le había asegurado que estaba muerta! El hombre tragó grueso e intentó moverse, pero no permaneció clavado al piso, mientras la pelirroja caminaba con sensualidad hasta él y esbozaba una sonrisa burlona. ¡Ese perro le mintió! Shelby era un mentiroso.

-¡Hola, Santi! – Dijo la mujer en tono meloso - ¿Me extrañaste, querido? – Exclamó mientras le sujetaba la larga barba y tiraba de esta con todas sus fuerzas.

-¡Que... que... que...! – Balbuceó Coppola – Que... g-gusto v-verte – Murmuró y trató de hacerse hacia atrás - ¿Dónde estabas? – Preguntó intentando recuperar su aplomo - ¡Estábamos tan preocupados por ti!

-¿En serio? – Preguntó Davinia con Sarcasmo - ¡No me digas! - Sonrió - ¡Qué dulce gesto de su parte! Por cierto, ¿dónde están mamá y papá? – Exclamó mirando fijamente a Santino - ¡Quiero saludarlos!

-Ellos... -Suspiró – Ellos están en la sala, tomando el té...

-Bien – Respondió la mujer – Tengo tantos deseos de estar con ellos, ¡seguramente les dará mucho gusto verme y saber que estoy con vida!

Davinia no esperó respuesta del hombre, caminó altiva delante de él rumbo a la sala del té, mientras una gran sonrisa malévola se dibujaba en su hermoso rostro. Se moría de ganar por ver el rostro de sus padres, seguramente Silas esbozaría esa misma sonrisa estúpida que tenía Santino cuando la vio caminar hacia él, además de esa expresión de terror en su mirada. Pero lo que seguramente la cereza en el pastel sería la reacción de Evangelina, ¡histeria total! Se la imaginaba de rodillas en el piso, con el rosario que siempre guardaba en el bolsillo de su vestido en sus manos, mientras gritaba plegarias y exorcismos... ¡iba a ser tan divertido! Pensó al momento que entraba en la sala.

Santino la seguía cómo un perro triste, caminaba lentamente detrás de la mujer y no se atrevía siquiera a mirarla a los ojos. ¿Cómo podría hacerlo? Cuando la vio de pie en el vestíbulo creyó que Davinia se arrojaría sobre él dispuesta a matarlo, pero parecía que tenía otras intenciones y llegaba en son de paz. Aunque no debía confiarse, Davinia era una mujer fuerte, ¡ya se lo había demostrado muchas veces! Y ese brillo asesino en sus ojos le hacía saber que debía tener cuidado con ella. Quizá huiría para librarse de la ira de su aún esposa.

Silas y Evangelina mantenían una acalorada discusión, la pareja de esposos alegaban por las deudas de él. Ella reclamaba por su falta de control a la hora de apostar en las carreras de caballos y en los juegos de azar. Silas constantemente la hacía callar, arguyendo que ella debía mantenerse al margen porque esos asuntos eran puramente "masculinos" Y que las mujeres deberían estar en la cocina.

Davinia se recargó en el marco de la puerta, sonriendo divertida al observar y escuchar la discusión de la pareja. Se cruzó de brazos y lanzó un hondo suspiro antes de exclamar.

-¡Padre, madre! Qué alegría verlos – Sonrió ampliamente – No cabe duda que nada ha cambiado durante mi breve ausencia – Murmuró caminando hacia ellos – Siempre discutiendo por las mismas idioteces cometidas por mi querido padre... ¿se te fue de nuevo la mano con las apuestas papito querido?

Los padres de Davinia guardaron silencio de inmediato, poniéndose rápidamente de pie. Los rostros de ambos estaba lívidos y sus mandíbulas casi hasta el piso, incrédulos ante la imagen que tenían delante de sus ojos. Davinia, su hija a la que creyeron muerta se encontraba más viva que nunca.

-¡Hija! – Murmuró el hombre con voz apenas audible - ¡Estás viva! – Sonrió al darse cuenta de ello, ¡quizá sus problemas estuvieran arreglados! – Necesito que firmes unos chequ...

-¿Cómo que está viva? – La voz de Evangelina resonó por toda la estancia, interrumpiendo a su marido - ¡Tú no puedes estar viva! – Gritó la mujer llevándose las manos al rostro - ¡Tú moriste! – Gimió - ¡Estás muerta, Davinia!

-Mujer, por favor – Dijo Silas posando su mano sobre el hombro de su esposa.

-¡Ella está muerta! – Repitió histérica - ¡Es una aparición! ¡Un fantasma! – Murmuró mientras buscaba entre los bolsillos de su vestido - ¡Es... el demonio! – Gritó sujetando el crucifijo de su rosario – Vade retro Satana... Crux Sacra Sit Mihi Lux. Non Draco Sit Mihi Dux... - Gemía la mujer con los ojos desmesuradamente abiertos, los labios resecos y la mirada perdida.

-¡No estoy muerta, madre! – Sonrió la chica caminando hacia Evangelina - ¡O quizá lo estuve! – Murmuró – Y regresé, porque quiero estar con ustedes... ¡para siempre! – Dijo con un tono macabro - ¡Sólo quiero un abrazo! – Gimió estrechando a Evangelina contra sí.

La madre de Davinia dio un espantoso alarido de Terror e intentó apartarse de los brazos de la joven, pero esta la tenía ceñida con fuerza y parecía no querer soltarla. Un escalofrío recorrió su espina y gimió.

-¡Suéltame asqueroso demonio! – Gritó - Satanás... ¡retrocede! – Volvió a gritar – No me toques.

Davinia la soltó y la mujer retrocedió aterrada, murmurando más oraciones y súplicas a Dios. Davinia no paraba de sonreír, mirando lo cómico de la escena. Su madre a punto de desmayarse, plantada en un rincón de la sala, intentando protegerse de ese "demonio" Su padre, sonriendo como un imbécil al verla frente a ellos, mientras que Santino no podía borrar su expresión de pazguato, como no pudiendo creer que ella estuviera viva.

-¡Qué gusto verlos de nuevo a todos! – Murmuró la joven – Voy a retirarme a mi habitación para descansar un rato antes de la cena. ¡Los amo! – Finalizó dando media vuelta y desapareciendo de la vista de todos.

♠ ♠ ♠

¡Davinia ha regresado! Y bueno, es momento de que lleve a cabo su venganza. ¿Qué les pareció el capítulo? Espero lo hayan disfrutado mucho. Estamos cada vez más cerca del final de este Fanfic. Muchas gracias a todxs por sus votos y comentarios. ¡Hasta el próximo capítulo!
Maria Decapitated

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro