19. La Gira
Después de que Cinna nos interrumpiera, decidimos simplemente disfrutar de la compañía del otro sin hacer nada.
—Debemos hablar del tema —asentí—, pero lo haremos en otro momento, ahora solo vamos a disfrutar los dos solos sin hacer nada, solo siendo nosotros.
Le miré por un momento y él me regaló una pequeña sonrisa, pegándome a él para abrazarme, yo hice lo mismo disfrutando de su compañía.
—Vamos a estar bien, ¿verdad? —susurré, necesitaba que estuviéramos bien.
—Vamos a estar bien, te lo prometo... No vamos a separarnos porque eso es lo que quiere Snow, así que nos quedaremos juntos. Fingiremos y haremos lo que quiere, pero no más secretos y más te vale no volverme hacer esto, porque fue una maldita tortura —le abracé más fuerte descansando mi cabeza en el pecho de él.
Quería llorar, sabía que le había hecho demasiado daño, pero pensé que de esa manera podría protegerlo.
—Todo irá bien y estaremos juntos, haciendo esto los dos, no por separado —murmuró él y asentí.
De pronto cruzamos el túnel, y noté el signo del Sinsajo, haciendo que me incorporara rápidamente.
—¿Has visto eso? —Peeta me miró confundido levantándose al igual que yo.
—¿El qué? —salimos del túnel para ver un montón de coches, ¿qué estaba pasando?
Todo estaba demasiado cambiado.
Miré a Peeta y él también me miró tomándome fuerte de la mano, volviendo la mirada hacia lo que teníamos fuerza.
Poco después el tren paró y Haymitch fue a buscarnos para poder salir.
Una vez todos juntos la puerta se abrió y la primera en salir fue Effie.
—Pero bueno... Menudo recibimiento —coches y soldados por todas partes, esto no era para nada normal.
Subimos a los coches, y Effie empezó a explicarnos un poco todo. Peeta en ningún momento dejó de soltar mi mano.
—El alcalde hará una pequeña introducción, y después vosotros dos diréis algunas palabras... —jugando con las notas que había escrito para nosotros, ni siquiera sabia si era capaz de hacer algo así—. Es costumbre, claro está, elogiar brevemente a los tributos caídos.
Sin duda alguna, eso era algo que no podía hacer, habían muerto y algunos de ellos por mi culpa.
—Del once eran... Thresh y Rue —me quedé callada viendo las notas—. Aquí tenéis los discursos —nos entregó el papel con una sonrisa.
Ojalá tener la alegría de Effie, pero claro, no todos se podía.
Noté como las manos de Peeta tomaban los dos papeles y dirigí mi mirada hacia él para ver que él también me estaba viendo.
—Puedo hablar yo si quieres —asentí.
—Gracias —susurré y esta vez fue él quien asintió. No estaba preparada, y dudaba que pudiera estarlo en algún momento de la gira.
Una vez que llegamos, Peeta me ayudó a salir y no soltó mi mano en ningún momento. Al llegar al lugar correspondiente esperamos a que el alcalde dijera unas palabras y tal y como lo había comentado Effie.
—Damas y caballeros... Los vencedores de los 74º Juegos del Hambre... ¡Alina Everdeen y Peeta Mellark! —las puertas se abrieron y comencé a ponerme todavía más nerviosa. Sentí el suave apretón de Peeta en mi mano y juntos salimos para ver a una multitud, para nada contenta. Aunque yo tampoco lo estaría, ni siquiera ahora lo estaba.
Para mí esto era un castigo.
Todo comenzaba a darme vueltas y quería vomitar, hasta que vi en una de las pantallas a Rue y abajo se encontraba su familia.
Debí haber hecho más.
—Gracias... Es un honor, estar hoy aquí con vosotros y con las familias de los tributos caídos —Peeta hizo una pausa y yo solo me limité a ver a todas las personas, y ahí es cuando volví a sentirme la peor persona del mundo.
Miré de reojo a mi compañero, para ver como miraba la nota que nos había dado Effie y la apartaba para no leerla.
¿Qué iba a hacer?
—Aunque lucharon con honor y dignidad hasta el final... Tanto Thresh como Rue, eran muy jóvenes, pero nuestras vidas no se miden en años, sino en las personas de las que nos rodeamos —le miré—. Tanto yo, como Alina —me miró sin dejar de soltarme de la mano, aparté un poco la mirada para ver a la multitud—. Sabemos que de no haber sido por Rue, y por Thresh, no estaríamos hoy aquí... En agradecimiento, aun sabiendo que es imposible compensar vuestra perdida. Nos gustaría donar un mes de nuestras ganancias a las familias de los tributos todos los años mientras vivamos —le miré un poco asombrada sin que se notara mucho.
¿Se podía hacer eso?
Empezaron a aplaudir, pero sabía que eso no haría que ninguno de los tributos volviera a casa. Peeta se apartó un poco del micrófono para dejarme hablar a mí y yo me limité a negar. No estaba ni estaría preparada y prefería que lo hiciera Peeta en mi lugar.
Él se adelantó a entrar y yo iba a hacerlo, pero no podía dejar de ver a Rue, así que me acerqué al micrófono.
—Solo quería decir que no conocía a Thresh, solo hablé con él una vez, pudo haberme matado, pero tuvo piedad y siempre voy a estar en deuda con él porque gracias a él mi compañero y yo seguimos vivos —dejé de ver a la familia de Thresh para ir a ver a la de Rue—. Si conocí a Rue y puedo decir que fue una maravillosa persona, ella no solo era mi aliada, para mí era una amiga, incluso una hermana pequeña a la que cuidar, y a pesar de todo siento no haber hecho más por ella —su madre me regaló una pequeña sonrisa—. Ella pudo dejarme morir, pero me cuido por varios días, hasta que pude estar bien por fin, incluso se había encargado de saber si Peeta estaba bien. Sin duda alguna siempre voy a recordarla por esa valentía que tenía y por ese gran corazón que poseía. La veo en las flores que crecen en la pradera de mi casa y sobre todo la veo en mi hermana Prim y la oigo en el canto del Sinsajo. Nunca podré agradecerle por todo lo que hizo por mí a pesar de que tal vez no debía hacerlo... —las lágrimas se deslizaban por mis mejillas—. Lo siento tanto, siento mucho no haber podido hacer más por ella, siento no haberla salvado.
Un hombre mayor silbó las notas que solía hacer con Rue para avisar que estábamos bien e hizo el signo de respeto. Más gente se unió a él y pude ver como los agentes de la paz, se preparaban y caminaban para ir hacia el anciano y evitar una revuelta.
Caminé rápidamente hacia las escaleras al ver como agarraban al hombre para traerlo al escenario.
—¡Alina! —quise avanzar, pero dos agentes de la paz me sujetaron para llevarme dentro.
—¡No por favor! ¡No le hagan daño! —rompí en llanto.
Mientras yo era llevada dentro, al hombre lo dejaron de rodillas delante de todo el mundo mientras un agente sacaba su arma.
—¡Por favor dejarlo! —las puertas se cerraron al mismo tiempo que se escuchaba el disparo que había sido a su cabeza.
Grité asustada y me solté queriendo salir ahí, pero Haymitch me tomó como pudo en brazos para apartarme de todo.
—Quédate quieta hija, por favor —susurró él sujetándome más fuerte y tiró de mí con cuidado para subir junto a Peeta.
Una vez que estábamos arriba, Haymitch me miró.
—Tenéis una tarea muy sencilla —le miré sin dejar de llorar, no era justo.
Por mi culpa había muerto una persona inocente.
—No quería que mataran a nadie, debe saberlo —él me miró confundido al igual que Peeta.
—¿De qué estás hablando?
—Snow vino hace tiempo, diciendo que no se creían nuestra historia y le preocupa la rebelión de los Distritos.
—¿Y quiere que hagas que se la crean? —aparte, él me había dicho que si seguía junto a Peeta las cosas irían a peor.
Él solo quería un maldito espectáculo para entretener a la gente del verdadero problema.
—Para aplacar los ánimos.
—Eso Alina, debía saberlo o al menos todo lo que había pasado, antes de ofrecerles el dinero —le miré limpiándome las lágrimas, iba a hacerlo cuando estuviéramos solos.
—Lo siento, él amenazó con matar a mi familia —y él era parte de ella.
—Yo también tengo una familia —elevó la voz realmente preocupado—. Gente a la que proteger.
—¿Y a ellos quién les protege? —elevó la voz Haymitch molesto— Alina, ¿en qué estabas pensando?
—Estaba pensando en Rue, Haymitch no puedo hacerlo, necesito olvidar todo esto —él me miró sin decir nada y me atrajo hacia él para abrazarme con todas sus fuerzas, al igual que yo lo estaba haciendo.
—Te prometo que todo irá bien —susurró él y yo decidí creerle, porque hasta ahora él no me había fallado.
Y esperaba que nunca lo hiciera.
NOTA DE LA AUTORA
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