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꒰ 018 !

capítulo┊ ✦. :: dieciocho
♡ ﹙la verdad﹚ ❋  ˚  ݂ ꛒ

Lydia despertó dándose cuenta de que por primera vez en semanas había dormido mejor que nunca en toda su vida. Se sentía tan relajada y con la mente en paz, además las cobijas eran muy cálidas y no sintió ni un poco de frío en la noche cuando comenzó a nevar o en la madrugada que era cuando la temperatura bajaba más.

Sin embargo, también se dio cuenta de que estaba sola en la cama. No había notas o algo parecido que le indicara a dónde había ido Carlisle pero le restó importancia, tal vez el hombre quería seguir hablando con su familia.

Se levantó de la cama y se percató de que no sólo las cobijas eran cálidas, también lo era la pequeña habitación gracias a la calefacción que Carlisle había encendido en la noche cuando se fue a dormir.

Su maleta ya estaba en la habitación junto a la de Carlisle, la abrió para buscar ropa limpia y entrar al baño, sin embargo, no tenía algo lo suficientemente cálido para el clima de Alaska. Adentro de la casa era cálido, pero si salía, definitivamente se iba a congelar.

Un suave golpeteo en la puerta la hizo sobresaltarse. Rápidamente se dirigió a abrir, se encontró con unos bonitos ojos dorados pertenecientes a la chica que conocía como Kate. Ella le sonrió con amabilidad.

—Espero que hayas descansado bien.

—Sí, gracias.

—Carlisle se fue con Eleazar más temprano a cazar —explicó— pero te traje unas prendas que tal vez te queden. Carlisle mencionó que no habías empacado mucha ropa cálida y ya que nosotras sólo la usamos por apariencia, pensé que te sería de más utilidad que a nosotras.

Se avergonzó de inmediato pero aún así sonrió y aceptó la ropa con gusto.

—Muchas gracias, Kate.

—Carmen te está preparando algo para desayunar. Cuando estés lista, te espera en la cocina.

—No debieron molestarse, de verdad —abrazó las prendas que Kate le había dado.

—Está bien. Carmen se divierte mucho usando la cocina por primera vez. Se la pasa viendo recetas en la televisión.

Lydia sonrió con timidez y se limitó a asentir.

—Gracias. Bajaré en un momento.

Kate volvió a sonreír antes de irse en silencio. Lydia regresó a la habitación para cambiarse y mirar con cuidado cada prenda que Kate le había dejado. En realidad todo era muy bonito y parecía muy cálido y perfecto para el clima tan gélido.

Terminó de vestirse, salió de la habitación y se dirigió al baño. Unos minutos después ya estaba en la cocina, sentada en la bonita isla mientras miraba con interés la decoración que no había notado el día anterior. Carmen estaba muy entusiasmada preparando algo que Lydia no alcanzó a ver pero qué olía realmente bien. Ambas mujeres entablaron una pequeña conversación solo para pasar el rato sin silencios extraños o incómodos.

Cuando Carmen dejó el plato lleno de comida frente a Lydia, ella lo observó con los ojos llenos de brillo. Lucía exquisito. Comenzó a comer, dándose cuanta de que el sabor era mejor de lo que imaginaba. Carmen sonrió orgullosa por su buena cocina, además estaba aún más animaba a preparar más platillos para Lydia.

Luego del desayuno, Lydia se levantó para lavar todos los platos y aunque Carmen le dijo que no era necesario, la chica insistió pues no quería causar más molestias. Más tarde, Lydia estaba frente a la casa mirando el hermoso paisaje mientras el frío viento golpeaba contra sus mejillas que ya se habían tornado de color rojo igual que su nariz.

Sacó su celular del bolsillo y miró por un largo tiempo el contacto de su madre, bastante indecisa en sí debería llamarla o no. De todas maneras no sabía qué decirle. Al final decidió apretar el botón de llamada, no quería posponer por más tiempo todo ese asunto.

Sin embargo, su madre no atendió el teléfono. No era algo extraño pues nunca atendía pero tenía esa pequeña esperanza de que tan siquiera su padre fuera el que contestara. Llamó entonces al celular de su padre, pero fue el mismo resultado. Lo intentaría de nuevo más tarde o al día siguiente.

Los hombres no regresaron hasta el día siguiente. Fue el mismo tiempo en que Carmen le mostró toda la casa a Lydia mientras Kate se dedicaba a entablar una larga conversación con ambas, interesada por el trabajo de Lydia.

Carlisle regresó como nuevo. Parecía menos cansado y con más energía que cuando llegaron. Tal vez le hacía falta eso de la cacería, pero en cuando llegaron los hombres, fue el turno de las chicas para irse a su propia cacería.

—Mis padres no contestan el teléfono —le había dicho Lydia a Carlisle. Ambos estaban sentados en el bonito sofá color crema.

—¿Has intentado llamar a tu hermana?

Ella lo miró mal pero Carlisle sólo soltó una risa.

—Ni siquiera se me ocurrió. En realidad no es extraño que mis padres no atiendan el teléfono pero les he intentado llamar desde ayer y nada. Mi madre ya habría regresado la llamada.

Carlisle la acercó a su pecho.

—¿Quieres que váyanos a buscarlos? Pensaba irnos de aquí en dos semanas, pero si te preocupa podemos irnos ahora mismo.

Ella negó.

—No, está bien. Me gusta aquí. Todos han sido muy amables y pareces contento.

Ambos sonrieron al mirarse.

—Nos podemos quedar sólo una semana y después tomaremos un vuelo a Florida.

Ella asintió.

—Crees... ¿podríamos ir a Minnesota? Quisiera ver mi antiguo departamento y tal vez venderlo ahora que no me sirve de nada.

Él la miró fijamente por un instante para luego dejar un casto beso en su frente.

—Por supuesto.

🫀

Tal como había prometido Carlisle, una semana después, Lydia se estaba despidiendo de la familia Denali. Kate le hizo prometer que llamaría de vez en cuando y Eleazar le pidió que le informara más al respecto sobre su condición cuando supiera qué rayos ocurría.

Definitivamente, Lydia los iba a extrañar. Había convivido poco tiempo con ellos pero la había pasado de maravilla en ese tiempo. Todos la habían hecho sentirse muy cómoda y bienvenida.

Y entonces, Lydia y Carlisle se detuvieron frente a la casa de los padres de la chica. Era de noche, pero aún así el clima era bastante cálido.

Lydia llamó un par de veces, se sintió aliviada al ver a su madre del otro lado de la puerta, quien rápidamente la estrechó entre sus brazos con un fuerte abrazo. No se quedó atrás con Carlisle, a quien también le dio una cálida bienvenida y los invitó a pasar, llamando a gritos a su esposo desde la entrada.

—Quería avisarte que vendría pero no atendías tu celular y papá tampoco.

Se sentaron en la bonita sala de estampado floreado. A comparación con el hogar de los Denali, era una casa más pequeña y hogareña, sin tantos lujos. Delilah dejó salir una risa nerviosa.

—Bueno, tu padre y yo fuimos a dar un paseo en barco y ambos guardamos los teléfonos en mi bolso... lamentablemente terminó en las profundidades del mar y no hemos ido a comprar nuevos.

Lydia dejó salir una risa.

—Mañana mismo iremos a comprar uno nuevo para cada uno. Estaba tan preocupaba de que no atendieran y como no tienen teléfono fijo porque papá odia que llamen los del banco, estaba muy preocupada.

Marcelle entró a la pequeña sala soltando un gran bostezo pero sonrió al ver a su hija a quien rápidamente abrazó con fuerza. Luego saludó a Carlisle con un fuerte apretón de manos. Lydia notó que su madre despertó al hombre pues se notaba algo hinchado de la cara y con los ojos aún somnolientos.

—Cariño, ¿podrías preparar un poco de café? —le preguntó Delilah a su esposo.

Él asintió y sin decir palabra alguna, se dirigió a la cocina como si fuera alguna clase de zombie, Lydia quiso decirle que no era necesario pero al final se quedó callada. Carlisle simplemente miraba todo a su alrededor, maravillado por la gran cantidad de fotos y diplomas que adornaban las paredes. Los diplomas pertenecían a Lydia, todos antes de que entrara a la universidad y las fotos eran del par de hermanas, desde que eran unas recién nacidas hasta la fecha. Había una de la boda de Lilian donde aparecían ambas familias, Carlisle recordó lo incómoda que estaba Lydia cuando tomaron esa foto.

—¿Sabes algo de Lilian? —se animó a preguntar Lydia aunque sólo era para hacer algo de conversación antes de llegar al punto que le interesaba realmente.

—No mucho, hablé con ella antes de que perdiera mi teléfono pero sabes que nunca fue muy comunicativa. Lo último que supe es que ya había encontrado una casa con Jonah y los malestares del embarazo habían empeorado —Delilah pareció decepcionada al mencionar la palabra "embarazo".

—Entiendo. Supongo que seguirán viviendo en Minnesota, ¿no? Jonah era el director del hospital y no creo que quiera perder ese trabajo por nada del mundo.

—No estoy del todo segura pero recuerdo que Jonah mencionó algo de un traslado a Seattle. Le ofrecieron ser jefe de especialidad. Aunque no entiendo por qué lo aceptó si en su hospital ya era el director.

Lydia se quedó blanca. Eso estaba muy cerca de Forks. Casi pone los ojos en blanco y resopla, pero se resiste. Carlisle lo notó y trata de tranquilizarla poniendo una mano en su rodilla. Realmente ayuda.

—Mamá... sobre lo que me dijiste en la boda de Lilian... —

Delilah se aclara la garganta y se acomoda en su asiento con incomodidad. Le dirige una rápida mirada a Carlisle pero sonríe al ver a su esposo llegando con una charola y unas tazas.

—Lo siento, pero los tendré que dejar. Mañana debo ir a trabajar y necesito dormir. Mañana hablaremos con calma.

Lydia se levantó para abrazar una vez más a su padre, quien con mucho gusto le regresó el abrazo.

—Descansa, papá.

Marcelle subió las escaleras con cansancio. Parecía un zombie.

Por su parte, Delilah tomó una de las tazas y le dio un gran sorbo al café que estaba tibio. Justo como le gustaba. Luego se puso de pie y buscó en el librero que estaba detrás de ella. Sacó un libro que le entregó a Lydia.

—Sabía que vendrías por esto algún día —se acomodó en el sillón individual— desde pequeña siempre supe de la existencia de los seres sobrenaturales. Yo nunca les enseñé sobre eso porque en realidad nunca vi uno real —miró a Carlisle— hasta el día de la boda de tu hermana. Además, como te fuiste de intercambio, pensé que jamás regresarías a Forks y así nunca tendrías que lidiar con todo eso.

—¿Mamá? —la miró con el ceño fruncido.

—Sabes que tanto tu padre como yo crecimos en Forks. Tu padre no cree en nada de esto pese a que también fue criado sabiendo de la existencia de vampiros, hombres lobo, brujas, fantasmas y cualquier ser sobrenatural que te imagines. Su familia desciende de cazadores, por lo qué hay un poco de eso en tu sangre. Por otro lado, mi familia... al principio eran humanos normales, sin nada especial, pero que eran constantemente aterrorizados por estas criaturas. Entonces hicieron un trato con unas brujas para buscar la manera de mantenerse a salvo. Las brujas son buenas personas, todo lo contrario a lo que se dice en la ficción, las brujas ayudaban tanto a humanos como a seres sobrenaturales porque eran bondadosas. Y para ayudar a nuestra familia, mezclaron nuestra sangre con la sangre de un ángel —Lydia la miró anonadada, Carlisle escuchaba cada palabra con atención— en pocas palabras... eres una nefilim cazadora. Tu hermana y tu lo son aunque ella no tiene ni idea y nunca lo sabrá ahora que está completamente alejada de este mundo.

—¿Nefilim?

Delilah asintió.

—La historia es que nuestros ancestros buscaban la manera de pasar desapercibidos por todas las criaturas. Querían vivir en paz y por ello acudieron a las brujas. Ellas encontraron la manera de ayudarnos y por ello ningún ser sobrenatural puede captar nuestro aroma. Sin embargo, había una excepción. Se supone que era algo extremadamente raro, pero mencionaron que si alguna vez un ser sobrenatural podía detectar el aroma de un nefilim, era porque había una conexión especial. Varía según el tipo de criatura del que hablemos pero... en pocas palabras, es su alma gemela —sonrió un poco— nunca pensé que te pasaría a ti, Lydia.

Asintió en comprensión. Entonces eso era. En su cabeza aún no tenía mucho sentido pero en realidad tenía mucho sentido. Había sido mucha información para ella en tan poco tiempo. ¿Realmente tenía sangre de ángel corriendo por sus venas? Ahora mismo tenía mucha más curiosidad al respecto.

—¿Qué es este libro? —recordó que su madre se lo había dado sin decir nada.

—Oh, son las leyendas de las que te hablé, pero más extensas y tal vez lo entiendas mejor que mi explicación. No recuerdo exactamente las historias pero si te interesa saber, ahí encontrarás todo.

Carlisle también estaba impactado por la revelación. No tenía ni idea de que existieran los nefilim. Cuando estuvo con los Vulturi, se corrió el rumor de humanos con sangre de ángel. Aro había estado muy interesado al respecto, quería probar ese tipo de sangre pero siempre se quedó sólo como un rumor. Si Aro se enteraba... no, ni siquiera quería pensarlo. Nadie más podía saberlo.

Ni siquiera Eleazar. Confiaba en el, pero había la posibilidad de que se corriera el rumor sin querer y no necesitaba eso, porque significaba poner en peligro a Lydia. La cazarían sin dudarlo. Probablemente ni siquiera se lo diría a su familia.

No escuchó el resto de la conversación entre las dos mujeres pues estaba bastante inmerso en sus propios pensamientos. Nadie debía saberlo. Nadie.





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