7. Sentimientos a la luz
Una vez que salí de ahí pude ver a Effie con una gran sonrisa abrazándome.
—Muy bien mi niña —sonreí un poco abrazándola con todas mis fuerzas, ella había sido una persona demasiado importante al igual que Haymitch, gracias a ellos en parte seguía viva.
Unos minutos después nos separamos y caminamos por el pasillo, hasta que de pronto nos encontramos, apoyado en la pared, a Haymitch sonriendo.
—Gran trabajo cielo —se acercó hacia nosotras.
—Gracias —sonreí, por muy idiota que fuera, debía reconocer que gracias a él las cosas iban en la medida de lo posible bien.
—Y gran vestido —miró a Effie y su vestuario—. El tuyo no —apreté los labios para no soltar una carcajada y vi como a Effie se le borraba la sonrisa.
De pronto se escuchó a Caesar gritar el nombre de Peeta y como todos aludían. Giré la mirada para ver por la pantalla.
—Peeta, bienvenido. Cómo has encontrado el Capitolio y no me digas que con un mapa —le dijo una vez Caesar cuando ya se sentaron, los dos soltaron una pequeña risa.
—Es diferente, es muy diferente a mi Distrito —sonreí un poco al verlo, lo hacía ver tan natural. Yo hace un momento estaba aterrada de salir y él ya se estaba ganado al público sin hacer mucho.
—Oh, diferente, ¿en qué sentido? Danos un ejemplo —vi mis manos y seguía temblando, pero no como antes. Dios, necesitaba urgentemente calmarme.
¿Por qué me ponía así?
—Ah, bueno, vale —vi como entrelazaba sus manos, estaba pensando algo seguro—. Las duchas aquí son raras.
Algunas personas rieron.
—Las duchas... —Peeta asintió—. Nuestras duchas son diferentes —el público empezó a reír de nuevo.
—Tengo una pregunta para ti Caesar, ¿a ti te huelo a rosas? —le preguntó a Caesar. El mencionado le mira dubitativo y ve de reojo al público— Huéleme —Peeta se inclinó un poco hacia él.
—Vale —Caesar se acercó para olfatearlo.
—¿Hueles?
—¿Y yo? ¿Yo sí huelo? —esta vez fue el turno de Peeta.
Dejé de prestar atención por un momento, jugando nerviosamente con mis manos, estaba sudando y quería quitarme el vestido de una vez por todas. Por muy lindo y rojo que fuera, quería quitármelo de una vez y ponerme mi pijama.
—Está claro que hueles mejor que yo —pude escucharle decir divertido.
—Bueno, he vivido aquí mucho más tiempo —los dos rieron al igual que el público—. Me parto... Bueno Peeta, dime, ¿hay alguna chica especial esperándote en casa?
Levanté la mirada para verlo.
—No, no que va —algo estaba pasando. ¿Y si había alguien y es por eso que quiso decirme, pero al final no lo dijo?
Mierda.
Ya había alguien...
—¿No? Eso no hay quien se lo crea —habló nuestro querido presentador— Mirad esta cara, un chico guapo como tú... Peeta —le miró—. Dimelo.
Peeta vaciló por un momento viendo un punto fijo, seguramente pensándolo.
—Bueno, hay una chica de la que siempre he estado enamorado —eso fue como si alguien me tirara un balde de agua helada encima—. Pero dudo que sea algo correspondido... Es una chica maravillosa, tiene un gran corazón y siempre está ahí para ayudar a todo el mundo. También es un poco terca, pero es graciosa y siempre sabe como hacer sonreír... Es demasiado especial para mí.
Me quedé callada.
—¿Sabes una cosa Peeta? Sal ahí, gana los juegos y vuelve a casa... Confiésale tus sentimientos y estoy seguro de que saldrá contigo —todo el mundo grito emocionado y aplaudieron.
Bajé la mirada.
No podía creerlo.
—Gracias, pero creo que ganar no me ayudaría —debía hacer que ganara para que volviera a casa con esa persona.
—¿Por qué no?
—Porque ha venido conmigo —levanté la mirada sorprendida.
¿Qué era lo que acababa de decir? No sé en qué momento apareció Katniss, pero me tomó de la mano.
Yo no pude despegar la mirada de la pantalla.
¿Peeta se refería a mí?
—Eso sí que es una mala suerte.
—Sí, lo es —su expresión cambió, ya no tenía esa sonrisa.
—Te deseo lo mejor —se estrecharon las manos.
—Gracias.
—Peeta Mellark —los dos se levantaron y yo decidí salir de ahí para ir a nuestra planta.
—Alina —ignoré las voces que me llamaban y caminé hacia el ascensor.
Una vez dentro los vi a todos preocupados, al igual que vi a Peeta acercándose.
Él me miró.
Solo deseé que las puertas se cerraron de una vez.
—¡Alina! —le miré y las puertas comenzaron a cerrarse. Él intentó correr hacia mí, pero por fin las puertas se cerraron.
Me abracé evitando las lágrimas.
Peeta estaba enamorado de mí.
Yo estaba enamorada de él.
Eso quiso decirme antes de la cosecha, pero no lo hizo...
Las puertas se abrieron y salí rápidamente de ahí para quitarme los tacones y tirarlos lejos. Como pude subí rápidamente las escaleras y entré a mi habitación, cerrando la puerta con seguro para que nadie entrara.
Me quité el vestido y me puse el pijama, entrando al baño y acostándome en la ducha, dejando que él agua cayera sobre mí, mientras me pegaba hacia la pared y abrazaba mis rodillas escondiendo mi cabeza y dejando que todo lo que tuviera acumulado saliera.
Rompí en llanto.
Todo esto me estaba saturando, no podía aguantarlo.
Quise pensar que todo iría bien, pero si era verdad lo de Peeta, estaba segura de que haría todo lo que estuviera en sus manos para salvarme, al igual que yo iba a hacerlo.
Yo no podía vivir en un mundo donde él no estuviera, no podía.
Mi pensamiento en los primeros juegos fue sobrevivir para volver a verlo, porque sabía que él cuando regresara estaría ahí esperándome.
¿Cómo podría regresar a casa sin él?
Él era mi casa.
No podía, me negaba a volver sin él.
Lloré todavía más solo de pensarlo, no era capaz. No quería volver a la arena, no quería pelear, solo quería desaparecer.
—¡Alina! —fuertes golpes en la puerta se escucharon, pero no hice nada. Me quedé quieta en mi sitio.
Quería morir.
No podía más con todo esto.
—¡Alina! Abre la puerta, por favor —escuché a Peeta.
No entendía por qué estaba actuando de esta manera, Peeta estaba enamorado de mí, eso era algo bueno.
Me abracé todavía más llorando.
No hablarlo con alguien me había afectado.
Pude escuchar la voz de Finnick, la de Effie, Katniss, Cinna y Haymitch. Todos estaban demasiado preocupados.
De pronto sentí unos brazos abrazarme con fuerza.
Peeta.
Me tiré a sus brazos y no le importó que se estuviera mojado o que ya yo lo estuviera. Él estaba ahí sosteniéndome.
—Te tengo —susurró él abrazándome con todas sus fuerzas, al igual que yo lo estaba haciendo—. Estoy aquí Alina, no voy a irme, te lo prometo. Todo estará bien.
No quería que llegara el momento, no estaba lista.
Quería morir, pero no podía dejar que Peeta estuviera en esa arena solo. No podía dejar que le pasara algo.
Lloré escondiendo mi rostro en su cuello y no lo solté, tenía miedo de hacerlo y que ya no estuviera.
Levanté un poco la mirada sin dejar de abrazarlo, para ver a Effie demasiado mal tapándose la boca, los demás me miraban preocupados.
Hyamitch era uno de los más preocupados, porque estuvo intentando examinarme con la mirada para que no tuviera nada. Se estaba asegurando de que estuviera bien, porque una vez que lo hizo, pude ver como soltaba un suspiro aliviado.
Volví a esconder mi rostro en el cuello de Peeta.
—Respira conmigo amor —susurró él y yo levanté la mirada para verlo sin dejar de llorar— Estoy aquí —me aseguro, tomando mis mejillas delicadamente.
—Quédate conmigo —susurré.
—Siempre —murmuró él, dejándome un beso en la frente para volver a abrazarme, al igual que yo lo hacía.
No podía perderlo.
NOTA DE LA AUTORA
¿Qué os pareció el capítulo?
Si pudierais comentar lo agradecería muchísimo.
Espero que os haya gustado.
Os amo demasiado y gracias por todo el apoyo. Ya sabéis que podéis seguirme en tiktok para ver todos los edits de mis historias. La cuenta es lvprongs también hay un Hashtag por si queréis hacer edits de la historia, yo encantada de verlos #neverletmegowattpad ❤
Os amo❤
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