꒰ 010 !
capítulo┊ ✦. :: diez
♡ ﹙partido de béisbol﹚ ❋ ˚ ݂ ꛒ
Carlisle sabía que estaba rompiendo un millón de reglas por salir con Lydia. Sabía que la ponía en peligro y que debería haberla alejado desde el primer momento en que se sintió atraído a ella.
Pero, ¿por qué? Había vivido lo suficiente para saber que estaba enamorado, ¿y por qué renunciar a ese sentimiento? Él también quería ser feliz, quería ser egoísta por un momento y tomar lo que quería. Amaba a Lydia y nunca la dañaría, la protegería con su propia vida de ser necesario.
Sólo quería amar y ser amado.
Obviamente también amaba a su familia y no los quería poner en riesgo, pero la mayoría habían estado de acuerdo en la relación de Carlisle incluso Rosalie, lo que no era algo normal.
Sólo quería disfrutar eso mientras le fuera posible.
Cuando el sábado llegó, Lydia despertó bastante temprano. Había dormido de maravilla luego de un pesado turno en el hospital y estaba emocionaba por el partido de esa tarde. Carlisle se lo había recordado la noche anterior con cierto entusiasmo.
Abrió su ropero medio vacío recordando que apenas había empacado un par de maletas con su ropa y ya que vivía en el hospital, no tenía mucho de dónde escoger. Hacía meses que se había dicho a sí misma que iría a Seattle de compras pero por una u otra razón, no lo había hecho.
También recordó que la mayoría de su ropa estaba sucia, no había lavado nada en dos buenas semanas y ahora se odiaba a ella y su pereza.
Buscó algo más o menos descentre, después de todo, no sólo era un partido. Iba a conocer oficialmente a la familia de Carlisle y aunque nunca le importó agradar a la gente, era diferente ahora. Quería agradarles a ellos. Al menos ya conocía a Esme y Emmett y hasta donde estaba enterada, no la odiaban.
Encontró entonces unos leggins negros que estaban afelpados por dentro, los acompañó con una blusa blanca de tirantes y encima un suéter color rosa palo. Dejó afuera su cazadora verde militar y un gorro de lana. Estaría lo suficiente cálida para andar a mitad del bosque. También eligió un par de botines negros muy cómodos para andar por la tierra y finalmente arregló su cabello y se aplicó un poco de maquillaje. El mismo que usaba para los días normales de hospital. No quería que fuera demasiado pero tampoco quería parecer tan demacrada por las largas horas de trabajo en el hospital y las pocas horas de sueño.
Se miró en el espejo, dándose cuenta que su atuendo no estaba nada mal. De hecho le gustó mucho y se dio ánimos. Aunque no volvería a aplazar el lavado de su ropa otra vez.
Cuando llamaron a la puerta, se quedó congelada por un segundo sintiendo que su estómago se revolvía. Corrió escaleras abajo y cuando abrió se encontró con un muy sonriente Carlisle.
—Hola —saludó.
—Hola, pasa. Sólo subiré por mi cazadora.
El hombre la tomó con suavidad del brazo y la atrajo hacia él para darle un rápido beso. Ella se alejó con una sonrisa y fue corriendo escaleras arriba. No se acostumbraba del todo a esas muestras de afecto, pero sin duda le encantaban. Carlisle era siempre muy cuidadoso. Y se percató de que el hombre usaba una camisa a rayas, típica de los jugadores de béisbol junto con una bonita bufanda azul.
Cuando salieron de la casa de la chica, Lydia se percató que frente a su entrada no estaba el bonito mercedes de Carlisle, en su lugar había una Hummer 4x4 color amarillo y negro bastante llamativa.
—Debemos recorrer un tramo por el bosque y es más fácil con esto —explicó el rubio.
—Es bonita —la miró con terror. No quería que su torpeza apareciera de pronto y se resbalara de esa cosa. No es que fuera torpe regularmente pero, a veces pasaba.
Afortunadamente, Carlisle le ayudó a subir y también le ayudó a ponerse las correas de seguridad pues no sólo era un cinturón. Lydia se sintió entonces más tranquila y disfrutó del pequeño viaje, casi olvidando a dónde se dirigían.
—Hoy estás muy silenciosa —observó Carlisle con una sonrisa.
Ella lo miró rápidamente pero no le devolvió la sonrisa, más bien fue una mueca que intentaba ser una sonrisa.
—Bueno... estoy nerviosa —dijo, pero ese tono que usó no era de alguien nervioso. Carlisle detectó enseguida la mentira.
Colocó una mano en la pierna de la chica e hizo pequeños círculos con su pulgar.
—¿Qué sucede, Lydia?
Ella desvió la mirada un momento, luego suspiró profundamente para comenzar a explicar.
—Mi madre me llamó anoche. Llama siempre que puede y desde hace un mes es para exactamente lo mismo —miró al hombre a su lado que estaba más atento a ella que al camino— quiere convencerme de que vaya a la boda de Lucy. Le he dicho un millón de veces que no quiero estar ahí pero ella no para de insistir y... anoche me cansé y le dije que iría aunque estoy planeando decirle a uno de los pacientes que me contagie para no ir.
—¿Cuando es la boda?
—La próxima semana. Y si voy, será demasiado incómodo, todo el mundo sabe lo que pasó y no necesito miradas de pena sobre mi o más incomodidad en mi existencia.
—Puedo ir contigo —sugirió como si nada.
Ella lo miró sorprendida.
—Oh, no. No, no, no —puso su mano sobre la de Carlisle que seguía en su pierna— quiero decir, no es necesario. Lucy y yo siempre tuvimos una relación complicada y no creo que ella me quiera en su boda o tal vez quiera que vaya solo para restregarme en la cara lo que hizo.
—No estás obligada a perdonar a quienes te hicieron daño, Lydia. Ni a Lucy ni a Jonah. Pero tal vez tu madre quiere que estén juntos en este día tan importante para tu hermana —tomó su mano y besó sus nudillos— podemos ir, hacer acto de presencia e irnos el mismo día. Además, podría conocer a tus padres.
Lydia sonrió. Carlisle siempre tenía las palabras adecuadas.
—De acuerdo. Pero si te arrepientes, puedo inventar alguna enfermedad muy extraña y altamente contagiosa para no ir.
Fue el turno de Carlisle para reír.
El viaje fue bastante tranquilo con Lydia hablando sobre sus padres. Y cuando se dieron cuenta, ya habían llegado.
—¿Lista?
—Eso creo —suspiró con una sonrisa.
Carlisle le ayudó a quitarse los cinturones y con una velocidad inhumana abrió la puerta del copiloto para ayudarla a bajar.
Desde donde estaban, Lydia observó a la familia de vampiros que esperaban a que todos llegaran para comenzar. Carlisle tomó la mano de la chica, entrelazando sus dedos y dándole un suave apretón para darle ánimos.
La familia de vampiros se reunió con una sonrisa para recibir a la pareja recién llegada.
—Lydia, esta es mi familia. Ya conoces a Alice, Esme y Emmett —Lydia los saludo con un movimiento de mano y una sonrisa— él es Evander, el esposo de Esme.
El nombrado dio un paso al frente con una gran sonrisa y extendió su mano en dirección a la chica.
—Lydia, es un placer. Tenía muchas ganas de conocerte —Lydia estrecho la mano de Evander con una gran sonrisa.
—Lo mismo digo.
—Si algún día necesitas asesoría legal o un abogado, no dudes en llamarme.
Ambos rieron. Lydia decidió que le agradaba Evander.
—Lo tendré en cuenta.
—Creo que antes habías visto a Rosalie en el hospital —la señaló con su mano. La chica rubia era realmente hermosa, Lydia la recordaba vagamente pues en aquella ocasión había salido corriendo.
Rosalie dio un paso al frente y frunció el ceño. Se acercó peligrosamente a Lydia y olió su cabello. Lydia apenas pudo reaccionar pero no se movió de su lugar.
—Es extraño, casi no tiene aroma —se alejó de Lydia con una pequeña sonrisa y extendió su mano— Rosalie.
—Un placer —murmuró tomando su mano.
—Es cierto —escucharon una voz masculina.
—¿Jasper? —le habló Carlisle.
—Su aroma... casi no lo pude detectar hasta que se acercaron y aún así es apenas perceptible.
Lydia miró a Carlisle en una clase de explicación pero él también parecía confundido.
—Él es Jasper —el nombrado se acercó bajo la mirada curiosa de toda su familia. Normalmente le costaba trabajo estar cerca de los humanos.
Pero aún así, extendió su mano y Lydia la tomó con gusto.
—Hola, Jasper.
—Un gusto, Lydia. Alice no ha parado de hablar de ti desde que te conoció.
Lydia miró a la chica que fue aquella vez al hospital a entregarle algo a Carlisle. Estaba muy sonriente y casi como si hubiera estado esperando su turno, abrazó a Lydia.
—Creí que era porque estaba en el hospital, pero Jas y Rose tienen razón —la tomó de los hombros y olfateó su cuello— Jasper podría estar cerca de ti y no pasaría nada.
—Alice —llamó la atención Carlisle.
—Lo siento.
Regresó junto a Jasper dando saltitos y Carlisle se acercó de nuevo a Lydia, pasando su brazo por sus hombros. Él tampoco había notado que el aroma de Lydia era imperceptible para los demás vampiros. Él lo había percibido desde una distancia bastante considerable el día que la conoció y podía saber cuando estaba cerca o se había alejado mucho.
—Solo esperamos a que lleguen Edward y Bella.
La familia se dispersó, volviendo al pequeño campo improvisado para "calentar" y bromear entre ellos.
—Si no fueran todos unos vampiros, les ganaría en un partido de béisbol —comentó la chica divertida mientras caminaba junto al hombre por el campo— soy una buena jugadora.
—¿Hay algo que no sepas hacer?
Se encogió de hombros.
—Supongo que no, soy muy buena en todo.
—No tengo duda de eso —dejó un beso en su frente.
Edward y Bella no tardaron en llegar. Lydia notó lo incómoda que parecía Bella y no la culpaba pero realmente parecía que quería que la tierra la tragara en ese momento. Ahora que lo pensaba, no había visto a Bella desde que tuvo aquel accidente en la escuela y casi siempre era a Charlie a quien encontraba por ahí.
—Lydia, él es Edward —la presentó cuando estuvo cerca.
—Hola —saludó animadamente.
En comparación con Bella, Lydia era más entusiasta y activa. Lo que era raro pues Bella era bastante más joven que Lydia. Edward notó que los pensamientos de la novia de su tío eran muy positivos, no ruidosos pero llenos de entusiasmo. De hecho, no le molestaba que sus pensamientos perturbaran su mente.
Entonces el partido comenzó. Esme le pido a Bella ser la árbitro y Lydia se quedó a un lado mientras gritaba y animaba al equipo de Carlisle. Emmett sonrió ante el entusiasmo de la chica que resultaba contagioso.
La primera en batear fue Rosalie que desafortunadamente quedó fuera y le dedicó una horrible mirada asesina a Bella cuando pasó a su lado.
El siguiente en batear fue Carlisle, Lydia gritó con mucha fuerza para darle ánimos y gritó aún más cuando consiguió el punto. Corrió a abrazarlo cuando terminó la carrera y saltó sobre él para darle un gran beso en la mejilla.
—Si esta es mi recompensa por ganar, supongo que seguiré así —murmuró contento.
—Creo que después de todo no eres tan mal jugador como pensé.
—Por favor, busquen un hotel —les gritó Emmett quien le lanzó la pelota a Alice.
Carlisle le dio un rápido beso en los labios a la chica sin dejar de sonreír y Lydia se separó de Carlisle no tan avergonzada como debería y siguió animando al equipo. Su felicidad realmente era contagiosa, por el contrario de Bella que no parecía ni un poco divertida.
—¿Puedo lanzar la pelota? —miró con ojos de cachorro a Carlisle y él miró a Alice.
—¡Claro! —contestó la chica desde su lugar y se acercó rápidamente a Lydia para darle la pelota— debes lanzarla cuando te de la señal.
—De acuerdo.
Lydia sonrió aún más y se dirigió al lugar correspondiente. Evander y Emmett gritaron dando ánimos a la chica.
Evander era el siguiente en batear por lo que rápidamente tomó su posición y esperó a que lanzaran la pelota.
—¡Ahora! —gritó Alice y Lydia la lanzó con toda la fuerza que un humano promedio poseía. Pero era suficiente para lanzarla lejos.
Fue realmente emocionante para Lydia ver todo desde esa posición y aunque no era del equipo de nadie, animó a ambos bandos desde su lugar.
—Buen tiro —felicitó Evander luego de dar la vuelta completa. Chocaron palmas y Lydia dejó que Alice volviera a tirar la bola.
Carlisle no podía estar más feliz. Lydia y su familia estaban conectando de maravilla, era más de lo que hubiera deseado. Todos la estaban pasando verdaderamente genial. Al menos hasta que Alice gritó pidiendo que se detuvieran.
Rosalie había bateado pero nadie había comenzado a correr cuando se reunieron en forma de protección a las dos humanas.
—Bella, suéltate el cabello —le había dicho Edward a su novia y ella muy preocupada hizo lo indicado.
—Es inútil, la huelo desde el otro lado del campo —habló Rosalie ligeramente molesta.
—Lydia, quédate detrás de Emmett. No se darán cuenta de tu presencia a menos que estén muy cerca.
La chica asintió sin saber lo que pasaba pero Emmett la tomó de los hombros y la hizo caminar un poco hacia atrás protegiéndola con su cuerpo. Era enorme y cubría casi por completo a la chica.
Asomó un poco la cabeza sólo para enterarse de lo que ocurría y entonces vio a tres personas que se acercaban. Los tres estaban descalzos y tenían sus ropas rotas pero no dejaban de lucir hermosos. Seguramente eran vampiros.
Carlisle fue el que encabezó a la familia, estaba preocupado por Lydia pero no iba a permitir que nadie le hiciera daño.
Se presentaron como Laurent, Victoria y James. Aparentemente, ellos eran los culpables de las últimas muertes que ocurrieron en el pueblo. Lydia decidió entonces que no les agradaba en lo absoluto. También se dio cuenta de los ojos rojos de esos tres, eran bastante aterradores.
—Bueno, ¿aceptan a otros tres jugadores? —preguntó Laurent con una sonrisa y todos miraron a Carlisle —Vamos. Sólo un juego —insistió.
—Seguro. ¿Por qué no? Algunos ya nos íbamos y pueden tomar nuestros lugares —en ningún momento miró a Lydia, aunque desde su lugar hubiera sido complicado— bateamos primero.
—Mi curva es mortal —habló la chica, Victoria.
Emmett y Jasper rieron.
—Creo que somos capaces de lidiar con eso —habló Jasper que estaba junto a Emmett y también cubría a Lydia.
Se estaban alejando, Carlisle se acercaba a Lydia que seguía detrás del Cullen más grande pero James no se movió de su lugar y tampoco Edward.
Todo pasó tan rápido.
—Trajeron un bocadillo —habló James e iba a atacar a Bella. Ninguno de lo nómadas había notado la presencia de Lydia.
La familia Cullen protegió a Bella a excepción de Emmett que seguía protegiendo a Lydia. No quería complicar más las cosas si descubrían que había otra humana.
—Ella está con nosotros —habló Carlisle a la defensiva— es mejor que se vayan.
—Veo que el juego se acabó —Laurent trató de calmar las cosas— ya nos vamos. James.
Los tres vampiros se alejaron y cuando los perdieron de vista, Lydia liberó el aire que había aguantado. Eso había sido realmente aterrador.
Carlisle corrió a abrazarla, aliviado de que no la hubieran notado pero preocupado por Isabella.
—Llévate a Bella de aquí —le dijo a Edward.
Ambos se subieron a la Jeep estacionada junto a la Hummer aunque Edward parecía desesperado.
—Debería ir con ella —murmuró Lydia.
—No —habló Carlisle tajante— lo siento. Pero no puedo permitir que James te vincule a todo esto.
—Pero... —la tomó de los brazos.
—Lydia, tranquila. Bella estará a salvo, nos encargaremos de eso. Ahora será mejor ir a casa.
Quería replicar, quería decir que ella también quería ayudar en algo. Pero tal vez era de más ayuda si no estorbaba. Confiaba en Carlisle y si él decía que todo iba a estar bien, le iba a creer.
Se subieron al auto con el que llegaron y Evander y Esme también subieron. Lydia no imagino que conocería la residencia Cullen de ese modo.
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comentarios son muy
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