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35. ¿Dónde está Peeta?

Poco después ya casi estábamos terminando y yo me encontraba al lado de Beetee y Peeta.

—Un rayo tiene una energía de cinco mil millones de julios... Mejor no estar cerca cuando caiga —nos miró a Johanna y a mí—. Vosotras dos marcharos ya... Tomad, desenrollarlo con cuidado, que toda la bobina esté en el agua, ¿entendido?

No entendía nada, ¿esperaban que dejara a Peeta con ellos? Sí, es verdad que confiaba en Finnick y en Johanna con mi vida, pero pensé que estaría con Peeta.

—Ir al árbol del sector de las dos —Peeta se acercó a nosotras.

—Yo iré con ellas para protegerlas —Beetee negó.

—No, tú te quedas aquí para protegerme.

Me acerqué a Peeta y le tomé de la mano logrando que me mirara.

—Por mucho que te prefiera a mi lado, te prometo que estaré bien y nos veremos en un rato. Finnick y tú debéis cuidar a Beetee. Johanna y yo sabemos defendernos y sé que me protegerá. Solo prométeme que tendrás cuidado —lo último se lo susurré y él me miró poco convencido.

—No quiero dejarte —murmuró.

—Yo tampoco —le dije de la misma manera—. Pero te prometo que iré al lugar y estaré bien, pero tienes que prometerme lo mismo —él asintió.

—Te amo —sonreí.

—Te amo más —le contesté y él se acercó para darme un beso en la frente y luego se agachó para darle un beso en mi vientre, casi nada abultado.

Sonreí ante eso con lágrimas en los ojos y me alejé junto a Johanna.

Le miré por última vez y le susurré de nuevo un te amo, al igual que él me respondió.

Caminé con Johanna que agarraba la bobina.

—Estarán bien. Finnick no dejará que nada malo le pase a Peeta.

Asentí.

—Johanna —ella me miró.

—El objetivo es que Peeta viva, espero que no se te olvide eso.

—Lo sé —asentí.

Johanna me pasó la bobina y seguimos caminando, hasta que tuve que parar porque sentí como si el hilo de cobre se hubiera enganchado.

—¿Qué ocurre?

—No sé —intenté tirar, pero sin éxito.

De pronto el hilo se cortó y vi a Brutus corriendo hacia nosotras, cuando iba a preparar mis flechas sentí un golpe en la cabeza, haciendo que cayera al suelo.

Después vi como Johanna me agarraba del brazo y me hacía un corte en él, tuve que aguantar el grito de dolor. ¿Qué demonios estaba haciendo?

¿Acaso me estaba traicionando? Sentí como me quitaba algo.

—Shhh —le escuché, pero solo quería matarla—. No te levantes —susurró ella y se alejó de mí para despistar a los Profesionales.

Cómo pude me levanté soltando un quejido y me mantuve sentada por un rato hasta que escuché el grito de Finnick.

¿¡Había dejado a Peeta solo!?

—¡Johanna! ¡Alina! ¡¿Dónde estáis!? —me escondí, si Johanna me había hecho esto, no podía confiar tanto en Finnick, después de dejar a Peeta a saber donde.

Escuché sus pasos alejarse y me levanté adolorida para correr hacia el árbol de nuevo esperando que por favor él estuviera ahí.

Al llegar vi como algo chocó contra el árbol, haciendo que Beetee volara por los aires. Me acerqué corriendo hacia ahí, asustada y preocupada.

Al llegar no había rastro de Peeta y Beetee se encontraba en el suelo temblando por la descarga.

—Beetee —susurré. Pero no respondía.

Escuché el cañón y rápidamente me levanté asustada.

—¡Peeta! —le busqué con la mirada, sin éxito alguno—. ¡Peeta!

Escuché pasos acercándose y corrí a esconderme para ver a Finnick llegando. Preparé mi arco para dispararle, no lo mataría, pero sí quería que sufriera.

—¡Alina! ¡¿Dónde estás!?

Estaba decidida. Él me miró suspirando aliviado, pero eso cambió al ver lo que estaba a punto de hacer.

—Alina... Recuerda quién es el verdadero enemigo —callada le miré, tenía razón.

Eso es lo que Snow quería.

Bajé el arco y comenzó a sonar el estruendo que avisaba de que el rayo estaba a punto de caer.

Así que sin importar nada, agarré rápidamente el hilo de cobre que conectaba al árbol y lo enrollé en la punta de mi flecha.

—¡Alina apártate de ese maldito árbol! —apunté hacia el cielo—. ¡Alina apártate!

Disparé en el momento justo en el que el rayo caía y la explosión nos mandó volando tanto a Finnick como a mí.

Choqué con el duro suelo, sin poder moverme, y un dolor fuerte se apoderó más abajo de mi vientre.

Ni siquiera podía moverme, pero si vi como el techo comenzaba a desmoronarse. Estaba viendo todo, pero no podía emitir ninguna palabra ni siquiera un sonido.

Cerré los ojos sin importarme nada más. 

Me desperté sobresaltada, para ver que llevaba la máscara de oxígeno, y estaba en el aerodeslizador.

Me dolía todo el cuerpo y cuando quise levantarme, el dolor que había sentido antes en el vientre volvía a estar presente. Pero en estos momentos no me importaba, solo esperaba que Peeta estuviera en el mismo lugar que yo. Me quité todo y avancé con cuidado para ver a Beetee inconsciente, pero sabía que viviría. 

—Escuché las voces de Haymitch y Finnick, era las únicas que reconocía en estos momentos. Agarré una aguja porque pensaba usarla con alguno de ellos.

—Verás cuando se entere —¿enterarme de qué?

—Pero seguirá cooperando, ¿no?

—¿Sin Peeta? Lo dudo.

—Dile que se... —y las puertas se abrieron dejándome ver a mi supuesto padre, supuesto mejor amigo y a Plutarch.

—Alina —Hyamitch quiso acercarse, pero yo di unos pasos hacia adelante para clavarle la aguja. Aunque él fue más rápido y logró inmovilizarme. 

—¿Qué demonios hacéis con él? —refiriéndome a Plutarch. 

—¿Tú con una jeringuilla contra el Capitolio? —me la quitó—. Por eso nadie te deja planear nada. 

Miré a Finnick.

—¡Me lo prometiste! 

—Hyamitch déjala —es lo único que dijo Finnick—. Y por favor escucha.

—No podíamos contártelo con Snow observando todos nuestros movimientos. Demasiado arriesgado, era mejor que no supieras nada —me soltó alejándose un poco de mí.

—¿Dónde está Peeta?

—Alina, tú has sido nuestra misión desde el principio. El plan siempre ha sido sacarte, la mitad de los tributos estaban al tanto. Esta es la revolución y tú eres el Sinsajo. Y ahora nos dirigimos al Distrito trece.

Le miré sorprendida, ya no había trece. 

—¿Al trece?

—Sí.

—¿Dónde está Peeta? —les volvía a preguntar. 

—Aún tiene el dispositivo de seguimiento en el brazo, Johanna te quitó el tuyo —me contestó Haymitch.

—¿Dónde está?

—En el Capitolio, y no es todo Alina. No sé como decirte esto, porque no hay palabras adecuadas para hacerlo y mucho menos en este momento, pero perdiste al bebé —todo mi mundo se vino abajo, había perdido tanto a Peeta como al bebé. No pude proteger a ninguno de los dos. 

Me sentía inútil.

Le prometí a Peeta que nos volveríamos a ver y eso no pasaría. 

Había perdido al bebé, nuestra pequeña esperanza. Lo único que me quedaba de Peeta lo había perdido. 

Siempre supe que no sería una buena madre y lo afirmé con esto. Ni siquiera pude salivar a una parte de Peeta. 

No pude salvar al amor de mi vida. 

Sin Peeta y el bebé, no me sentía completa, ni siquiera viva. Peeta había sido mi ancla para seguir viva, sin él todo se había ido a la mierda, todo se había derrumbado. Lo había perdido todo en cuestión de minutos.

Snow y ellos me lo habían arrebatado todo.

Con lágrimas en los ojos, me acerqué enfadada hacia Haymitch.

—¡Maldito desgraciado! —comencé a golpearle—. ¡Me lo prometiste! ¡Me prometiste que lo salvarías a él antes que a mí! ¡Me lo prometiste papá! —rompí en llanto y sentí como Plutarch me inyectaba algo—. ¡Eres un mentiroso papá! ¡Y Finnick también! ¡Me prometisteis que lo salvarías! ¡Peeta tenía que estar aquí! ¡Os odio a los dos! ¡Os odio con toda mi alma! —les dije con las pocas fuerzas que tenía—. Nunca os lo perdonaré...

Susurré a media voz y lo último que escuché antes de caer inconsciente fue a mi padre que me sujetaba y noté como su voz se rompía ante esas cuatro palabras.

—Lo siento mi niña... 













NOTA DE LA AUTORA

¿Qué os pareció el capítulo?

Os amo demasiado y gracias por todo el apoyo. Ya sabéis que podéis seguirme en tiktok para ver todos los edits de mis historias. La cuenta es lvprongs también hay un Hashtag por si queréis hacer edits de la historia, yo encantada de verlos #neverletmegowattpad ❤

Os amo❤


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