18. No va a ser fácil
Una vez en el tren nos sentamos y Peeta ni siquiera me había dirigido la palabra.
El tren se puso en marcha y Effie empezó a explicarnos un poco todo.
—Comida fabulosa, vino fabuloso, masajes, balneario. Les dije que lo mejor de lo mejor para mis vencedores —por mucho que quisiera a Effie, no estaba de humor para escuchar todo eso. Ni siquiera me interesaba y por mucho que quisiera volver a casa, no sería posible. Estar en el mismo lugar que Peeta me ponía nerviosa e incómoda—. Todo tiene que ser...
—¿Fabuloso? —miré divertida a Haymitch, él me regaló una pequeña sonrisa. Las cosas entre nosotros, aunque la mayoría de veces fuéramos el perro y el gato, siempre sabía que podría contar con él para cualquier cosa.
—Exacto —volví a dirigir la mirada hacia Effie—. Tenemos una agenda un poco apretada. Doce días, dice distritos.
No sé si estaba lista para eso y Haymitch lo sabía bastante bien.
—Pero casi todos son fiestas y celebraciones —solté un suave suspiro al oír eso, ¿en serio tenían ganas de celebraciones después de los Juegos? Era algo que todavía no comprendía del todo y me agobiaba demasiado. Porque no tenía muchas ganas de celebrar sabiendo que había matado a gente inocente después de todo—. Fans entregados que querrán veros por donde paséis.
Bajé la mirada al notar la mirada de Peeta sobre mí, todavía lograba ponerme nerviosa, y estaba segura de que eso no cambiaría nunca.
—Y el fin de fiesta es en el Capitolio —sin duda maravilloso, nótese el sarcasmo—. Solo tenéis que dar unos discursos, saludar a la multitud y disfrutar de los focos. Os lo habéis ganado.
Levanté la mirada enfadada para ver a Effie, ¿cómo podía decir eso después de todo?
—¿Perdona? ¿Qué acabas de decir?
—Alina... —miré por unos segundos a Peeta antes de volver la mirada a Effie que se sentó en su lugar.
—He dicho... Que disfrutes Alina, te lo has ganado.
—¡Matando gente Effie! Y no es la maldita vez que lo haga y es algo de lo que no me enorgullece en absoluto, así que lo siento, pero no pienso disfrutar después de todo lo que ha pasado —me levanté enfadada.
¿Cómo podía decir todo eso? El problema es que ella no había pasado por eso, porque estaba segura de que si hubiera estado en nuestro lugar pensaría diferente.
—Alina...
La ignoré al igual que a Haymitch y salí de ahí porque sabía que si seguía un poco más no sería tan agradable.
Caminé por el pasillo y en una de las cabinas pude ver en una de las pantallas a gente peleando, pero no pude más porque se dieron cuenta de mi presencia y cerraron la puerta. Llegué al final del tren y entré para sentarme en el sofá que había y me quedé viendo el paisaje absorta en mis pensamientos.
Dejé que las lágrimas recorrieran mis mejillas sin ningún problema. Estaba sola, así que podría permitirme llorar aunque fuera un poco.
No podía creer que todo esto estuviera pasando. Sabía que había desafiado al Presidente Snow muchas veces y sabía de lo que él era capaz de hacer, así que estaba demasiado asustada.
Todo esto podría salirse de control y lo único claro que tenía era salvar a la gente que me importaba, costara lo que costara, pero era demasiado difícil sabiendo como era Snow.
Estaba demasiado cansada para soportar todo esto, solo necesitaba salir de aquí a cualquier costo y poder vivir una vida tranquila, pero con Snow vivo, eso sería realmente imposible. Necesitaba matarlo, tenía muchos motivos para hacerlo y no dejaría que siguiera con todo esto.
Le haría pagar todo lo que había hecho, todas esas muertes, todo ese sufrimiento... Lo pagaría todo.
Aunque me costara la vida, haría todo lo posible para vengarme de él. Había hecho demasiado daño y ya estaba harta de su estúpido sistema. La gente se estaba muriendo de hambre por su culpa, mientras que en el Capitolio tenían una maravillosa vida de cuento de hadas.
Que les den a los distritos, eso es lo que me daban a entender los del maldito Capitolio. Si era verdad que se estaba acercando una Revolución, esperaba que no sé acabara. Tal vez no estaba lista para eso porque tenía muchas personas que debía proteger, pero haría todo lo posible.
De pronto se escuchó la puerta abrirse, pero ni siquiera me molesté en ver quién podría haber entrado. Estaba segura de que me diría que me disculpara o cualquier cosa relacionada con el incidente de hace un rato.
—Si es para ir a pedirle disculpas a Effie, ya lo haré más tarde. Aunque la que debería disculparse también es ella.
—No vine por eso —su voz.
Peeta estaba en el mismo lugar que yo.
Rápidamente, me giré para verlo sin decir nada, ni siquiera era capaz de pronunciar una palabra y menos de formular una frase.
Él se sentó a mi lado.
Demasiado cerca.
¿Qué demonios me estaba pasando?
—No tienes que disculparte con ella, todos los entendemos y sabemos que todo esto no es fácil —asentí bajando un poco la mirada.
Él rozó delicadamente con sus dedos mi mejilla y bajó lentamente hasta mi mentón para elevarlo un poco y así pudiera verle a los ojos.
—No puedo con esto. Por mucho que quiera odiarte y dejar de hablarte, es algo imposible.
Él no me odiaba.
—Lo que sí odio es tenerte tan lejos Alina, y no sé qué ha pasado, pero estoy aquí, ahora y siempre. No voy a dejarte nunca, ¿lo entiendes? Te amo tanto que no podría imaginarme una vida sin ti a mi lado y hemos pasado por todo esto y no quiero perderte —susurró.
—Peeta... —él negó.
—Quiero la verdad Alina, porque te conozco perfectamente y sé que todavía me amas tanto como yo te amo a ti y sé que esto que estás haciendo es algo para protegernos a todos —le miré sorprendida.
¿Cómo lo sabía?
—No más mentiras, ni siquiera vuelvas a hacer lo que has hecho porque no vas a hacer esto sola. Ahora habla y dime que paso, vi ese día a Snow saliendo de tu casa, ¿qué te dijo? —demasiado cerca estaba.
—No me dijo nada —susurré como pude, maldito Peeta y su efecto que hacía que me derritiera toda y me quedara muda.
—¿Te dijo que te alejaras de mí? ¿Te dijo de fingir? —le miré— Lo supuse, pues quítate eso de la cabeza, te dejé unos meses, pero no pienso volverlo a hacer. Así que te guste o no, vas a estar conmigo, vamos a estar juntos y lo haremos juntos como antes.
—No sé de qué estás hablando —él bufó y tiró de mí para sentarme en sus piernas— ¡Peeta!
Ni había tenido tiempo de reaccionar ante eso, ¿qué demonios? Ahora sí que estaba temblando de los nervios. Estaba sentada en sus piernas.
—Peeta, ¿qué... —sin dejarme acabar tiró de mí y juntó sus labios con los míos.
Estaba aturdida, pero no me costó nada corresponderle.
A la mierda todo.
Él tenía razón le seguía amando y él me amaba a mí.
Peeta me pegó más hacia él y dejó sus manos a cada lado de mis caderas, apretando ligeramente. Solté un pequeño jadeo ante ese acto, y recuerdos de esa noche llegaron a mi mente.
Me acerqué a su cuello y comencé a dejarle pequeños besos.
—¿Estás segura?
—Ya lo hicimos una vez —susurré viendole a los ojos.
—Habiamos robado el alcohol de Haymitch, pero ahora los dos estamos conscientes —solté una pequeña risa al recordarlo.
—Pues ahora estamos conscientes y no quiero parar —él asintió y tiró de mí de nuevo para besarme y yo le tiré del pelo suavemente pegándome aún más hacia él, si es que se podía.
Él soltó un jadeo y en el momento en el que él quiso quitarme la parte de arriba las puertas se abrieron, haciendo que nos separáramos al instante para ver a Cinna con una expresión divertida en su rostro.
—Menos mal que no soy Haymitch.
Bufé sentándome al lado de Peeta, los dos sonrojados, pero estaba segura de que él quería matar a Cinna por aparecer, y yo estaba dispuesta a ayudarlo.
Mal momento para aparecer Cinna.
NOTA DE LA AUTORA
¿Qué os pareció el capítulo?
Si pudierais comentar lo agradecería muchísimo.
Espero que os haya gustado.
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