CHAPTER FIFTEEN
Thomas Shelby
Dejé a un lado los documentos que tenía en mis manos. ¡No podía concentrarme! Sólo veía números y letras al azar, sin formar alguna cifra o palabra coherente. Mi mente estaba perturbada, constantemente atormentada por esas malditas imágenes. Davinia en los brazos de Solomons, ambos desbordando pasión y lujuria. El odio, los celos y el rencor se estaban apoderando de mi mente, impidiéndome ser racional. Si esa mujer no era mía... ¡no sería de nadie! Mucho menos de Solomons, de alguna forma u otra me encargaría de separarlos y una vez que Davinia volviera a estar vulnerable, me acercaría de nuevo a ella para tener su confianza y poder conquistarla otra vez.
Me recosté en el respaldo del sillón y lancé un profundo suspiro, mientras volvía a maldecirme por ser tan estúpido. ¡Había tenido mi oportunidad con Davinia! Lo tuve muy fácil con ella aquella vez, pera estaba cegado por Grace. En ese momento creí estar enamorado de mi esposa, de hecho hice muchas cosas con tal de tenerla a mi lado, como por ejemplo, asesinar al hombre que entonces fuera su esposo. Grace estaba embarazada y su marido era estéril, ¡tenía que sacarlo del camino de alguna forma! Así que asesinarlo era la manera más fácil para que ella quedara viuda, se casara conmigo y nadie se escandalizara por el embarazo.
Durante un tiempo las cosas entre Grace y yo fueron perfectas, tal y como yo lo había soñado. Creía tener una estabilidad emocional, la pareja ideal y por supuesto, ¡la familia perfecta! Pero desgraciadamente no fue así, mi esposa comenzó a cambiar, exigía cada vez más y yo estaba entregado a mis negocios, no podía abandonarlos así como así. Tenía otras prioridades y mi familia pasó a segundo plano, cosa que no le gustaba a Grace. Ahora vivía una completa pesadilla al lado de ella, pero no podía deshacerme de mi mujer. Grace era la madre de mi hijo y yo no podía dejarlo sin la presencia de su madre. Así que debía aguantarme y seguir fingiendo que la amaba, aunque nuestra relación fuera un completo infierno.
Tomé la botella de whisky que estaba frente a mí y la destapé para beber un largo trago, luego busqué entre los cajones de mi escritorio y saqué una fotografía de Davinia, la contemplé por largo rato, recorriendo con mi dedo los rasgos de su rostro. Recordaba perfectamente la manera en que había conseguido esa fotografía; había sido durante una de las tantas fiestas organizadas en mi casa, como siempre, Davinia estaba apartada de la multitud, bebiendo pequeños sorbos de champán y mirando a todos con desprecio. Recuerdo que invité a un periódico local para que cubriera la nota y la publicara en su sección de sociales, le pedí al hombre que, sin que Davinia se diera cuenta le tomara una fotografía y que la reservara sólo para mí, sin publicarla.
Volví a beber otro par de tragos del whisky, sin apartar los ojos de la imagen. Estaba hipnotizado analizando los bellos rasgos de esa mujer. Davinia Dankworth me tenía enloquecido, sin embargo, a sus ojos yo era completamente invisible, aunque eso no siempre fue así.
Recuerdo la primera vez que la vi, vestida de novia, luciendo bellísima en ese vestido blanco, sus rizos rojizos caían en su espalda, creando un hermoso contraste con su atuendo. Pero sus ojos, en sus ojos cafés se reflejaban el odio y el resentimiento que sentía, además de que su rostro traslucía la infelicidad, el dolor y la repulsión que le causaba el contraer matrimonio con Santino Coppola. Si yo hubiera estado en su lugar, habría sentido lo mismo.
Al ser socio de Santino, constantemente me invitaba a su casa para cenar y hablar de negocios. Debido a todas esas visitas, poco a poco comencé a tener pequeños acercamientos con Davinia ya que a menudo Santino se embriagaba y ella terminaba haciéndose cargo de todo, como atender a los invitados y despedirlos según lo marcaban las reglas de cortesía. Después de un par de años de constantes visitas, ya me consideraba su amigo. Entre Davinia y yo había confianza y ella podía hablar, abrir su corazón y revelarme cómo era su vida al lado de Santino. Yo trataba de darle consuelo, apoyo, algún consejo o simplemente abrazarla para que ella llorara y se desahogara.
Durante un tiempo fui más que su amigo, nuestra relación había pasado a otro nivel, compartimos algunos besos, caricias, pero nada más. Poco a poco me fui enamorando de Davinia, ¡hasta que apareció Grace! Fue entonces que comencé a alejarme de Davinia, Grace formaba parte fundamental en mi vida, el amor que sentía por esa mujer era fuerte y no lo iba a cambiar por una aventurilla con una mujer casada, así que drásticamente le di la espalda y comencé a ignorarla, poniendo cualquier pretexto para no volver a verla y centrarme únicamente en mi relación con Grace.
Sabía que Davinia sufría por mi alejamiento, constantemente recibía algunas notas en donde me pedía reunirme con ella para hablar ya que se encontraba desesperada y pasando por una situación muy difícil. Yo ignoraba todo aquello, había perdido todo mi interés en Davinia, pensaba que lo que pudiera sucederle ahora esa asunto suyo ya que tampoco podía darme el lujo de involucrarme más porque corría el riesgo de perder mis negocios con Santino, ya que en ese momento estaban marchando a la perfección y rindiendo cuantiosas ganancias.
¡Cómo maldigo esa noche! Llovía a cántaros y hacía frío. Aún estaba en mi despacho, trabajando cuando apareció mi ama de llaves, anunciando a la señora Dankworth. Me levanté de un salto, sorprendido por esa inesperada visita y le pedí a la mujer que la hiciera pasar. Cuando Davinia entró en el despacho, apenas podía caminar erguida, llevaba una pañoleta en la cabeza que cubría parte de su rostro.
De inmediato me acerqué a ella y la conduje hasta uno de los sillones, ayudándola a que se sentara, serví un vaso de whisky y se lo ofrecí, ella lo tomó de inmediato y bebió ávidamente, apurando su contenido.
-¿Qué sucede? – Pregunté con curiosidad.
-Tommy – Gimió Davinia - ¡Estoy desesperada! – suspiró mientras retiraba el pañuelo de su cabeza para mostrarme las marcas de violáceas de su rostro – Fue Santino – Murmuró al tiempo que yo la observaba con detenimiento – Volvió a atacarme – Exclamó y comenzó a llorar - ¡Ya no puedo soportarlo! Necesito de tu ayuda.
-Pero, ¿yo qué puedo hacer? – Exclamé lanzando esa estúpida pregunta – ¡Yo no puedo hacer nada!
-¡Sí puedes ayudarme! – gimió Davinia y lanzó un sollozo.
Y era verdad, yo podía haberla ayudado con sólo chasquear mis dedos, pero me negué rotundamente a hacerlo. No quería tener problemas con uno de mis socios más importantes y tampoco quería tener problemas con Grace. ¡Me arrepiento tanto! Porque yo tenía el poder para desaparecer a Santino y darle un buen escarmiento a los padres de Davinia por ser tan crueles con ella. En mis manos estaba la llave hacia su libertad, pero yo me negué a apoyarla. Hice oídos sordos a todas sus peticiones y lo único que gané con ello fue su odio e indiferencia.
-¡No puedo ayudarte! – Exclamé – Tus problemas no son mis problemas...
-Pero Tommy – Gimió echándose a llorar con fuerza – Tú me prometiste ayudarme, dijiste que nos iríamos lejos para ser felices como una pareja – Dijo mientras su voz se quebraba a causa de su violento llanto lleno de desconsuelo.
-Davinia yo... - Murmuré.
La mujer se arrojó a mis pies y me tomó de las manos, mirándome a los ojos. Yo volví el rostro, no quería verla, no quería ver su rostro acongojado por la pena y lleno de marcas violáceas. También cerré mis oídos para no seguir escuchando sus súplicas y su llanto desconsolado.
-Te amo – Gritó Davinia apretando con más fuerzas mis manos - ¡Te amo Tommy! ¿Acaso no te has dado cuenta? – Murmuró con desesperación - ¡Y sé que tú también me amas! ¡Me lo has dicho tantas veces! – Gimió y volvió a llorar, besándome las manos.
-Por favor, Davinia – Respondí soltándome y poniéndome de pie – No digas estupideces, ¡tú no me amas! Solamente me ves como una vía de escape, una salida fácil a tus problemas – Bufé y le dediqué una mirada de desprecio - ¿Quién me asegura tu fidelidad? – Lancé esa pregunta cruel – Tengo la certeza que, una vez que te hayas librado de Santino y de tus padres, emprenderás el vuelo y me abandonarás – Suspiré – No, Davinia, ¡tú no me amas! Así como tampoco yo te amo.
Davinia dejó de llorar y limpió violentamente su llanto antes de ponerse inmediatamente de pie. Su rostro demacrado traslucía la decepción, tristeza y un poco de rabia ante mi crueldad. No me respondió, pero ¿para qué? No había necesidad de palabras, su mirada me lo decía todo. Ella tomó sus cosas, arregló su cabello y su vestido y dio media vuelta, abandonando la habitación y cerrando con un fuerte portazo.
Fui un desgraciado, ¡lo sé! Y no hay día que no me arrepienta de haber sido tan cruel con ella. Ahora sé que la he perdido, pero no voy a permitir que ese judío tramposo se quede con el gran premio. ¡Él no va a ser su salvador! Así que lo alejaré de ella para siempre y yo tomaré su lugar, el lugar que debí tener desde hace mucho tiempo.
Alertaré a Santino, le diré lo que sé respecto al amorío de su mujer con Solomons y de los planes que tienen para con él. Estoy seguro que Santino se encargará de Alfred, desapareciéndolo de este mundo y dejándome el camino libre, para que sea yo quién se quede con su esposa.
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Los celos y la envidia se habían apoderado del corazón y la mente de Thomas Shelby, no estaba pensando con coherencia y lo que estaba por hacer cambiaría las vidas de Davinia y Alfie.
Thomas entró en la casa de los Dankworth donde fue conducido hasta la sala y se sentó a esperar la aparición de Santino mientras bebía un vaso de whisky. Momentos después apareció su socio. Santino parecía que acababa de levantarse de la cama, vestía aún con piyama y una enorme bata de noche, ya que ni siquiera se tomó la molestia de asearse y mucho menos cambiarse de ropa, además apestaba a alcohol y suciedad.
-No te esperaba, Tommy – Murmuró el hombre al estrechar la mano de Shelby – Se suponía que tú y yo nos reuniríamos en tu despacho dentro de una semana.
-Perdón por molestarte, Santino – Respondió Thomas – Pero hay algo importante que debes saber y no podía esperar hasta la próxima semana para comunicártelo, se trata de un asunto muy delicado.
-¡Me sorprendes! – Dijo el hombre – Y te agradezco tus buenas intenciones – Sonrió Santino - ¿Qué es lo que está pasando?
-Se trata de tu esposa...
-¿Qué hay con esa zorra? – Preguntó Santino arqueando las cejas - ¿Qué es verdad que me engaña con ese judío?
-Yo... - Murmuró Shelby un poco consternado por la respuesta de Coppola – De hecho es cierto, ya lo comprobé, los rumores son acertados – Suspiró el hombre.
-Me lo imaginaba – Escupió Santino – Davinia siempre ha sido una golfa...
-Pero eso no es lo malo, Santino – Respondió Thomas – Veo que no te interesas en esa cuestión y que le has restado importancia a esa infidelidad.
-¿Para qué? – Preguntó el italiano – Ya obtuve lo que quería, tengo un título importante y estoy en la cámara de los lores, ¿qué más puedo pedir? – Se rió – Yo fui quién la desvirgó, los demás después de mí carecen de importancia.
Shelby apretó los puños ante la respuesta de Santino. Sabía que el hombre era un desgraciado, un cerdo, pero después de que Coppola se deshiciera de Alfie, el mismo se encargaría de aniquilarlo y quedarse con Davinia. Lanzó un suspiro y esbozó una media sonrisa, si movía bien sus piezas, todo podría salir a pedir de boca.
-¿Eso es lo que venías a decirme? – Preguntó Santino al ver que su socio se había quedado callado - ¿Algo que ya sospechaba?
-No en realidad – Respondió Thomas inmediatamente – Eso era apenas la mitad de las noticias, hay algo más, que por cierto es bastante delicado y que involucra a tu esposa y a Solomons.
-Adelante, Tommy – Dijo Santino cruzando los brazos sobre su prominente barriga – Te escucho.
-Davinia y Solomons planean huir, quieren casarse y ser felices juntos – Exclamó Shelby – Pero tú les estorbas, así que planean asesinarte, para quitarte del camino. Por eso he venido a ponerte sobre aviso. ¡Debes cuidarte las espaldas, amigo!
En el rostro de Santino se dibujo una mueca de incredulidad, ¡no podía creer lo que estaba escuchando! Podía esperarlo todo de Davinia, ¡pero no un asesinato! En esas cuestiones, ella era una cobarde, aunque ahora todo apuntaba a que por fin había tomado valor y si las palabras de Tommy eran ciertas, Davinia debía amar mucho al judío como para atreverse a matarlo. ¡No lo permitiría! ¡Una traición como aquella tendría severas consecuencias! Antes la asesinaría a ella y también al asqueroso judío.
-Gracias por ponerme sobre aviso, Tommy. – dijo Santino poniéndose de pie con dificultad – Eres un gran amigo. – murmuró al momento que abrazaba a Shelby – Hasta el momento he sido muy considerado con mi mujer, pero ahora debo mostrarle quién es el que manda aquí y Davinia conocerá al verdadero Santino. – exclamó el panzón - ¡Nadie se burla de mí! Santino Coppola es bueno por las buenas, pero por las malas se convierte en el mismo demonio. – dijo el hombre apretando los puños – Cuando Davinia regrese a casa, no tendré piedad con ella y después arreglaré cuentas con ese maldito judío. – murmuró Coppola – Ahora si me disculpas, debo ir a descansar. Gracias por preocuparte por mi seguridad, Tommy. – finalizó y abandonó la sala.
Thomas permaneció de pie mirando cómo se alejaba Santino. Sus palabras habían sido poco alentadoras. De pronto sintió una opresión en el pecho y se preguntó, ¿había hecho bien en decirle la verdad a Santino?
♥ ♥ ♥
Un capítulo corto y desde la perspectiva de Thomas Shelby. El hombre ha abierto la boca y parece que su metida de pata va a tener serias consecuencias. ¿Qué les pareció el capítulo? Como pudieron ver,conocimos un poco más de la relación de Tommy y Davinia, él no se ha portado del todo bien con ella y ahora será el causante de la tragedia de esta mujer. No olviden dejar sus comentarios y sus votos; y muchas gracias por su apoyo a esta historia.
Maria Decapitated
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