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꒰ 026 !

capítulo┊ ✦. :: veintiséis
♡ ﹙cena familiar﹚ ❋  ˚  ݂ ꛒ

Delilah, la madre de Lydia, no dejó de llamar a la chica por toda una semana para tratar de convencerla de ir a una cena familiar. Lydia en realidad no entendía por qué tanta insistencia pero al final accedió a ir. No quería causarle más problemas a Carlisle de los que ya tenía con todo el asunto de Bella, pero el hombre dijo que no había ninguna problema, además serviría como una pequeña distracción por todo lo que estaba ocurriendo.

Aunque era cierto que encontrarse con Lilian, Jonah y su hijo recién nacido tampoco era una idea tan tentadora. Probablemente sólo estresaría más a Lydia y era lo que menos deseaba, aunque él interferiría en caso de que las cosas se pusieran tensas.

Así fue como la pareja viajaba en auto rumbo a Seattle a la recién comprada casa de Jonah y Lilian. Lydia no estaba muy emocionada por conocer este lugar pero sí se sentía muy nerviosa. No porque le emocionara, sino porque temía que su hermana supiera de su embarazo. Era algo que prefería mantener para las personas cercanas a ella y su hermana no era una de esas personas.

Lydia suspiró profundamente una vez que el auto se detuvo frente a una bonita casa de dos piso en una zona bastante agradable de la ciudad. No le sorprendía, con el sueldo de Jonah, podrían comprar otras tres casas iguales con auto para cada una.

—¿Lista? —preguntó el hombre con suavidad, tomando la mano de Lydia.

Ella lo miró con ojos de cachorro. No quería estar allí, ambos lo sabían. Y aunque podrían dar media vuelta, en realidad no lo hicieron.

—Eso creo.

—Podemos irnos si eso es lo que quieres. No tienes por qué estar aquí.

Ella sonrió un poco.

—Estoy bien. Sólo trato de prepararme mentalmente para esto —aunque habló en voz muy baja, Carlisle la escucho muy fuerte y claro.

No lo dudó ni un momento cuando colocó una mano en la mejilla de la chica y dejó un suave beso en su frente para indicarle que todo estaría bien. Aunque Carlisle se consideraba muy pacifista, no lo iba a dudar ni un segundo para defender al amor de su vida.

—De acuerdo. Saldremos del auto cuando te sientas lista y nos iremos en el momento que me lo digas.

¿Podía existir alguien más adorable que Carlisle? Probablemente no.

—Bien. Creo que puedo hacerlo —miró al rubio con mayor seguridad.

Carlisle salió del auto y a paso humano, se dirigió al otro lado para abrir la puerta de Lydia, a quien le extendió la mano y le ayudó a salir del vehículo. Enseguida abrió la puerta trasera para sacar una botella de vino y finalmente ambos caminaron rumbo a la entrada de la casa. Fue el hombre quien se encargó de tocar el timbre, no esperaron más de un minuto cuando la puerta se abrió y vieron la alegre cara de Delilah quien no dudó ni un segundo en envolver entre sus brazos a su hija mayor.

—Que bueno que llegan, la cena casi está lista. Pasen.

Lydia trató de sonreír pero fracasó totalmente. Aún así, se adentraron a la casa, donde Lilian los recibió junto con su bebé que llevaba en brazos.

Miró a su hermana y al esposo de su hermana, a quien descaradamente le sonrió con los dientes y la miró fijamente.

—Gracias por invitarnos a cenar —habló amablemente Carlisle— les trajimos un obsequio.

Le extendió la botella a Lilian y ella se acercó un poco de más al rubio para tomar la botella. Parecía que ni siquiera le importaba que su bebé estuviera en sus brazos.

—Es un genial que hayan venido —habló muy alegremente, aún sin mirar a Lydia— siempre es bueno que la familia se reúna, ¿no es cierto? —dejó salir una risa— pero por favor, pasen y siéntanse como en casa. Por cierto, él es Logan.

Lydia miró al bebé con una sonrisa. El hecho de que no se llevara para nada bien con su hermana y Jonah, no significaba que el bebé tuviera la culpa de algo.

—Me alegro que vinieran —habló Jonah por primera vez— espero que les guste la cena. La preparamos especialmente para esta noche.

Lydia se sintió muy incómoda, por lo que se concentró en su sobrino.

—¿Está bien si lo cargo? —preguntó, aunque no miró a Lilian.

—Sí, claro —habló con indiferencia pero le entregó al bebé— iré a ver el horno, creo que casi está listo todo.

—Pueden pasar a la sala y les avisaremos cuando puedan pasar al comedor —habló Jonah y se fue junto a su esposa para ayudarle con la comida.

Nadie dijo nada, Lilian se marchó y Lydia comenzó a jugar con el bebé mientras caminaban hacia la sala. Era tan pequeñito y su piel era tan suave y frágil. Logan también parecía muy contento de estar en los brazos de su tía. Aunque aún era muy pequeño, sonrió.

—¿Donde está papá? —preguntó Lydia a su madre, pero no dejó de ver a bebé.

—Fue a comprar algunas cosas. Ya sabes que no le agrada mucho Jonah y buscó cualquier excusa para salir en cuanto tuvo la oportunidad.

Lydia dejó salir una risa. Adoraba a su padre.

—¿Quieres cargarlo? —esta vez se dirigió a Carlisle.

El hombre la miró con sorpresa, había cargado a muchos bebés a lo largo de su vida, pero esta vez se sentía diferente. No como algo malo, sino tal vez como algo más íntimo.

Tomó al bebé en sus brazos y comenzó a mecerlo con suavidad. Podía imaginarse a sí mismo cargando a su propio bebé y si fuera capaz de llorar en ese momento, probablemente lo estaría haciendo. Por fin caía en cuenta de que pronto tendría a su propio bebé en sus brazos. Realmente sería padre y era como si por fin se diera cuenta de ello.

Pero entonces, Lydia frunció el ceño y se acercó un poco más a Carlisle y al bebé, notando una peculiar marca en la nuca del infante.

—Iré con tu hermana —habló la mayor y enseguida se retiró.

Lydia miró fijamente a Carlisle sin estar muy segura de si debería hablar o no. Decidió que sí, pero lo haría con voz muy bajita.

—No es hijo de Jonah —murmuró.

Carlisle la miró con sorpresa y confusión.

—¿Qué quieres decir?

—La marca de nacimiento que tiene en la nuca —comenzó a explicar y el rubio miró rápidamente— es la misma marca que tenía el ex de Lilian. El que trabajaba con ella en la editorial y siempre que tenía la oportunidad lo llevaba a la casa. Por eso lo sé.

La marca era muy pequeña y fue por mera casualidad que la vio, pero estaba allí. Aunque no estaba segura de si eso le sorprendía tanto.

Carlisle no supo qué decir. Estaba auténticamente sorprendido pero en realidad no se consideraba nadie para juzgar o criticar a los demás. Aunque estaba seguro de que eso sería todo un escándalo.

—¿Se lo dirás? —habló finalmente luego de un momento de silencio.

Ella se encogió de hombro.

—¿Tú lo harías?

Se miraron fijamente un largo instante, hasta que convenientemente escucharon el timbre de la casa. Seguramente era el padre de Lydia. La chica le dirigió una última mirada antes de ir a abrir. Sonrió al ver a su padre y no lo dudó ni un segundo antes de abrazarlo.

—Tu madre dijo que vendrías, pero sinceramente esperaba que cancelaras al último momento.

Ambos rieron.

—No voy a mentir, lo consideré al menos diez veces mientras veníamos para acá.

El hombre volvió a reír, colocando un brazo en los hombros de la chica y sosteniendo una bolsa de papel en la otra. Se adentraron al hogar, todos se preparaban para el incómodo momento que se aproximaba.

Se encontraron con Carlisle, que seguía con Logan en sus brazos pero rápidamente se acercó al recién llegado para cargar la bolsa que llevaba.

—Déjeme ayudarle con eso —había dicho muy amablemente. No le causó ningún problema llevar la bolsa y al bebé al mismo tiempo.

—Que amable —sonrió Marcelle, sin soltar a su hija— no sé de qué le sirve a Jonah tener tanto dinero cuando no puede tener la alacena llena.

Lydia no ahogó esa pequeña risa, contagiando a Carlisle quien también rió. La chica se separó de su padre y se dirigió a Carlisle para cargar al bebé. No estaba segura de cuánto tiempo le duraría el gusto, así que debía aprovechar mientras tanto.

—Papá, no deberías hablar mal de las personas en su propia casa —comenzó a moverse por la habitación con el bebé en brazos.

El hombre se encogió de hombros.

—Jonah sabe perfectamente lo que opino de él.

Carlisle se dirigió a la cocina para entregarles la bolsa y los otros dos se dirigieron a la sala. Padre e hija se sentaron en uno de los bonitos sofás mientras la chica acomodaba al bebé en sus piernas.

—¿Cómo te has sentido?

—Todo va de maravilla. Trato de llevar todo con calma.

—¿Has pensado en algún nombre?

Ella lo miró con una sonrisa triste.

—No realmente. No hemos hablado mucho al respecto... creo que estamos nerviosos los dos y no sabemos qué hacer. Además tenemos otros problemas de los cuales preocuparnos y siento que no hemos tenido mucho tiempo para nosotros.

Marcelle dejó salir una risa. 

—Aún recuerdo cuando tu madre y yo estábamos en la misma situación. No teníamos ni idea de qué nombre ponerte, principalmente porque no nos poníamos de acuerdo —su mirada se perdió ante el recuerdo— pero justo un día antes de que nacieras... le estaba leyendo un libro a tu madre y apareció. A ambos nos encantó de inmediato. Aunque he de admitir que esa fue la parte fácil, lo complicado llegó después. Pero quiero que sepas que siempre estaremos muy orgullosos de ti, Lydia. Siempre.

Carlisle, que había escuchado todo desde la entrada, se dirigió a ellos cuando Marcelle terminó de hablar para no interrumpir el lindo momento de padre e hija. Tomó asiento junto a Lydia y los tres llevaron una agradable conversación.

Sólo una hora más tarde, los seis estaban alrededor de una hermosa mesa ovalada de madera. El ambiente se sentía más que tenso, nadie sabía qué decir o hacer para aligerar el ambiente pero era obvio que Lilian no tenía ni la más mínima intención de aligerar esa pesadez.

Aún así, pasaron los platos y comenzaron a cenar.

—Has subido un poco de peso, ¿no crees Lydia? —habló Lilian con la boca llena de veneno, luego miró a su esposo— ¿no lo crees, cariño?

Jonah frunció el ceño por un milisegundo, probablemente el único que lo notó fue Carlisle, a quien nunca se le escapaba nada. Pero él ya se estaba molestando por el comentario de Lilian.

Jonah se trabó con sus palabras y optó por beber de su vaso un largo trago. Logan se había quedado dormido y ya lo habían subido a su habitación.

—Digo, siempre has sido muy delgada —continuó Lilian— tanto que parecías enferma pero parece que te has pasado un poco.

Lydia la miró fijamente y luego le sonrió.

—Bueno... es normal subir de peso cuando estás embarazada de cuatro meses y medio.

La sonrisa de Lilian desapareció y Jonah la miró casi molesto. Si antes el ambiente era tenso... ahora lo era mucho más. No quería decirle lo de su embarazo, pero no iba a mentir, le encantó la expresión de ese par ante sus palabras.

—¿Qué has dicho? —Lilian no lo podía creer. Sentía los celos inundando sus venas.

Carlisle tomó la mano de Lydia que estaba sobre la mesa y también sonrió.

—Les íbamos a dar la noticia más tarde, pero parece que Lydia no lo soportó más —improvisó el rubio. Entendía que Lydia se estaba molestando pero no pensó que realmente le diría a su hermana.

Lilian no supo qué decir, probablemente fue mucha su impresión.

—¿Y se van a casar? —preguntó entonces, con un ligero tono de burla. Claro que ella no sabía que ellos ya sabían que se había casado por su embarazo.

—Lo haremos después de que nazca el bebé —explicó Carlisle con calma y una sonrisa iluminando su rostro— ahora mismo lo más importante es la salud de Lydia y organizar una boda podría ser estresante para ella. Pero no se preocupen, les prometo que les llegará la invitación.

Lydia miró a Carlisle con los ojos llenos de brillo. Aunque fuera una mentira... en realidad le emocionaba el hecho de que pudiera casarse con el hombre. Carlisle percibió la forma en que el corazón de la chica se aceleró a causa de la emoción y le dirigió una sonrisa llena de amor.

—¡No te puedes casar! —escucharon a Lilian y Jonah gritar al mismo tiempo.

Los cuatro miraron a la pareja con el ceño fruncido. Jonah se percató de su error, pero Lilian estaba tan enfadada que ni siquiera notó que su esposo había dicho lo mismo que ella.

—¡No es justo! —volvió a gritar pero esta vez poniéndose de pie tan rápido que su silla hizo un fuerte ruido al ser arrastrada hacia atrás— siempre es lo mismo —sus ojos se llenaron de lágrimas.

—¡Lilian! —alzó la voz Marcelle pero la chica lo ignoró.

—Siempre tienes que hundir a los demás, ¿no es cierto? Siempre has sido la favorita de todo el mundo y ahora quieres opacarme teniendo un hijo igual que yo y una boda igual que yo.

Lydia estaba confundida y el enojo comenzaba a inundar sus venas. ¿Cómo se atrevía a decir eso?

—Siempre has querido opacarme con todo lo qué haces —continuó— ay, miren, Lydia ganó un premio, Lydia ganó una competencia, Lydia fue el primer lugar, Lydia estudiará medicina, oh, miren, Lydia se irá a estudiar al extranjero. Oh, Lydia quiere esto, deberíamos dárselo. Lydia es una estudiante sobresaliente. Ah, y ahora se va a casar y tendrá un hijo.  Nuestros padres siempre te prefirieron. ¡Te odio! —gritó con las lágrimas escurriendo de sus ojos como si no hubiera un fin.

—¡Lilian! —Marcelle se puso de pie y golpeó la mesa con sus manos. Todos lo miraron y Lilian se volvió a sentar.

—¿De qué estás hablando? —la miró fijamente con el ceño fruncido— yo no fui la que te hizo la vida imposible. Siempre celebré tus logros y te animaba a seguir esforzándote. Yo no te quité a tu novio, yo no te robé tu vestido de novia, yo no abandoné a tu mascota a mitad de la carretera, yo no saboteé tus proyectos, Lilian. Nunca quise ser más que tú. Y sé perfectamente que nuestros padres nunca tuvieron una preferencia por ninguna, ellos te celebraban tanto como a mi. No sé de qué estás tan celosa —se puso de pie— y gracias por la comida, pero ya nos vamos.

Carlisle también se puso de pie sin dejar de mirar a Jonah que veía de una extraña manera a Lydia, como si también le quisiera reclamar por algo pero se contenía. Lo detendría en caso de que hiciera algún movimiento.

—Sólo quería que volviéramos a ser una familia —murmuró Delilah al borde del llanto— las amo con todo mi corazón a ambas y sólo quería que pasáramos más tiempo todos juntos. Tengo un tumor en el cerebro que es inoperable y no sé con certeza cuánto tiempo me queda de vida.

Hubo un silencio sepulcral. Marcelle colocó una mano en la espalda de su esposa para dejar suaves caricias. Los demás estaban confundidos.

—Mamá, ¿por qué no nos dijiste? —preguntó Lydia casi en un susurro.

La mujer sonrió con tristeza mientras negaba y limpiaba las lágrimas que se acumulaban en sus ojos.

—No quería preocuparlas. Sé que las dos están muy ocupadas y por eso hice todo lo posible para que nos reuniéramos cada oportunidad.

Nadie supo qué decir.

—¿Hace cuánto lo saben? —esta vez habló Lilian con más calma.

—Un par de semanas antes de la boda. Acudí a diferentes hospitales pero todos dijeron lo mismo.

—Mamá, Jonah e incluso yo conocemos a increíbles cirujanos de otras partes del mundo. Si nos hubieras dicho, tal vez... —

—No —habló con suavidad— lo único que más deseaba era poder pasar momentos en familia y no encerrada en un hospital esperando una cura que jamás llegará. Pero ya entendí que es como poner perros y gatos en la misma jaula. No hay forma de que se lleven bien y no quiero que por esto se sientan obligadas. Lamento haberlo entendido tan tarde.

—Carlisle es un excelente cirujano, tal vez él pueda... —

—Lydia —la interrumpió— cariño, está bien. Ya he tomado mi decisión y en caso de que el tumor sea operable hay pocas probabilidades de éxito. No quiero vivir mis últimos momentos en un hospital. Sólo espero seguir viva para conocer a mi otro nieto y si es posible, para estar el día de tu boda.

Con los ojos llenos de lágrimas, Lydia se acercó a su madre para abrazarla.

—Si hay algo que pueda hacer por ti, sólo dilo.

—No te preocupes, cariño. Todo estará bien.

—Por supuesto que sí —dijo Marcelle con una sonrisa— ahí estaremos para conocer a nuestro nieto y el día de tu boda igual que como estuvimos con Lily. Las amamos a ambas.

Lilian limpió su rostro pero las lágrimas no dejaron de salir.

—Lo siento, pero igual creo que lo mejor será que nos vayamos. Esto es muy incómodo.

Delilah sonrió.

—Por supuesto, recuerda visitarme de vez en cuando, ¿bien? Y llama si necesitas algo.

—Lo haré. Lo prometo.

Lydia y Carlisle se despidieron y se subieron al auto pero apenas avanzó un par de calles cuando Lydia le pidió a Carlisle que se detuviera y comenzó a llorar en el hombro del hombre.

Carlisle no dijo nada. No existían palabras en ese momento que pudieran hacer sentir mejor a la chica, así que se limitó a acariciar su espalda con suavidad y dejarla llorar todo lo que quisiera.

Fue una larga noche para Lydia. Y lamentablemente era sólo el inicio de todas sus tragedias.




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