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꒰ 025 !

capítulo┊ ✦. :: veinticinco
♡ ﹙quileute﹚ ❋  ˚  ݂ ꛒ

Los días pasaron con calma. Lydia asistía a sus visitas con su médico y miraba ropa por internet junto a Alice. Pero todos sabían que era la calma antes de la tormenta y más que a nadie, eso tenía muy preocupada a Lydia. A veces sólo quería pedirle a Carlisle que se fueran del pueblo y comenzaran una vida juntos y solos. Pero sentía que era muy egoísta de su parte, así que mantenía sus pensamientos para ella lo mejor que podía.

Aún no tenían rastro del desconocido ni de Victoria, lo que resultaba aún más preocupante pero todos se esforzaban. Aunque era complicado hacer tantas cosas a la vez, no por ser vampiros podían con tanto peso en sus espaldas.

Aquel sábado, la mitad de los Cullen saldrían de cacería y la otra mitad buscaría algunas pistas sobre el paradero de Victoria o del desconocido. Por lo que Bella iría a pasar la tarde con los lobos. Sería la primera vez que Lydia los acompañaría y aunque Carlisle no lo dijo en voz alta, se alegraba de que su novia no estuviera sola mientras estuviera fuera de casa. Al menos tenía la certeza de que con los lobos estaría a salvo. O eso se obligaba a pensar, además, ellos no tenían ninguna razón para dañarla.

Lydia se abrigó muy bien y se subió al auto de Edward, quien condujo durnate algunos minutos y se detuvo junto a la carretera frente a otro auto.

—Bella, no veas a Lydia como tu chaperona. También la tenemos que proteger a ella por si el nómada que entró a tu casa sabe de ella. ¿De acuerdo? —le dijo Edward con bastante calma, como si estuviera hablando con un niño. Casi parecía que así era.

Bella en realidad no había pensado en ello. Como era la única que había estado en constante peligro y al borde de la muerte, no imaginaba que Lydia también podría estar en alguna clase de peligro. Sonaba horrible, pero solo había pensado en ella misma.

—Lo entiendo —habló dando un asentimiento y tratando de sonreír, pero fue más bien una mueca. Por más que lo entendía, en realidad no le gustaba mucho la idea de tener a Lydia cerca.

Los tres salieron del auto y caminaron hacia el hombre sin camisa que los esperaba. Lydia no podía imaginar cómo podía estar si abrigarse, ella se estaba muriendo de frío incluso con todas esas capas de ropa. Aún así, le dirigió una gran sonrisa mientras esperaba a que Bella y Edward terminaran de hablar.

—¿No tiene camisas? —preguntó Edward con molestia. Lydia quiso reír por la pequeña escena de celos, pero se contuvo.

En su lugar, se acercó al moreno quien la miraba con el ceño fruncido.

—Hola, soy Lydia —se presentó— tal vez me conozcas como la doctora Knox. Tu debes de ser Jacob. He oído hablar mucho de ti.

El chico sonrió al notar que era muy amistosa y agradable. Se sintió cómodo de inmediato con ella.

—El mismo —extendió su mano— y creo que sí. Escuché que había nuevos médicos en el hospital. Eres la novia del doctor Cullen, ¿no?

—Si, la misma —liberó una pequeña risa.

Ambos sonrieron y Lydia levantó su mano para estrecharla con la de su contrario. Y entonces todo fue tan extraño. Jacob la miró fijamente con los ojos bien abiertos y sintiendo que su cabeza iba a explotar en cualquier momento. Nunca había experimentado una sensación igual pero de pronto fue como si tuviera una intensa necesidad de cuidar y proteger a Lydia. No era una imprimación, era algo completamente diferente que no era capaz de expresar con palabras.

Tendría que hablar con Sam sobre eso.

—¿Estás bien? —le preguntó la chica con un tono de preocupación.

Ambos se soltaron las manos y Jacob asintió con una sonrisa dentada.

—Sí, lo siento —frunció el ceño— ¿Nos habíamos visto antes?

—No lo creo. Es la primera vez que vengo a esta parte del pueblo.

Asintió.

—Entiendo. Espero que te guste, prometo darte un gran recorrido.

—Muy amable, Jacob.

Bella se acercó con cierta incomodidad pero Jacob no lo pensó dos veces cuando la envolvió en sus brazos para hacer enfadar a Edward. Una vez más, Lydia ahogó su risa.

Finalmente, luego de una pequeña charla sobre lo que harían durante el día, subieron al auto y se dirigieron a la reserva. Era cierto que Lydia nunca había ido a ese lugar, ni cuando era pequeña ni ahora. Recordaba vagamente que su madre se lo había prohibido, tanto a ella como a su hermana y pese a que muchos niños iban allí a divertirse, ellas nunca fueron. No les dio una razón, simplemente fue un rotundo no y nunca preguntaron la razón.

El viaje fue muy tranquilo, con Jacob mirando a Lydia de vez en cuando por el retrovisor para mantener una pequeña charla pero no tardaron más de diez minutos en llegar. Bella fue la primera en salir del auto y luego lo hizo Lydia. Quien miró con maravilla todo a su alrededor, no era nada realmente espectacular, pero era algo completamente nuevo y le encantaba.

—Es la casa de Sam —explicó Jacob, aunque Bella ya lo sabía— ven, te presentaré a los chicos.

Aunque nadie lo vio, Bella frunció el ceño ante la repentina atención que Jacob le dio a Lydia, casi olvidándola por completo. ¿Eran celos? ¿De Lydia? Definitivamente no... ¿o sí?

Los tres entraron a la casa, todos eran muy ruidosos y saludaron con gran emoción a Jacob y Bella. Bella se sintió mejor con la atención recibida, pese a que aparentaba estar incómoda.

—Él es Sam —el nombrado se detuvo frente a ellos. Lydia se sintió intimidada por aquel hombre tan alto y musculoso. A decir verdad, le causó un poco de miedo pero se mantuvo firme.

—Debes de ser Lydia, Jacob dijo que vendrías.

—La misma —le sonrió— un gusto conocerte, Sam. Y gracias por cuidar de Bella y de mi.

—Ni lo menciones. Nuestro trabajo es proteger a los mortales —sonrió de lado sólo un poco.

Lydia extendió su mano, Jacob miró expectante a Sam. Casi como si lo incitara a tomar la mano de la chica. Y así lo hizo. Sam tomó la mano de Lydia pero una extraña sensación le invadió todo el cuerpo. Ya había experimentado lo que era imprimarse y esto era completamente diferente. Pero a la vez era algo parecido. Ni siquiera tenía sentido en su cabeza pero era extraño.

Al igual que Jacob, tuvo esa sensación de querer proteger a Lydia de todo mal posible. No podía explicarlo, simplemente era una sensación que le obligaba a hacerlo. La miró con el ceño fruncido pero rápidamente cambió su expresión y le sonrió.

—Te presentaré a los demás —ambos caminaron sólo un par de pasos y se detuvieron frente a los demás chicos— Son Quill, Paul, Embry, Jared... los más recientes, Leah y Seth. Y mi prometida, Emily. Chicos, ella es Lydia —señaló a cada uno conforme decía sus nombres.

—Un gusto conocerlos —la chica les sonrió con amabilidad. Seguía sin entender por qué usaban tan poca ropa.

—Vamos, vengan a darle la mano. No sean mal educados.

Todos miraron raro a Sam. No estaban muy acostumbrados a hacer eso a menos que fuera un saludo más formal, pero nadie se opuso y cada uno se acercó a saludar a Lydia. Y cada uno de ellos experimentó lo mismo que Sam y Jacob.

Se miraron sin decir nada, pero dando a entender que a todos les había ocurrido lo mismo. Y todos estaban de acuerdo en que la única palabra que describía esa sensación, era "extraño". Seguramente nadie sería capaz de explicarlo con palabras, pero ciertamente no era necesario b

—Lydia, prepare algunas galletas. ¿Quieres? —le ofreció Emily cuando nadie dijo nada.

—Oh, por supuesto. Con mi embarazo no puedo dejar de comer a todas horas.

Todos la voltearon a ver con los ojos bien abiertos y llenos de pánico, casi sin poder creer las palabras que habían escuchado. ¿Había dicho embarazo? Afortunadamente, Emily aligeró el ambiente.

—¿Estás embarazada? —preguntó con emoción.

—Sí. Tengo casi cinco meses. ¿No se nota?

Ambas chicas rieron.

—La verdad es que no lo había notado, tal vez sea por toda esa ropa que llevas puesta.

—Tal vez. Aunque mi panza aún no ha crecido mucho.

—Lydia —le llamó Bella y volteó a mirarla— saldré a dar una vuelta con Jacob. ¿Estás bien aquí?

—Claro, ve a divertirte.

Los chicos no pudieron regresar a su plática pese a que lo intentaron, pues estaban más interesados en la conversación de ambas chicas.

—Disculpa que lo pregunte, Lydia. ¿Estás embarazada de un vampiro?

La nombrada sonrió. Eran hombres lobo, estaba segura de que podría contarles cualquier cosa sin que la mirasen como si hubiera perdido la cabeza.

—Es extraño, ¿no es cierto? —le dio una mordida a la galleta— pero sí. Me embaracé de Carlisle y todo es muy normal. Creo que es debido a que tengo sangre de ángel corriendo por mis venas. Me he hecho un par de ultrasonidos y el bebé está en perfectas condiciones, incluso hemos escuchado sus latidos —explicó con mucha normalidad pero los demás parecían confundidos. La miraban como si estuviera loca.

—¿Sangre de ángel? —fue Sam el que preguntó con auténtica curiosidad, cruzándose de brazos.

Lydia dio media vuelta para mirarlo, aunque no dejó de comer su galleta. Tal vez había hablado un poco de más, pero ya no había manera de retractarse.

—Sí —frunció el ceño— en realidad, quería saber si ustedes saben algo al respecto. Bueno... mi madre me explicó algunas cosas y me regaló un libro pero hay una página que habla sobre los metamorfos, sin embargo... está incompleto. Hay una página arrancada y no supe mucho más al respecto.

Sam ahora tenía mucha más curiosidad pero fue como si de pronto algo hubiera hecho clic en su cabeza y todo tuviera muchísimo sentido.

—Dame un segundo.

Se fue corriendo hacia otra habitación pero no tardó mucho en regresar con un libro.

—Tu libro, ¿era parecido a este?

Lydia lo tomó y abrió en una pagina al azar pasando suavemente sus dedos por las hojas.

—En realidad sí. La letra se ve un poco diferente pero es idéntico. Los dibujos, las palabras... todo.

Sam asintió y miró a Lydia buscando una página. Cuando la encontró, se acercó a ella.

—¿Es eso lo que faltaba? —preguntó.

Ella no respondió pues su atención quedó únicamente en las palabras escritas. Comenzó a leer en voz baja y todos los presentes escucharon con mucha atención.

"Los quileute se acercaron a una tribu humana muy cercana a su locación a quienes les pidieron ayuda en un momento de gran necesidad, cuando los fríos masacraron a su gente. Esta tribu los recibió con los brazos abiertos y les ayudó de todas las formas que les fue posible. Juraron ayudarlos cuando ellos lo necesitaran, pero cuando ese momento llegó, los metamorfos no acudieron a su auxilio y muchos de los humanos que juraron proteger murieron. Entonces fueron maldecidos por la bruja que transformó a aquellos humanos, obligados a proteger con su propia vida a todos los descendientes de los humanos con sangre de ángel, también conocidos como nefilim. No pueden romper esta cadena hasta haber salvado las vidas equivalentes a las que dejaron morir. Nadie sabe el número exacto y probablemente nunca se salde esa cuenta pues los metamorfos sólo reconocerán a los nefilim una vez que ambas especies entren en contacto. Los nefilim, al sentirse traicionado y tener que buscar ayuda de otras personas, decidieron maldecir a los metamorfos pero al mismo tiempo, se ocultaron de ellos..."

—Esto ni siquiera tiene sentido —murmuró Lydia, más para sí misma.

Sam en realidad sí lo había entendido. Para él tenía sentido. Sus antepasados no protegieron a los nefilim cuando más los necesitaban y ahora ellos debían hacerlo. Tal vez era algo más complicado que eso, pero a grandes rasgos eso era lo que daba a entender. Aún no entendía por qué los Quileute no habían ido en su ayuda.

—¿Lydia?

La nombrada miró a Sam y se sorprendió al verlo arrodillándose igual que los demás chicos. Sintió un poco de vergüenza ajena.

—Ey, ¿qué están haciendo? —habló con pánico.

—Te protegeremos con nuestra vida. A ti y a tu bebé sin importar nada. Daremos nuestras vidas por ti.

Ella se sonrojó, sintiéndose aún más avergonzada que antes. Quería que la tierra se la tragara.

—En realidad no es necesario. Por favor, pónganse de pie.

Ellos así lo hicieron.

—Si alguna vez necesitas algo o estás en problemas. Por favor no dudes en pedir nuestra ayuda.

—Lo tendré en cuenta —murmuró nerviosa.

Poco a poco el ambiente se volvió más tranquilo y agradable. Lydia la pasaba bien con los chicos y ellos también con ella. No solo por su obligación que recién descubrieron que tenían, sino que Lydia era realmente agradable y muy divertida. Incluso le dieron ideas de nombres para su bebé.

Además, Lydia disfrutó mucho de la comida de Emily, quien estaba muy encantada de demostrar sus habilidades culinarias a alguien además de los chicos de siempre.

Jacob se enteraría de todo esto más tarde cuando regresara con Bella. Y Bella sentiría un gran sabor amargo en su boca. ¿Cómo era que de pronto Lydia tuviera más importancia que ella? Bueno, no era una competencia pero la mente de Bella funcionaba de una manera que nadie entendía. Y en su cabeza, ella era la única que debía tener el protagonismo.




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