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꒰ 008 !

capítulo . :: ocho
amor ˚ ݂

El amor es el sentimiento más extraño de todos. Llega de pronto y sin avisar. Te hace comer estupidez sin pensarlo. Es simplemente inesperado y no puedes elegir de quien te enamoras. Sólo pasa.

Al menos eso le ocurrió a Carlisle. Cuando veía a Lydia caminar por los pasillos del hospital, simplemente sentía que su corazón regresaba a la vida, que toda su existencia tenía sentido y que toda su vida había esperado por ese momento. Por ese único y especial momento.

Tenía unas intensas ganas de proteger a Lydia de todo y de todos. Tenía una enorme necesidad de sentir sus cálidas manos recorriendo su frío rostro. Quería que ese hermosos ojos llenos de energía y amabilidad sólo lo miraran a él. Nunca le había importado nada en tal magnitud.

Siempre alejó a las mujeres, fueran vampiros o humanas, incluso alejó a algunos hombres que se le insinuaban más sutilmente. Su único propósito era el de ayudar a la gente pero cuando se dio cuenta de que estaba perdidamente enamorado de Lydia, nada más en su existencia tuvo sentido. Nadie más existía en este plano terrenal más que ella y sufrió infinitamente cuando ella lo ignoró.

Carlisle había prometido por el meñique ser completamente honesto y eso incluía ser honesto con sus sentimientos. Ya no podía perder nada más, si Lydia lo rechazaba y le pedía que se alejara para siempre, eso iba a hacer, pero si ella le daba la más mínima oportunidad, la iba a aprovechar.

Vio las adorables mejillas de Lydia teñirse de un suave color rosa, también escuchó su pulso acelerarse y como trataba de controlar su respiración. Fue lo mas lindo que vio en toda su inmortal vida. Además ella lo había dicho primero, fuera un accidente o no, ella lo confesó primero.

-La pasta se ve deliciosa -fue lo único que dijo antes de tomar un gran bocado para evitar hablar.

Él la miró comer pacientemente.

-Lydia... -habló en voz baja.

Ella dejó el tenedor a un lado y suspiró.

-¿Alguien mas lo sabe? Lo que ustedes son.

-Bella Swan. Hace poco comenzó a salir con Edward y por obvias razones, ella lo sabe. Parece ser que lo descubrió por sí misma.

-¿La hija de Charlie? -Lydia estaba auténticamente sorprendida- vaya. Charlie no lo tomara muy bien.

Ambos se miraron en silencio.

-Cuando me fui de mi antiguo hogar... -comenzó nuevamente Lydia- me repetía a mi misma que no estaba huyendo, pero en realidad lo hacía. Quería correr lo más lejos de ese lugar y esconderme para siempre. Mi vida era un completo drama y ahora es un drama con ciencia ficción incluida -dejó salir una risa- y si te soy sincera, creo que estoy drogada o demasiado ebria. Creo que en cualquier momento voy a despertar en mi casa y descubriré que todo fue producto de mi imaginación y me dará una resaca terrible pero seguiré con mi aburrida y feliz vida.

-Pero esto es muy real.

-Lo sé. Nunca he soñado con pasta tan buena como esta.

Ambos sonrieron.

-Me iré si eso te hace sentir mejor. Desaparece de tu vida si me lo pides y nunca me volverás a ver.

-Creo que no estoy hecha para una vida normal y aburrida. Y creo que me gustas... Carlisle. De una manera que no logró comprender y no sólo es el hecho de querer superarte... tal vez solo quería que me notaras -se sintió avergonzada por su confesión.

El rubio colocó su mano en la mejilla de la chica con mucha suavidad y ella inclinó un poco la cabeza.

-Es gracioso que lo digas, porque pude haberte dejado ganar pero no lo hice porque quería tu atención.

Ambos rieron.

-Lo único que lograste fue acabar con mi paciencia pero supongo que funcionó.

-Lydia... me has contado lo que pasó en tu antigua relación. Pero me gustaría que me des una oportunidad para demostrarte mi amor y para hacerte feliz el tiempo que me lo permitas.

Habían pasado poco más de cuatro meses desde que llegó a Forks y un año desde que terminó con Jonah. Aún estaba resentida, pero no iba a negarse a intentar encontrar el amor de nuevo. Y Carlisle parecía una buena persona, aunque fuera... un vampiro. No se acostumbraba a esa palabra.

Todo parecía tan malditamente irreal, pero nadie dijo que la vida tenía que tener sentido. Sólo se vive una vez como para estar dudando.

-De acuerdo -contestó luego de un momento de silencio- pero tengo una condición.

La miró con curiosidad.

-¿Qué es?

-Me dejarás ganar una vez a la semana en el hospital.

Ambos rieron.

-Todas las veces que quieras, cariño.

-Aún creo que debería referirte a psiquiatría o ir yo misma. Pero dame un poco de tiempo para seguir procesando esto.

-Todo el que quieras. Sabes que siempre estaré para ti pase lo que pase.

Asintió.

-Gracias, Carlisle.

El hombre tomó la mano de la chica y dejó un beso en sus nudillos.

-Yo soy el que debería agradecerte.

Fue una cena tranquila, Lydia continuó haciendo algunas preguntas y Carlisle las contestó con gusto. Ahora mismo no tenía cabeza para pensar en todos los problemas que se estaba metiendo pero pasara lo que pasara, iba a proteger a Lydia con su propia vida.

Cuando decidieron retirarse, ambos se dirigieron al auto del rubio y una vez más, Carlisle abrió la puerta del copiloto para Lydia y le dio la mano para ayudarla a entrar. Lydia estaba segura de que se podría acostumbrar a eso.

-Te llevaré a casa y mañana temprano pasaré por ti para llevarte al hospital.

Ella frunció el ceño.

-No es necesario.

-Dejaste tu auto en el hospital y no creo que quieras llegar medio mojada al hospital por la lluvia.

Eso era cierto. En cualquier momento se iba a resfriar si seguía saliendo a mitad de la lluvia como si nada.

-De acuerdo. Gracias.

Carlisle llevó su mano a la rodilla de la chica y le sonrió.

-Ni lo menciones.

Condujo tranquilamente y en silencio. Era tarde, por lo que el camino estaba completamente libre y en veinte minutos llegarían a la casa de la chica.

-Lydia -le habló y ella volteó a mirarlo con curiosidad.

-¿Sí?

-Mi familia va a jugar béisbol el sábado, ¿te gustaría venir?

Casi se ahoga con su propia saliva.

-Amo el béisbol y soy una buena jugadora pero sería injusto porque ustedes son vampiros -rió- aunque... no sé si sea buena idea. Admito que me intimida un poco conocer a toda tu familia tan pronto.

Tomó la mano de la chica y dejó un suave beso mientras sonreía.

-No hay nada de lo que te debas preocupar. Será divertido y tienen muchas ganas de conocerte... o en palabras de mi hermano, ganas de conocer a la persona que hace que mis ojos brillen -rió un poco. Su tono era ligeramente avergonzado.

Lydia también estaba sonriendo, sus dientes a la vista y con las mejillas adoloridas. Se sentía tan cómoda a lado de Carlisle y eso le encantaba. Ya no sentía el miedo de hace unos días, no luego de reflexionarlo durante mucho tiempo. Sabía que Carlisle no le haría daño.

-De acuerdo, supongo que será interesante ver a una familia de vampiros jugar béisbol.

-Pasaré por ti temprano. Si no mal recuerdo, Bella también irá.

-Es extraño que la menciones. Nunca hubiera imaginado que ella... bueno, es muy asocial y todo eso.

-Creo que Edward tuvo mucho que ver. Intentó alejarse pero no lo logró y se acercó a ella cada vez más, no tuvo cuidado y ella lo descubrió.

-Carlisle... ¿te das cuenta que también soy una humana?

-Lo sé. Créeme que lo sé. Pero no tienes nada de qué preocuparte.

Ella asintió y se dio cuenta de que llegaron a su destino. Carlisle estacionó el auto frente a la casa de la chica y ambos se quedaron en sus lugares.

Lydia se aclaró la garganta.

-¿Te gustaría... entrar? La casa está recién remodelada.

-Tal vez en otra ocasión. Seguro quieres ir a descansar.

Ella asintió.

-Entonces nos vemos mañana.

-Por supuesto.

Carlisle salió del auto y Lydia lo vio caminar demasiado rápido a su lado del auto. Abrió la puerta y extendió su mano, ella la tomó y salió del auto. Ambos quedaron muy cerca el uno del otro y se miraron a los ojos.

-En serio no sé qué estás esperando para besarme -habló en voz baja la chica.

Carlisle sonrió un poco mientras tomaba con ambas manos sus mejillas. Se inclinó un poco para estar a su altura y sintió la respiración cálida de su contraria.

-¿Estas realmente segura?

-Nunca estuve más segura de nada.

Terminó con el espacio que los separaba uniendo sus fríos labios con los cálidos de ella. Se recordó que debía ser muy gentil y cuidadoso para no lastimarla. Él no tenía que recuperar el aliento, pero ella sí y por ello se separó luego de un momento.

-Admito que eso fue mejor de lo que había imaginado -confesó Lydia con una gran sonrisa y se puso de puntillas para robarle un rápido beso a Carlisle.

-Descansa, Lydia.

-Diría que tú también, pero... bueno, no importa.

Se separaron y la chica caminó hasta la entrada de su casa donde volteó a ver a Carlisle y se despidió con la mano antes de entrar. El hombre sonrió y entró a su auto para irse a casa.

Era el mejor día de su existencia.

Cuando Lydia se cambió de ropa a su pijama y se dejó caer en su cama, las lágrimas brotaron sin control. No sabía lo que ocurría o por qué de pronto no podía parar el llanto. Habían sido muchísimas cosas en un solo día. En un momento tenia la ley del hielo contra Carlisle, luego le grita que quiere respuestas, él se la da y de alguna forma se confiesan su amor.

Y todo en una noche. Lydia aún tenía la esperanza de despertar y darse cuenta que todo era producto de su loca imaginación. Pero por otra parte, una recóndita parte de su corazón estaba feliz.

Tal vez la vida simple y aburrida no era en absoluto para ella. Y no había nada de malo con ello. No tenía miedo ni mucho menos, había convivido con esas personas y sabía perfectamente que no le harían daño. En realidad, confiaba más en ellos que en una persona con un arma pero aún debía dejar que su cerebro procesara toda la información.

Durmió entre llantos sin poder pensar con claridad. Tal vez en la mañana se sentiría más tranquila y con la mente en paz.




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