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CHAPTER FOUR

Alfie se apartó de mí y se sentó sobre el sillón mientras yo me acomodaba el cabello y dejaba escapar un suspiro. Lo miré servir un par de vasos de ron, completamente desnudo y con una expresión de indecible satisfacción en su rostro. Me ruboricé intensamente cuando sentí sus ojos clavados en mí, me tendió el vaso y bebí lentamente.

-Me gusta este ron – Murmuré desviando la mirada de la suya.

De reojo pude ver que arqueaba la ceja y suspiraba mientras volvía a dejar el vaso sobre la mesa, acercándose más a mí. Alfie me envolvió entre sus brazos y arrebató el vaso para hacerlo a un lado.

-No me gustaría hablar de ron en este momento – Dijo deslizando sus labios por mi cuello - ¿Estás arrepentida?

Negué con la cabeza y lo aparté un poco de mí ya que su contacto despertaba nuevamente el fuego en mi interior. Sabía que él era peligroso para mí ya que descontrolaba todas mis emociones. Lo admito, ¡me encantaba esa sensación! Experimentar todo ese flujo de sensaciones en mi interior podría convertirse en una adición y de sobra sabía que las adicciones no eran buenas.

-¿Entonces? – Preguntó dejando escapar un murmullo de desaprobación.

-No me arrepiento – Le dije con voz clara – Es sólo que... ¿conoces un joyero?

Alfie me miró con sorpresa ante mi repentina pregunta y comenzó a reír a grandes carcajadas.

-De preferencia que sea valuador de joyas - Continué a pesar de que él no paraba de reír – Quiero hacer un negocio y...

-Cariño – Exclamó Alfie volviéndome a abrazar – Acabamos de coger y ¿me preguntas por un joyero? – Sonrió – Eres un poco extraña.

-¿Lo conoces o no? – Pregunté levantándome del sillón y buscando mi vestido – Me ofrecen un huevo de Fabergé, pero tengo mis dudas – le comenté al tiempo que me vestía a prisa.

Alfie arqueó la ceja y acarició su tupida barba rojiza mirándome con aire reflexivo. Se daba cuenta que hablaba en serio y que no dejaría de insistir hasta que le diera una respuesta que más o menos satisficiera mi curiosidad.

-Yo puedo ayudarte, princesa – Dijo y sonrió poniéndose de pie para volverme a abrazar – A veces, en mi tiempo libre, también soy valuador.

Le dediqué una sonrisa y apreté mis labios contra los suyos en un beso pasional. ¡Me encantaba coleccionar joyas! Pero además de todo eso, me había surgido la idea de un negocio que, según mis investigaciones, era algo que podría incrementar aún más mi fortuna.

-¿Y para qué quieres ese joyero? – Volvió a cuestionarme sin borrar la sonrisa de su rostro.

-Quiero hacer un negocio – Sonreí – Sin embargo, ¡tienes razón! No es el momento ni el lugar para hablar de negocios – Exclamé deslizando mi dedo por su pecho desnudo - ¿Podríamos vernos mañana para arreglar esto? – Le pregunté abandonando sus brazos para buscar su ropa y entregársela. '

-¡Hecho! – Respondió – Búscame en mi "oficina" en Candem Town, cualquiera podrá darte referencia – Murmuró y comenzó a vestirse a toda prisa – Te esperaré en el salón y te llevaré a casa, ¿de acuerdo? – Dijo antes de dejar la habitación antes que yo.

♠ ♠ ♠

Alfie se acomodó el saco y se reunió con los demás invitados en el salón para esperar a Davinia. El hombre estaba encantado con esa joven mujer seductora, ¡no se había equivocado! Davinia Dankworth, además de hermosa era muy inteligente y un poco extraña, pero era ese comportamiento poco inusual de ella lo que lo había enloquecido, además de su embriagador perfume de lilas blancas.

-¡Una combinación explosiva! – Murmuró Alfie sin poder parar de sonreír.

De pronto, una extraña sensación lo obligó a volver el rostro. Sintió el peso de una mirada dura y penetrante. Y en un rincón de la estancia vio a Thomas Shelby, fumando un cigarrillo y dedicándole esa fiera mirada. Alfie lo observó detenidamente y le sonrió levantando su vaso a modo de brindis y regresó a sus reflexiones sin hacer más caso del hombre.

-¿A qué estás jugando, Alfie? – Preguntó Shelby después de unos instantes.

Alfie frunció el ceño al escucharlo y verlo tan cerca de él. No comprendía el porqué su tono de voz furioso, así como la expresión iracunda en su rostro.

-¿Qué es lo que te pasa Tommy? – Preguntó arrastrando las palabras – Te noto molesto.

-Responde a mi pregunta, Alfie – Dijo el hombre - ¿Qué es lo que estás planeando?

-¡No te entiendo nada! – Murmuró Alfie - ¿Me puedes hacer el favor de ser más explícito?

-Te vi – Dijo Thomas – Entraste al despacho con la señora Dankworth, desde hace un buen rato...

-¡Oh, es eso! – Exclamó Solomons y bebió un largo trago de su vaso – La señora Dankworth y yo estábamos hablando de negocios...

-¡No mientas, Solomons! – Dijo Tommy apretando los dientes.

Alfie le dedicó una sonrisa burlona y lo miró entrecerrando los ojos. ¡Ahora lo comprendía todo! Sabía que Tommy no se tragaba el cuento de "hablar de negocios", pero lo que le parecía gracioso era el darse cuenta que Thomas Shelby estaba celoso. El judío levantó su dedo índice y lo agitó cerca del rostro iracundo de Thomas, mientras exclamaba.

-¿Celoso, Tommy? – Preguntó y Shelby lo soltó inmediatamente - ¡Pero si apenas hoy conocí a la señora! – Sonrió y se acomodó las solapas – Así que no te entiendo nada... - Exclamó y guardó silencio – Pero ahora soy yo quién te pregunta ¿a qué estás jugando? Si se supone que tienes una esposa y un hijo pequeño...

-¡Cállate! – dijo Tommy – No sabes de lo que hablas...

-Eres muy obvio, en un dos por tres me doy cuenta de tus sentimientos hacia Davinia – Dijo Alfie con un tonillo burlón en su voz – Pero, ¿puedo decirte algo? – Preguntó acercándose al hombre – Ella sólo te ve como un perro, Tommy – Sonrió – Eres sólo el perro de la señora Dankworth porque ella te da una orden y tú inmediatamente comienzas a menear el rabo.

-¡Eres un hijo de...! – Gritó Shelby y levantó el puño cerca del rostro de Alfie.

♠ ♠ ♠

Entré en el salón y miré alrededor buscando a Alfie, me mordí el labio al descubrirlo hablando con Thomas Shelby. Sin embargo, la expresión en mi rostro cambió drásticamente al darme cuenta que ambos se encontraban enfrascados en una acalorada discusión, sus expresiones faciales los delataban. Suspiré y caminé rápidamente hacia dónde ellos estaban.

-Señor Shelby – Exclamé dirigiéndome al aludido – Agradezco infinitamente su invitación a esta maravillosa fiesta, sin embargo, me apena mucho anunciarle que debo irme – Dije con fría amabilidad.

-¿Se va tan pronto, señora? – Preguntó Tommy tomándome de la mano.

-Estoy cansada y me encantaría volver a mi casa lo antes posible para poder descansar como es debido.

-Si en así, ¡puede quedarse! – Murmuró Shelby – Ordenaré que preparen una de las mejores habitaciones de esta casa y que la traten como lo que usted es, ¡una reina! – Sonrió – Además, ¿qué hay de su esposo?

Rodé los ojos al escucharlo mencionar a Santino. Honestamente, ¡detestaba a ambos hombres! A Santino por ser un cerdo y a Shelby por ser un imbécil lame culos. Conocía las intenciones de Tommy, no tenía que ser muy lista para darme cuenta de lo que quería conmigo, pero se equivocaba de persona. Thomas Shelby siempre me dio mala espina, cuando lo conocí más a fondo, no me fíe de él, de hecho, llegué a tenerle miedo, ahora sólo sentía aversión.

-Santino puede quedarse – Dije con desprecio – A él lo puede tratar como un rey si gusta – Sonreí con burla – Cuando despierte, llévele una copa de brandi o de oporto y mándelo en auto de regreso a casa – Exclamé y miré con atención a Alfie – Señor Solomons – Dije – Estoy lista para irnos.

-Como usted lo ordene, señora mía – Respondió Alfie tomando mi mano y llevándola hasta sus labios para besarla - ¡Después de usted! – Exclamó.

Yo caminé altiva un par de pasos, mientras escuchaba a Alfie decirle a Shelby.

-¡Échate, Tommy!

Dejé escapar una suave carcajada y continué caminando rumbo a la salida. Alfie me alcanzó entonces ofreciéndome su brazo y haciendo una pequeña reverencia. Le sonreí... ¡no sé que tenía ese hombre que me ponía a sonreírle como una tonta! Acepte su brazo y juntos caminamos hasta su auto, afuera, su auto nos esperaba. Él abrió la puerta ayudándome a subir a este, poco después se acomodó a mi lado tomándome de la mano mientras su vehículo se ponía en marcha.

-¿Realmente deseas ir a tu casa? – Me preguntó directamente y apretó mi mano.

-¿Realmente TÚ deseas llevarme allá? – Respondí con otra pregunta.

Alfie arqueó la ceja y soltó una carcajada.

-¿Quieres que te lleve a mi casa? – Exclamó estrechándome entre sus brazos.

-¡Sí! – Murmuré y dejé escapar un hondo suspiro – Quiero ir a tu casa, quiero dormir en tus brazos – Susurré acariciándole el rostro – Deseo que volvamos a follar, pero esta vez sin presiones ni restricciones.

-¡Te dije que estoy a tus pies, cariño! – Respondió Alfie dibujando con su dedo el contorno de mis labios entreabiertos – Si quieres follar, follaremos.

Le dediqué una sonrisa perversa y le eché los brazos al cuello para besarlo con desenfreno. Él me apretó aún más y su lengua invadió mi boca, entrelazándose con mi lengua, encendiendo de nuevo la llama. Sus manos acariciaron suavemente mi espalda y apretaron mi trasero con firmeza, haciéndome lanzar una carcajada que fue apaciguada por sus besos, cada vez más voraces y posesivos. Estando entre los brazo de Alfie, perdía la noción del tiempo y del espacio, solo me importaban sus besos y sus caricias por todo mi cuerpo.

El auto se detuvo frente a una casa amplia y elegante, a decir verdad, no presté demasiada atención a mí alrededor ya que entramos inmediatamente en la vivienda. Alfie no soltó mi mano y me condujo directamente hasta su habitación. Al cerrar la puerta, estallé en carcajadas y me dejé caer sobre un elegante sillón cercano a la ventana. Le eché un ojo a la vista nocturna que me ofrecía y suspiré con sonoridad.

Mientras tanto, Alfie servía un par de vasos de ron, ofreciéndome uno. Lo miré con el ceño fruncido y negué con la cabeza.

-¿Ahora qué? – Preguntó Alfie de pie junto a mí.

-¡Ha sido demasiado ron para una noche! – Murmuré acariciando su mano y dedicándole una mirada de inocencia – De hecho, creo que tengo hambre – Le dije al tiempo que me mordía el dedo pulgar.

-Eres una mujercita muy caprichosa, ¿lo sabías? – Exclamó esbozando una sonrisa torcida mientras dejaba el vaso sobre la mesa.

-¿Caprichosa? – Pregunté con el ceño fruncido – Yo no lo veo así – Dije suspirando con sonoridad – Eso díselo a mi nana, ¡creo que ella es la culpable!

-¡Nana, nana! – Bufó Alfie caminando rumbo a la salida de la habitación – Ya estás grandecita como para tener una nana – Exclamó perdiéndose en el pasillo.

Reí mientras lo observaba irse. Alfie tenía una forma muy peculiar de andar, un balanceo despreocupado que a mi punto de vista era bastante atractivo. Me recosté sobre el respaldo y cerré los ojos. Poco después regresó Alfie, llevando una bandeja de bocadillos la cual dejó sobre la mesa y me tendió una copa de Oporto. Sonreí complacida y lo besé fugazmente en los labios, tomé la copa y un bocadillo que llevé inmediatamente a mi boca y lo degusté, después tomé otro para ofrecerlo a Alfie, él lo tomó y comenzó a masticar con ganas.

-¿Hoy tenía ganas de portarte mal? – Exclamó Alfie sin rodeos - ¿Por qué yo? – Preguntó directamente.

-Sí y no – Le dije sin dejar de comer – Últimamente sentía que moría por dentro y que necesitaba algo de acción en mi vida, ¡no me han faltado oportunidades! – Comenté encogiéndome de hombros – Pero no era lo que yo buscaba, faltaba algo. Una especie de fuerza que me impulsara a dejarme llevar – Exclamé y dejé la copa sobre la mesa.

-Y entonces... ¡aparecí yo! – Dijo con triunfo - ¿Pero qué hay de Shelby?

-No apareciste por casualidad – Murmuré tomándolo de las manos – No eres una casualidad – Suspiré – Presiento que el destino nos tiene preparado algo – Exclamé y guardé silencio antes de agregar - ¿Qué hay con Shelby? ¡Nada! – Suspiré – Conozco las intenciones de ese hombre, quizá en un tiempo me pareció un hombre interesante, pero cualquiera que se codeé con Santino es alguien en quién no debo confiar – Murmuré y negué con la cabeza - ¡Pero no quiero hablar de ellos! No en este momento, ¡por favor, no vuelvas a sacar esos nombres a flote!

Alfie me miró expectante y también reflexionando mis palabras. En realidad no esperaba que me creyera, él era libre de forjarse la opinión que quisiera respecto a mí persona. Lo que yo intentaba era mostrarme abiertamente delante de él. Alfie me inspiraba esa confianza, y yo estaba segura de que él también era honesto conmigo. Ni siquiera conocía el porqué de esa seguridad que sentía respecto a él, pero últimamente había tenido un sueño recurrente, un sueño extraño para mí, pero que denotaba poder e incluía fuego y pólvora. En ese sueño también aparecía un hombre, en medio de las llamas, un hombre imponente, dominante y seductor, alguien con las mismas características de Alfie Solomons.

-Conoces la reacción que se desencadena después de unir la pólvora y el fuego, ¿no es así? – Pregunté sujetando suavemente el rostro de Solomons entre mis manos y mirándolo con intensidad mientras él asentía – Tú y yo somos eso – Sonreí – Yo soy la pólvora y tú eres el fuego.

Alfie se sorprendió ante mis palabras, sin embargo, supo disimularlo. Dejé escapar un largo suspiro mientras mis dedos acariciaban el rostro del hombre quién no dejaba de mirarme con intensidad. Alfie se inclinó lentamente para besarme de manera lenta y ardiente. Sus manos se deslizaron por mi espalda, mi trasero y mis piernas, volviendo a subir hasta mi espalda. Yo me aferré a su cuello sucumbiendo ante esos besos impetuosos y tórridos. Nunca nadie me había besado de esa manera hasta que él apareció.

Mi lengua se unió a la de Alfie para acariciarla, danzando a la par en ese beso largo e intenso. Mis manos recorrieron el pecho de Alfie, llenándome con su calor mientras él no dejaba de tocarme, aumentando el deseo en mi interior.

Alfie se separó por un instante de mí para mirarme de manera ardiente y llena de lujuria. Inmediatamente, yo me despojé del vestido y de mi ropa para que él pudiera contemplarme completamente desnuda. Los ojos de Alfie brillaron de deseo y volvió a tomarme entre sus brazos mientras me besaba una vez más, profundizando el beso y exigiéndome más y más. Se levantó del sillón y me llevó hasta la cama, colocándome sobre esta mientras me observaba con deseo.

Le dediqué una sonrisa traviesa y arqueé mi espalda, ofreciéndole mi cuerpo. Alfie se sentó sobre la cama para deslizar las manos sobre mi piel desnuda, haciéndome tiritar bajo su tacto suave y delicado. Él me tocaba casi con reverencia, llenando mi cuerpo con sensaciones maravillosas. Alfie me sonrió antes de colocarse a medias sobre mí y devorar mi boca con pasión.

Mis manos también lo acariciaron, y con premura intentaron desabotonar su camisa y despojarlo de su saco. Alfie me ayudó un poco con mi tarea y pronto terminó con el torso desnudo. Volví a tocarlo con total libertad gozando al sentir su calor y la suavidad de su piel mientras que la boca de Alfie se dedicaba a llenar mis senos con besos sonoros y, de vez en cuando, morder de forma un tanto ruda mis pezones endurecidos logrando que gimiera con sonoridad.

-¡Oh sí! – Gemí – Cúbreme con tu cuerpo, ven y confórtate en mí, ¡tómame ahora! – Suspiré acariciando su cabello con mis manos.

Él dejó escapar un murmullo ronco que dijo todo y nada a la vez. Me besó una vez más de forma salvaje y posesiva, terminando con la poca cordura que me quedaba y continuó acariciándome lentamente como si tratara de grabarse cada centímetro de mi piel en su memoria. Con un rápido movimiento, Alfie invirtió la posición colocándome sobre él, lo miré y le sonreí, entretanto mis manos acariciaban su pecho y jugaban con el vello oscuro de su pecho y sus pezones masculinos. Mis labios suplieron mis manos y dejé montones de besos sobre su piel desnuda, descendiendo hasta su vientre, desabroché sus pantalones al tiempo que su estómago se contraía y de sus labios se escapaba un gruñido.

Reí, incorporándome un poco para besarlo de nuevo y explorar su boca con mi lengua. Mi mano se coló entre su pantalón y acaricié su miembro erguido y palpitante. Mientras lo besaba, mi mano se deslizaba de abajo hacia arriba sobre su pene que se endurecía y crecía a medida que la velocidad de mis caricias aumentaba. Sin embargo, con un gruñido de protesta él me detuvo y me empujó sobre la cama.

Caí y lo miré desafiante, ¡deseaba que me tomara de una vez! Quería que esa preciosa tortura se terminara y que juntos tocáramos las estrellas. Aunque no había prisa, teníamos parte de la noche y todo el día siguiente para amarnos y entregarnos el uno al otro.

-¡Ahora soy un pecador! – Murmuró Alfie contra la piel de mi cuello – Tú eres todo lo que mis pecados encierran.

Gemí cuando sus labios descendieron lentamente hasta mis senos y su lengua los recorrió, saboreándolos como si se tratara del manjar más suculento. Jadeé y mi espalda al sentir el roce de sus labios y de su lengua sobre mi vientre. Sus manos masajearon mis muslos y los abrieron con delicadeza para revelarle mi intimidad, volví a gemir con sonoridad y levanté un poco la cabeza, buscando su mirada.

Alfie me sonrió y se incorporó para tomar la botella de ron y regresar rápidamente a la cama, bebió un gran sorbo e inmediatamente se inclinó para besarme de manera salvaje y provocadora. El contacto de sus labios sobre los míos y degustar el ron directamente sobre mi boca disparó el deseo en mi interior. Me aferré a su cuello y profundicé el beso, pero este no se prolongó ya que él se apartó de golpe mientras vertía más ron sobre mis senos y los lamía ávidamente.

-¡Alfie! – Gemí y apreté las sábanas cuando el líquido cayó directamente sobre mi vientre, deslizándose sobre mi feminidad.

La lengua de Alfie rozó mi sexo húmedo y chupó con deleite, apretando con firmeza uno de mis senos, yo chillé presa del placer al sentir esa explosión de poder, éxtasis y lujuria. ¡Tal y cómo en mi sueño! El fuego había hecho contacto con la pólvora. Alfie continuaba pegado a mi sexo, succionando y explorando mis pliegues con su lengua, provocando un sinfín de emociones en mí. Sus manos se habían apoderado de mis senos, apretándolos y haciéndome gemir de dolor y placer. Mi pelvis se frotaba sobre su boca con movimientos ondulantes, mi espalda se arqueaba a medida que él éxtasis se apoderaba de mí. Le acaricié los cabellos y tiré un poco de ellos al sentirme invadida por los espasmos que anunciaban que estaba alcanzando la cima del placer al tiempo que me entregaba con un grito.

Alfie se incorporó y yo aproveché para lanzarlo sobre el colchón y reptar encima de él. Alfie rió, envolviéndome entre sus brazos para besarme casi con brutalidad. Con manos temblorosas terminé de desnudarlo y lo acaricié suavemente, él sólo cerró los ojos y disfrutó de mis caricias, dejando escapar, de vez en cuando, un ronco gemido. Lentamente descendí por su vientre hasta tocar apenas su miembro excitado, lo sujeté con suavidad, apretándolo de a poco, sonriendo al contemplar la expresión de satisfacción que se había formado en su rostro. Comencé a acariciarlo en toda su longitud y volví asaltar sus labios, besándolo por enésima vez.

Nuestras lenguas se encontraron, se acariciaron y juguetearon eróticamente. El beso aumentaba el calor de nuestros cuerpos. Yo estaba excitada de nuevo, mientras que Alfie estaba a punto de colapsar.

-¡Cariño! – Gruñó él contra mis labios - ¡Joder! – Exclamó mientras mi mano continuaba con las caricias.

Me coloqué a horcajadas sobre su vientre, rozando con la punta de su sexo mi feminidad. Ambos gemimos y suspiramos ante ese roce. Lentamente lo guié hasta la entrada de mi sexo y lo introduje en mi interior. Alfie me rodeó con sus fuertes brazos y apretó sus labios contra los míos. Comencé a moverme con suavidad, subiendo y bajando las caderas, su beso era suave, pausado pero profundo y ardiente. Sus manos acariciaron mi cintura, deteniéndose sobre mis nalgas y comenzó a guiar mis movimientos, acelerándolos un poco. Apoyé mis palmas sobre sus hombros para moverme de la forma en que él me lo pedía, rebotando rítmicamente sobre él.

Alfie gruñía y jadeaba cada vez que me penetraba, sus manos ascendieron a mis pechos y los estrujaron con fuerza, sin embargo, no dejó de mirarme a los ojos. Yo me mordía el labio inferior para ahogar unos gritos, a veces gemía con sonoridad pero no perdía el ritmo frenético de mis caderas. Poco a poco, el vaivén de nuestros cuerpos perdió fuerza, apenas si me movía encima de él, trazando suaves círculos sobre su pelvis. Me incliné más sobre él para robarle un nuevo beso y mi pelo cayó sobre su rostro. Alfie me estrechó con firmeza entre sus brazos y unimos nuestros labios en un beso tórrido, salvaje y posesivo.

Él invirtió la posición y quedó sobre mí, penetrándome de nuevo con vigor, mis piernas se enredaron en su cadera, aprisionándolo. Clavé las uñas en su espalda al darme cuenta que su cuerpo se tensaba. Alfie besó mi cuello y descendió hasta mis senos, mordiendo y succionando uno de mis pezones. Alfie continuó sus idas y venidas, yo no podía más con las emociones y el placer que comenzaba a desbordarse en mi interior, hasta que todo desapareció a nuestro alrededor. Él lanzó un ronco gemido y sucumbió al placer; al darme cuenta de ello, también me entregué, clavándole las uñas en la espalda y mordiendo su hombro y temblando sin control.

Alfie cayó exhausto sobre mi cuerpo y su abrazo se suavizó, yo me relajé y dejé escapar un hondo suspiro mientras lo acariciaba suavemente y le llenaba el rostro de besos.

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¡Otro capítulo ardiente! Y muchos más que se vana venir, porque esta historia es de alto contenido sexual.
¿Qué les pareció el capítulo? Espero lo hayan disfrutado. Gracias por su apoyo.
Maria Decapitated

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