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CHAPTER EIGHTEEN

Durante varios días permanecí al lado de Davinia, no quería apartarme de ella o dejarla sola aunque fuera por un breve lapso de tiempo. Su estado de salud era delicado, todo o casi todo el tiempo estaba bajo los efectos de la morfina. Él médico decía que sólo era cuestión de tiempo, que se recuperaría, pero que la recuperación sería lenta. En algunas ocasiones me sentía desesperado al no poder hacer más por ella. Sin embargo, debía ser paciente y esperar.

-Debería ir a casa a descansar, señor Solomons – Murmuró la nana – Yo puedo quedarme con Davinia y cuidarla durante su ausencia. De cualquier manera, permanecerá dormida durante unos días más – suspiró la mujer y me tomó de la mano – Usted no debe descuidar su trabajo, últimamente lo han venido a buscar muchas personas y no me parece correcto que los atienda aquí en el hospital.

Pasé mi mano por mi rostro, acariciando mi barba. La mujer tenía razón, tenía varios días sin poder dormir y sin comer como era debido. Todos mis negocios los terminaba atendiendo en el hospital, ya que no me atrevía a dejar a Davinia para ir a la oficina.

-¡Tienes razón nana! – Murmuré – Hay muchas cosas por hacer fuera de este sitio – Suspiré – Por cierto, ¿quién se hace cargo ahora de los negocios de Davinia?

-Harald Nilsson – Murmuró la mujer – Es su mano derecha y está al tanto de TODOS los negocios de mi niña – Murmuró haciendo énfasis en la palabra "todos" – De eso no debe preocuparse, él fue quien enseñó a Davinia todo lo que sabe, así que está muy bien capacitado para su trabajo.

Asentí y volví a suspirar mientras dirigía mi mirada hacia la cama donde Davinia descansaba. La hinchazón de su rostro había disminuido considerablemente, aunque las marcas violáceas de su cuerpo eran bastante notorias. Lo único que deseaba era que Davinia se restableciera lo suficiente para poder sacarla de ese lugar y llevarla conmigo a casa. Me acerqué a ella, inclinándome para besar tiernamente sus labios entreabiertos y acariciar su rostro antes de abandonar esa habitación ya que Ollie se encontraba en la sala de espera.

Caminé hacia mi asistente, quien al verme, de inmediato se puso de pie, caminando a mi encuentro.

-Señor Solomons – Murmuró – Le he traído todos estos documentos, necesito su firma para poder archivarlos y actualizar los libros contables – Exclamó caminando junto a mí – Por cierto, el señor Shelby ha ido a buscarlo durante toda la semana, dijo que es urgente hablar con usted.

-No tengo tiempo para hablar con ese gitano – Murmuré frunciendo el ceño – Hay cosas más importante que hacer – Refunfuñé – Por cierto, ¿qué se sabe de Santino Coppola?

-Ayer abandonó el hospital – Murmuró Ollie – Y por cierto, hablé con las personas que trabajaban en casa de los Dankworth...

-¿Los has colocado a todos como te lo pedí? – Pregunté mientras subía a mi auto.

-Sí, señor – Exclamó Ollie – Algunos de ellos han comenzado a trabajar ya en sus nuevos empleos – Murmuró - ¡Otra cosa más! Recibió una carta de parte de su madre y su hermana vino a buscarlo también...

-¡Carajo! – Murmuré rascando mi cabeza – Me pierdo por un par de días y parece que el mundo no puede funcionar correctamente sin mí.

-Tal parece, señor – Afirmó Ollie – Su presencia es muy necesaria, ¿regresará a la oficina?

-Mañana reanudaré todas mis actividades – Respondí – Por ahora iré a casa, me encargaré de revisar estos documentos, le responderé a mi madre y hablaré con mi hermana – Suspiré – Por el momento necesito dormir un rato.

-Me parece muy bien, señor – Dijo mi asistente y guardó silencio.

-¡Una última cosa! – Comenté con tono autoritario – No dejen de mantener bajo vigilancia a los Dankworth, así como a Santino, quiero santo y seña de cada uno de sus movimientos, ¿de acuerdo?

-Se hará como usted diga, señor Solomons – Finalizó Ollie tomando nota de todo lo que acababa de decir.

♠ ♠ ♠

Thomas Shelby

Durante los últimos días estuve muy preocupado, mi mente no encontraba sosiego, la culpa me carcomía por dentro, mientras que me maldecía por el estúpido impulso que tuve al contarle a Santino todo lo que sabía a respecto a Alfie y Davinia.

Un par de días después de haber hablado con mi socio, decidí buscarlo, pero nadie me atendió en casa, después de mucho esperar, un chico abrió la puerta y me miró con curiosidad, Pregunté por alguno de los señores Dankworth y el pobre se encogió de hombros y corrió a buscar a otra mujer, quién apareció secándose las manos con un delantal. Fastidiado, repetí mi pregunta y la mujer sólo se rascó la cabeza.

-¿No se enteró? – Preguntó mirando a todos lados, como si lo que estuviera sucediendo se tratara de un secreto.

-No, no tengo idea de lo que está sucediendo – Respondí mientras colocaba un cigarrillo en mis labios.

-El señor Santino se encuentra en el hospital – Murmuró la mujer – Dicen que sus empleados lo golpearon con la intención de matarlo.

-¿Qué dice? – Exclamé un tanto sorprendido por su respuesta - ¿Cómo sucedió?

-Parece que Lord Dankworth quería matar a su esposa... - Suspiró la señora – Creo que la asesinó – Corrigió encogiéndose de hombros – No sé muy bien, su esposa era una golfa que lo engañaba, ¡no se merecía otra cosa! El pobre hombre estaba cansado de que se burlaran de él y decidió matarla a golpes – Continuó la mujer – Pero los empleados descubrieron el crimen y golpearon a Lord Dankworth hasta casi matarlo.

-¿Está usted segura de sus palabras? – Pregunté sin poder creer lo que la mujer me estaba diciendo.

-Tengo poco trabajando aquí – Murmuró – La gente que laboraba antes desapareció y el señor Silas y la señora Evangelina contrataron nuevo personal, yo soy la nueva cocinera – Y volvió a encogerse de hombros – Se rumoran muchas cosas, pero de lo que si estoy segura es que la señora Davinia ha muerto. Pero puede ir a visitar al señor Santino al hospital – Murmuró e hizo una reverencia.

Rápidamente pregunté en qué hospital se encontraba Lord Dankworth, la mujer me dio los datos y como pude le agradecí por la información. Me alejé de ahí a toda velocidad para entrar en mi automóvil y permanecí sentado ahí, mirando hacia la nada. Realmente no podía creer en las palabras de esa mujer, ¡ella tenía que estar mintiendo! Davinia no podía estar muerta... ¡todo era mi culpa!

¡Maldición! Ese pensamiento martilleó mi cabeza y maldije mi cobardía, ¡la bajeza que había cometido al revelarle a Santino el secreto de Davinia y Alfie! ¡Debí quedarme callado! Pero no lo hice, actué movido por los celos, portándome como el peor de los hombres. Mi estúpida sed de venganza me cegó, haciéndome creer que Santino actuaría en contra de Alfie. Sin embargo me equivoqué, no reparé en el hecho que Santino era un cobarde y que actuaría en contra de su mujer. Y volví a repetirme, ¡todo era mi maldita culpa!

Puse en marcha el automóvil y conduje hacia la dirección que me había dado la cocinera. Necesitaba tener noticias de Davinia, esperaba que la mujer estuviera equivocada y deseé con todas mis fuerzas que Davinia se encontrara sana y salva. Al entrar en el hospital me encontré con los señores Dankworth, quienes al verme se acercaron a saludarme.

-Perdón, vine en cuanto me enteré – Murmuré – No sabía nada, ¿cómo está Santino?

-Ya está mejor – Exclamó Silas – Aunque esos salvajes casi lo matan – Murmuró el hombre.

-Por fortuna escuchamos el alboroto y salimos en su auxilio – Intervino Evangelina.

-Pero, ¿qué fue lo que sucedió? – Pregunté - ¿Por qué lo golpearon?

-¡Por tratar de defender su honor! – Murmuró Silas – Santino sólo estaba castigando a nuestra hija por ser una ramera, ¡una adúltera! – Exclamó rojo de ira – Davinia, además de golfa, trató de asesinarlo.

-¡Junto con ese maldito judío! – Comentó Evangelina – El tal Solomons... ese tipo de faltas deben castigarse severamente – Dijo la mujer levantando la cabeza con dignidad – Nosotros no educamos así a Davinia, ella recibió de nuestra parte, los mejores consejos, se le inculcaron valores y buenos principios. Además, ¡su marido siempre la respetó y la amó por sobre todas las cosas!

No podía creer en las palabras de los Dankworth. Santino siempre había sido un sucio, un pervertido, incluso desde antes de casarse con Davinia. Jamás había respetado a ninguna mujer. Pero no me interesaba lo que estaba pasando con él, lo que yo en realidad deseaba saber era que estaba sucediendo con Davinia.

-Y ¿qué pasó con Davinia? – Pregunté de manera casual.

-¡No lo sabemos! – Exclamó Silas – Desapareció junto con la servidumbre...

-¿Está con vida? – Continué con mi interrogatorio.

-Tampoco lo sabemos – Dijo el hombre – Aunque lo más seguro es que esté muerta, no creo que haya logrado sobrevivir a la ira de Santino.

-Aunque lo tenía merecido por sucia y...

No quise seguir escuchando a ese par de lunáticos y sus comentarios despectivos hacia su propia hija. Interrumpí a Evangelina y agradecí por la información, arguyendo que no deseaba molestar a Santino y que después lo visitaría cuando estuviera completamente restablecido. Ahora tenía que ir en búsqueda de Solomons, él seguramente tenía información más concreta y verídica respecto a Davinia y su situación.

Salí del hospital para dirigirme a Candem Town, ahora estaba más desesperado e intranquilo. Mi conciencia no encontraba la paz y el sentimiento de culpa era cada vez más intenso. ¿Y si en verdad Davinia había muerto? ¡No, no, no! No iba a poder cargar con eso en mi conciencia.

-¡Estúpido, estúpido! – Me repetí a mí mismo.

Bajé del auto y entré en el alambique, decidido a hablar con Solomons. Lo llamé a grandes voces, pero el muy desgraciado no aparecía por ningún lado, quién sí apareció fue su asistente y me saludó con una sonrisa y una breve reverencia.

-¡Señor Shelby! – Murmuró Ollie - ¿En qué puedo ayudarle?

-¿Dónde está Solomons? – Pregunté con desesperación – Me urge hablar con él.

-Lo siento mucho, señor Shelby – murmuró el chico – El señor Solomons no se encuentra en estos momentos.

-¿En dónde está? – Pregunté casi gritando.

-No puedo decirle, lo lamento – Murmuró – Sólo puedo decirle que se encuentra arreglando un asunto muy delicado y de suma importancia.

Maldije por lo bajo la existencia de ese judío y di media vuelta no sin antes despedirme y agradecer. Salí de ahí, resuelto a regresar al día siguiente y los días que hicieran falta hasta encontrarme con Alfie. Buscaba cualquier pretexto para ir a su oficina y no verme tan estúpido. Durante algunos días no tuve éxito alguno, sin embargo, después de encontrarme con un hombre que anteriormente trabajaba en la casa Dankworth, nació la esperanza en mí. Así que volví al siguiente día y, para mi buena fortuna, Alfie se encontraba en su oficina.

-¡Shelby! – Murmuró al verme entrar – Me han dicho que has venido a buscarme durante varios días consecutivos – Exclamó rascándose la barbilla - ¡Siéntate! ¿Quieres algo de beber?

-Un vaso de whisky está bien – Murmuré dejándome caer en la silla frente a su escritorio – Necesito hablar contigo, ¡es de carácter urgente!

Alfie gruñó, volvió a acariciar su barba y me dedicó una mirada inquisidora.

-Estuve muy ocupado últimamente – Murmuró entre dientes mientras servía los vasos de whisky y me tendía uno de ellos - ¿Qué es lo que necesitas?

-Quiero que me saques de dudas, Solomons – Exclamé antes de darle un pequeño sorbo a mi bebida - ¿Qué sabes tú respecto a la situación de Davinia Dankworth? ¿Es verdad que murió?

Alfie me dedicó una mirada fulminante, entrecerró los ojos y cruzó sus brazos sobre su pecho, meditando su respuesta. Permaneció en silencio por algunos minutos, lo que aumentó mi desesperación y angustia. ¿Acaso esos horribles rumores eran ciertos?

-No está muerta – Exclamó con sequedad – Su estado de salud era grave hasta hace un par de días. Por el momento se encuentra estable y...

-¡Entonces era cierto! – Grité sin poder contenerme - ¡Maldito hijo de perra! Tú y Davinia eran amantes...

-¡A ti qué te importa, Tommy! – Murmuró Solomons poniéndose de pie – Los asuntos de Davinia no son de tu incumbencia...

-¡Tú sabías que yo...!

-Tú tienes una maldita esposa y un maldito hijo – Gritó Alfie poniéndose de pie y dedicándome una mirada furiosa - ¡Perdiste a Davinia desde el momento en que decidiste darle la espalda y dejarla a merced de Santino! – Bufó Alfie - ¿Crees que no conozco la historia? – Dijo mientras me señalaba con su dedo – Y eso sucedió antes que yo la conociera – Suspiró – Yo me acerqué a ella esperando un rechazo y ¡míranos ahora! Estamos enamorados.

Suspiré y lo miré a los ojos, a pesar de la rabia que reflejaban, también había dolor y tristeza en la mirada de Alfie. Sus palabras estaban llenas de razón. Yo la había perdido desde hace mucho. Suspiré tratando de relajarme y le pedí que volviera a sentarse para hablar sin alterarnos.

-Fue Santino, ¿no es así? – Pregunté con tristeza. Sabía que yo y solamente yo era el causante de todo aquello.

-El maldito se enteró, ¡no sé cómo lo hizo! Pero el hijo de puta lo supo – Bufó Alfie apretando los puños – La golpeó hasta que se cansó y de no ser por la intervención de la servidumbre, el muy desgraciado la hubiera matado... - Guardó silencio y golpeó varias veces el escritorio con su puño - ¡No debí permitirle que se fuera! – Gimió - ¡Davinia estaba embarazada! – Exclamó y apretó los labios – Perdió a nuestro hijo a causa de la golpiza que le propinó ese cerdo – Gritó – Y juro que voy a matarlo al maldito, así como a su asqueroso soplón. Pagarán muy caro el daño que nos han hecho... ¡los haré sufrir lentamente!

No supe que decir, ¡no tenía idea que Davinia estaba embarazada! No podía creerlo, eso acababa de tomarme por sorpresa. De haberlo sabido... pero, ¿cómo podía saberlo? ¡Maldita sea! Mi torpeza... ¡mi bajeza! tuvo graves consecuencias, sin embargo, no podía decirle a Solomons la verdad, que yo era ese soplón. ¡Y es cierto! Merezco la muerte, pero quizá aún puedo hacer algo para enmendar ese terrible error.

-¿Puedo verla? – Pregunté con voz temblorosa.

-¡No puedes! – Exclamó Alfie sin quitarme los ojos de encima, mientras que yo sentía que el judío podía leer mis pensamientos – Hasta que ella se recupere – Murmuró – Por el momento no permitiré que la veas... ¡nadie la verá! Debo cuidarla – Suspiró – Necesito esperar un poco, aún no sé cuál será su reacción al enterarse de que hemos perdido a nuestro hijo – Bufó - ¡Joder... joder! – Murmuró llevando sus manos a la cabeza – Ella estaba muy ilusionada, ¡feliz, dichosa! Hasta parecía otra...

Parecía que Alfie tenía intenciones de torturarme lentamente con todo lo del embarazo... ¡como si supiera que yo había sido ese asqueroso soplón! Él hablaba y hablaba sobre los planes de Davinia para con su hijo, de cómo él estaba tan feliz al recibir esa noticia y cómo juntos planearon asesinar a Santino para poder ser felices...

-¡Teníamos un motivo! – Gruñó lleno de rabia - ¡Y ese motivo era nuestro hijo!

-¿Por qué no lo has matado? – Pregunté cambiando drásticamente el tema - ¡Ese cerdo se merece la muerte!

-¿Crees que no lo he pensado? – Murmuró entrecerrando los ojos – Pero la venganza es un platillo que se debe servir en frío – Exclamó – Y por el momento, mi prioridad es Davinia y cuando ella esté recuperada, ¡Santino dejará de existir!

Asentí, le daba la razón. Me puse de pie lentamente coloqué mi mano sobre su hombro, apretándolo ligeramente.

-Lamento mucho por lo que estás pasando, Alfie – Suspiré – Me he dado cuenta que la amas y que Davinia te ama también. Tenías razón al decir que la perdí – Murmuré - ¡Cuenta conmigo para lo que necesites!

-Gracias – Dijo Alfie colocando su mano sobre la mía.

Esbocé una amarga sonrisa y me di la vuelta para abandonar la oficina. Caminé a prisa y sin mirar atrás, de pronto sentí pánico, pensé que Alfie me detendría y me echaría en cara la muerte de su hijo no nato y lo que había sucedido con Davinia, que me culparía por esa tragedia. Pero eso no sucedió, parecía que mi conciencia no me iba a dejar en paz.

♠ ♠ ♠

Muy temprano por la mañana, Alfie entró en el hospital, llevaba un gran ramo de flores, el día anterior notó que las que adornaban la habitación de Davinia comenzaban a marchitarse. El médico lo recibió como de costumbre y le sonrió con amabilidad.

-¡Señor Solomons! – Murmuró – Creo que le gustará escuchar esto, desde ayer por la noche dejamos de administrar la morfina y parece que pasó una noche tranquila – Suspiró – Si continúa así, seguramente pronto será dada de alta.

-¿Está hablando en serio doctor? – Preguntó Alfie emocionado, ¡eso era lo que deseaba escuchar! – En verdad me alegra mucho escuchar esa noticia – Suspiró - ¿Puedo pasar a verla?

El hombre asintió y Alfie caminó rumbo a la habitación de la chica, abrió la puerta y entró lentamente en la estancia. Davinia se encontraba recostada a medias sobre las almohadas y la nana insistía en que tomara su desayuno. La pelirroja parecía triste y abatida, su rostro estaba pálido y se le notaba más delgada. Alfie suspiró, y le dedicó una sonrisa, Davinia lo miró, pero no sonrió, sus ojos traslucían tristeza y desconsuelo. El hombre se acercó a la cama para cambiar las flores mientras exclamaba.

-Se supone que la Bella Durmiente se despertaba solamente con el beso de su verdadero amor – Sonrió acercándose a la chica y así poder besar sus labios y acariciar su rostro.

Ella sonrió a medias y lanzó un suspiro. Tomó las manos de Alfie entre las suyas y bajó la mirada. Parecía que estaba a punto de echarse a llorar. Alfie la abrazó con firmeza, besándola repetidas veces.

-Voy a dejarlos a solas – Murmuró la nana poniéndose de pie – Señor Solomons, ¿podría encargarse usted de que Davinia termine su desayuno? – Preguntó la mujer – Está bastante renuente a probar bocado.

Alfie asintió y tomó su lugar. La nana besó la frente de Davinia y abandonó la habitación, cerrando la puerta con suavidad. El hombre ofreció un trozo de pan con mantequilla a Davinia y ella negó con la cabeza, haciendo a un lado el bocado. Él bufó e insistió, pero la hermosa pelirroja ahogó un sollozo y cubrió su rostro con ambas manos para comenzar a llorar desconsoladamente. Alfie hizo a un lado la bandeja con el desayuno para envolver a la mujer entre sus brazos. ¡Parecía tan pequeña, tan frágil y delicada! Alfie aflojó el abrazo, temiendo hacerle daño y besó su cabeza, mientras acariciaba sus rojos cabellos.

-¿Qué te sucede, primor? – Preguntó alarmado al darse cuenta que el llanto de la mujer no cesaba - ¿Por qué lloras?

-M-mi... b-bebé – Gimió Davinia ocultando el rostro en el pecho del hombre - L-lo... he... perdido – Susurró y su llanto cobró más fuerza.

Alfie palideció, no sabía que responderle. Davinia lloraba de una forma desconsolada y llena de tristeza. Ella estaba destrozada por lo sucedido, perder a su hijo significaba una pena inconsolable. El hombre la abrazó contra sí, acariciando sus cabellos, mientras trataba de contener las lágrimas. Verla llorar y conocer el motivo de su llanto le partía el corazón. Alfie también fue embargado por la tristeza. Davinia no paraba de llorar y era obvio, estaba destrozada por la noticia pero, ¿quién le había dicho? Se suponía que se lo dirían poco a poco y de una forma sutil. Sin embargo, Davinia ya conocía la verdad y estaba destrozada por ello.

-¿Cómo es que te enteraste? – Preguntó el hombre acunándola entre sus brazos.

-¡Es obvio, Alfie! – Murmuró la chica llena de tristeza – No puedo sentirlo, me siento hueca, vacía... ¡soy su madre! Una sabe estas cosas – Gimió lanzando un profundo sollozo - ¡Mi bebé! ¡Nuestro bebé está muerto! – Pero su llanto transmutó en ira y se apartó bruscamente de Alfie, quejándose de dolor - ¡Ese maldito cerdo bastardo! ¡Ese repulsivo pedazo de mierda! – Exclamó entre dientes - ¡El hijo de puta debe pagar! – Gimió – Debemos...

-Lo sé, querida – Respondió Alfie apretándola contra su pecho – Comprendo tus sentimientos, comprendo tu dolor, tu rabia, tu impotencia y así como tú, también deseo venganza. Tenemos que acabar con Santino – Suspiró el hombre – Pero primero necesito que tú estés bien, sana y fuerte, como antes – Murmuró Alfie.

-¿Qué te dijo el médico? – Preguntó Davinia.

-Que pronto podré llevarte a casa – Exclamó Alfie esbozando una sonrisa – Te recuperarás en casa de mi madre...

-Respecto a... - Suspiró la mujer - ¿Volveré a tener hijos?

-No quiero que te preocupes por ello – Respondió Alfie besándola con dulzura en los labios – Lo importante ahora es tu recuperación, cariño. Lo demás vendrá con el tiempo y, si por esa mala jugada del destino no podemos concebir, ¡no importa! Te amo y te amaré siempre – Murmuró dedicándole una mirada llena de ternura.

♠ ♠ ♠

Bueno, Davinia ha despertado, está consciente y obviamente, tenía que enterarse. Como madre, sabía que algo no andaba bien, lo sospechaba y después de tantos golpes, puntapiés y todo eso, se entiende que posiblemente su hijo no sobreviviría. Ahora también queda una interrogante,¿podrá volver a concebir? Será cuestión de tiempo. Lo importante, tal como lo dijo Alfie es que ella se ponga bien para vengarse de Santino y acabar con su maldita existencia.
Y respecto a Shelby, ¡la vida se va a encargar de cobrarle! Creo que ya tiene suficiente con el cargo de conciencia.
Gracias por todo su apoyo, lecturas, votos y grandiosos comentarios ¡Se les quiere mucho!
Maria Decapitated

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