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꒰ 020 !

capítulo┊ ✦. :: veinte
♡ ﹙regreso﹚ ❋  ˚  ݂ ꛒ

Habían pasado poco más de cinco meses y medio. Carlisle y Lydia la habían pasado de maravilla en cada lugar que visitaban y actualmente estaban en Londres. El rubio era probablemente el más entusiasmado por mostrarle tantas cosas a Lydia que el tiempo se le pasó muy rápido.

Era su quinto día en la ciudad cuando su celular comenzó a sonar, lo había estado ignorando toda la tarde pero al darse cuenta de que seguían insistiendo, decidió que era buen momento para atender. Él y Lydia estaban almorzando en un bonito café, bueno, sólo Lydia comía mientras Carlisle le contaba algunas cosas de la ciudad y de los lugares que le faltaban por conocer.

Tomó el celular y frunció el ceño al darse cuenta de que era una llamada de Rosalie y no sólo eso, tenía un millón de mensajes de Alice y Esme. Atendió la llamada con preocupación y Lydia lo miró con interés al verlo tan acelerado.

Dejó de comer su rebanada de cheesecake y esperó a que Carlisle terminara la llamada para preguntarle qué ocurría.

—Entiendo, iré para allá de inmediato —habló con voz sombría, Lydia nunca lo había escuchado usar ese tono— llámame cuando estés con los demás.

Miró a Lydia con ojos de cachorro en cuanto la llamada terminó.

—¿Qué ocurre?

La expresión de Carlisle se ablandó cuando sus ojos dieron con los de la chica.

—Es Edward. Está en problema —parecía decepcionado. No quería irse, no aún.

Sabía que tarde o temprano volverían pero sinceramente esperaba que fuera más tarde que temprano. Habían sido los mejores meses de toda su vida.

Lydia miró a su contrario alarmada. ¿Qué había pasado como para que Carlisle se pusiera de esa manera?

—¿Qué le pasó?

Él negó, un tanto confundido. Rosalie le había dicho todo muy rápido y apenas captó la mitad de sus palabras. Trató de buscar la manera de organizar sus ideas de prisa para explicarle.

—Edward pensó que Bella había muerto pero Alice ya fue a verla y está a salvo. Nadie puede contactar a Edward y Alice tuvo una visión, ella y Bella van rumbo a Italia para detener a Edward —explicó pero resultó confuso para Lydia— Rosalie ya llamó a los demás y nos reuniremos en la casa de Forks pero nosotros estamos más cerca de Italia por lo que veremos a Alice, Edward y Bella en el aeropuerto internacional de Italia. Necesito asegurarme que todos están bien.

Lydia asintió preocupada, el hambre se había esfumado por lo que tomó la bonita mochila que Carlisle le había comprado en su visita a Francia y se puso de pie. Ambos se retiraron del lugar a paso rápido, aunque ambos estaban decepcionados por interrumpir su viaje.

Afortunadamente encontraron un vuelo que iba directo a Italia en dos horas.

Lydia y Carlisle esperaron en la terminal a que los demás llegaran, el rubio ya se había encargado de comprar cinco boletos, el vuelo salía en una hora y media. La chica tomaba con fuerza la mano de su contrario, entrelazando sus dedos mientras miraban a la gente que pasaba. Se habían ido directamente al aeropuerto en Londres por lo que olvidaron todo su equipaje, Carlisle le dijo que él se encargaría de ello. Aunque no había nada realmente importante, tal vez sólo la bonita ropa que había comprado en diferentes países.

Los tres llegaron luego de casi media hora. Lydia notó lo mal que lucía Edward y la forma en que Bella se aferraba a su brazo. ¿Qué rayos les había pasado en esos meses? No la habían pasado tan bien como ella y Carlisle, eso era muy seguro.

Lydia en realidad no prestó mucha atención a la conversación que mantuvieron los otros, y se mantuvo en completo silencio la mayor parte del tiempo pero sin dejar de tomar la mano de Carlisle con fuerza para sentirse segura.

—Aro sabe de Lydia —escuchó a Alice susurrar— leyó nuestras mentes y parecía bastante interesado por ella pero ya que el centro de atención eran Bella y Edward no dijo mucho al respeto.

—Debemos tener cuidado —fue Edward el que habló— mientras sigan centrados en Bella, los Vulturi olvidarán a Lydia.

Carlisle parecía nervios, Edward ya estaba al tanto de toda la situación con solo leer la mente del rubio, algo que no le gustó. Si Aro volvía a leer su mente, Lydia estaría en terrible peligro.

El viaje en vuelo también fue silencioso y Lydia durmió en el hombro de Carlisle la mayor parte del tiempo. No esperaba regresar tan pronto pero estaba feliz de volver a casa, sobretodo con Carlisle. Las vacaciones fueron geniales pero también necesitaba regresar al trabajo y no perder su ritmo habitual. ¿Le regresarían su antiguo trabajo? Carlisle mencionó que él arreglaría todo.

Faltaba una hora para llegar, cuando Bella comenzó a hablar entre dientes sobre los hombres lobo, Lydia la escuchó con interés aunque sin mirarla directamente. Bella estaba sentada junto a Edward en los asientos de enfrente. Carlisle miró rápidamente a Lydia, ambos pensando en lo mismo pero sin decir nada al respecto.

Edward los miró por el rabillo del ojo, leyendo sus pensamientos y entendiendo todo de inmediato. Tampoco dijo nada y Carlisle estaba seguro de que no se lo diría a nadie, ni siquiera a Bella.

🫀

Lydia suspiró profundamente al llegar a la casa Cullen. Los demás ya estaba allí y aparentemente habían limpiado y acomodado todo. Los recibieron con los brazos abiertos a excepción de Evander, quien tenía una mirada de desagrado, como si supiera algo que los demás no. Al menos, esa fue la mirada que le dirigió a Bella, pero sonrió al ver a Lydia y se acercó a ella para conversar un poco de cómo había sido su viaje. Fue una conversación bastante extensa mientras los demás se ponían al día.

Eran casi las diez de la noche cuando Edward llevó a Bella a su casa pues Charlie se había vuelto completamente loco por la repentina partida de su hija y Edward había decidido darle alguna clase de explicación convincente.

Casi a media noche, Carlisle y Lydia se dirigieron a la casa de esta última. Al rubio le hubiera encantado que se quedara en casa pero no tenía un lugar donde ella pudiera dormir cómodamente o en general, ningún lugar para dormir. La sala no era una opción muy buena.

Al entrar a su hogar, se percató de todas las cajas que había mandado desde Minessota, ya tendría tiempo para acomodar todo y hacer que su hogar se sintiera un poco más hogareño y menos vacío.

Lydia se acomodó en su cama, una que había extrañado muchísimo y Carlisle se acostó a su lado. Hubo un cómodo silencio, donde ambos disfrutaban de la compañía del otro.

—¿Te arrepientes de regresar? —preguntó Carlisle en voz suave y baja.

Ella negó.

—En realidad no —sonrió— mientras esté a tu lado, no me importa el lugar donde estemos. Si es una isla a mitad del océano o la punta de una montaña con una tormenta de nieve o el medio de la jungla. Estoy feliz de estar contigo y sólo contigo.

Si Carlisle pudiera llorar, lo habría hecho. No recordaba la última vez que alguien le hubiera dicho algo tan hermoso. Amaba con todo su ser a Lydia. Ni siquiera era capaz de expresar con palabras lo mucho que la amaba y adoraba.

Hubo un corto momento de silencio, Carlisle besó la cabeza de la chica con suavidad antes de hablar.

—Siempre que estoy a tu lado me siento más humano, Lydia —habló en voz baja— Y odio admitir lo mucho que me gusta.

Ella levantó la cabeza para mirarlo a los ojos. Sonrió con cierta ternura.

—Eres humano, Carlisle. Y nadie puede decir lo
contrario.

Él también sonrió. Le encantaba esa sensación de sentirse vivo a su lado.

—Te amo, Lydia.

—Y yo te amo a ti, Carlisle.

Volvieron a acomodarse en la cama. Lydia dejó salir un largo suspiro antes de volver a hablar.

—Carlisle, lo estuve pensando desde hace unos días y sé que llegamos a un acuerdo, pero... —agarró con fuerza la playera del hombre— tal vez lo mejor sea decirle a tu familia lo que descubrimos. No quiero ponerlos en peligro por mi culpa y ellos tienen derecho a saberlos. Confiaron en mí y me hace sentir culpable el ocultarles algo tan importante.

Él también lo había pensado pero no le encantaba para nada la idea.

—Si es lo que quieres, les diremos.

Ella asintió con su cabeza recargada en el pecho del hombre.

—Sí, eso quiero.

—De acuerdo, cariño. Hablaremos con ellos.

Lydia sonrió y cerró los ojos. Se sentía extrañamente contenta. Carlisle también cerró los ojos para disfrutar del sonido de los latidos del corazón de su amada y de la calidez que irradiaba.

Por primera vez en mucho tiempo, le temía al futuro. Deseaba que ese momento fuera eterno. Sólo ellos, sin preocuparse, sin problemas, sin dramas. Sólo ellos.


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