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꒰ 028 !

capítulo┊ ✦. :: veintiocho
♡ ﹙cambios de humor﹚ ❋  ˚  ݂ ꛒ

Eran poco más de las dos y media de la madrugada, Carlisle disfrutaba de escuchar las suaves respiraciones de Lydia mientras dormía. Disfrutaba muchísimo de ese agradable silencio donde nada importaba más que Lydia y su bebé. Donde podía estar a su lado sin que nadie le interrumpiera o necesitaran de él. Simplemente eran los tres y eso estaba bien. No había ninguna preocupación.

Frunció el ceño al sentir que la chica se removía en su lugar y luego la vio despertarse. La miró con cierta ternura, los ojos de la chica estaban ligeramente hinchados y no los podía abrir por completo.

—Hola, cariño —murmuró el rubio, dejando suaves caricias en su mejilla— ¿está todo bien?

Lydia estaba más dormida que despierta pero aún así liberó un gran bostezo y miró a Carlisle con ojos entrecerrados.

—Tengo hambre —murmuró con un tono de vergüenza, no le gustaba molestar a Carlisle, pese a que él había dicho que no le molestaba en lo absoluto. Él estaba realmente encantado de complacer en todo lo que ella necesitara y jamás le negaría nada que estuviera a su disposición.

Carlisle sonrió.

—Dime lo que quieres y te lo traeré.

Ella suspiró.

—Quiero papas fritas y un poco de helado de vainilla con jarabe de chocolate y chispas.

Carlisle no pudo evitar liberar una pequeña risita. Al menos este antojo había sido más normal que los anteriores.

—De acuerdo, dame cinco minutos y te lo traeré —Esme y Emmett habían ido al súper unos días antes para surtirse de provisiones para Lydia. Todos sabían de los antojos repentinos de la chica y habían comprado todo lo que encontraron en el camino. Querían que se sintiera cómoda y que encontrara todo lo que necesitara en caso de que fuera muy noche o que no hubiera nadie en casa.

Ella sonrió cuando Carlisle besó su frente antes de ponerse de pie y salir de la habitación. El sueño comenzó a esfumarse y fue cuando decidió ponerse de pie, ahora era más complicado encontrar una posición cómoda para dormir. Apenas se puso de pie, sintió un fuerte mareo y salió corriendo al baño sin pensarlo dos veces. Odiaba las náuseas nocturnas, aunque eran mil veces peor las náuseas matutinas. En los últimos días se habían vuelto más intensas, pero le resultaba realmente desagradable y prefería que Carlisle no estuviera presente cuando eso pasaba. Pero era obvio que él la escuchaba, era un vampiro al final de cuentas.

Cuando terminó de vomitar, enjuagó su boca y se mojó la cara. Miró fijamente su reflejo durante un largo momento antes de salir del baño y regresar a la habitación. Se sentó en el borde de la cama cuando comenzó a llorar. Fue entonces que Carlisle regresó y miró a Lydia preocupado. Dejó la comida en la mesita de noche para acercarse a ella.

—¿Qué ocurre, cariño?

Ella se encogió de hombros.

—No lo sé —murmuró entre llantos— de pronto sólo quería llorar.

Carlisle extendió sus brazos y ella sin dudarlo se acercó para abrazarlo con cierta fuerza. Él simplemente la dejó llorar mientras dejaba suaves caricias en su cabello.

Sí, su humor también era muy extraño últimamente y cambiaba muy repentinamente. En un momento podía estar muy feliz, cantando y bailando por todas partes pero al siguiente segundo estaba llorando o enojada por la más mínima cosa que normalmente no le importaría.

Si había algo que Lydia detestaba más que las náuseas, eran esos repentinos cambios de humor.

Cuando se sintió mejor, se separó un poco de Carlisle y lo miró con una pequeña sonrisa. Él dejó un beso en su frente y con ayuda de sus pulgares, limpió los restos de lágrimas.

—¿Aún quieres comer algo? —Lydia asintió— bien, sube a la cama y acomódate.

Ella sonrió mostrando los dientes e hizo lo indicado. Se sentó en la cama y cubrió sus piernas con algunas cobijas. Hacia bastante frío pero era algo soportable. Además, Carlisle había instalado un calefactor en la habitación por si el frío era más fuerte.

Carlisle entonces le entregó lo que había pedido y ella comenzó a comer mientras hablaba de cualquier cosa que se le ocurriera en ese instante.  El hombre escuchaba con atención e intervenía cuando era necesario. Sin embargo, Lydia estaba a mitad de una explicación de por qué los gatos podrían dominar el mundo cuando cerró los ojos y volvió a quedarse dormida. El rubio sonrió, últimamente lo hacía mucho y todos lo notaban. Claro que estaban felices por él, por ambos, en realidad.

Se llevó los platos vacíos y acomodó a su prometida, cubriéndola completamente con las cobijas y ordenando un poco las muchas almohadas que la rodeaban. Finalmente, él también se acomodó a su lado y cerró los ojos para escuchar con atención tanto los latidos de Lydia como los del bebé.

Era probablemente se sonido favorito en todo el mundo.

🫀

Llegó el día de la graduación y toda la familia Cullen estuvo presente, incluyendo a Lydia. Quien inevitablemente se puso a llorar de felicidad. Carlisle se limitó a sonreír y tomarla de la mano.

Luego de la ceremonia y de tomar algunas fotos, Lydia y Charlie Swan se quedaron conversando un momento. El jefe de policía había escuchado que la la chica estaba embarazada pero hacía bastante tiempo que no la veía, sin embargo, lo que le sorprendió fue cuando ella le mencionó que estaba comprometida con Carlisle. Charlie estaba muy feliz por ella, sin duda ambos hacían una excelente pareja.

Sin embargo, Lydia no estaba segura de si era por el embarazo o era su humor normal, pero se sintió un poco mal por Charlie y por todas las decisiones tan precipitadas que Bella había tomado últimamente. Aunque Bella no lo hiciera a propósito, terminaría lastimando a Charlie de una u otra forma y eso no le gustaba a Lydia. Sentía que Bella estaba siendo un poco egoísta y no pensaba en nadie más que en ella. Pero al final de cuentas, era su decisión y Lydia no podía hacer nada al respecto. Sólo seguir apoyando a Charlie en caso de que fuera necesario.

Aún así, no lo dudó dos veces cuando le preguntó al jefe Swan si lo podía abrazar. Aunque Charlie se sintió confundido, accedió gustoso.

Casi cuarenta minutos más tarde, Lydia y Carlisle estaban en el auto de este último. Sabían que los chicos harían una fiesta en casa, por lo que Carlisle decidió llevar a Lydia a cenar algo para darles espacio de divertirse a los recién graduados. Tal vez incluso podrían quedarse a dormir en casa de Lydia y pasar el día siguiente juntos sin que nadie los molestase.

Pero sus planes fueron interrumpidos cuando Edward llamó a Carlisle y tuvieron que regresar a casa por una visión que tuvo Alice. Lydia no quería molestarse por eso, pero en realidad estaba muy molesta. Parecía que no podían resolver nada sin Carlisle, lo que provocaba que ellos no pudieran pasar mucho tiempo juntos, realmente quería que no le importara, pero lo hacía. Y mucho.

Lydia no quería estresarse con lo que fuera que estuviera pasando, por lo que en cuanto llegaron, se fue directamente a la habitación y tomó todo lo necesario para un agradable baño de burbujas. Se encerró en el baño y disfrutó cuanto pudo del pequeño momento, pues su mente estaba hecho un completo lío y no podía dejar de pensar en cosas negativas. Lo odiaba. Y aunque se prometió a sí misma no llorar, no pudo evitarlo en ese momento estando a solas con sus pensamientos. Las lágrimas se derramaban sin parar por sus mejillas mientras se repetía mentalmente que todo estaría bien.

Pero fue en ese momento en que todo comenzó a ir en picada para Lydia. Sinceramente, culpaba al embarazo, pues estaba segura de que nada de aquello le importaría mucho estando en una situación más normal.

Primero, comenzaba a sentir que Carlisle se alejaba cada vez más de ella. No lo culpaba, él era la cabeza de la familia y lo necesitaban... pero ella también lo necesitaba en esos momentos. Claro que jamás se le cruzó por la mente hacerle decidir entre ella y su familia, no sería algo justo. Y temía de la respuesta.

Luego, combinar el trabajo con los síntomas del embarazo comenzó a ser cada vez más agobiante. Además, sin Carlisle en el hospital, en ella recaía la mayor parte de las responsabilidades. Aún recordaba cuando competían por ver quién era el mejor. Ahora ella era la cabeza de ese hospital y sinceramente extrañaba a Carlisle.

En ese momento nunca imaginó que terminaría embarazándose de él y además se casarían. En el pasado se hubiera burlado de ella misma.

Finalmente, recibió la peor noticia del universo. Su madre había fallecido y no fue por culpa de su enfermedad, en realidad, fue por una balacera en un centro comercial que resultó en tragedia. Pero no sólo eso... allí también estaba su padre.

Si antes Lydia se sentía destrozada, ahora mismo sentía que se rompía en pedacitos.

No le contó a Carlisle. No hubo una razón en particular, tal vez que no quería molestarlo cuando la vida de su familia estaba en peligro, pero en ese instante quería simplemente estar sola.

Y eso hizo. Persuadió a Carlisle para irse a su casa, donde trató de relajarse, llorando y comiendo cuanto pudiera. Su mente estaba tan aturdida que no podía ni pensar con claridad, por lo que intentó desahogarse de todas las formas posibles que se le ocurrieron.

Pero lo peor estaba por llegar.





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