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28. Sinsajo

Me senté en el frío suelo del baño, recuperándome por todo lo que había perdido. 

Creo que todo esto me había sobrepasado, tanta información había hecho que mi cuerpo se derrumbara, y pasara todo esto. 

Unos suaves golpes en la puerta me interrumpieron.

—Alina, ¿estás bien? —la voz de Johanna se escuchó.

—Pasa rápidamente —susurré, ni siquiera mi voz estaba a mi favor. 

La puerta se abrió pocos segundos de yo decir esas dos palabras y Johanna entró preocupada cerrando la puerta. 

Se agachó a mi altura y sentí su mano fría en mi frente.

—Dios Alina, pareces un maldito fantasma —bufé. 

Lo que menos quería sabiendo que en unos minutos tendría que prepararme.

—Creo que toda la información y todo el estrés que tengo me han hecho factura —ni siquiera se me pasaba por la cabeza la idea de levantarme. Sentía que no tenía tanta fuerza para poder hacerlo. 

—¿Necesitas algo?

—Fuerza para poder levantarme y actuar como si nada después de todo esto —ella me regaló una pequeña sonrisa.

—Yo estoy aquí para ayudar a mi hermosa mejor amiga —con cuidado ella me ayudó a ponerme de pie y me sentó en el inodoro para agarrar un peine y pasarlo con sutileza por mi cabellera. 

—No sé si podré... —la miré a través del espejo y ella me abrazó por detrás descansando su mentón en mi hombro derecho.

—Podrás con todo esto, ¿sabes por qué lo sé? Porque eres la chica más maravillosa y valiente que he conocido. Pudiste con cosas peores y podrás salir con esta. Además, todos estaremos a tu lado para ayudarte en todo lo que necesites —sonreí un poco.

—Gracias —ella soltó una pequeña risa volviendo a lo suyo.

—No es nada, en serio. Es hora de que nos dejes a nosotros cuidar de ti —asentí viéndome en el espejo, y Johanna no se equivocaba, parecía un fantasma. 

Poco a poco comencé a perder mi vida. La cual no perdí por gusto, sino porque comenzaron a arrebatármela.

Cuando Johanna acabo de peinarme y maquillarme, salimos para encontrarnos a Cinna con el vestido que iba a llevar.

Un vestido de novia...

Le miré confundida.

—Snow —suspiré, no me disgustaba en absoluto, es más, si me hubiera gustado llevar un vestido así a mi boda, la cual dudaba de que alguna vez pudiera existir. 

Para cuando pudiera, estaba segura de que estaría muerta.

—No es tan horrible como pensaba, es un vestido muy tú —asentí viendo las mangas de encaje, los bordados que llevaba eran preciosos. 

Un vestido para una princesa y no era tan recargado como pensé que podrían ser los vestidos en el Capitolio. 

Como había dicho Johanna, era perfecto para mí.

—Es hermoso Cinna, gracias —le regalé una pequeña sonrisa y él sonrió acercándose a mí para darme un pequeño abrazo.

—No puedo creer que tenga que irme y dejaros a todos solos aquí —era lo mejor, no podía perder a más personas.

—Es lo mejor —murmuré abrazándole con más fuerza. 

Solo esperaba que pudiera conseguirlo. 

Nos separamos y junto a Johanna me ayudaron a ponerme el vestido, había perdido algo de peso, pero hasta ahora no me di cuenta de ello. 

Al terminar bajamos para ver a Effie con lágrimas en los ojos y una pequeña sonrisa en su rostro.

—Estás preciosa cielo, pareces sacada de un cuento de hadas —a diferencia de ellos, yo estaba encarcelada, y ni siquiera de manera literal.

Encarcelada, sabiendo que cualquier cosa que haga podría perjudicar al resto. 

De mí dependía que siguieran vivos.

—Gracias —sonreí un poco, aunque creo que fue más una mueca que una sonrisa.

—Peeta, Finnick y Haymitch ya se han ido —asentí y Johanna fue la primera en irse, no sin antes despedirse de mí. Ella también debía arreglarse para todo esto.

Effie, Cinna y yo salimos del apartamento para ir hacia la sala donde todos los tributos se encontraban para prepararse. 

Vi a Hyamitch viéndonos, a una distancia considerable, pero ni Peeta ni Finnick estaban junto a él. 

Él se quedó en su lugar sin saber si acercarse o no, y yo solo pude pensar que sería la última vez que lo vería. No podría dejar que sintiera que lo odiaba, porque aunque quisiera, no podría hacerlo. 

Tomé yo la iniciativa y me acerqué a él. 

Una vez que ya estuve cerca suyo, le abracé con todas mis fuerzas, sentía que ese sería mi último abrazo con mi padre.

Haymitch era mi padre.

Y todos los momentos vividos con él, me vinieron a la cabeza, siempre estuvo ahí para mí y me protegió de todo y de todos. 

¿Cómo podría odiarlo si gracias a él sigo viva?

Él tardó un poco en devolverme el abrazo, pero cuando se recuperó, me abrazó con la misma fuerza.

—Lo siento mucho —susurró él con la voz rota—. Siento no haber sido lo suficientemente valiente para decirte toda la verdad y siento mucho que tengas que vivir todo esto de nuevo.

—Solo prométeme que salvaras a Peeta, papá. Tienes que hacerlo, me lo debes —susurré—. Peeta tiene que vivir, no yo. Por favor, no dejes que nada malo le pase y una vez que termine los Juegos, tenéis que escapar. Por favor hazlo —murmuré a media voz dejando que las lágrimas corrieran por mis mejillas.

—Te lo prometo —murmuró él y sentí como dejaba un beso en mi cabeza. Unos segundos después, nos separamos y él con delicadeza me limpió las lágrimas—. Estás preciosa mi niña.

—Gracias —susurré con una pequeña sonrisa—. No te odio por ello, es más, solo quiero agradecerte por mantenerme con vida.

—Siempre lo haré —sonreí un poco más. Hasta que escuchamos que ya era hora de las entrevistas, Cinna se acercó a nosotros. 

—Cuando creas que es el momento indicado, da vueltas. Es un pequeño regalo de mi parte —asentí un poco confundida y esperé a que fuera mi turno. 

—Damas y caballeros demos la bienvenida a la chica en llamas, la vencedora de los dos últimos juegos del hambre... ¡Alina Everdeen! —los aplausos retumbaron y las puertas se abrieron para acceder al escenario. 

Cesar caminó hacia mí y me ayudó. 

—¡Qué preciosa! —le di mi mejor sonrisa, y miré a la gente que me estaba viendo con sus sonrisas, que lograban hacer que las odiara. 

—Muchas gracias.

—Lamento mucho que no hayáis tenido el tiempo suficiente para casaros, pero me gustaría saber una cosa. ¿Este es el vestido que hubieras llevado?

Asentí viendo mi vestido por un momento, antes de mirarlo a él.

—Sí, el presidente Snow, pensó que sería un buen momento mostrarlo, ya que lastimosamente no podrá haber boda.

—El presidente Snow tenía razón, todos estuvimos expectantes. ¿Estás lista para estos juegos? 

—Más que lista Cesar, espero que a la tercera victoria me dejen tranquila —él soltó una pequeña risa, al igual que el público.

—Te deseo mucha suerte Alina.

—¿Te gustaría que hiciera un pequeño truco? —si tenía que desafiar a Snow de alguna manera, esta sería mi oportunidad perfecta para conseguirlo. 

—Por supuesto, a todos nosotros nos encantaría ver la sorpresa que nos tienes preparada —di unos cuantos pasos hacia delante.

Miré una última vez a Cinna antes de girar unas cuentas veces, dejando ver como el vestido se transformaba en otro totalmente diferente. 

Cuando terminé de girar, miré el vestido negro que tenía encima y levanté un poco las manos viendo de reojo como unas alas salían de detrás. 

Era un Sinsajo.

—¿Qué es...? —Cesar no encontraba las palabras para poder preguntarme, así que segura de mí misma le interrumpí.

—Es un Sinsajo —respondí orgullosa.
















NOTA DE LA AUTORA

¿Qué os ha parecido el capítulo?

Perdón por la tardanza.

Os amo demasiado y gracias por todo el apoyo. Ya sabéis que podéis seguirme en tiktok para ver todos los edits de mis historias. La cuenta es lvprongs también hay un Hashtag por si queréis hacer edits de la historia yo encantada de verlos #neverletmegowattpad ❤

Os amo❤


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