23. Esto no podía estar pasando
Ya había pasado unos días desde que Gale había sido torturado y gracias a Dios había logrado sanar y ahora estaba bien, pero las cosas habían cambiado demasiado.
Odiaba todo esto y no podía dejar de pensar en que si pudiéramos escapar tal vez las cosas estarían mejor de lo que ahora lo estaban.
No sabía como poder solucionarlo y como proteger a mi familia de todo eso, y pensar que la gente me tenía como una esperanza solo lo complicaba todo, porque sabía que contaban conmigo.
No quería defraudar a la gente, ¿pero como conseguiría hacer todo lo que ellos esperaban de mí? Era algo realmente imposible y me negaba a poner en peligro a la gente que me importaba. No podía sacrificarlos solo para ser un rostro que tal vez no fuera capaz de ser.
Estaba cansada de todo, ya ni sabía como mantener a mi familia a salvo y todo comenzaba a derrumbarse. Siempre que había un momento de paz y tranquilidad, llegaba algo que hacia que todo se cayera.
A veces pensaba que si me quitaba la vida, lo arreglaría todo, otras veces sabía que sin mí mi familia podría estar en peligro, así que me mantenía en pie por ellos.
Y repetía continuamente sus nombres, para mantenerme con vida.
Mamá.
Prim.
Katniss.
Finnick.
Johanna.
Effie.
Cinna.
Haymitch.
Peeta.
El nombre de Peeta lo repetía varias veces para estar segura, y tenía que despertarme para asegurarme que él estaba a mi lado.
Últimamente de eso se trataban mis días y agradecía que Peeta estuviera ahí.
Estaba cansada y por mucho que durmiera, seguía despertándome demasiado cansada, todo me estaba superando y pronto serían los Juegos y esta vez sería el tercer Vasallaje de los 25 y temía por lo que pudiera pasar.
Hoy, como todos los días me desperté temprano para encontrarme a Peeta dormido a mi lado dándome la espalda, sonreí un poco y me levanté teniendo cuidado de no despertarle.
Entré al baño y cerré la puerta, viéndome en el espejo.
Estaba más delgada y se me notaba que estaba agotada, mi rostro me delataba, ¿pero qué podía hacer para arreglarlo? Nada.
Suspiré limpiándome la cara con agua fría y me senté en el suelo abrazando mis piernas mientras lloraba en silencio para no despertar a Peeta.
Solo quería que todo acabara de una vez, solo quería que todo el dolor que estaba sintiendo desapareciera por fin, pero permanecía ahí como si fuera ya parte de mí, y no pudiera deshacerme de él.
Me dolía todo, y solo quería ser una adolescente normal.
Había participado en dos juegos sabiendo que eso era imposible, y había sobrevivido a ambos, otra cosa que era casi imposible.
Pero aquí estaba, viva.
Tal vez incluso estaba más muerta que viva y aun así debía mantenerme fuerte, aunque lo único que quería, era acabar con todo esto de una vez por todas.
¿Acaso merecía todo esto?
No quería esta vida, y estaba harta de todo esto. No era bueno para nadie, por mucho que ignorara como me sintiera, sabía que a la larga, no solo a mí me afectaría, sino también a la gente que me rodeaba.
—¿Alina? —escuché la voz somnolienta de Peeta y me levanté rápidamente para limpiarme la cara e intentar quitar toda evidencia posible, aunque estaba segura de que se daría cuenta. Él me conocía perfectamente.
Y eso me asustaba, porque sabía que si yo tenía un plan, él lo descubriría y era algo que no quería que pasara.
—Ahora salgo —estuve unos minutos más antes de salir para encontrarme a Peeta esperándome preocupado.
—¿Estás bien? —asentí con una pequeña sonrisa acortando la distancia que nos separaba y le abracé con todas mis fuerzas—. Sé que algo te pasa, pero no pienso insistir, cuando quieras hablar de ello, voy a estar ahí para escucharte, ¿de acuerdo? —asentí sin soltarlo.
—¿Estaremos bien? —susurré.
—Estaremos bien, te lo prometo —afirmó dejándome pequeñas caricias en la espalda.
Escondí mi rostro en su pecho dejando que algunas lágrimas se deslizaran por mis mejillas.
¿Y si algún día perdía a Peeta?
Quité la idea de mi mente porque no quería comerme la cabeza por ello y seguí abrazando a Peeta.
—Anda, vamos a descansar un poco más —murmuró él y yo asentí dejándome llevar por él.
Los dos nos acostamos en la cama y yo dejé mi cabeza descansando en su pecho. Le agarré de la mano y cerré los ojos quedándome dormida al instante. No sin antes escuchar a la voz de Peeta.
—Te amo —quise decirle que yo también, pero no podía formular ninguna palabra por el sueño.
No sabía cuanto tiempo había pasado, pero Peeta no se encontraba a mi lado, pero sí había una nota y una orquídea blanca.
Sonreí agarrando la nota para leerla.
"Seguramente para cuando te despiertes, no estaré ahí. Ya sabes que debo ayudar a mi familia, pero prometo terminar pronto para volver contigo.
Mientras tanto no me extrañes mucho.
Te ama Peeta Mellark"
Solté una pequeña risa, para levantarme de la cama y dejar las cosas encima de la mesilla de noche.
Salí poco después de mi habitación para bajar y ver a mi madre y a mis hermanas sentadas en el sofá viendo la televisión.
—¿Qué ocurre?
—Siéntate —hice caso a lo que mi madre me dijo y me senté al lado de Katniss, dirigiendo mi mirada hacia la televisión donde salía el Presidente Snow.
—Y estaba escrita en los estatutos de los Juegos, que, cada 25 años, habría un Vasallaje de los 25. Para mantener viva en cada nueva generación, la memoria de los que murieron en el levantamiento contra el Capitolio. Cada Vasallaje de los 25 se caracteriza por tener unos Juegos con un significado especial. Y ahora en este septuagésimo quinto aniversario de la derrota de la rebelión. Celebramos el tercer Vasallaje de los 25 —aplausos se empezaron a escuchar y a mí ya me estaba dando demasiada mala espina, todo eso—. Para recordar, de ni siquiera los más fuertes son rivales para el poder del Capitolio. En estos terceros Juegos del Vasallaje de los 25, los tributos masculinos y femeninos, saldrán elegidos del grupo de los vencedores —no, no, no, no. Esto no podía estar pasando.
Otra vez no.
—De cada Distrito —dejé de escucharle, ahora si que todo se me había caído encima. Esto no podía estar pasando de nuevo. No, me negaba a creerlo.
—No —escuché a mi madre.
—¿Eso que quiere decir? —rápidamente me levanté sintiendo que me quedaba sin aire. Necesitaba salir, todo me estaba dando vueltas y sentía como si comenzara a faltarme el aire.
—Los vencedores se presentarán el día de la Cosecha, sin importar su edad, estado de salud o situación —salí corriendo sin importarme los gritos de mi familia y corrí sin ningún rumbo, dejando que las lágrimas recorrieran mis mejillas, pero tuve que parar porque alguien pasó por mi mente.
Peeta...
No podía perderlo.
Él no podía participar, me negaba a que eso pasara.
Necesitaba pensar con claridad, necesitaba pensar en un plan para salvar a Peeta.
Ni siquiera supe cuanto tiempo estuve adentrada en el bosque, pero entré en el hogar de Haymitch, para verlo bebiendo como siempre.
—Vaya, ya me preguntaba cuanto tiempo tardarías en venir. ¿Vienes a pedirme que muera?
Me senté a su lado.
—Vengo a beber contigo —me entregó una pequeña botella que había a su lado.
—Por fin algo en lo que puedo ayudarte hija —suspiré dándole un trago—. Hace poco Peeta estuvo aquí suplicándome que salvara tu vida y ahora tú estás aquí seguramente para pedirme lo mismo... —le interrumpí.
—Peeta tiene que vivir Haymitch, por favor. Yo puedo soportarlo.
—¿Estás segura de eso? ¿Estás segura de poder soportarlo una vez más? Porque será tu tercer Juego y este juego es muy distinto a los otros. ¿Acaso crees que Peeta podría vivir sabiendo que el amor de su vida está en esa Arena condenada a muerte? ¿En serio crees que podría él soportarlo?
—Y yo no podría soportar que Peeta estuviera de nuevo en una Arena, tal vez sea lo mejor. Tal vez eso me ayudé a matar todo lo que me hace daño.
—¿Y qué hay de la gente que te ama? ¿Y qué hay de él?
—Por favor Haymitch, sé que en los Juegos no hay ganadores, sino supervivientes, y si Peeta sale como tributo necesito que lo salves, necesito que él sobreviva. Me da igual el trato que tú tienes con él. Necesitas salvar a Peeta Haymitch.
Él me miró y yo rompí en llanto de solo pensar en que podría perder a Peeta.
—Si sale su nombre me presentaré como voluntario —susurró Haymitch levantándose, para arrodillarse a mi lado y tomar mis manos.
—Gracias —susurré.
—Pero si salgo yo, y él se presenta voluntario, no podré hacer nada.
—Solo mantenlo con vida, él debe vivir Haymitch —susurré y él asintió tirando de mí delicadamente para abrazarme.
Le correspondí el abrazo rompiéndome del todo.
Lloré y quería gritar, pero me tranquilizaba saber que Haymitch estaba ahí sosteniéndome al menos por un momento. Él había sido como un padre para mí y nunca podría agradecerle por todo lo que había hecho por mí.
—Te tengo mi niña —susurró.
NOTA DE LA AUTORA
¿Qué os ha parecido el capítulo?
Perdón por la tardanza.
Os amo demasiado y gracias por todo el apoyo. Ya sabéis que podéis seguirme en tiktok para ver todos los edits de mis historias. La cuenta es lvprongs también hay un Hashtag por si queréis hacer edits de la historia yo encantada de verlos #neverletmegowattpad ❤
Os amo❤
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