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17. No puedo

Un rato después, sin que los chicos se dieran cuenta, salí de ahí para ir a mi casa, porque seguramente tendrían que arreglarme. Por mí me quedaría tendida en mi cama, pero era algo que no pasaría.

Estuve un rato más con mi familia, concretamente hablando con Katniss, podía contar con ella y aunque no fuera muy buena dando consejos, sabía escuchar y era algo que apreciaba demasiado. 

Ella era la única que sabía todo y a pesar de que no estaba de acuerdo, me había apoyado. Ella fue la primera que me aconsejo que se lo dijera a Peeta, pero no quería que Snow se enterara, así que ella había estado a mi lado en todo momento. No me había dejado sola y me había animado, cuando ni siquiera yo podía.

—¿Estás bien? —solté un pequeño suspiro, quería pensar que sí, pero al ver a Peeta y saber que tenía que estar cerca de él, no era algo que me hiciera muy bien sabiendo toda la verdad.

—No puedo con todo esto, y sé que Peeta me odia... —ella me interrumpió.

—Él no te odia Alina, simplemente quiere entender por qué después de todo te alejaste de él —sabía que ella solía hablar con él, porque yo solía preguntarle a ella por él. El amor que tenía por ese idiota era muy grande, pero no podía perderlo. Por un momento pensé que lo perdería en los juegos, pero gracias a esas dichosas bayas logré salvarlo y me salvé yo también. 

—¿Cómo lo sabes?

—Porque veo en sus ojos todo el amor que siente por ti cuando te ve Alina, por mucho daño, él siempre va a amarte y eso no va a cambiar nunca, así que quítate eso de la cabeza.

Asentí, porque no iba a conseguir nada, las dos éramos demasiado tercas para ceder, pero igualmente lo hice yo. 

—Bien, tú ganas —ella sonrió y tiró de mí para abrazarme.

No es que fuera ella muy cariñosa, yo tampoco lo era, pero teníamos nuestros momentos y estaba demasiado feliz de saber que ella estaba bien.

—Estoy tan feliz de que estés aquí, por un momento pensé que te perderíamos y lo que paso en la Cosecha sigue dejándome confundida porque... —le interrumpí porque sabía lo que diría y debíamos dejarlo por un momento atrás. 

Todo el tiempo pensaba en ello, pensaba en mis primeros Juegos, pensé en estos Juegos y ni siquiera podía descansar correctamente. Me hacía falta Peeta, eso no había duda, era como si estar con él todas esas pesadillas no fueran tan fuertes o incluso no existieran. Me sentía segura con él, pero eso ya era tarde.

—¡Alina! —escuchamos el grito de nuestra madre y las dos bajamos para encontrarnos a Effie, Octavia y Flavius sonriendo. Los únicos felices en esta habitación seguramente.

—Ahí está mi hermosa ganadora —Effie se acercó a mí para abrazarme, yo le correspondí el abrazo. 

No iba a negarlo, había extrañado demasiado a Effie y sus pelucas.

Salude a los demás.

—¿Y Cinna? —iban a responder, pero le vi entrando con una sonrisa. Sonreí aliviada al verlo y me acerqué rápidamente para abrazarlo con todas mis fuerzas.

—¿Estás bien? —me susurró abrazándome con la misma intensidad y yo simplemente me limité a asentir.

En un rato tendría que aparentar que todo estaba bien entre Peeta y yo, y era algo que no sabía si saldría bien.

Me arreglaron y el momento llegó. Solo quería vomitar por todo lo que estaba sintiendo, quería correr lejos, pero sabía que por mucho que lo deseara, no podría hacerlo. No podría dejarlos atrás, después de todo, ellos eran mi familia.

Ni siquiera presté atención a lo que Caesar.

—Es la hora. Está lista y sin duda alguna está preciosa. Demos de comer al monstruo —dijo Effie acercándose a mí con una sonrisa, mientras Cinna arreglaba los últimos detalles.

Effie me tomó delicadamente de los hombros y caminamos hasta la salida. Ella se quedó en la puerta y yo sabía que debía avanzar, pero algo que no podía hacer, ¿cómo iba a hacerlo?

Vi la cámara y sonreí, hora de aparentar lo feliz que era.

—¡Ahí está! ¡Alina Everdeen! ¡La chica en llamas! —escuché como vitoreaban por la dichosa camarita o lo que demonios fuera eso.

Vi a Peeta salir también de su casa con una sonrisa.

—¡Y ahí está! ¡Peeta Mellark! El hijo del panadero —los dos bajamos por las escaleras y caminamos hacia el otro con una sonrisa. Cuando ya estuvimos cerca, no sé que me paso, pero los dos nos deslizamos cayendo al suelo, yo encima de él. 

Los dos nos miramos a los ojos y él me atrajo hacia él para besarme. Estaba demasiado aturdida, pero le correspondí el beso.

—Emm, ¿hay alguien en casa? ¿Volvemos más tarde? —por un momento detesté demasiado a Caesar, quería que ese momento durara un poco más.

Nos separamos y miré hacia la cámara con una sonrisa.

—Lo siento Caesar —me levanté y ayudé a Peeta a levantarse.

—No te preocupes mujer —sonreí y sentí como Peeta me abrazaba con una mano por la cintura, así que yo también me pegué a él. 

Dios, como le había extrañado, creo que llevábamos demasiado tiempo sin estar tan cerca del otro.

—Es vuestro día parejita... ¿Cómo va todo? —mal, pero eso era algo que no podíamos decir, además, me convenía seguir como hasta ahora por el bien de la gente que me importaba.

—Va bien —contestó Peeta brevemente y yo me mantuve callada sin dejar de sonreír al igual que él. 

—¿Ya está? ¿Eso es todo? ¿Bien? Qué taciturno te has vuelto Peeta, dame más detalles —miré de reojo a Peeta.

—No va genial en el doce, estoy muy feliz de saber que los dos estamos aquí —sonreí y decidí intervenir, no podía dejar que solo Peeta hablara.

—Gracias a la generosidad del Capitolio, estamos más cerca que nunca —lo cual agradecía demasiado.

—A 23 metros para ser exactos —se empezaron a escuchar risas y solté una pequeña risa.

—Fantástico. Iremos viendo como lo lleváis a lo largo de la Gira de la Victoria. ¡Muchísimas gracias, Alina Everdeen y Peeta Mellark! —nos despedimos y todo empezó a desaparecer.

—¡Maravilloso! Todos en marcha. Salimos en diez minutos —miré a Peeta y sabía que iba a decir algo y yo sabía que esta era por así decirlo mi única oportunidad, ahora que tenía la valentía suficiente, porque no estaba soportando todo esto.

Si era demasiado indecisa e idiota, pero no podía más. 

Pensé que podría, pero no. Tenerlo tan cerca de mí me había afectado demasiado y quería tenerlo a mi lado. Podríamos fingir y hacer como si no le hubiera contado nada, sabía que Peeta lo haría.

—Necesito hablar contigo, y sé muy bien que no me merezco eso, pero por favor. Tenemos que hablar y tengo que contarte algo importante. 

Él me miró sin decir nada y por un momento pensé que se iría sin decir ni una palabra, dejándome sola ahí.

—No quiero hablar contigo Alina.

—Peeta —él negó y se alejó de mí para irse con los demás.

Solté un suspiro, todo esto había sido culpa mía.







NOTA DE LA AUTORA

¿Qué os pareció el capítulo?

Si pudierais comentar lo agradecería muchísimo.

Espero que os haya gustado.

Os amo demasiado y gracias por todo el apoyo. Ya sabéis que podéis seguirme en tiktok para ver todos los edits de mis historias. La cuenta es lvprongs también hay un Hashtag por si queréis hacer edits de la historia, yo encantada de verlos #neverletmegowattpad ❤

Os amo❤



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