CHAPTER EIGHT
Después de haber reclutado a los Boyce para que trabajaran con nosotros en nuestro negocio de falsificación, el proyecto comenzó. Se forjaron nuevos planes y nos movilizamos hablando con nuestros contactos. Personalmente contaba con algunas conexiones en América Latina, esa zona era mi mercado más fuerte, los Estados Unidos de América ya estaba saturado con demasiados grupos que a cada instante peleaban hasta la muerte por el territorio del mercado negro.
Alfie consiguió una buena cartera de clientes en territorio inglés y otras partes de Europa y gracias a su apoyo, parecía que habíamos comenzado con el pie derecho, sin embargo, el trabajo se multiplicó, ya que ambos también teníamos negocios independientes que requerían de toda nuestra atención, de tal manera que nuestro tiempo libre disminuyó considerablemente y durante unas semanas dejamos de vernos, a menos que se tratara de negocios.
A pesar de que apenas nos veíamos, Alfie no se olvidaba de mí. Todos los días recibía flores, acompañadas de notas, chocolates y repostería fina. ¡Yo adoraba todas esas cosas! Para empezar, era una mujer glotona que apreciaba demasiado las golosinas, en especial los chocolates y los bizcochos o las galletas. ¡Amaba todo lo que tuviera enormes cantidades de azúcar! Me encantaban esos hermosos detalles, pero lo que guardaba celosamente en una caja fuerte eran las extensas cartas que él me escribía. Algunas de estas estaban llenas de palabras románticas y de amor; otras más tenían alto contenido erótico y sexual que al leerlas me hacían volar hasta las estrellas, logrando que mis mejillas se tiñeran de un intenso rubor.
Poco a poco Alfie lograba que me conectara aún más con él, yo también le escribía largas repuestas a sus misivas en donde le hacía saber mi desesperación por volver a verlo, estar a su lado y compartir nuestras charlas frente a frente; o quizá estar en silencio, abrazados junto a la chimenea, intercambiando besos y caricias.
Pensar en todo aquello me desconectaba momentáneamente de mi dura realidad, así que agradecía al cielo el tener sobrecarga de trabajo, lo que me permitía pasar más tiempo fuera de la casa paterna y así no tener que ver las caras de mis padres y de Santino, así como librarme de sus sermones aburridos y sus comentarios despectivos. Aunque, de momento, Santino, al tener muy buenas ganancias en los "negocios legales", se olvidaba de todo, incluso de mí y únicamente se concentraba en despilfarrar el dinero, ufanándose de que gracias a él y a su mente maestra en los negocios, sus empresas crecían de manera considerable. Yo lo dejaba hablar y alardear de sus logros imaginarios porque de sobra sabemos quién era la que se partía el lomo trabajando en la oficina.
-¡Eres todo un genio, Santino! - Escuché decir a mi padre - Casi no vas a la oficina y tienes todo bajo control - Murmuró - Tus ganancias se han multiplicado durante estos años, el negocio se ha expandido notablemente y eso se nota en tus estados financieros. ¡Eres asquerosamente rico!
-¡Lo sé, Silas! - Se rió mi marido - Soy un maestro en esas cuestiones, ¡las finanzas son mi fuerte! Y sé cómo hacer dinero, nada más chasqueó los dedos y la balanza se inclina a mi favor - Exclamó mientras tomaba una gran rebanada de jamón horneado y la metía completa en su boca, llenándose los bigotes y las barbas con el aderezo.
-¡Tienes el toque de Midas, querido yerno! - Se escuchó la voz de mi madre desde un rincón de la sala - Sin ti, esta casa ya estuviera en ruinas y nuestra familia perdida.
No quise seguir escuchando, me largué de inmediato de ese sitio. En primer lugar, me daba asco tener que mirar a Santino mientras comía, parecía un cerdo revolcándose en su propia porquería. Y en segundo lugar, ¡odiaba a mis padres por tratarlo como si fuera un dios!
En un principio, Santino se había hecho cargo de las deudas, de reconstruir la mansión y de sacar de la miseria a mi familia. Si después descuidó sus obligaciones en los negocios fue, sin duda, por culpa mía que lo emborrachaba hasta que perdiera el conocimiento para protegerme de sus arranques de lujuria y violencia. Por eso tuve que hacerme cargo de todo, aprender de esos negocios y conocerlos a fondo, ser más inteligente que Santino y que cualquier otro; ser temida y respetada por todos en la compañía. Reconozco también que tuve muy buenos asesores financieros y excelentes abogados. Además, estaban mis otros negocios, los que comencé aparte, por cuenta propia.
Salí de la casa, respirando profundamente y llamé a mi chofer. Le haría una visita a Alfie, ¡tenía muchas ganas de verlo! Quería su consuelo, escucharlo hablar y perderme en él. Lo necesitaba en ese momento y aprovecharía también para hacerle una invitación.
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-Y, ¿cómo van esos negocios, Alfie? - Preguntó Tommy, mirándolo fijamente - Últimamente te he visto muy ocupado.
-¿Te refieres a "nuestros" negocios o a mis negocios en general? - Respondió el judío con una sonrisa - Porque sabes bien que nuestros negocios van viento en popa, Tommy - Murmuró y se rascó la barbilla - Aunque no sé para que te interesas tanto, mi gente te mantiene al tanto, ¡yo mismo lo hago!
-No estoy hablando de esos asuntos, Alfie - Exclamó Tommy un poco exaltado - Dime, ¿qué asuntos tienes con Davinia Dankworth? ¿Cuáles son tus intenciones para con ella? - Lo cuestionó y en sus ojos se reflejó el brillo de la ira.
-Ella necesitaba un valuador de joyas - Murmuró Solomons con tranquilidad - Y yo la ayudé con eso, los huevos Fabergé son objeto de numerosas falsificaciones y resultó que aquél que le vendían era falso... ¡fin del asunto!
-No se te da muy bien eso de mentir, ¿no lo crees? - Dijo Shelby entrecerrando los ojos - Tú no me engañas, ¡hay algo más! - Bufó y lo señaló con el dedo - ¡Responde ahora!
-Me sorprende tu cambio tan repentino, Tommy - Puntualizó Alfie - La señora Dankworth puso su confianza en mí. Ella preguntó y yo me ofrecí a ayudarle...
-Me han dicho que ella ha visitado tu casa en más de una ocasión...
-¿Acaso la has estado siguiendo? - Preguntó Solomons, interrumpiéndolo - ¿Por qué? - Murmuró - Creo que en esta situación, la pregunta sería dirigida a ti, ¿cuáles son tus intenciones con Davinia?
-Y también me han dicho que pasa la noche ahí - Continuó Thomas haciendo caso omiso de la respuesta de Alfie.
Solomons lo miró fijamente y chasqueó la lengua al tiempo que una sonrisa se dibujaba en sus labios. Podía notar la rabia en Shelby, dándose cuenta que el hombre estaba celoso. ¡Eso era el colmo! Tommy tenía una esposa y un hijo encantador, ¿qué podía ofrecerle a Davinia? ¿Amor? ¡No! Él era incapaz de dar amor, posiblemente sólo buscaba un aventura con ella y hasta ahí. No podía ofrecerle nada, un apoyo, quizá. Pero él sabía lo que Davinia sentía por él así que imaginaba que la mujer ya lo había rechazado más de una vez. ¿O se equivocaba?
-¿Por qué no me respondes, Alfie? - Lo cuestionó Shelby - ¿Te estás acostando con ella? - Preguntó acercándose al hombre - ¡Habla de una vez maldito judío! - Exclamó y lo sujetó por el cuello.
Ambos hombres rodaron por el suelo. Shelby apretaba con fuerza el cuello de Solomons, quién trataba de desembarazarse de su adversario. Tommy en verdad estaba furioso, su rostro estaba descompuesto en una mueca de rabia y de celos, haciendo que su fuerza aumentara. Con algunos esfuerzos, Alfie logró dar un puñetazo directo a la sien de Tommy, quién aturdido, aflojó el agarre de su cuello y de este modo, Solomons logró quitárselo de encima, poniéndose inmediatamente de pie, lanzando un par de carcajadas.
-¿Qué es gracioso? - Gritó Shelby aún poseído por la rabia - ¿Te parece cómico, judío asqueroso? - Gruñó.
-Es hilarante la situación, Tommy - Murmuró Alfie extendiendo su mano para ayudarlo a levantarse - ¡Mírate! Actúas como un loco, los celos no te dejan pensar con coherencia. ¡Peleas conmigo por una mujer!
-¡Tú me la arrebataste! - Volvió a gritar el hombre golpeando la mano de Alfie - ¡Sabías que yo estaba loco por ella! No debí hablarte de Davinia...
-¡Por favor, Tommy! - Bufó Alfie acercando su rostro al de Tommy - Hablas de esa mujer cómo si te perteneciera y sin embargo yo te digo, ¿dónde está Davinia ahora? - Murmuró apretando los dientes - Que yo sepa no está contigo, ni conmigo, ¡deja de comportarte como un ser irracional! Ella no es para ti, está atada al puerco de Santino y lo estará hasta el día de su muerte.
-Yo fui un estúpido - Suspiró Thomas alisando su cabello - ¿Sabes? Fui un completo idiota - Exclamó dándole la espalda y apretando los puños.
-¿Acaso ella y tú tenían algo antes de...? - Preguntó Alfie entrecerrando los ojos al sentir cómo la rabia comenzaba a fluir en él.
-No, no pasó de un beso casto y una caricia en el rostro - Respondió Shelby - Aunque ella me lo pidió...
-¿Qué? - Murmuró Alfie esbozando una mueca de confusión y experimentando el aguijonazo de los celos.
-Davinia y yo comenzamos una amistad, fue algo espontáneo, se dio de repente, sin que ninguno de los dos lo esperáramos - Dijo Thomas dejándose caer sobre el sillón - Ella no tiene una buena vida junto a su marido y a sus padres. Así que un día, entre lágrimas me pidió que huyéramos lejos, que la sacara de ahí y comenzáramos algo nuevo. Los dos, en un lugar desconocido y lejano.
-Por suerte no la escucharte - Dijo Alfie entre dientes.
-No, fui un desgraciado - Respondió Thomas - La traté de una forma cruel, le dije que se alejara de mí porque yo iba a casarme con la mujer que amaba, en ese entonces había recuperado a Grace, ella estaba embarazada y pensé que las cosas de Davinia no eran asunto mío - Suspiró - También, los negocios con Santino iban viento en popa y yo no quería perderlos por una estúpida aventura con la mujer de mi socio.
-Por eso ella te odia - Alfie sonrió de medio lado - Porque no la escuchaste, la hiciste a un lado y no la trataste, al menos como un amigo.
-Lo sé - Exclamó y se frotó la cara - Tarde me di cuenta de mi amor por ella, de lo que vale como mujer...
-Quién conozca a Davinia Dankworth la amará - Exclamó Alfie en un susurro, parecía que sólo hablaba para sí mismo.
-Ella inmediatamente se alejó de mí - continuó Tommy, quién no escuchó las palabras del judío - ¡Y no la culpo! He intentado acercarme de nuevo, cortejarla y sólo recibo rechazo y desprecio - Suspiró - Ahora me he dado cuenta que ella te ha elegido a ti... ¡a ti, miserable judío! - Gruñó mirando a Alfie con odio.
-¡Por favor. Tommy! - Exclamó Solomons rodando los ojos - No seas ridículo, entre la señora Dankworth y yo no hay nada de lo que tú crees, ¡sólo una relación de negocios! Yo soy su socio, ella es mi socia y nada más... no hay nada de ridiculeces como amor y eso que tú tienes en tu cabeza.
Alfie miraba fijamente a los ojos de Thomas, no iba a decirle la verdad. No confiaba en Shelby como para revelarle algo tan delicado. Lo suyo con Davinia era algo prohibido, un hermoso secreto que no compartiría con nadie, por el bien de ella. Por el momento, Alfie no podía asegurar nada respecto a la elección de Davinia, todo fluyó tan rápido que a veces lo asaltaban las dudas aunque cuando ella apareció, él comenzó a descubrir nuevos sentimientos que ni siquiera sabía que existían.
Eran bien ciertas las palabras de Tommy, Alfie la conoció tiempo atrás cuando Shelby le reveló el deseo que sentía por la señora Dankworth y desde ese instante él trató de no perderla de vista, observándola, cuidándola hasta que tuvo la oportunidad de acercarse a Davinia. Esperaba un rechazo de parte de la mujer, al verla tan altiva y orgullosa, se imaginó de todo, excepto la reacción que todos conocemos. Davinia era la persona perfecta para él en el tiempo equivocado. Si tan sólo ella aceptara que se deshiciera de Santino, todo cambiaría...
-¡Júralo! - Gritó Shelby, terminando con las reflexiones de Alfie - ¡Júrame que tu relación con Davinia son sólo negocios!
Solomons apretó los puños y dejó escapar un gruñido de desaprobación al darse cuenta que tenía el cañón de la pistola de Tommy en su sien. ¡Típico de él! Extremista e impulsivo.
-¡Lo juro! - Respondió el judío levantando su mano derecha - Juro que mi relación con la señora Dankworth son puros negocios y que nunca, ¡jamás! llegaré a más con ella.
-Espero que así sea - Respondió Tommy bajando su arma - Porque si llego a enterarme de lo contrario, te vas a atener a las consecuencias...
♠ ♠ ♠
Caminé con paso firme y veloz, haciendo resonar los tacones de mis zapatos a cada paso que daba. Esta vez no me perseguían miradas curiosas o silbidos, sólo saludos, muestras de cortesía o leves inclinaciones de cabeza, ya no era una desconocida en ese territorio, o una simple mujer que iba de visita. Ahora también formaba parte de ese negocio y trabajaba junto a ellos, además que tenía su respeto.
-¡Señora Dankworth! - Saludó Ollie con una reverencia - ¡Qué sorpresa verla por aquí esta tarde!
-¡Hola, Ollie! - Respondí con una gran sonrisa - ¿El señor Solomons está disponible? Lamento presentarme así, sin avisar...
-No se preocupe, señora - Murmuró el hombre - El señor está en su oficina, de hecho, acaba de llegar.
-¡Gracias! - Exclamé llena de felicidad y lancé un suspiro antes de abrir lentamente la puerta de la oficina.
Alfie trabajaba en unos documentos, su vista estaba clavada sobre ellos, repasando concienzudamente cada línea plasmada en esos papeles y de vez en cuando, la pluma garabateaba sobre el folio. Suspiré suavemente, me encantaba verlo con los anteojos puestos y así de concentrado y ceñudo. Con el cabello despeinado y en mangas de camisa se veía muy atractivo. Me mordí el labio inferior y cerré lentamente la puerta de su oficina.
-Ya te dije que no quiero que estés entrando y saliendo de la oficina a cada rato, Ollie - Exclamó Alfie sin despegar sus ojos de los documentos - No me dejas concentrar.
No le respondí, caminé alrededor de su escritorio, colocándome detrás del gran sillón de cuero, recargándome en el respaldo y posando mis manos sobre sus hombros para comenzar a masajearlos. Me incliné sobre él y susurré en su oído.
-No deberías trabajar tanto, estás muy tenso, cielo. Necesitas un buen masaje y, por supuesto, un descanso.
Alfie dejó la pluma sobre el escritorio, volvió el rostro y esbozó una enorme y satisfactoria sonrisa, me sujetó por la cintura mientras me indicaba que me sentara sobre su regazo. Así lo hice, levantando la falda de mi vestido y sentándome a horcajadas sobre sus piernas, le sonreí con coquetería y acaricié su rostro y sus cabellos.
-¡Insisto, eres impredecible! - Murmuró Alfie entretenido en mi escote - Ningún indicio de que me visitarías y ¡aquí estás! Intentando seducirme.
-Necesito debilitarte - Le dije guiñando un ojo - De lo contrario, nunca accederás a mis peticiones - Reí a carcajadas - Eres un hueso duro de roer, Solomons, pero conozco tus debilidades.
-¡Tú eres mi debilidad, Davinia Dankworth! - Exclamó mientras me sujetaba por la nuca y sus labios presionaban los míos.
Fue un beso violento, hambriento y lleno de deseo. También había urgencia y necesidad, le correspondí de igual manera, dándole a entender a través de ese beso cuánto lo había extrañado. Rápidamente, la lengua de Alfie se abrió paso por mis labios entreabiertos, yo lo recibí, enredando mi lengua con la suya, disfrutando de sus besos que tenían un ligero sabor a ron. Mis manos torpes intentaron desabotonar su camisa mientras que sus manos acariciaban mis muslos y mi trasero.
-¡No sabes cuánto te he extrañado, primor! - Susurró contra mis labios - ¡Me haces tanta falta!
-¡Tú también me haces falta! - Gemí arqueando la espalda y frotando mi pelvis sobre la suya - ¡Te necesito, Alfie!
Alfie no perdió el tiempo, sus manos acariciaron mis senos por encima de mi vestido y rápidamente bajó el escote, liberándolos y llenándolos de besos y caricias. Volví a gemir y cerré los ojos, disfrutando del delicioso roce de su lengua sobre mis pezones, así como de su incipiente barba sobre mi piel.
-¡Joder, Davinia! - Jadeó Alfie antes de que sus labios succionaran la piel de mi cuello - Te follaría aquí mismo...
-¡No, no! - Gemí - No cariño - Y me aparté abruptamente - ¡Aquí no!
Me puse de pie, acomodando mi vestido, Él también se levantó de su asiento y acomodó su ropa. Se sirvió un vaso de ron y lo bebió de un trago, después sirvió un poco más, ofreciéndomelo. Yo lo rechacé con un movimiento de cabeza y me senté frente a su escritorio, cruzando la pierna y sacando un cigarrillo de mi cigarrera.
-Como te lo he dicho, ¡te extraño! - Gemí e hice un puchero - Por eso estoy aquí, no aguanté las ganas que tenía de verte... de tocarte, de sentir tus labios sobre mi... - Me detuve un poco al escucharlo gruñir - Pero también tengo una propuesta... ¡mejor dicho! - Sonreí - Una invitación.
Alfie bufó y pasó la mano por su pelo, dejándose caer de nuevo en el sillón. Colocó sus codos sobre el escritorio y se inclinó lentamente sin dejar de mirarme.
-¿Y qué propuesta es esa, mi adorada ninfa? - Preguntó con curiosidad - ¿Qué es lo que traes entre manos?
Sonreí y me acerqué un poco a él, tomando el vaso de ron y bebiendo un pequeño sorbo de este. Humedecí mis labios con la punta de la lengua y suspiré antes de comenzar a hablar.
-Dentro de unos días llegará a Génova un cargamento muy especial, directamente de Libia - Murmuré y tomé su mano - Me gustaría que me acompañaras a recibirlo, verificarlo y por supuesto, supervisar la descarga y la repartición de la mercancía.
-¿Qué clase de cargamento? - Preguntó Alfie con curiosidad - ¿Qué tipo de mercancía? - Continuó sin perder contacto visual - ¿Por qué hasta allá?
-Recibiré un grupo de personas...
-¿Personas? - Exclamó sorprendido - ¿Qué clase de personas? ¿Migrantes? ¿Refugiados?
-Sí - Dije soltando su mano y poniéndome de pie - Tengo una finca en Génova... en realidad pertenece a la familia de Santino. Mi contacto, Angelo Coppola recibirá el barco y atenderá a las personas... ¡yo sólo llevaré los documentos que les facilitarán su estancia en Europa! Además de algo de efectivo, francos, libras, pesetas, dólares americanos.
-Entonces es en serio - Murmuró Solomons bastante pensativo - Pensé que...
-¿Qué sólo decía las cosas por decirlas? - Pregunté algo molesta - ¿Qué mis palabras eran para impresionarte? ¡Estoy muy involucrada en el tráfico de personas! Lo tomo muy enserio...
-¡Por supuesto que jamás dudé de tus palabras, Davinia! - Respondió Alfie - Pero supuse que se trataría de otro tipo de cargamento.
-Casi todos los barcos llegan a Génova - Exclamé volviéndome a sentar - Angelo es mi contacto, mi prestanombres y quién me ayuda a ocultarlos en la finca que pertenece a su familia...
-¿Angelo Coppola dijiste? - Preguntó Alfie entrecerrando los ojos - O sea que es tu cuñado.
-Sí, es el hermano menor de Santino - Murmuré y le sonreí - Pero él está de mi lado - suspiré - Verás, Angelo tiene una gran deuda conmigo... es una deuda moral. Digamos que yo salve su vida y la de su familia.
-Pensé que odiabas todo lo referente a tu marido...
-Angelo también odia a Santino, nunca se llevaron bien y... ¡no importa! - Exclamé haciendo un ademán con mi mano - ¿Me acompañarás? - Pregunté entornando mis ojos.
Alfie hizo una mueca y miró la pila de documentos que estaban sobre su escritorio. Me acerqué a él, contoneando mi cuerpo de manera grácil y seductora, como un gato y me froté contra él, deslizando mis labios por su cara y su cuello.
-¡Por favor! - Gemí e hice un mohín con mis labios.
Alfie deslizó el dorso de su mano por mis mejillas y yo me recosté sobre él. Se inclinó y me besó delicadamente en los labios, rodeándome la cintura con su brazo.
-¡Claro que te acompañaré, cariño! - Murmuró Alfie - Te lo dije y lo vuelvo a repetir, ¡estoy a tus pies! ¿Cuándo partiremos? - Preguntó sonriéndome con ternura.
-Dentro de un par de días - Sonreí mordiéndome el labio inferior y me aferré a su cuerpo, besándolo con infinita pasión.
♠ ♠ ♠
Shelby le ha hecho una fuerte revelación a Alfie y bueno, ahora sabemos que Alfie le ha jugado chueco y "le arrebató" a la mujer que ama. ¿Qué piensan de esto?
Davinia la ha propuesto a Solomons viajar juntos a Italia y es posible que tengamos de nuevo un momento muy intenso entre la pareja y conoceremos al hermano de Santino.
¿Qué les pareció este capítulo? No olviden dejar sus comentarios y siempre agradecida por el apoyo a esta historia.
Maria Decapitated
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